Denuncia social s.XIX             

 

Denuncia social en el siglo XIX:
A mediados del s.XIX en la Francia de la Restauración los borbones intentan reintroducir medidas absolutistas. Los artistas románticos, testigos de la vuelta del viejo régimen y la renovada influencia de la Iglesia van dejando de apoyar a la monarquía y pasan a criticar la materialista vida burguesa. Se vuelven populares canciones de contenido político anitmonárquicas que tuvieron un papel central en el desprestigio de la institución. Tolstoi intentó reflejar fielmente la época en que vivía, a la que no podía sustraerse la penosa situación del campesinado de Rusia. Convivió con los campesinos de Yásnaya Poliana, donde se ocupó en tareas de zapatero y fundó una escuela para los hijos de los campesinos. En el cuento ¿Cuánta tierra necesita un hombre? el campesino Pahom exclama: Ocupados como estamos desde la niñez trabajando la madre tierra los campesinos siempre debemos morir como vivimos, sin nada propio. La primera novela de Dostoievski Pobres Gentes (1846) mostraba una gran conmisceración por los humillados y oprimidos.

Charles Dickens (1812-1870):
Describe con gran sentimiento la vida de las clases más humildes en la Inglaterra de la revolución industrial. Durante su infancia se vio forzado a trabajar en una fábrica de betún a causa del irresponsable endeudamiento de su padre. El huérfano Oliver Twist, protagonista de una de las primeras novelas sociales, se ve sometido a duras condiciones en el taller donde trabaja. Pip (Grandes esperanzas) vive una vida dura de granja hasta la aparición de su benefactor. Una interminable y costosa demanda judicial agobia permanentemente a los personajes de Casa Desolada. Poco antes de su éxito nadie hubiese esperado que millones de lectores pudieran conmoverse con vívidas descripciones de las duras condiciones de vida de los pobres durante la era victoriana.

Víctor Hugo (1802-1885):
Se comprometió políticamente de forma destacada y criticó abiertamente el régimen de Napoleón III. Empezó apoyando los proyectos del rey y el nuevo papel preponderante de la Iglesia, pero cambió de posición. Su noción sobre la figura de Napoleón cambiará también radicalmente. De denostarno abiertamente pasó a valorarlo como factor de cambios sociales. Su novela Los miserables (1862), defensa de los oprimidos que vivieron la rebelión de junio (1832), gozó de gran aceptación popular. Fue condenado al exilio durante los veinte años del Segundo Imperio francés (1852-1870). Abrió el paso para que posteriores generaciones de escritores se implicaran en la vida política y social.

Censura política:
La mayoría de los artistas románticos se agrupaban en torno a camarillas y clubs particulares en los que se debatía la situación política y social. ● La censura de Napoleón y de la Restauración prohibía que se describieran y discutieran en el drama literario elevado las cuestiones del día y las costumbres de las clases dominantes. (Hauser) Los populares teatros de los bulevares van aumentando la asistencia de público porque la crítica política encuentra en sus espectáculos menos sofisticados una vía de expresión.

Anatole France (1844-1924):
En la tetralogía de novelas Historia contemporánea (1897-1901), escribe un ácido análisis de los corrosivos efectos del caso Dreyfus en la sociedad francesa. Se encontraba entre los intelectuales franceses que exigieron la exculpación de Alfred Dreyfus, un capitán del ejército francés acusado de traición. En sus últimos trabajos se convirtió en defensor de causas humanitarias, mediante elocuentes defensas de los derechos civiles, de la educación popular y de los derechos de los trabajadores, a la vez que atacó con amargas y brillantes sátiras los abusos políticos, económicos y sociales de su época. A pesar de sus polémicas, las elegantes y profundas cadencias, así como su maestría en el uso del lenguaje evidencian la devoción de France hacia las formas clásicas. Entre las obras que demuestran su arraigada conciencia social y su elocuencia clásica destacan las novelas alegóricas La isla de los pingüinos (1880) y La revolución de los ángeles (1914), y un relato sobre el reinado del Terror durante la Revolución Francesa, Los dioses tienen sed (1912).

Zola, en Yo acuso, publicado en el periódico L'Aurore, denuncia los manejos de la justicia militar francesa en el caso Dreyfus. Sus intervenciones en defensa una Francia más justa le valieron una campaña difamatoria en su contra, la inculpación en un juicio y el exilio. Orwell describe la dura vida de la clase trabajadora antes de la Segunda Guerra Mundial. Fue un activista de izquierdas precozmente desencantado por las medidas violentas que Stalin aplicaba a la disidencia política en la URSS.

Desigualdad extrema en Latinoamérica:
Graham Greene viaja a México en 1938 y en 1940 publica El poder y la gloria, que transcurre en el convulsionado estado de Tabasco durante la Guerra Cristera. Las milicias cristeras estaban compuestas en gran parte por campesinos descontentos con la Revolución Mexicana de 1910.

El dominio de Arcadio Buendía sobre Macondo en la novela de García Márquez es buen ejemplo de caciquismo, intromisión abusiva de una persona o una autoridad en determinados asuntos, valiéndose de su poder o influencia. Un líder que se hace con el dominio total de una sociedad rural por medio del clientelismo político. Controlando el voto de sus clientes puede negociar con los políticos centrales y ser la cara y base del partido. Fenómeno de raigambre hispana que alcanzó mayores cotas en países latinoamericanos durante el s. XIX y principios del XX. En su novela Nostromo Joseph Conrad describe la política interna de los países latinoamericanos de fines del siglo XIX con sus pugnas entre las élites criollas, la corrupción de los líderes populares y la intervención extranjera en defensa de intereses externos.


La clase trabajadora en etreguerras:
Recuerdo aún muy bien qué se quería decir en mi juventud cuando se hablaba de los «pobres». No sólo los menesterosos, los mendigos y la gente sin hogar tenían un aspecto distinto del de los burgueses de las grandes ciudades, sino que también los obreros y obreras eran reconocibles de lejos por su ropa; las mujeres llevaban, como mucho, un pañuelo en la cabeza para protegerse del frío y ningún obrero habría usado camisa blanca, pues no tardaría en ensuciarse. En aquel tiempo se hablaba incluso del «olor a pobre», pues la mayoría de los habitantes de las ciudades vivía en pisos mal aireados, con un grifo en la escalera, en el mejor de los casos. En cambio, un hogar burgués (y no sólo la gente rica) solía disponer de una cocinera, una camarera y, a menudo, una niñera. Es cierto que todas estas personas vivían a menudo mejor que en sus propias casas, pero no debía de ser nada cómodo tener, por ejemplo, «libre» un solo día por semana y ser contado entre el «servicio». Fue precisamente durante mis años jóvenes cuando se comenzó a reflexionar sobre todo esto; y, acabada la Primera Guerra Mundial, las leyes comenzaron a llamar a esas personas «auxiliares del hogar». Pero cuando llegué como estudiante a Berlín, era frecuente leer aún en la entrada de las casas desde la calle «Acceso reservado a los señores», expresión que ya entonces me resultaba penosa. El servicio y los proveedores debían utilizar la escalera trasera y no les estaba permitido usar el ascensor ni siquiera cuando llevaban cargas pesadas. (Gombrich)

Desigualdad según Juan Luis Vives (s.XVI):
Nos dice Cristo:"EI que tiene dos túnicas, dé una al que no tiene"; pero ino ves al presente qué enorme es la desigualdad! Tú no puedes ir vestido sino de seda, y a otro le falta aún un pedazo de jerga con que cubrirse; son groseras para ti las pieles del carnero, oveja o cordero, y te abrigas con las finas de ciervo, leopardo o ratón del Ponto, y tu prójimo tiembla de frío, encogido hasta el medio cuerpo por el rigor del invierno. ¿Tú cargado de oro y de piedras preciosas, no salvarás siquiera con un real la vida del pobre? A ti, por estar ya tan harto, te dan fastidio y ganas de vomitar los capones, perdices y otros manjares muy delicados y de grandísimo precio, y a tu hermano le falta hasta un pan de salvado con que sustentarse, desfallecido e inválido, y con que mantener a su pobre mujer y niños tiernecillos, y echas tu mejor pan a tus perros... ...ladrón es, vuelvo a decir, y robador, todo aquel que desperdicia el dinero en el juego, que lo retiene en su casa amontonado en las arcas, que lo derrama en fiestas y banquetes, el que lo gasta en vestidos muy preciosos o en aparadores llenos de varias piezas de oro y plata, aquel a quien se le pudren en casa los vestidos, los que consu- men el caudal en comprar con frecuencia cosas superfluas o inútiles; finalmente, no nos engañemos: todo aquel que no reparte a los pobres lo que sobra de los usos necesarios de la naturaleza, es un ladrón, y como tal es castigado, si no por las leyes humanas, aunque también por alguna de éstas, a lo menos lo es, y ciertamente lo será, por las divinas. Es en la desigualdad donde quiere poner el acento Vives acercándose a la percepción de la pobreza como una forma de deprivación relativa consecuencia de la maldistribución de recursos.


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