Extractos Guía Santa Cruz Tenerife (1983): 
 

Anaga: Aconsejamos seguir la carretera que partiendo de La Laguna, después de atravesar los caseríos de Las Canteras y Las Mercedes, se adentra en la masa boscosa, donde se da la primera parada obligada, El Llano de los Viejos, para contemplar hermosos ejemplares arbóreos de Laurisilva. Nos encontramos con el Mirador de Jardina, balcón sobre la Vega Lagunera, y como fondo de este marco, El Teide. Conrtinúa la carretera, serpenteando dentro del bosque, hasta llegar a la Cruz del Carmen, desde donde podemos contemplar otra perspectiva de la Vega Lagunera con las montañas que la circundan.

    En la cruz de Taganana abandonamos la cumbre y bajamos hacia el norte por un sendero muy sinuoso a través del maravilloso bosque de laureles hasta el pueblito de Taganana. Nos rodea una auténtica exuberancia tropical; frondas de helechos del tamaño de un hombre forman una espesura, por doquier cuelgan lianas de los árboles y todas las ramas están revestidas de un denso tapiz de musgos. Los troncos del laurel miden medio metro de diámetro, los brezos de 7 metros de altura son comunes y las enormes hojas proporcionan auténticos refugios de sombra. (Carl Joseph Schröter, 1908)

Fuentes: La Fuente de Morales (1837), obra de Lorenzo Pastor de Castro, profesor del Consulado del Mar y luego de la Academia de Bellas Artes, cuyo nombre perpetúa la memoria del General D. Francisco Tomás Morales por sus esfuerzos para traer las aguas del manantial de Aguirre, es de gran sobriedad, destacando una vez más el carácter utilitario sobre el estético. La Fuente de Isabel II (1845), sin renunciar al primero de estos aspectos, posee una evidente categoría artística debida al esfuerzo de su creador Pedro Maffiotte Arocha que al año siguiente de su inauguración fundaría la Academia de Bellas Artes.

Alameda: Diseño del ingeniero Andrés Amat de Tortosa (1787). Este paseo poseía dos piezas de interés artístico: la fuente de mármol que aún conservamos y que es obra de taller genovés, y la gran portada de ingreso de estilo barroco y curioso diseño, que se adornaba con la presencia de tres esculturas representando a la Primavera, el Verano y el Tiempo (esta última se hallaba hasta hace poco en el paseo de las cañas del Parque García Sanabria). La desaparición de esta portada es un fenómeno todavía incomprensible para cualquier persona con sensibilidad artística e histórica. (Sebastián M.Delgado)

Arbolado de plazas y calles:
Los árboles no abundaban. Los había en los paseos, y sabemos por el testimonio de don Patricio [Estévanez] que eran hermosísimos los del paseo de la Concordia; pero sabemos que no duraban mucho y que a los pocos años se echaban a perder. En los barrios, los intentos de plantarlos no daban siempre resultados; pero conviene decir que cada vez el ayuntamiento volvía a plantarlos, con una loable terquedad. Es conocido y hasta célebre el caso del baobab del callejón del Judío, único ejemplar de esta especie en las islas, que acabó sacrificado en 1881, a pesar de todas las gestiones y presiones que se llevaron a cabo para salvarlo. En la segunda mitad del siglo pasado se multiplicaron los plantíos en las huertas, en las plazas y en las calles. (Cioranescu, 1977)

Plaza de España:
Tras la guerra civil y consecuentemente con la ideología vencedora, aparecen en el panorama urbano el estilo de lo que se dado en llamar período autárquico. El natural proceso estilístico anterior se interrumpe de inmediato para dar paso al nuevo en el que se aúnan la grandilocuencia y la referencia al pasado, con una innegable tendencia megalománica, de mano siempre de la iniciativa oficial. De ello es muestra más representativa la Plaza de España con el Monumento a los Caídos. El proyecto (1944) fue obra del arquitecto Tomás Machado, y la ornamentación escultórica se debe a Enrique Cejas Zaldívar y Alonso Reyes Barroso. El primero de ellos es el autor de las gigantescas figuras en bronce de los soldados y de la Patria con el caído, a modo de una piedad clásica, además de los relieves laterales en piedra con escenas guerreras. El segundo, ganador en concurso para tal fin, realizó la figura pétrea de la Victoria en el estilo de una Nike griega. [El conjunto fue concluido en 1946]. (Sebastián Matías Delgado)

Calle Castillo Ayuntamiento Santa Cruz Tenerife Cabildo de Tenerife

Cambios en los nombres de calles:
La calle de San José, hoy de Béthencourt Alfonso, sigue siendo de San José. No ha arraigado el nombre del ilustre médico e historiador, de tan grato recuerdo, y lo mismo sucede con la de la Noria. Tampoco prendió el nombre del prestigioso y batallador tienerfeño, diputado a Cortes tantas veces, senador, uno de los fundadores del Gabinete Instructivo y de la Institución de Enseñanza, hombre de letras, de gran cultura y simpatía. Y caso parecido, aunque menos se da con la de Botón de Rosa, que lleva hoy el nombre de Nicolás Estévanez. En esta calle, como en esas otras dos que acabamos de mencionar, la pugna cuenta todavía. Repetimos que hay nombres difíciles de borrar. Pero bien merece que quede para siempre en una calle de nuestra ciudad, como lo está en nuestra devoción, el nombre del poeta de Mi patria no es el mundo, / mi patria no es Europa... (Francisco Martinez Viera)

Santiago García Sanabria:
Su nombre perdura en la memoria de los santacruceros por el popular parque que se le dedicó. Este parque, construido en 1926, también se debe a su iniciativa y remarcable actividad. Fue uno de los alcaldes más importantes de Santa Cruz. A sus esfuerzos se debe el trazado de las largas y amplias Ramblas que recorren la ciudad. Planificó con detalle las calles céntricas dotadas de un ambicioso sistema de alcantarillado. Transformó el convento de San Pedro de Alcántara en Museo, Biblioteca, Casa de Socorro y Juzgado. Consiguió que el Estado cediera el Castillo de San Cristóbal para demolerlo y construir así un nuevo espacio. Unió los niveles de la plaza de la Candelaria con la Plaza de España.