Canarias  |  Náutica  |  Arquitectura  |  Historia  |  Clásicos  |  Ciencia  |  Infantil

 

 

     
 

Tratados clásicos:
Heródoto (h. 484-425 a. C.) Historias:
Heródoto, a quien Cicerón llamó padre de la historia, obró la transición, decisiva para la humanidad, de una concepción mítica a otra racionalista e ilustrada en lo que a interpretación de las acciones de los hombres se refiere. Para narrar las Guerras Médicas que enfrentaron a griegos y persas en el siglo V a.C., relatando desde el pasado lejano al próximo y abarcando todo el mundo conocido en su época (tal es el contenido de su Historia), no se inspiró en los heroicos modelos épicos de Homero, ni en los relatos idealizadores con los que en su tiempo se embellecía la vida de personajes poderosos (genealogías) y la fundación de ciudades (relatos fundacionales), y fue mucho más allá que los logógrafos (sus precursores inmediatos en la narración de hechos históricos) y los géneros geográficos de los periplos y las descripciones de la tierra. Su empeño consistió en preservar del olvido las gestas humanas, y en determinar la responsabilidad moral (a menudo la causa de los males). Con él la época mítica deja de considerarse historia y se convierte en prehistoria de los griegos. Y a partir de él será el ser humano, individual o colectivamente, con sus grandezas y miserias, el centro de ese nuevo género literario que conocemos como historiografía. En el «Proemio», Heródoto declara su intención de salvar del olvido las hazañas de las generaciones que le precedieron, de investigar las causas de las Guerras Médicas centrándose en lo humano y en lo admirable realizado tanto por bárbaros como por griegos. En el libro primero se narra el pasado remoto de los persas: Creso, primer agresor en época histórica contra los griegos de Asia, y su derrota frente a Ciro, fundador del imperio persa. Este primer libro describe el crecimiento del imperio, y se centra fundamentalmente, además de en los persas, en lidios, babilonios y el pueblo nómada de los maságetas, todos ellos víctimas del irreprimible afán expansionista. El libro segundo trata del siguiente pueblo agredido por los persas: Egipto, del que describe geografía y etnografía e historia desde los tiempos más remotos hasta el faraón Ámasis.

Tucídides (h. 460-400 a. C.) Historia de la guerra del Peloponeso:
Esparta y Atenas debían su poderío a versiones muy distintas sobre cómo debían gobernarse las ciudades. Anuncia el autor que el tema de la obra es el relato de la guerra entre los peloponenses y los atenienses; aclara que empezó a escribir apenas iniciadas las hostilidades; justifica su interés en que, según su opinión, ese conflicto será el más memorable y el mayor de cuantos lo han precedido y, finalmente, funda ese parecer en lo inusitado y extremoso de las circunstancias. En efecto, explica que no sólo era una lucha entre dos estados que se hallaban en la mayor altura de su poderío, sino de una lucha que, al arrastrar a toda Grecia, la dividió en dos grandes y contrarios partidos. Tucídides, movilizado por el bando ateniense, no podía ser totalmente objetivo pero se esforzó admirablemente en llegar a serlo. El precio que pagó toda Grecia por esta guerra total fue incalculable y en el momento en que los Persas intensificaban los preparativos para su conquista. La democrática Atenas de Pericles fue adoptando progresivamente medidas desesperadas y agresivas que hay que calificar de imperialistas. Venció la polis militarizada por excelencia y opresora de todo un pueblo esclavo (ilotas) en su propio territorio.

Hipócrates (h. 460-377? a. C.) Escritos médicos:
El Corpus Hippocraticum es un conjunto de más de cincuenta tratados médicos de enorme importancia, pues constituyen los textos fundacionales de la ciencia médica europea y forman la primera biblioteca científica de Occidente. Casi todos se remontan a finales del siglo V y comienzos del IV a. C., la época en que vivieron Hipócrates y sus discípulos directos. No sabemos cuántos de estos escritos son del «Padre de la Medicina», pero todos muestran una orientación coherente e ilustrada, racional y profesional, que bien puede deberse al maestro de Cos. Más importante que la debatida cuestión de la autoría es comprender el alcance de esta medicina, su empeño humanitario y su afán metódico. Este corpus resulta esencial no sólo para la historia de la ciencia médica, sino para el conocimiento cabal de la cultura griega. Éste es el primer intento de verter al castellano todos estos tratados, y se ha hecho con el mayor rigor filológico: se ha partido de las ediciones más recientes y contrastadas de los textos griegos, se han anotado las versiones a fin de aclarar cualquier dificultad científica o lingüística y se han añadido introducciones a cada uno de los tratados, con lo cual se incorpora una explicación pormenorizada a la Introducción General, que sitúa el conjunto de los escritos en su contexto histórico. El primer volumen de los Tratados hipocráticos incluye los escritos «Juramento», «Ley», «Sobre la ciencia médica», «Sobre la medicina antigua», «Sobre el médico», «Sobre la decencia», «Aforismos», «Preceptos», «El pronóstico», «Sobre la dieta en las enfermedades agudas» y «Sobre la enfermedad sagrada».

Hesíodo (siglo VIII a.C.) - Los trabajos y los días:
Poeta que ocupa un lugar de excepción en la literatura griega, tanto por sus preceptos morales como por su estilo coloquial. Nació en Ascra, Beocia (hoy Palaioppanagia). Tras la muerte de su padre se estableció en Naupaktos. Allí pasó su juventud, cuidando de un rebaño de ovejas y realizando las tareas propias de un campesino. Se sabe muy poco acerca de su vida, salvo lo que el propio autor deja entrever en su obra. Los especialistas modernos lo sitúan en el periodo homérico de la literatura griega. Su primera obra, Los trabajos y los días, es el primer ejemplo de poesía didáctica, destinada a instruir más que a entretener. Esta obra relata las experiencias de Hesíodo durante su época de campesino, y está salpicada de episodios alegóricos y fábulas. En un estilo sencillo y moralizante, Hesíodo subraya la importancia del trabajo y la rectitud. Ofrece consejos prácticos sobre cómo vivir, al tiempo que proporciona recetas y normas agrícolas, e incluye un calendario religioso con los días favorables y desfavorables para ciertas tareas del campo. El tema principal de la obra es la decadencia moral. Hesíodo relata la historia del mundo en cinco etapas, desde la edad de oro hasta la edad del hierro, que él considera dominada por el mal. La marcha de la Humanidad hacia la decadencia a partir de una edad de oro creó una corriente que duró muchos siglos. Una concepción opuesta a la idea optimista del progreso constante, clara triunfadora a partir de los postulados del positivismo.

Mitos clásicos en otras obras:
También se atribuye a Hesíodo la autoría de la Teogonía, o nacimiento de los dioses, un poema en el que el amplio y amorfo corpus de los mitos griegos queda sistematizado y ampliado hasta incluir nuevas divinidades desconocidas en los poemas homéricos. La Teogonía narra la creación del mundo a partir del caos, el nacimiento de los dioses y sus hazañas. La última parte contiene una lista de las hijas de Zeus, padre de los dioses, así como de mujeres mortales. Esta lista es la introducción a un poema perdido, Catálogo de las mujeres, que narra las hazañas de los héroes nacidos de mujeres mortales. De su obra restante no quedan más que títulos y fragmentos, muchos de los cuales se atribuyen por los expertos a imitadores de Hesíodo, y que hoy se conoce como la escuela hesiódica. En este grupo se incluyen el poema didáctico ‘Consejos de Quirón’; el poema genealógico ‘Grandes eras’; y los poemas míticos ‘Boda de Ceix’ y ‘Descenso de Teseo a los infiernos’. Heródoto lo sitúa entre los autores de mayor trascendencia: «Pero de dónde provino cada uno de los dioses, si siempre existieron, o qué figura tenían no lo supieron los griegos hasta ayer o anteayer, por decirlo así. Porque opino que Homero y Hesíodo han vivido aproximadamente cuatrocientos años antes que yo, pero no más. Ellos forjaron una teogonía para los griegos, dieron a estos dioses nombre y apellido, distribuyeron honores y oficios y plasmaron su figura».

Jenofonte - Anábasis (401 a.C.):
Llamada también Expedición de los Diez Mil, La retirada de los Diez Mil o La marcha de los Diez Mil. Jenofonte fue un discípulo de Sócrates que participó como aventurero y posteriormente como comandante en la expedición. En los manuscritos conservados figura el título original de Anábasis de Ciro, es decir, subida o marcha tierra adentro de Ciro. La palabra anábasis se refiere a una expedición de la costa hacia el interior de un país. Aunque la expedición de Ciro el Joven es una anábasis desde Sardes, en la costa oriental del mar Egeo, hacia el interior de Persia, en su mayor parte la obra narra el viaje de regreso de los Diez Mil desde Mesopotamia hasta la costa del mar Negro. El número inicial de soldados de esta partida de mercenarios que participó en la expedición era de 12.000 y estaban bajo el mando del comandante espartano Clearco. Participaron en el levantamiento de Ciro el Joven contra su hermano el rey de Persia Artajerjes II. Ciro resultó derrotado y muerto en la batalla de Cunaxa, cerca de Babilonia, y las tropas de su sedición fueron castigadas. Los comandantes griegos fueron decapitados a traición durante unas negociaciones y el ateniense Jenofonte guió a los hombres durante el camino de vuelta hacia el mar Negro. Con estilo sencillo y descriptivo relata su trayecto por lugares poco conocidos en occidente.

Claudio Ptolomeo - Almagesto (Siglo II):
Fue escrito en griego con el título de composición matemática. El título por el que se conoce a este tratado astronómico proviene de la traducción que de la obra se hizo al árabe. Las primeras traducciones al árabe fueron realizadas alrededor del siglo IX, patrocinadas por el califa Al-Ma'mun. Los árabes le dieron el nombre Al-Majisti (el más grande). Contiene el catálogo estelar más completo de la antigüedad, que fue utilizado ampliamente por los árabes y luego por los europeos hasta la alta Edad media. En el que se describen el sistema geocéntrico y el movimiento aparente de las estrellas y los planetas. En sus 13 volúmenes expone el sistema geocéntrico, la periodicidad de los equinoccios, solsticios, longitud del año, mes sinódico, corrección de paralaje de las posiciones del Sol y la Luna, medida del diámetro aparente del Sol y la Luna, método de predicción de eclipses, posiciones relativas entre las estrellas fijas, catálogo de las estrellas australes, y método para calcular las posiciones y trayectorias de los planetas. Buen número de disciplinas posteriores fueron deudoras de sus aplicascines prácticas como pueden ser la mecánica celeste, la cartografía y la navegación por estima.

Marco Tulio Cicerón (103 - 43 a.C.) Catilinarias y Filípicas:
Cuatro alocuciones pronunciadas por Cicerón entre el 8 de noviembre y el 5 de diciembre del año 63, cuando en su condición de cónsul descubrió y desbarató un intento revolucionario encabezado por Lucio Sergio Catilina que tenía como objetivo final la subversión total de las estructuras del Estado romano e incluso la destrucción de Roma y el asesinato de los ciudadanos más representativos del partido aristocrático. Con el nombre de Filípicas se nos han conservado catorce discursos pronunciados por Cicerón entre el 2 de setiembre del año 44 y el 21 de abril del 43, en los que pretende desenmascarar y poner coto a los intentos hegemónicos de Marco Antonio. Si bien son catorce los discursos conservados, posiblemente no sea éste el número total de los pronunciados por Cicerón sobre este tema, si tenemos en cuenta que un gramático del siglo IV, Arusiano Mesio, cita dos frases sacadas de unas supuestas Filípicas XVI y XVII. Con respecto a la denominación de Filípicas, hay que decir que el nombre que cabría esperar que se les hubiese aplicado a estos discursos sería el de Antonianas (Antonianae) al ser Marco Antonio el destinatario de ellas, de la misma manera que hablamos de Catilinarias con respecto a los discursos dirigidos contra Catilina; y de hecho este nombre de Antonianas es el que usan Séneca el rétor y Aulo Gelio y, seguramente, el primero en el que pensaría Cicerón, ya que la denominación de Filípicas es una sugerencia en tono de broma que le hizo Cicerón a su amigo y corresponsal Atico y que éste aceptó tras haber leído la quinta y la décima. Y será precisamente éste el nombre más divulgado en la transmisión del texto. El nombre de Filípicas es una imitación del nombre de los discursos pronunciados por el orador griego Demóstenes (siglo IV a.d.C.) contra el rey Filipo II de Macedonia por sus intentos expansionistas sobre Grecia.

 

 

[ Inicio   |   Canarias   |   Infantil   |   Náutica   |   Historia   |   Arquitectura   |   Poesía   |   Clásicos ]