Denuncia social             

 

Denuncia social en el siglo XX:
Miguel Delibes:
En la década de 1950 en España la novela social experimenta un notable auge. Se intenta situar al lector críticamente frente a realidades sociales injustas. Los santos inocentes (Miguel Delibes, 1981) se desarrolla en los años sesenta. Denuncia la injusticia en que viven los explotados desde una perspectiva cristiana. Critica la falta de solidaridad y respeto hacia el prójimo amparándose en el poder económico. Los explotados no cuestionan el orden establecido. Describe muestras de injusticia, analfabetismo, deseos de emigrar, oposición al progreso y connivencia entre la Iglesia y el Estado. La familia de los guardeses de una finca debe soportar una vida en condiciones muy difíciles. Con su trato rebajante los dueños se recrean en dejar patente la extrema diferencia de clases. La generación más joven huye de la opresiva situación en cuanto tiene ocasión. La novela fue llevada al cine por Mario Camus (1984).

Steinbeck:
Cannery Row se desarrolla en Monterey, California. Uno de los principales aciertos de la obra son los diálogos y actitudes de sus entrañables personajes. El autor logra hacer un dibujo pintoresco de un pueblo y sus simbólicos personajes. Los pescadores, los perros callejeros, las prostitutas, los artistas y los soldados con sus novias forman parte la diversidad narrativa. La historia sigue a Mack y sus amigos mientras intentan organizar una fiesta para uno de los personajes más queridos de la comunidad.

Upton Sinclair (1878-1968):
Nació en Baltimore (Maryland), y estudió en las universidades de Nueva York y Columbia. Aunque no tuvo éxito como candidato del partido socialista para ocupar cargos políticos, sus enérgicas críticas de los abusos de la vida social y económica del país ayudaron a sentar las bases de varias reformas. En la década de 1920 participó en la fundación de la Unión Americana por las Libertades Civiles. Autor de 90 libros, se hizo famoso con su novela La jungla (1906), en la que su exposición de las condiciones en que se encontraban los mataderos de Chicago y los abusos de la industria distribuidora de carne produjo una investigación del gobierno federal que provocó un proyecto de ley sobre la pureza de los alimentos. Publicado por cuenta propia ya que los editores se negaron a hacerlo, el libro se convirtió en un gran éxito. También escribió otras novelas de tema social y político, y estudios en defensa de la prohibición o en contra de la prensa, pero ninguno tuvo el éxito de su primera novela. De su famosa colección de once novelas sobre Lanny Budd, un adinerado agente secreto que participa en importantes acontecimientos internacionales, destacan El fin del mundo (1940) y Los dientes del dragón (1942), que trata de la Alemania nazi y fue galardonada con el Premio Pulitzer en 1943. También escribió La autobiografía de Upton Sinclair (1962).


Las uvas de la ira:
“La gente viene con redes a pescar las patatas tiradas al río, y los vigilantes se lo impiden. Llegan en coches traqueteantes a coger las naranjas tiradas, pero las han rociado con queroseno. Y observan, inmóviles, cómo pasan las patatas flotando ante sus ojos. Oyen los gritos de los cerdos sacrificados en una zanja y cubiertos con cal. Contemplan cómo se desmoronan las montañas de naranjas y se convierten en lodo putrefacto. Y en los ojos de la gente se ve el fracaso. Y se ve cómo crece la ira en los ojos de los hambrientos. Y en sus almas se hinchan y maduran las uvas de la ira, preparándose para la cosecha”.

Steinbeck no inventaba nada. Unos años antes de la novela, en el verano de 1936, había publicado un reportaje periodístico, que a la vez era un ácido alegato social, en The San Francisco News. Steinbeck había seguido a los temporeros itinerantes, una masa informe de “braceros nómadas golpeados por la pobreza a los que el hambre y el miedo al hambre empujan de campo en campo, de cosecha en cosecha, de un extremo a otro de California”. Había conocido las chabolas y campamentos donde vivían aquellos exiliados internos, los márgenes de las carreteras donde abandonaban sus coches y camiones reventados, los estanques putrefactos de donde sacaban el agua para beber.

Entre ellos descubrió Steinbeck el fermento de la ira. Esa misma ira que es la primera palabra de la tradición literaria occidental: la primera palabra del primer verso de la Ilíada. Una ira que, según supo ver como nadie Steinbeck, no es la reacción autista e impotente de un individuo que se desahoga ante una situación inclemente, sino el fermento capaz de articularse en respuesta colectiva. Esa ira capaz de transformarse en acción cuando alguien, cuenta, descubre que perdió sus tierras y no dice “perdí mis tierras” sino “hemos perdido nuestras tierras”. Entonces, como señala Steinbeck, sólo entonces, se produce el conocimiento que haría temblar a la humanidad: “Del yo al nosotros: ese es el principio”. (Xavier Antich, 08/12/2014)


Orwell:
Orwell ocupó un cargo de no muy alto rango pero localmente de alto nivel administrativo en la policía imperial de Birmania de 1924 a 1927. Al leer sus escritos, uno nunca piensa que desarrollara un gran interés por el Imperio en sí; sus textos de aquellos años sugieren la emergencia de una serie de consideraciones morales y políticas —derivadas sin duda de sus críticas al gobierno imperial— que con el tiempo influirían en sus observaciones sobre la propia Inglaterra. El convencimiento de Orwell de que la cuestión birmana (o india) trascendía las cuestiones de injusticia local y tenía sobre todo que ver con el sinsentido e imposibilidad de un dominio imperial, ciertamente influirían en su postura política una vez de vuelta en Inglaterra. Cabe añadir que Orwell fue uno de los primeros comentaristas en entender que las cuestiones de justicia y subordinación, no menos que los temas tradicionales políticos y de clase, debían ser asumidos por la izquierda; y de hecho, a partir de entonces fueron parte de lo que significaba ser de izquierdas. Olvidamos que ya en las décadas de entreguerras, en Inglaterra había sido perfectamente posible combinar el reformismo social e incluso el radicalismo político con el liberalismo imperial. Hasta hacía muy poco tiempo, había sido posible creer que la clave para la mejora social en Gran Bretaña consistía en retener, defender e incluso expandir el Imperio. Para 1930, esta postura había comenzado a sonar tanto ética como políticamente incoherente, y al menos parte de este cambio de sensibilidad cabe achacárselo a Orwell. (Entrevista a Tony Judt)


Unión Americana por las Libertades Civiles (ACLU):
Organización civil estadounidense dedicada a defender los derechos fundamentales de los ciudadanos, aun en tiempos de emergencia nacional. En su origen se creó para respaldar a los objetores de conciencia durante la I Guerra Mundial, pero más tarde amplió sus actividades hasta abarcar la defensa de la libertad de expresión, la intimidad, los procesos judiciales justos y la asistencia en materia de derechos para minorías discriminadas. Fundada en 1920 por un grupo de políticos, escritores, jueces y profesionales como la escritora Helen Keller y el jurista Felix Frankfurter, hoy la organización cuenta con más de 400.000 miembros e interviene en un promedio de 6.000 juicios anuales. La ACLU se sustenta con donaciones de ciudadanos, fundaciones y empresas, pero no acepta dinero del Estado, para mantener su neutralidad. Entre los temas que la ocupan destacan los derechos de las mujeres, el derecho a la libre concepción, los derechos de los homosexuales, la lucha contra la censura en el arte, los derechos de los niños, los inmigrantes y extranjeros, el SIDA, las libertades civiles, la seguridad nacional, la intimidad y la tecnología, la pena de muerte y las condiciones de vida en las prisiones. Los casos que decide defender son elegidos por su equipo de asesores, los comités consultivos, un consejero legal y un director ejecutivo. Entre los más famosos se encuentran el “Scopes Monkey Trial” (1925), juicio contra un profesor que violó la regla de no hablarles a los alumnos de la teoría de la evolución, el “Brown v. the Board of Education” (1954), en el cual el Tribunal Supremo falló contra la segregación en las escuelas públicas, y el “Roe vs. Wade” (1973), en el que se defendió el derecho de una mujer a abortar para preservar su integridad física. La organización también protestó contra el internamiento de estadounidenses de origen japonés durante la II Guerra Mundial. (Fuente: Encarta)


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