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Literatura latina: Sátira:
El término satura designaba un plato variado o una ensalada con diversos ingredientes mezclados; aplicado el término a la literatura se atribuyó a un tipo de representación que combinaba varios géneros: canto, danza, texto, acompañamiento. Más tarde se aplicó el término a un tipo de poemas de tema y metro variado practicado por Pacuvio y Ennio (s.III a.C.). En literatura el término alude a un género originalmente romano:

  • Tiene como finalidad la crítica o invectiva ácida sobre personajes situaciones e instituciones.
  • Está caracterizado, en un principio, por la variedad de metros.
  • A partir de Lucilio se fija el hexámetro como único verso.

Tipos de sátira:
Sátira menipea:
Usa una mezcla de prosa y verso que tiene como referencia la figura de Menipo de Gádara (S.III a.C.). Más abundante en prosa. Posee una longitud y estructura similar a una novela. Ataca actitudes mentales en vez de individuos específicos. Según Frye los tipos de actitudes mentales atacadas y ridiculizadas son "los hombres que poseen características pedantes, intolerantes, maniáticos, entusiastas, rapaces e incompetentes," las cuales son tratadas como enfermedades del intelecto.

Costumbres decadentes de la metrópoli:
Autores de la vieja escuela como Plinio y Cicerón profirieron encendidas diatribas contra costumbres poco romanas. Uno de los objetos de su crítica fue el uso de la seda, tachada de demasiado cara, vanidosa y extranjera. Julio César contempló el uso de la seda como banderolas de brillantes colores durante una batalla con los partos. Tuvo la idea de incorporarla para causar efecto, y la empleó de forma llamativa para celebrar su triunfo en la capital. Con el tiempo el material se convirtió en un signo de prestigio de uso exclusivo de los más poderosos. El extravagante Heliogábalo, que gobernó de 218 a 222, intentó sorprender al hastiado populacho de Roma —acostumbrado a los excesos de una arquitectura colosal, las luchas de gladiadores y las carreras de carros— con desfiles delirantes que llegaban a incluir elementos extremadamente violentos. La pasión por las carreras de cuadrigas adquirió proporciones sorprendentes en la época imperial. Se desarrolló en medio de enormes apuestas, primas exorbitantes y castigos que incluían la pena capital. Las carreras de varios tipos de carros entrañaban un considerable peligro físico y eran conducidas por esclavos o libertos de gran pericia. El espectáculo de las naumaquias se llevaba a acabo en ocasiones extraordinarias por el elevadísimo coste de recrear batallas navales en enormes recintos artificiales inundados. La celebración de bacanales fue prohibida por el Senado en el 186 a.C. pero siguieron llevándose a cabo clandestinamente.

Se ha querido identificar a seguidores de la tradición en Rabelais, Jonathan Swift, Voltaire, Carroll, Huxley, James Joyce o Thomas Pynchon. En mayor o menor medida algunas de sus características están presentes en obras muy posteriores como las de Gargantúa (1534), Gulliver (1726), Cándido (1759), Alicia (1865) o el Finnegans Wake (1939).

Sátira hexamétrica:
Es la sátira genuinamente romana cuyo creador fue Lucilio y que a diferencia con la anterior utiliza un único esquema métrico: el hexámetro. Desarrollo cronológico, principales autores y obras La sátira como género literario surge en el último tercio del siglo II a.C. de la mano de Lucilio, al que se le considera el inventor de la sátira y el que fijará sus características formales y temáticas.

Autores representativos:
Lucilio (180-102 a.C.):
Es el creador de la sátira genuinamente romana, en verso hexamétrico. Fue uno de los primeros romanos en ir a Grecia para adquirir una cultura filosófica. Seguramente fue el primer hombre de letras de buena familia en llevar una vida de escritor, voluntariamente apartada de la vida pública. La invectiva, la crítica directa y agresiva se hacen presentes en sus escritos y conformarán las características y rasgos distintivos de este género. De su obra se conservan unos 1.500 versos, donde se observa la caricaturización y ridiculización de sus rivales políticos. Abogaba por un estilo de vida siguiendo el ideal estoico de virtud. Su escritura es muy variada en registros lingüísticos que incluyen el dailectalismo y el lenguaje de la calle (sermo cotidianus). Horacio criticó su estilo descuidado y abandonado a la inspiración fácil con presencia de términos groseros e incluso obscenos.

M.Terencio Varrón (116-27 a.C.):
Compuso 150 libros de sátiras menipeas. Se conocen los títulos y unos 600 fragmentos. Lugarteniente de Pompeyo durante la guerra civil en 49 a. C., llegó a ser pretor. Julio César perdonó su apoyo a Pompeyo y lo nombró director de las primeras bibliotecas públicas de Roma. Algunas partes de las Antigüedades (obra perdida) sirvieron de referencia a los Padres de la Iglesia cristiana en temas de religión romana pagana. Su obra De lingua latina (parcialmente conservada) constituye un amplio y valioso ensayo sobre el latín. Nos aclara importantes aspectos que aborda como etimología, morfología, sintaxis, significado de las palabras y su construcción.

Horacio (65-8 a.C.):
Compone dos libros de sátiras que tituló Sermones (conversaciones). Se reconoce heredero de Lucilio pero su obra reviste aspectos muy distintos. En primer lugar alterna el verso hexamétrico con el y yámbico y en segundo lugar rebaja notablemente el tono de la critica, se vuelve menos mordaz, menos agresivo, menos directo. La obra puede resultar un tanto monótona, aunque formalmente es de una gran perfección.

A. Persio Flaco:
Fue el sucesor de Horacio; sus sátiras se reducen a poco más de 600 versos, que se caracterizan por un lenguaje y elaboración complicada. Ha sido considerado como un autor farragoso cuya obra es difícil de comprender.

Décimo Juvenal (55-130 d.C.):
Es el más importante escritor satírico. Tuvo muchos imitadores que también escribían en verso. Su producción consta de dieciséis sátiras repartidas en cinco libros. En sus sátiras arremete contra todo y contra todos. Presenta la imagen de una sociedad degenerada contra ello propugna una especie de limpieza moral de tipo nacionalista. Con Juvenal la sátira alcanza su máximo esplendor. La larga lista de vicios y defectos tratados una y otra vez constituyen una persistente sombra pesimista que contrasta por ejemplo con el humor crítico de Aristófanes. Están presentes actitudes que merecen el calificativo de radicales como ver el adulterio omnipresente, abominar del matrimonio o despreciar la generalidad de la literatura de su tiempo.

Críticas sobre figuras públicas:
En las épocas más autoritarias de la Roma imperial críticas dirigidas a emperadores o a familias poderosas podían costarle al autor la pérdida de su vida y hacienda. El término Filípicas referido a acerbas críticas personales es una imitación del nombre de los discursos pronunciados por el orador griego Demóstenes (siglo IV a.C.) contra el rey Filipo II de Macedonia por sus intentos expansionistas sobre Grecia. Las Filípicas de Cicerón (s. I a.C.) contienen discursos contra el intento de subversión de Marco Antonio. Las Catilinarias de Cicerón (43 a.C.) también son críticas en prosa dirigidas a figuras públicas y con un transfondo eminentemente político.

 

 

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