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Adolfo |
Benjamin Constant |
Ana Karenina |
Tolstoi |
Andrómaca |
Jean Racine |
Atala |
Chateaubriand |
Cancionero |
Petrarca |
Cartas marruecas |
José Cadalso |
Don Alvaro o la fuerza del sino |
Duque de Rivas |
Don Juan |
Molière |
Don Juan Tenorio |
José de Zorrilla |
Don Quijote de La Mancha |
Cervantes |
El alcalde de Zalamea |
Pedro Calderón de la Barca |
El banquete |
Platón |
El caballero de Olmedo |
Lope de Vega |
El Cid |
Pierre Corneille |
El conde Lucanor |
Don Juan Manuel |
El condenado por desconfiado |
Tirso de Molina |
El coronel no tiene quien le escriba |
García Márquez |
El jardín de los cerezos |
Anton Chéjov |
El Lazarillo de Tormes |
Anónimo |
El libro del buen Amor |
Arcipreste de Hita |
El mercader de Venecia |
Shakespeare |
El Príncipe |
Maquiavelo |
El rey Lear |
Shakespeare |
El Satiricón |
Petronio |
El sí de las niñas |
Leandro Fernández de Moratín |
El sueño |
Bernat Metge |
El sueño de una noche de San Juan |
Shakespeare |
El último mohicano |
Fenimor Cooper |
El vergonzoso en palacio |
Tirso de Molina |
Emma |
Jane Austen |
Enrique IV |
Shakespeare |
Enrique V |
Shakespeare |
Escenas Matritenses |
Ramón de Mesonero Romanos |
Eugenia Grandet |
Balzac |
Facundo |
Domingo Faustino Sarmiento |
Fedón |
Platón |
Fedra |
Jean Racine |
Frankenstein |
Mary Shelley |
Fuente Ovejuna |
Lope de Vega |
Guía de pecadores |
Fray Luis de Granada |
Guillermo Tell |
Friedrich von Schiller |
Horacio |
Pierre Corneille |
Julio César |
Suetonio |
La Celestina |
Fernando de Rojas |
La colmena |
Camilo José Cela |
La comedia nueva |
Leandro Fernández de Moratín |
La doma de la furia |
Shakespeare |
La Eneida |
Virgilio |
La gaviota |
Anton Chéjov |
La Ilíada |
Homero |
La metamorfosis |
Franz Kafka |
La Odisea |
Homero |
La princesa de Clèves |
Madame de La Fayette |
La vida del Buscón |
Quevedo |
La vida es sueño |
Pedro Calderón de la Barca |
Las alegres casadas de Windsor |
Shakespeare |
Libro de Apolonio |
Anónimo |
Los trabajos de Pérsiles y Segismunda |
Cervantes |
Los viajes de Gullivert |
Jonathan Swift |
Macbeth |
Shakespeare |
Manon Lescaut |
Abate Prévost |
Mucho ruido por nada |
Shakespeare |
Nana |
Emile Zola |
Noches lúgubres |
José Cadalso |
Novelas ejemplares |
Cervantes |
Obras completas |
Gacilaso de la Vega |
Othello |
Shakespeare |
Pepita Jiménez |
Juan Valera |
Poema de Mio Cid |
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René |
Chateaubriand |
Tartufo |
Molière |
Trabajos de amor perdidos |
Shakespeare |
Tres sombreros de pico |
Pedro A.Alarcón |
Tristram Shandy |
Laurence Sterne |
Werther |
Goethe |
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Los clásicos:
Por qué volvemos una y otra vez a algunos libros? ¿Por qué los teatros insisten de manera reiterada en poner en escena obras que ya se han representado? ¿Qué hace de un texto un clásico? Italo Calvino intentó dar respuesta a esta pregunta con catorce argumentos. De todos, uno es irrefutable: “Clásico es un libro que nunca acaba de decir lo que tiene que decir”. Por eso siempre volvemos a él, conscientes de que, en cada nueva lectura, saldremos con las manos llenas y nuevas revelaciones, nuevos matices. Los clásicos son aquellos de los que hemos oído hablar, sin que nada de lo que ya sabemos, antes de leerlos, pueda compararse a la experiencia directa de su lectura. “Los clásicos -añadía- son aquellos que, cuanto más se cree conocerlos de oídas, más nuevos, inesperados, insólitos resultan al leerlos de verdad”.
Con sólo veinte años, un joven judío nacido en Praga escribió en una carta: “Si el libro que leemos no nos despierta como un puñetazo que nos golpeara el cráneo, ¿para qué lo leemos?”. Y todavía dijo: “Un libro tiene que ser como un pico de hielo que rompa el mar congelado que tenemos dentro”. Era Franz Kafka, y así formuló lo esencial: un clásico es aquel capaz de provocar un trastorno, una conmoción, a menudo un terremoto. Por eso lo leemos y por eso volvemos a él.
(Xavier Antich, 2015)