Tercer sector             

 

Tercer sector:
Economía no basada en el mercado que ayuda a aumentar la cohesión social, a reforzar la noción de identidad social unida y el sentido de pertenencia a una comunidad, una necesidad primordial. Ayuda a integrar corrientes de emigración en la nación de acogida. Museos, bibliotecas y sociedades históricas preservan tradiciones y posibilitan nuevas formas de experiencia intelectual. Su imprescindible parte organizativa permite ejercitar la participación democrática. Posibilita desarrollar una sociedad compasiva y amable y una visión del mundo basada en la transformación del espíritu humano. La economía global basada en la alta tecnología incrementa constantemente la capacidad productiva mientras disminuye la necesidad de mano de obra. Se crea una situación dual en la que los empleados no tienen tiempo libre mientras que a los subempleados y parados les sobra. El crecimiento previsto del tercer sector parte del reconocimiento de la necesidad de reducir las diferencias entre la capacidad productiva y la pérdida del poder adquisitivo de los consumidores. La nueva situación permite revalorizar unos vínculos comunitarios que quedaron parcialmente ocultos por las relaciones de mercado. La entrega desinteresada del propio tiempo a otros sustituye a la venta de los servicios.

Rápido crecimiento:
Aunque se suele resaltar mucho más la importancia de las fuerzas del mercado, tradicionalmente las asociaciones benéficas jugaron un papel muy importante en la definición del estilo de vida nortemericano. Tocqueville recalcó el determinante papel de las asociaciones morales e intelectuales de América como motor de progreso. A mediados de la década de 1990 el sector empresarial representaba el 80% de la actividad económica de EE.UU., el sector público contabilizaba un 14% del PIB y el tercer sector contribuía con algo más del 6% a la economía y era responsable del 9% del empleo total nacional. Existía más gente trabajando en este sector de voluntarios que en las industrias de la construcción, de la electrónica, del transporte o del textil. Se equiparaban a casi la mitad de los empleadoas del gobierno federal. Crecía dos veces más rápido que los sectores público y privado.

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Aspectos políticos:
La ayuda a los conciudadanos forma parte con frecuencia de los discursos sobre valores patrióticos. Se trata de una actividad no exenta de manipulación política, especialmente por parte de las administraciones dispuestas a recortar la presencia y el presupuesto del Estado. Muchos críticos liberales del voluntarismo asocian el tercer sector con una forma protectora de elitismo. Argumentan que la caridad denigra a sus víctimas, convirtiéndolas en objeto de compasión en lugar de personas con valor por sí mismas, con derechos inalienables, que merecen una ayuda. En la década de 1980 en EE.UU. el asunto del voluntariado quedó tan asociado a la política republicana que se quedó reducido a un tema partidista. Los pensadores demócratas y más liberales y los grupos constituyentes se opusieron abiertamente o lo ignoraron. El limitado grado de profesionalidad de los voluntarios también ha sido objeto de críticas. La gran devoción de los voluntarios conduce, a menudo, a mejores resultados en los servicios asistenciales que la atención indiferente de los profesionales remunerados. En muchos casos, la combinación de pequeños equipos de profesionales de la asistencia y muchos voluntarios ofrecen la combinación ideal de experiencia y de preocupación necesaria para ofrecer una adecuada asistencia. Sigue abierto el debate político sobre la asignación de recursos a asociaciones para realizar tareas propias de funcionarios, así como el grado de apoyo que debería darse al aprovechamiento público de la población desempleada y dispuesta a colaborar en el tercer sector.

[Durante el siglo XX las naciones-estado y las empresas fueron controlando] cada vez más funciones y actividades que antes realizaban vecinos, trabajando codo con codo, en miles de comunidades locales. Sin embargo, en la actualidad, cuando los sectores público y comercial han dejado de ser capaces de garantizar algunas de las necesidades fundamentales de las personas, el ciudadano tiene sólo la opción de empezar a cuidarse por sí mismo una vez más, mediante el restablecimiento de comunidades habitables como colchón contra las fuerzas impersonales del mercado mundial y las autoridades gobernantes centrales, cada vez más débiles e incompetentes.

Disminución del poder del Estado:
A finales del siglo XX los estados fueron perdiendo su capacidad de satisfacer algunas necesidades fundamentales de la personas. Mientras que el papel geopolítico de las naciones-estado disminuye en importancia, también ocurre lo mismo con su papel como empresario de último recurso. Los gobiernos impedidos por una deuda a largo plazo y un déficit creciente, están menos predispuestos a embarcarse en ambiciosos proyectos de gasto público y en programas de trabajo para la comunidad con la finalidad de crear empleo y estimular el poder adquisitivo. De hecho, en casi todas las naciones industriales del mundo, los gobiernos centrales reducen su tamaño y eliminan parte de sus responsabilidades tradicionales de garantizar los mercados, perdiendo importancia frente a las multinacionales y poder para seguir garantizando el bienestar de sus propios ciudadanos.

Mientras que el papel geopolítico de las naciones-estado disminuye en importancia, también ocurre lo mismo con su papel como empresario de último recurso. Los gobiernos impedidos por una deuda a largo plazo y un déficit creciente, están menos predispuestos a embarcarse en ambiciosos proyectos de gasto público y en programas de trabajo para la comunidad con la finalidad de crear empleo y estimular el poder adquisitivo. De hecho, en casi todas las naciones industriales del mundo, los gobiernos centrales reducen su tamaño y eliminan parte de sus responsabilidades tradicionales de garantizar los mercados, perdiendo importancia frente a las multinacionales y poder para seguir garantizando el bienestar de sus propios ciudadanos.


Desaparición de puestos de trabajo:
La disminución en el número de puestos de trabajo en la economía formal de mercado y la reducción en los gastos gubernamentales del sector público requerirán que se preste una mayor atención al tercer sector: la economía no basada en el mercado. Es este tercer sector, el de la economía social, el que se supone que en el siglo venidero ayudará a dirigir las necesidades personales y sociales que no pueden ser conformadas a través de las leyes del mercado o mediante decretos legislativos. Éste es el ámbito en el que los hombres y las mujeres podrán explorar nuevos papeles y responsabilidades y donde podrán encontrar un nuevo significado para sus vidas, ahora que el valor de su tiempo empieza a desaparecer. La transferencia parcial de las lealtades y de los compromisos fuera del mercado y el sector público y hacia la economía social e informal, presupone cambios fundamentales en los planteamientos institucionales y un nuevo pacto social tan diferente del de la era del mercado como los acuerdos feudales de la era medieval que la precedieron. (J.Rifkin, 1995)


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