Canarias  |  Náutica  |  Arquitectura  |  Historia  |  Clásicos  |  Ciencia  |  Infantil

 

 

     
 

Literatura italiana: Edad Moderna
PRIMERA MODERNIDAD:
La Italia de finales del siglo XVI era una tierra exhausta debido a las constantes luchas que en ella tenían lugar entre los dominadores españoles, franceses y austriacos. Al mismo tiempo, los centros europeos del comercio estaban desplazándose desde el Mediterráneo hacia el Atlántico debido a la importancia que iban adquiriendo los puertos americanos, hecho que provocó una profunda decadencia económica de los territorios italianos. Las ciudades-estado, antaño hogares de un espíritu libre y cosmopolita, ofrecieron muy poca resistencia a la tiranía, y comenzaron a estancarse, convirtiéndose poco a poco en lugares provincianos, sometidos durante los siglos XVII y XVIII a potencias extranjeras.

Siglo XVII:
El estilo predominante en el siglo XVII, no sólo en literatura, sino también en música, arte y arquitectura, fue el barroco, caracterizado por una exuberancia que contrastaba, a menudo, con visiones extremadamente pesimistas de la realidad. La poesía y el teatro fueron terrenos de expresión de una extravagante imaginación, el gusto por el artificio retórico en cuanto a la forma y la riqueza metafórica en cuanto a la imaginería. Típica de este periodo es, sin duda, la poesía de Giambattista Marino, cuyo Adonis (1623) es una obra maestra de virtuosidad literaria, por su análisis de lo universal del amor, al que considera superior a la sensualidad, y por su exposición de las tendencias amorosas de la naturaleza. Gran parte de la creación literaria del barroco refleja trastornos espirituales. Buenos ejemplos de ello lo constituyen las tragedias de Federigo della Valle, cuya obra La reina de Escocia (1628), se centra en las luchas de la reina María Estuardo. Del mismo modo, en muchas obras se deja sentir una profunda insatisfacción vital, en especial con el orden social, como se puede comprobar en los escritos del poeta, científico y filósofo Tommaso Campanella, autor de ensayos muy críticos, que le costaron penas de prisión y destierro. El más importante de sus libros, La ciudad del Sol (1623), escrito mientras estaba encarcelado, es una utopía en la que describe un mundo igualitario regido por un estricto orden legal.

Siglo XVIII:
Hacia el final de siglo XVII, comenzó a perfilarse un movimiento cultural que rechazaba la estética excesiva y afectada del barroco. Los principales exponentes de este movimiento reformador pertenecieron a la sociedad Arcadia, fundada en Roma en 1690. En conformidad con la simplicidad asociada desde siempre a la palabra arcádico (habitante de la primitiva Arcadia, considerada como el país de la felicidad), los escritores de este grupo se inspiraron en las fuentes clásicas, especialmente en los poetas griegos que cultivaron el género pastoril. La más destacada de las figuras arcádicas fue el poeta y dramaturgo Pietro Metastasio, que se convirtió en el poeta oficial de la corte de Viena, capital de los emperadores de Austria. Fue sucesor de Apostolo Zeno, autor de dramas teatrales y libretos de ópera, a la vez que pionero en la crítica literaria, por ser cofundador de la publicación Giornale dei letterati d’Italia, la primera que se especializó en tal actividad. Las obras teatrales de Metastasio, entre las que se pueden citar Los jardines de las Hespérides y Semíramis reconocida, se caracterizan por la melódica fluidez de sus argumentos, que las hicieron apropiadas para ser adaptadas como libretos de óperas. La influencia del grupo Arcadia se puede rastrear claramente en las comedias de Carlo Goldoni, uno de los mejores autores teatrales de Italia, entre las cuales se cuentan La posadera (1753), El abanico (1764) y Las riñas en Chioggia (1762). El genio de Goldoni se hizo manifiesto, sobre todo, en su habilidad para simplificar las situaciones dramáticas sin restarles interés, y en su maestría y realismo en describir el medio social del que provenían sus personajes a través de las cualidades que a éstos les atribuía. Según la mayoría de los críticos literarios, Goldoni desarrolló su estilo de escritura como reacción a la llamada Commedia dell'arte, que floreció entre los siglos XVI y XVIII. La comedia del arte se basaba en situaciones cómicas rutinarias e irreales, cuyas líneas principales eran creadas por los propios actores de las compañías de teatro ambulantes. Los personajes eran siempre los mismos, tipos fijos denominados “máscaras”, como Pantaleón, Arlequín y Colombina. En cada representación, los actores improvisaban los diálogos a partir de una línea de acción que habían trazado anteriormente. Quien mejor supo utilizar este estilo fue Carlo Gozzi, opuesto al tipo de teatro más realista creado por Goldoni. Gozzi adaptó para la escena una larga serie de cuentos populares, de corte fantasioso y alegórico. Dos de sus obras sirvieron como base para sendas óperas: El amor de las tres naranjas, del compositor ruso del siglo XX Serguéi Prokófiev, y Turandot, del compositor italiano del XIX Giacomo Puccini. Bajo los aspectos científico y ético, la literatura italiana recibió, durante el siglo XVIII, la influencia de las ideas del científico y filósofo francés del siglo XVII René Descartes, así como la de los escritores de la ilustración francesa del XVIII. El órgano principal de la vida intelectual italiana fue el periódico milanés Il caffè (1764-1766). Entre las figuras más importantes de este periodo ilustrado, la principal fue, sin duda, la del jurista Cesare Beccaria, el cual, en su obra Los delitos y las penas (1764) abogó por un trato humano hacia los presos y por la abolición de la pena de muerte. Entre los poetas que reaccionaron de un modo más violento contra el exceso de influencias procedentes de otros países, destacan Giuseppe Parini y Vittorio Alfieri, que lucharon por crear un sentimiento de orgullo nacional y unidad frente a la dominación extranjera. Parini es célebre por la sátira social que llevó a cabo en el poema heroico-burlesco Il giorno (El día) publicado en varias partes entre 1763 y 1801. En él ridiculizaba, utilizando una fina ironía, la inmoralidad de la aristocracia, a la cual puso en evidencia al compararla con la sobria frugalidad de las clases trabajadoras. Aunque su autor denostara las influencias extranjeras, Il giorno no se libra de mantener un gran parecido con textos de escritores franceses del momento, cuya indignación social creó el escenario perfecto para la Revolución Francesa. En contraste con ellos, Parini hizo gala de una mayor moderación en sus denuncias y de un gran respeto por las tradiciones clásicas y por la Iglesia. Alfieri, cuya autobiografía deja entrever una de las figuras más atormentadas y románticas de la literatura de la época, pasó de una juventud ociosa como miembro de la clase aristocrática a una madurez marcada por una frenética y prolífica actividad creadora. Su máxima obsesión era la libertad, y atacar la tiranía su objetivo principal, tanto a través de sus tratados como de sus poemas líricos y tragedias, algunas de ellas muy conocidas. Excepto Saúl (1782), Agamenón (1783) y Mirra (1784-1787), sus obras teatrales más difundidas, como Filippo (1781), presentan un fuerte contenido político que brindó al autor una amplia popularidad dentro del movimiento nacionalista, cuyo objetivo, librar Italia de los invasores extranjeros, no se completaría hasta el siglo siguiente. Entre las restantes figuras destacadas del siglo se encuentran el arqueólogo y crítico literario Ludovico Antonio Muratori y el filósofo Giambattista Vico. La figura de este último fue rescatada en nuestro siglo por la obra de Benedetto Croce. En sus Principi di una scienza nuova conocido como Ciencia nueva (1725, reelaborados en 1730 y 1744), Vico atacó el concepto cartesiano de cuerpo y mente como entidades separadas, y propuso una concepción cíclica de la historia, al tiempo que anticipó el interés de los románticos por el pasado. (Fuente: Encarta)

 

 

[ Inicio   |   Canarias   |   Infantil   |   Náutica   |   Historia   |   Arquitectura   |   Poesía   |   Clásicos ]