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La gran influencia de Confucio:
Acostumbrados a vivir de acuerdo al pensamiento occidental (si es que podemos hablar de diferentes tipos de pensamientos), es difícil a veces comprender el por qué de las costumbres de algunas culturas, el por qué de las tradiciones de algunos pueblos. Nuestro mundo es una mezcla de confites y ensaladas, donde todo está revuelto, aunque no tanto para hacer sus distinciones. Cuestión de enfoques, si Ud. quiere; pero que de algún modo nos orilla a clasificar de manera lógica (y a veces no tan natural) a los países de acuerdo a su raza, su religión y su cultura. La cultura, es obvio, juega un papel importantísimo en el desarrollo y la civilización de los humanos. Las doctrinas, el pensamiento ideológico, los principios, la filosofía y la religión de cada uno de los pueblos es lo que los hace ser, hasta cierto punto, distintos a los demás. La filosofía, principalmente, -ese conjunto, digamos, de principios, leyes, creencias o doctrinas- ha sido la piedra angular en la marcha e identificación de muchos pueblos. Hoy nos toca conocer un poco más acerca de los chinos, en particular de ese gran hombre, pensador y filósofo que fue Confucio. Al igual que Persia tuvo a Zaratustra, los arios tuvieron a Ram, los musulmanes ven y vieron a Mahoma; los chinos tuvieron ante sí a dos grandes figuras. Una de ellas Lao-tze y la otra Kung-Fu-Tse, mejor conocido como Confucio. La historia de estos dos pensadores chinos es larga y fascinante. Mientras que Lao-Tse predicaba que se debía volver bien por bien y bien por mal, Confucio, contrariamente, defendía que había de darse el bien sólo a los buenos; y, a los malos, el ejemplo del bien. Luego, el temor e incluso el castigo si no reaccionaban.

    Desde el primer período principal de su historia China cuenta con un sistema político y social ordenado. Desde la época de los reyes Shang, la primera dinastía de gobernantes, los monarcas vivían rodeados de servidores y lujos. Su poder sobre gran cantidad de súbditos se refleja en sus ricas y populosas tumbas. En sus cortes había archiveros, escribas y recaudadores que registraban lo más relevante de la primera cultura que tuvo una auténtica escritura al este de Mesopotamia. La China imperial duraría dos mil años. Hasta la dinastía Zhou campesinos y plebeyos estaban sujetos a una estricta disciplina conseguida mediante duros castigos para las infracciones. La veneración de los antepasados se practicaba desde antes de los Shang. La obediencia a la familia gobernante estaba ligada de forma directa a la religión.

Primeros años:
Nació en K'uo Li, cerca de la ciudad de Tsou, Estado de Lu, en el año 552 antes de J.C. y murió en el 479, de la misma era, a la edad de 73 años. [...] Se sabe que su existencia pudiera dividirse en varios períodos: uno, el que va desde su educación hasta su matrimonio, realizado cuando contaba con 19 años de edad; el segundo, el que encierra su vida privada hasta sus cincuenta y un años, en que ocupa un puesto público; el siguiente, el tercero y el último que recorre su vida consumida entre sus servicios prestados a distintos príncipes y señores y el peregrinar siempre anhelante en busca de un ideal.

Maestro reverenciado en vida:
Su vida, en conjunto, fue la de un sabio; un maestro a quien se acercaron muchos. Una persona a quien acudían muchos hombres para conocer el secreto de la paz y la felicidad. Un filósofo y pensador cuyas normas eran aplicadas no sólo a la existencia personal, sino muy especialmente a la de toda sociedad. Pudiéramos decir que la personalidad de este gran hombre fue enormemente carismática. El carácter pedagógico que imprimía a sus doctrinas le granjeó la admiración de muchos poderosos y aún extraños que deseaban realmente conocerle. Querían, en parte, engrandecer sus dominios, tanto en el campo material como espiritual. Confucio ejercía una atracción enorme sobre algunos de sus contemporáneos, no sólo por el prestigio de su personalidad hechizante y carismática, una persona cuya forma de ser no solamente era abundante en rasgos geniales; sino también por ese sentido de armonía que en él había. En Confucio se comprendían los tres principios chinos: el de la conducta moral, el del conocimiento filosófico y el de la ciencia de la tradición, que dominaba. De ahí a que, de este mensaje, nos lleve a que comprendamos un poco el por qué del arraigo a ciertas creencias, el por qué ese apego a ciertas costumbres y tradiciones, donde la familia y el Estado lo es todo. Un país donde el cambio es mal visto y la tradición es considerada como lo mejor.

La filosofía de Confucio es muy especial. Fundador de un sistema moral que exalta la fidelidad y lealtad hacia la tradición nacional y familiar, es lógico pensar que muchos de los intentos de cambio suscitados en China tengan también su explicación filosófico-cultural y no simplemente de carácter político con visos o intentos de democracia. Para Confucio el tiempo y el espacio eran simplemente un "anteayer histórico". De ahí su inmensa seguridad, serenidad y aplomo en sus observaciones y aplicaciones de su doctrina; el tono de inviolable paz y tranquilidad con que invoca a los reyes del pasado; y el clima cerrado de sus enseñanzas. La filosofía o manera de pensar de este eminente hombre chino era sumamente clara. ¿Qué pudiera haber de nuevo? -se diría Confucio. Sus enseñanzas nunca aluden a algo nuevo, difícil o complicado, sino que, con toda sencillez, se reducen a poner de nuevo en marcha los eternos pilares de la perfección humana: recto pensar, recto sentir y recto obrar. No obstante, la filosofía de Confucio no fue tampoco meramente moralista. Tomando muchas cosas y principios de Lao-tse, Confucio integra estrechamente, con entera unidad estos tres principios antes mencionados. Fue él quien diera a los chinos un sistema de moral práctica que se transformó en la religión del cumplimiento estricto del deber con respecto a la patria, al emperador, a los superiores y a los pobres. Era un hombre de bien. Predicó la rectitud, la benignidad, la honradez y el respeto a los derechos ajenos. Reconoció al Cielo como Dios y afirmó la inmortalidad del alma. Su filosofía, quinientos años más tarde de ser elaborada, se transformó en la filosofía del Estado. Amante de la verdad, la rectitud y el bien, Confucio deseaba mejorar el gobierno de su país y la forma y las condiciones en que la gente vivía. Creía y pensaba que si un gobernante vivía honesta y correctamente, la demás gente trataría de imitarlo. Pensaba bien, pero es obvio que las cosas no suceden así. La mayoría de las veces los gobernantes son malos (o al menos casi nadie o nunca está de acuerdo con ellos) y, si son buenos, es raro que los imiten. Reconocido como el más grande pensador y sabio chino, K'ung Ch'iu, ese es su nombre en chino, Confucio desarrolló un sistema de principios éticos o reglas de conducta basadas en el respeto mutuo entre vecinos y semejantes; el respeto hacia el prójimo y hacia los padres. La famosa "Regla de Oro" de Confucio era: "No hagas a los demás lo que no quieres que te hagan a tí".

Confucio enseñó e infundió a su gente y seguidores el pensamiento e idea acerca del respeto hacia sus líderes del pasado, lo mismo que hacia sus ancestros y familiares, al grado o al punto que estos llegaban a ser casi vistos como dioses o personas sujetas a adoración. Puesto que el sistema chino de escritura no era fácilmente entendido, aquellos que podían emplearlo y entenderlo se convirtieron en los filósofos e historiadores del pueblo. China tuvo sus propios libros. Las enseñanzas de Confucio fueron escritas en sus famosos nueve libros clásicos, libros que tuvieron gran influencia y repercusión en China. Kung-Fu-Tse, llamado Confucio para la civilización occidental, fue el más grande filósofo chino. No habló propiamente de un dios ni de una vida futura y eterna; se refirió siempre a la vida actual, tratando de dar a su pueblo un buen gobierno y una buena moral. Basaba su doctrina en la resurrección de viejas costumbres y en la imitación de los antepasados. Tenía especial preferencia o predilección por dos gobernantes del pasado, uno de ellos Hoang-Ti, al sabio Yue y al gobernante Wu-Wang. El por qué de estas preferencias sólo Confucio lo sabrá decir, pero lo cierto es que estos emperadores, sabios y gobernantes hicieron mucho por el pueblo de China y aún más, por la humanidad. Todo mundo tiene sus ídolos, incluso los héroes y los personajes mismos. Confucio respetaba a los tres ya mencionados: Haong-Ti, el sabio Yue y el gobernante Wu-Wang. Hoang-Ti, que quiere decir "el gran soberano", inventó la aguja magnética, estableció la moneda como medio de intercambio, y contrató escribanos para que refirieran sus hazañas; su esposa enseñó a preparar la seda y hacer con ella hermosos vestidos. Yue, el segundo gran emperador chino, casi un héroe de leyenda, exigió a sus funcionarios que fuesen bondadosos. Esparció por todas partes la felicidad y la alegría y, se cuenta o se refiere en las leyendas, que su benevolencia se generalizó a tal grado y de tal modo que hasta los tigres perdieron su ferocidad, los cocodrilos danzaban en el agua, y los dragones y las tortugas se mostraban sin temor con tal de ver de cerca y ante sus ojos la figura de tan grande y tan divino emperador. Por último, se sabe que Wu-Wang fue un gobernante sabio y bueno, a pesar de que tuvo que luchar contra las fuerzas divisionistas del imperio. Fueron ellos los tres grandes antepasados a los que Confucio prefirió. Confucio, un hombre cuya vida estuvo llena de fracasos y amargos contratiempos. Un hombre que viajó de una parte a otra del Imperio sin permanecer mucho tiempo en un solo lugar. Un hombre que se disgustó con los gobernantes a quienes servía y tuvo que renunciar con frecuencia a los cargos que ocupaba. Un hombre que, a pesar de todo, se le quería y se le admiraba. Un hombre que después de su muerte sus doctrinas fueron tomadas como norma oficial e incorporadas a la religión del Estado. A partir de su muerte, y desde entonces, los chinos cultos conocieron de memoria sus máximas y la doctrina contenida y consagrada en sus libros, a los que llamaban Los Libros de la Vida. Los chinos tomaron como hereje a todo aquél que intentara innovar y siguieron con exageración la norma confuciana de imitar a los antepasados; por eso, muchos atribuyen a Confucio la mayor responsabilidad en el estancamiento del progreso en China. Grande fue el pensamiento de este hombre que para algunos fue K'ung Ch'iu, para otros Kung-Fu-Tse y para otros, simplemente Confucio. Sus frase, máximas y pensamientos son conocidos en todo el mundo. [...]

Confucio hablaba acerca de esto y decía: "Tener suficiente dominio de sí mismo para juzgar a los demás en comparación con nosotros, y obrar respecto de ellos como quisiéramos que obraran con nosotros, esto se puede llamar la doctrina de la humanidad; nada hay más allá". Decía: "Yo explico las obras antiguas, no compongo otras nuevas; tengo fe en los antiguos y los amo". También decía: "Desde los que ocupan las más altas dignidades hasta los hombres más humildes, el deber es para todos el mismo: mejorar y ennoblecer su persona; la perfección es la base de todo progreso y de todo desenvolvimiento y desarrollo moral". Pensador de todos los tiempos, filósofo y aventurero del alma. Profundo místico que impulsó el bien para engrandecer el alma, Kung-Fu-Tse deja una huella en el hombre y la humanidad: su pensamiento, su corazón y su filosofía. (F.Ortiz-Moreno)

 

 

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