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Poesía: Asia:
De ti y de mí:
[...]
Si tú eres la montaña
que aguarda sin temor el vendaval,
yo soy la fuente de cristal
que florece en su extraña.

Y no puedes conmigo,
valeroso y profundo monte del Himalaya.
(Susana March)

Mujer de sal:
[...]
Mucho de amargo y mucho de imposible
tiene, en verdad, la carne de la Amada;
en Ella hay la amargura de esas drogas blanquísimas,
y es imposible como el Himalaya.
[...]
(Andrés Eloy Blanco)

Juego de tenis:
[...]
Yo, oficial en Singapur, volvía.
Alto, ruborizado, saludaba...
Pasaban olorosos carros de heno.
(Josep Carner)

Oración por Marylin Monroe:
[...]
O como un viaje en yate, un beso en Singapur, un
baile en Río la recepción en la mansión del Duque
y la Duquesa de Windsor
vistos en la salita del apartamento miserable.
[...]
(Ernesto Cardenal)



Galope súbito:
[...]
un raudal de manzana y roja miel,
el arañazo de la ortiga más dulce,
la sombra azul que baila en el mar de Ceilán,
tejiendo su delirio.
[...]
(Eduardo Carranza)

Todo antes de la noche:
[...]
Van los hombres y las cosas
hacia la estancia primera.
La travesía es la voz.
Del monzón de arenas
emerge lo olvidado,
el polvo se levanta
en pequeños círculos.
Van a la entrada
del silencio.
A lo largo
la quietud,
la sagrada quietud
del sueño que los sueña.
(Jeanette Clardion)

Las sombras de Hiroshima:
[...]
Las ruinas se callan, un alambre se enreda
en un cerezo que entreabrió sus flores.
Quiere la primavera, con las piernas quebradas,
lanzarse impetuosa fuera de los escombros
(Mihaï Beniuc)

Soneto de estío:
[...]
La voz eternidad de allá nos llama,
Del más allá con su invencible fuerza,
Y por encima del cerezo en flor,
La luz lunar menguando se derrama.
(Ana Ajmátova)



Y el Buda de basalto sonreía:
[...]
Hoy hace un año del amor perdido.
Al sitio vuelvo y, como estoy rendido
tras largo caminar, trepo a lo alto
del zócalo en que el símbolo reposa.
Derrotado y sangriento muere el día,
y en los brazos del Buda de basalto
me sorprende la luna misteriosa.
(Amado Nervo)

La carpa:
En los estanques y en las charcas,
Cuánto tiempo vivís, ¡áh carpas!
¿Acaso la muerte os olvida,
Peces de la melancolía?
(Guillaume Apollinaire)



El emperador de la China:
[...]
La China se embriaga de gloria y de placer.
Cual tulipán precioso de púrpura manchado,
Mi imperio, flor de Oriente, se extiende aquí y allá.
A ser yo casi un hombre ¡oh cielos! he llegado,
Y hasta mi esposa misma, mi esposa, en cinta está.
Y por doquier la dicha y la abundancia crece:
Se curan los enfermos, rnitígase el dolor;
Y hasta Confucio, el sabio de corte, me parece
Que filosofa ahora con claridad mayor.
[...]
(Heinrich Heine)

¿Qué diablos escribo yo en la agenda?
[...]
Estaba abierto el quiosco de la Luna
y atrapé dos periódicos al vuelo,
sus hojas de lechuga y de palmera, en chino mandarín,
contaban los sucesos del último milenio.
[...]
(Enrique García Trinidad)

La Venus china:
En su rostro ovalado palidece el marfil,
la granada en sus labios dejó púrpura y miel,
son sus cejas el rasgo de un oblicuo pincel
y sus ojos dos gotas de opio negro y sutil.

Cual las hojas de nácar de un extraño clavel
florecieron las uñas de su mano infantil,
que agitando en la sombra su abanico febril
hace arder en sus sedas un dorado rondel...

Arropada en su manto de brocado turquí,
en la taza de jade bebe sorbos de té,
mientras arde a sus plantas aromoso benjuí.

¡Mas irguióse la Venus y el encanto se fue,
pues enjuto, en la cárcel de cruel borceguí,
era un pie de faunesa de la Venus el pie!...
(José Juan Tablada)

Encuentro con Hiroshima:
[...]
Tierra, tierra muda.
Muda,
con la piel quemada, con el cuerpo desnudo,
perdón, Hiroshima ...
Perdón por cada paso
que golpea una herida, abre una cicatriz...
[...]
(Eugen Jebeleanu)

El sueño del poeta:
[...]
Así te quedarás por siempre
con la misma confianza en la vida del hombre.
Puedes tú derrumbarte, Fujiyama.,
pero no cambiar...
La piedra permanece piedra.
(Eugen Jebeleanu)

El viejo loco del dibujo:
Escrito a la edad de setenta y cinco años
por mí
antaño Hokusai
hoy Sakio Rojin
el viejo loco
del dibujo.
Dibuja lo que quieras
-no lo que sepas
(ya vendrán a enseñarte los maestros)
-pero se contradice-
el viejo loco del dibujo.
Pelea
samurai con tus pinceles
sobre papeles esteparios
[...]
Mira después de todo ángulo
al seno azul del Fujiyama
[...]
(Washington Benavides)

Evangelio siciliano:
[...]
Conociste lugares inauditos,
te perfumaste el cuerpo con esencias
de una tierra vecina a Samarcanda
y cubriste tu rostro con las máscaras
de otoñales Venecias fantasmales.
[...]
(Israel Clarà)

Agatha 2:
[...]
Tendida en la otomana de cachemir,
culpable, desencantada,
insomnio de lilas por el párpado,
abrías el cestillo de sierpes de los celos,
lumbre verde lamiendo
la áspera humedad de las hojas de higuera.
Pliegues sacerdotales por el traje pesado
como vendimias, pavos
reales o noche en Samarcanda.
[...]
(Pablo García Baena)
site:amediavoz.com

 

 

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