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Sátira: Sinopsis de algunas obras:
Según Frye los tipos de actitudes mentales atacadas y ridiculizadas en la sátira clásica son "los hombres que poseen características pedantes, intolerantes, maniáticos, entusiastas, rapaces e incompetentes," las cuales son tratadas como enfermedades del intelecto. Se ha querido identificar a seguidores de la tradición latina en Rabelais, Jonathan Swift, Voltaire, Carroll, Huxley, James Joyce o Thomas Pynchon. En mayor o menor medida algunas de sus características están presentes en obras muy posteriores como las de Gargantúa, Gulliver, Cándido, Alicia o el Finnegans Wake.

Gargantúa y Pantagruel - François Rabelais (1534):
Gargantúa constituye, junto con Pantagruel una de las cimas de la literatura francesa del siglo XVI y probablemente la más singular y característica suma de la tradición, a la vez que anuncio casi visionario de los nuevos tiempos. Novela de aventuras, filosófica, libro de diversión, está fundado en las virtudes del lenguaje y la risa: nada más sano que liberar al cuerpo y al alma de sus impurezas y terrores riéndose del mal, del dolor y de la necedad. Muchos autores han considerado «enigmático» a Rabelais y han destacado el carácter desconcertante de su obra o su extraordinaria dificultad. Rabelais es difícil y enigmático porque representa un mundo muy diferente del nuestro. Su obra está plagada de alusiones, a veces serias, casi siempre jocosas, a una cultura muy alejada de nosotros. Carecemos de la profunda familiaridad con los textos bíblicos, con la escolástica tardía o con las interpretaciones de las Sagradas Escrituras que tenía un monje de la primera mitad del siglo XVI. Rabelais es un humanista y está convencido de que en el estudio y el saber de la cultura de la Antigüedad se encuentra la clave del conocimiento de la naturaleza y la dignidad del hombre. Pantagruel (1542) es la primera incursión de Rabelais en el mundo de los relatos de gigantes, aunque, siguiendo el orden de los relatos, suela leerse la historia de Gargantúa antes que la de Pantagruel. Digno hijo de Gargantúa, Pantagruel es un gigante bonachón y benéfico, al que Rabelais intenta crear su propia leyenda heroica, dotándole de una ilustre genealogía. La musa de la poesía épica y la musa de la comedia y poesía festiva presiden la obra y Rabelais crea con ellas la prosa francesa moderna.

Los viajes de Gulliver - Jonathan Swift (1726):
Los viajes de Gulliver, aparecido como obra anónima siete años después del Robinson Crusoe de Defoe, cuenta los fantásticos viajes del cirujano y capitán de barco Lemuel Gulliver tras su naufragio en una isla perdida. Pronto Gulliver descubrirá que la isla está habitada por una increíble sociedad de seres humanos de tan solo seis pulgadas de estatura, los liliputienses, engreídos y vanidosos ciudadanos de Liliput. En un segundo viaje Gulliver descubre Brobdingnag, una tierra poblada por hombres gigantes, de gran capacidad práctica, pero incapaces de pensamientos abstractos. En su tercer viaje va a parar a la isla volante de Laputa, cuyos habitantes son científicos e intelectuales, ciertamente pedantes, obsesionados con su particular campo de investigación pero totalmente ignorantes del resto de la realidad. A este insólito viaje siguen otros cinco llenos de aventuras, que sirven a Swift, como los anteriores, para fustigar con su lúcida ironía la ridícula prepotencia y vanidad de políticos, científicos y seres humanos en general. El ilustrador clásico de aventuras Arthur Rackham realizó para la obra una excelente serie de láminas a color (1910).

Cándido - Voltaire (1759):
Figura a la cabeza de todas las novelas y cuentos de Voltaire como la pieza indiscutible del arte narrativo del Siglo de las Luces. Es una novela de aprendizaje, y su héroe un optimista que ha asimilado las teorías del providencialismo leibniziano: cree a pies juntillas que el mundo es un paraíso, a pesar de que, desde la primera línea, la realidad se encarga de negarlo. La estructura tiene un hilo conductor claro: el viaje, los vientos de la vida llevan de aquí para allá a Cándido, convertido en un juguete del destino que recorre un mundo estragado por catástrofes naturales, por designios humanos y, sobre todo, por las religiones. Voltaire ataca, con ironía y sarcasmo, la intolerancia, el fanatismo, los abusos de la colonización europea en América, los engaños y artificios sociales, y las matanzas de las guerras.

Alicia en el país de las maravillas - Lewis Carroll (1865):
[Alice in Wonderland] Varios equívocos han signado la lectura de Alicia en el País de las Maravillas desde que su autor, el reverendo Charles Lutwidge Dodgson (1832-1898), la publicara por su cuenta en 1865 bajo el seudónimo de Lewis Carroll. Ilustrada por John Tenniel, dibujante de Punch, la primera edición tuvo extraordinario e inesperado éxito; pero ya entonces la obra fue asimilada (¿degradada?) a la categoría de literatura infantil (claro que allí se encontró con textos de Swift, Defoe y otros compatriotas ilustres). Medio siglo después, André Breton la rescató (¿reivindicó?) como antecedente preclaro del surrealismo. Mas sobre estos encasillamientos que el texto soportó sin mella, hubo quienes se regodearon en considerar a Carroll como un pre-Nabokov, no por su riguroso empleo del lenguaje sino por la posible ambigua mirada que posaba sobre las niñas de su amistad. Lewis Carroll, tartamudo, matemático, titiritero, humorista y escritor insigne, seguramente no desestimó tales disparates y, como toda respuesta, dejó sus escritos. Fue escrito para la niña Alicia Liddell, de diez años, concebido como un entramado de situaciones verosímiles y absurdas, metamorfosis insólitas de seres y ambientes, juegos con el lenguaje y con la lógica y asociaciones oníricas. Su secuela Alicia a través del espejo consiguió un nivel equiparable o superior.

Finnegans Wake - James Joyce (1939):
Relato de somnolencia, de borrachera, de imaginario onírico y etílico, no es un libro escrito en una lengua. Nominalmente está escrito en inglés, pero es pura circunstancia. Detrás del inglés se esconde otra cosa, una alteración poética, deliberada, en ocasiones maliciosa, que trueca al inglés en el caparazón del lenguaje de los sueños. Una relación no reseñable de polisemias, significados ocultos, giros imprevisibles, simbolismos subconscientes y acontecimientos azarosos que, según el propio Joyce, tendría ocupados a los académicos durante más de 100 años. La obra, técnicamente intraducible, ha sido objeto de algunos intentos de versión al castellano.

La expresión del Finnegans «Three quarks for Musther Mark» es un ejemplo de retorcimiento y distorsión de palabras. El físico Murray Gell-Mann creó un sistema de organización de partículas subatómicas y llamó quarks a tres partículas hipotéticas. Postulando tres partículas subatómicas con determinadas propiedades sería posible disponerlas de diferentes modos y obtener así todas las partículas subatómicas conocidas.

● Recordemos si no los juegos de palabras del Finnegans Wake de Joyce, con sus «beautifell», sus «beauhind», sus «as it is uneven»... Parecen términos inconsecuentes, pero no se trata de simples retruécanos —con independencia de que los consideremos ingeniosos, irritantes o pueriles—: lo importante es que no sólo nos instan a ver el mundo de forma insólita, sino que también nos lo permiten —sin olvidar que, gracias a ellos, cristalizan y se clarifican también unos pensamientos que a punto estuvieron de pasarnos por la mente, que habríamos deseado tener o que podríamos haber concebido de hecho si hubiésemos bajado lo suficiente el ritmo y nos hubiéramos parado a pulir un poco más nuestras observaciones—. (Peter Watson)

 

 

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