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Tres obras de George Orwell en torno a la pobreza. Por Serafín G. León:
George Orwell es conocido ante todo como autor de dos clásicos contra el totalitarismo: 1984 (1948) y la fábula Rebelión en la Granja (1945). En España, además se reedita constantemente su Homenaje a Cataluña (1938), libro en que recoge sus experiencias de la Guerra Civil.

Justicia social, uno de los grandes temas de Orwell:
Además de la crítica al totalitarismo y al imperialismo británico (al que se refiere en Burmese days,1934), otro de sus grandes temas es el de la justicia social, el reparto equitativo de la riqueza y la descripción de la miseria y las penalidades económicas, especialmente en la Inglaterra de los años 30. Tras su periodo en Birmania como policía colonial británico, Orwell vuelve a Inglaterra en 1927, y se establece en la residencia familiar de Southwald. Comienza un periodo de pobreza, en parte "escogido", hasta cierto punto similar al de Gordon Comstock, personaje principal de su novela Keep the aspidistra flying. En los años siguientes, vivirá de artículos, publicaciones e impartiendo clases. Se relaciona con el mundo intelectual de Hampstead.

Orwell, sin blanca:
También trabajará como ayudante en una librería, de nuevo lo mismo que Gordon. Durante nueve meses de 1928, y al igual que otros ingleses de perspectivas bohemias y literarias, vivirá en Paris. Entre las actividades remuneradas de Orwell en los meses parisinos figurará la de fregaplatos en un hotel de lujo de la calle Rivoli. Hay al menos tres obras de George Orwell que tratan del tema de la pobreza, y que podríamos llamar como la "trilogía de la miseria".

Sin blanca en Paris y Londres:
Down and Out in Paris and London, 1933. Es una crónica autobiográfica. El narrador es el propio Orwell o alguien muy similar. Refiere de una manera muy vivaz sus experiencias en las dos ciudades, sus traslados de pensión en pensión, con las monedas siempre contadas, accediendo a algún que otro trabajo de tarde en tarde, principalmente en restaurantes. Se nos relata la picaresca de la gente de la calle, de los excluidos, las reflexiones políticas en torno al socialismo y la supuestamente inmediata revolución.

Mantened la Aspidistra izada:
Keep the aspidistra flying, 1936. Se trata de una especie de comedia dramática que nos narra las peripecias de Gordon Comstock, poetilla con un mísero libro publicado y aparatosos proyectos de obras poéticas que nunca se materializan, más allá de un montón de páginas emborronadas. Rechaza el "imperio del dinero" y de la "sociedad respetable", lo cual le lleva a dar la espalda a cualquier empleo que pueda abrirle perspectivas de desarrollo, incluidos aquellos para los que parece bien dotado. Prefiere trabajos insignificantes que le permitan subsistir, mientras espera poder desplegar algún día todo el arte que cree llevar dentro. Desoye orgullosamente los ofrecimientos de ayuda de su acomodado editor y amigo "izquierdista" Ravelston y los consejos bienintencionados de su sufrida novia Rosemary. El personaje de Gordon Comstock nos resulta entrañable e irritante a un tiempo. Su cruzada personal contra el "totalitarismo" del dinero no le impide una obsesiva y algo patética preocupación por el "qué dirán" y que la gente perciba que no tiene un céntimo. Es un sujeto más que trágico, tragicómico, vagamente valleinclanesco.

El camino de Wigan Pier:
The Wigan Pier Road, 1937. Por encargo del editor Victor Gollancz, Orwell marcha hacia el noroeste de Inglaterra, al entorno de Wigan (entre Manchester y Liverpool), para recopilar material de primera mano acerca de las condiciones de vida de la clase trabajadora en esa parte especialmente deprimida del país. En el camino de Wigan Pier, las dotes de observación y de análisis del inglés se nos aparecen de nuevo en todo su esplendor, algo que tendrá inmediata continuidad con su viaje a la España en guerra y el Homenaje a Cataluña (1938).

Buena lectura para un tiempo de Crisis:
Además de una buena lectura, los tres libros de George Orwell, esa "trilogía de la miseria", nos ofrecen un estimulante background o fondo para estos tiempos de crisis económica. (Serafín G. León)


Deshumanización:
En Brave New World (1932), traducida al español como Un mundo feliz, Huxley imagina una sociedad con un gran nivel de desarrollo en tecnología reproductiva, cultivos humanos e hipnopedia, habilidades que, combinadas, propician un estado permanente de felicidad. Aparentemente, no se le hace daño a nadie; cada cual obtiene lo que quiere como parte de una comunidad ordenada. No hay guerras ni desigualdad; la pobreza ha sido erradicada, junto con la locura, la depresión y la soledad; el sexo está disponible para todos, y un ministerio se asegura de que el plazo entre la aparición de un deseo y su realización sea lo más breve posible. Cuando algo falla, se apela a la farmacopea; el soma parece la droga perfecta: “Medio gramo para un día de asueto, un gramo para fin de semana, dos gramos para viaje al bello Oriente, tres para una oscura eternidad en la Luna”. En esta ideal Metrópolis, la familia biológica ha sido superada, como si se tratara de un lastre en la evolución humana hacia la felicidad. Tampoco hay diversidad cultural, arte, literatura, religión ni filosofía, y nadie, salvo el protagonista, John el Salvaje, parece echar de menos esas cosas. En la época de Huxley, los debates sobre la novela coincidían en que los habitantes de esa ciudad ideal habían dejado de ser verdaderos seres humanos puesto que eran incapaces de luchar por lo que querían; divididos en castas, acomodados dentro de su burbuja complaciente por el gobierno de los Controladores, sin padecer nada, ya no podían hacer elecciones morales y, por tanto, no eran capaces de amar ni de descubrir su propia dignidad. Son esclavos felices en ese mundo artificial que rebasa nuestra tosca concepción de la naturaleza humana, inseparable del dolor, la angustia o el conflicto. (E.Hernández Busto, 2016)


Alemania años 30: Novela negra racial:
Citando a Günther una vez más: en el siglo XIX, debido a la atomización del hombre, todo se convirtió en un «problema»; se alababa y se admiraba al hombre intelectualizado y alienado. Pero el hombre había dejado ya de estar alienado, había encontrado el camino de regreso a la raza; en consecuencia, lo sencillo y arraigado era mejor que lo complejo y problemático. Naturalmente, esta teoría tuvo un efecto negativo sobre el arte, reduciéndolo al nivel de las tarjetas postales que pintaba Hitler en su juventud. El romanticismo implícito en la ideología se fundió con este arquetipo de la sencillez y el arraigo. Se recuperó la novela histórica y se recomendaban las novelas policiacas, que explicaban en tono romántico historias de la lucha de arios contra judíos. Esta literatura era, con algunas excepciones, sumamente moral, para no ofender a la mentalidad aria. Estaba llena de campesinos sencillos y honrados; raras veces se entrometía en la historia lo sexual, y si se hacía, era de la forma más decente. Eran frecuentes las novelas que se centraban en la triste suerte de los alemanes en tierras extrañas y eran también muy parecidas a obras morales. Los arios morales combatían contra las gentes inmorales que les rodeaban; los personajes de estos libros siempre parecían llevar una vida familiar ejemplar. La historia de la literatura intentó analizar ésta de acuerdo con factores raciales. Nadler se había anticipado a estos intentos cuando había clasificado la literatura alemana según los paisajes, valorando su naturaleza a través de la fusión que hacía de la raza y del entorno histórico y natural. No podía salir de esto ninguna gran historia de la literatura ni ninguna literatura grande. Era un romanticismo moderno que destacaba el arraigo, la sencillez, la ética burguesa y la emoción, en vez de los problemas a los que se enfrentaba el hombre. Después de todo, el problema existencial del hombre estaba resuelto. (George L. Mosse)

 

 

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