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Poesía: Japón: Notas:

Haiku tradicional:
Una composición de tres versos no rimados de 5, 7 y 5 sílabas, traducción occidental de la métrica de 17 moras (unidad que mide el peso silábico) que emplea el haiku original. Destaca por su concisión y su poder evocativo. El haiku clásico e ideal presenta dos imágenes contrastadas, una de las cuales indica el tiempo y el lugar, mientras que la otra ofrece una viva aunque fugaz reflexión. Su combinación logra transmitir una determinada emoción o un estado de ánimo. El poeta no hace ningún comentario, sino que deja al lector que perciba por sí solo la síntesis de las dos imágenes. Un haiku del poeta Basho que escribió los más perfectos ejemplos del género, ilustra espléndidamente esta dualidad: “Ahora el puente colgante queda silenciado por las enredaderas, Como la enredadera de nuestra vida.”

Evolución:
El haiku evolucionó a partir de esta estructura original de versos relacionados, conocida como renga, y fue ampliamente utilizado por los monjes budistas zen durante los siglos XV y XVI. En los doscientos años siguientes, esta forma poética alcanzó su mayor popularidad y éxito. Otros destacados poetas autores son Yosa Buson, Kobayashi Issa y Masuoka Shiki. La extremada concisión del haiku influyó en los miembros del movimiento poético angloamericano de principios del siglo XX conocido como imaginismo y definido por Ezra Pound. El haiku sigue siendo una forma poética cultivada por miles de japoneses, que anualmente publican sus mejores creaciones en las numerosas revistas dedicadas a este arte.

Matsuo Bashô (1649-1694):
Seudónimo de Matsuo Munefusa, maestro temprano del haiku, un tipo de estrofa que adaptó convirtiéndola en una forma lírica modélica. En su juventud fue un samurái, pero a partir de 1666 se dedicó a escribir poesía. La estructura de su haiku refleja la sencillez de su vida contemplativa. Cuando sentía la necesidad de estar solo se retiraba a su basho-an, una choza hecha con hojas de plátano (basho)—de ahí su seudónimo. Influenciado por el Budismo zen, Basho infundió una cualidad mística a la mayoría de sus versos e intentó expresar temas universales a través de sencillas imágenes naturales desde la luna llena, a las pulgas de su cabaña— lo que representa un avance a partir del antiguo haiku, que estaba considerado como una estrofa cómica. También fue un exponente de la forma poética renga, que algunos críticos consideran su mejor obra. En los últimos diez años de su vida, realizó varios viajes que le inspiraron nuevas imágenes en su poesía contemplativa. Sendas de Oku (1694) describe uno de ellos y destaca por sus delicados pasajes en prosa.

Autores famosos:
● No le sorprendía que el nacimiento de un poema le trajera esta clase de felicidad. Sabía mentalmente que un poema nace de la tristeza, la maldición o la desesperanza del seno de la soledad. (Yukio Mishima, El muchacho que escribía poesía) ► La canción infantil Pequeño Elefante, conocida por todos los japoneses, es obra del poeta y pintor Michio Mado (1909-2014). La gran aceptación popular de su obra le permitió vivir como profesional independiente. ► Mori Ogai (1862-1922) comenzó a publicar con un volumen de poesía (1889). En el siglo XX escribe muchas novelas en un estilo que revitaliza la literatura japonesa, aquejada por entonces de una influencia occidental que a muchos les parecía abrumadora. ► Takuboku [Hajime Ishikawa] (1885-1912) es conocido por sus composiciones libres y por su interpretación moderna de los tankas. Comienza en su adolescencia como poeta romántico, cambia para acercarse a las formas naturalistas y termina en la poesía social. Publica los poemarios Una mano de arena (1910) y Juguetes tristes (1912), compuestos principalmente de tankas. El tanka es un tipo de poesía tradicional con cinco versos de sentido críptico conocido por una pareja de amantes. ► Makoto Ooka (1931-2017) fue tan popular que publicaba un poema diario en la portada del periódico Asashi Shimbun. Caso único de aceptación popular porque se entregó a la tarea durante 20 años. Pertenecía a una generación que se salvó por unos pocos años de ser movilizada para una devastadora guerra. Su poemario principal quizá sea Una cuerda alrededor del otoño (Aki O Tatamu Himo).

Pérdida del paisaje tradicional:
En la poesía tradicional japonesa están muy presentes las manifestaciones de la naturaleza y los entornos naturales. Aunque se aprecia un gran interés por conservar entornos tradicionales las poblaciones de Japón experimentaron cambios radicales y un proceso acelerado de urbanización. La elevada densidad de población demanda nuevas edificaciones e infraestructuras. Los parques japoneses deben mucho a la añoranza de entornos naturales perdidos que son citados con gran frecuencia en la poesía tradicional. En los grandes parques famosos poetas son recordados por lápidas y templetes entre los árboles. Para componer un jardín los diversos elementos se juntan siguiendo criterios de armonía y criterios de significado. Las estructuras de madera deben ser renovadas con el paso de los años. Los senderos trazados no buscan comodidad ni el acceso más directo sino ofrecer perspectivas únicas. Quedan muchos vestigios de una visión religiosa animista de variados elementos naturales como árboles, arroyos y animales del bosque. Los templos de madera y dimensiones reducidas se integran con los árboles y setos de su alrededor. En los arrozales, que son ricos ecosistemas inundados con elaboradas técnicas, la especie de mayor relevancia es la carpa.

Jardín de Kioto en otoño:
En noviembre las hojas de los arces se ponen de un rojo escarlata que es la nota dominante del paisaje otoñal japonés, destacándose sobre el fondo verde oscuro de las coníferas y sobre las diversas tonalidades de leonado, herrumbre y amarillo de los otros follajes. Pero los arces no se imponen a la vista con un acto de descarada prepotencia cromática: si el ojo es imantado por ellos como siguiendo el motivo de una música, es por la ligereza de las hojas estrelladas, como suspendidas en torno a las ramas finas, todas horizontales, sin espesor, tendiendo a expandirse y al mismo tiempo a no estorbar la transparencia del aire. Amarillas, con el amarillo más agudo y luminoso, son en cambio las hojas del ginkgo, que llueven desde las altísimas ramas como pétalos de flores: infinitas hojitas en forma de abanico, una lluvia continua y ligera que pigmenta de amarillo la superficie del lago. [...] La norma de los árboles altos es el resultado de una sabia podadura. Subidos a escalerillas triangulares con el palo de apoyo de bambú, dos jardineros podan los pinos. Parecería que desplumaran con los dedos la cima de cada rama, dejando sólo un pequeño penacho horizontal, de modo que la copa se expanda como una sombrilla.

[...] La construcción de una naturaleza que pueda dominar la mente para que la mente a su vez pueda recibir ritmo y proporción de la naturaleza: así podría definirse el intento que ha inducido a componer estos jardines. Aquí todo debe parecer espontáneo y por eso todo está calculado: las relaciones entre los colores de las hojas en las diversas estaciones, entre las masas de vegetación según su tiempo de crecimiento, las irregularidades armoniosas, los senderos que suben y bajan, los espejos de agua, los puentes. Los lagos artificiales son un elemento del jardín no menos importante que la vegetación. Habitualmente hay dos, uno de agua que fluye, el otro estancado, y determinan dos paisajes diferentes, entonados con estados de ánimo diferentes. Dos cascadas hay también en el jardín Sento: una macho y una hembra (Odaki y Medaki), la primera que cae a pico entre las rocas, la segunda que murmura saltarina en una grieta del prado entre peldaños de guijarros. Los prados no son de hierba sino de musgo. Hay un musgo que forma verdaderas plantitas de unos centímetros de alto: le llaman en japonés musgo-cedro porque las plantitas se asemejan a minúsculas coníferas. (Hay un templo en Kioto cuyo jardín está enteramente cubierto de musgo: se cuentan allí cien especies diferentes, o por lo menos treinta, según clasificaciones más rigurosas. Pero con el templo del musgo se entra en un mundo diferente: como el de un parque nórdico embebido de lluvia. En realidad cualquier caracterización demasiado detallada nos aleja del verdadero espíritu del jardín japonés, donde un elemento jamás saca ventaja a otro). Cada aspecto del jardín se propone provocar admiración, pero con los medios más sencillos: todas plantas familiares, ninguna búsqueda de efectos sensacionales. Casi ausentes las flores; alguna camelia blanca o roja; es otoño y los colores los dan las hojas; pero faltan también las plantas de flores; en primavera florecerán los árboles frutales. Montículos, rocas, declives multiplican los paisajes. Los grupos de plantas se disponen según sus proporciones recíprocas para crear la ilusión de la perspectiva: los fondos con árboles que parecen distantes están en cambio a dos pasos; perspectivas que suben o bajan sugieren espacios que no existen. La pasión japonesa por lo pequeño que da la ilusión de lo grande se expresa también en la composición del paisaje. (Italo Calvino, de Colección de arena, 1976) http://www.epdlp.com/escritor.php?id=2049


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