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Literatura alemana siglo XIX:
Periodo clásico:
La evolución de Goethe y Schiller, después de sus primeros dramas, representa uno de los mayores logros del periodo clásico en la literatura alemana —una época caracterizada por su contención emocional, equilibrio del pensamiento y brillantez de expresión—. Ambos escritores recibieron la influencia de la extensa actividad filosófica del periodo, que culminó en el idealismo del filósofo Immanuel Kant y su discípulo Johann Gottlieb Fichte. Durante el periodo clásico, además, Goethe y Schiller se hicieron íntimos amigos, a pesar de las diferencias de sus actitudes filosóficas. Schiller creía en ideales éticos absolutos, que suministran las ideas fuerza de sus obras dramáticas más importantes: la trilogía Wallenstein (1798-1799), María Estuardo (1800), Die Jungfrau von Orleans (La doncella de Orleans, 1801) y Wilhelm Tell (Guillermo Tell, 1804). Goethe extrae su filosofía de sus experiencias como poeta lírico, dramaturgo, novelista, ensayista y personaje político. Vivió de acuerdo con el ideal expresado en el Fausto: nunca estar satisfecho con lo que uno es y esforzarse incesantemente por aprender, mejorar, alcanzar objetivos. Sus escritos muestran claramente su evolución desde la rebeldía juvenil a la búsqueda del dominio emocional, la objetividad, la belleza y la personalidad humana ideal. Las dos partes de Fausto, por otro lado, han sido consideradas a menudo representativas de las tendencias dominantes de la literatura alemana; la primera parte contiene muchos elementos del movimiento literario conocido como romanticismo, y la segunda representa el clasicismo más admirado por Goethe.

Esos elementos también pueden encontrarse en la obra del poeta Friedrich Hölderlin, cuya admiración por la armonía del mundo clásico resultó viciada, como lo vislumbraron Goethe y sus contemporáneos, por su visionaria actitud religiosa. El propio Hölderlin indagó en el conflicto entre los ideales absolutos y los problemas de la existencia en su novela epistolar Hyperion (2 volúmenes, 1797-1799) y en su poesía. Otro escritor muy individualista del último periodo clásico, el dramaturgo y autor de novelas cortas, Heinrich von Kleist, retrató a personajes heroicos en conflicto con su destino. Sus comedias Der zerbrochene Krug (El cántaro roto, 1806) y Amphytrion (1807) pintan los conflictos humanos de una forma casi trágica. Las narraciones del humorista Johann Friedrich Richter (más conocido por el seudónimo Jean Paul), con su fantasía y su sentido de lo grotesco, lo colocan cerca del movimiento romántico, que dominaba en la literatura alemana a comienzos del siglo XIX.

Periodo romántico:
La creciente tendencia romántica de la literatura alemana, como se evidenciaba, por ejemplo, en algunos de los últimos escritos de Goethe, se convirtió en dominante en 1798, con la primera aparición del periódico Das Athenäum, editado por tres amigos, el escritor Ludwig Tieck y los críticos August Wilhelm von Schlegel y Friedrich von Schlegel. El romanticismo en la literatura de Alemania, como en la de otros países, fue el resultado de una fusión de elementos políticos, filosóficos y artísticos. Las guerras napoleónicas despertaron en los escritores alemanes un nuevo sentido de la identidad nacional, mientras crecía su admiración por individuos heroicos como Napoleón y Ludwig van Beethoven. Los elementos nacionalistas del romanticismo fueron defendidos en Alemania por el filósofo y teólogo Friedrich Ernst Daniel Schleiermacher, que insistió en las virtudes de la independencia nacional e influyó en poetas como Ernst Moritz Arndt y Karl Theodor Körner. La obra del filósofo Friedrich Wilhelm Joseph von Schelling dio al movimiento una base filosófica por su misticismo y su creencia en la unidad última del mundo natural y el espiritual. Los cuentos populares y la mitología, otra de las preocupaciones del romanticismo alemán, recibieron atención en las recopilaciones hechas por dos profesores, los hermanos Grimm, Jacob Ludwig Karl y Wilhelm Karl. Una notable colección de canciones populares alemanas fue recogida por el poeta y dramaturgo Clemens Maria Brentano y su cuñado Achim von Arnim, Des Knaben Wunderhorn (El muchacho del cuerno maravilloso, 3 volúmenes, 1805-1808). Los temas románticos caracterizan la obra del poeta Friedrich von Hardenberg, conocido como Novalis, autor de los misteriosos y profundamente religiosos Hymnen an die Nacht (Himnos a la noche, 1800) y de la novela Heinrich von Ofterdingen (1802). A Ludwig Tieck, poeta, dramaturgo y novelista, le faltaba la profundidad y el sentimiento religioso de Novalis, pero era extremadamente elocuente y estaba dotado para la expresión de elementos poéticos, fantásticos y satíricos. Joseph Eichendorff cantó la belleza de la naturaleza en sus poemas, y las virtudes de la pereza en su obra en prosa Aus dem Leben eines Taugenichts (La vida de un vagabundo tunante, 1826). La ternura genuina de la canción popular se encuentra en los poemas de Adelbert von Chamisso, aunque muchos tengan elementos trágicos, como muestra su obra en prosa, Peter Schlemihls wundersame Geschichte (La historia maravillosa de Peter Schlemihl, 1814). El escritor de baladas más importante de esta generación fue Ludwig Uhland. Uno de los maestros de la poesía y la prosa fue Eduard Mörike; la tranquila calma de su escritura contrasta con la melancolía de la poesía de Nikolaus Lenau. La mayoría de los poetas románticos fueron también magníficos narradores, pero el prosista más original de este periodo fue E. T. A. Hoffmann, el maestro de los cuentos que tratan de lo sobrenatural.

REVOLUCIÓN Y REACCIÓN (1832-1871):
Durante la década de 1830 una nueva generación de escritores dejó las fantasías del romanticismo para participar en los acontecimientos políticos. Formaron un movimiento llamado Junges Deutschland (Joven Alemania) y en varias partes de Alemania apoyaron los intentos de los elementos liberales para modificar el poder absoluto de los príncipes feudales que aún sobrevivía. El filósofo principal de este periodo fue G. W. F. Hegel, cuyo idealismo racionalista influyó mucho en el poeta lírico y crítico Heinrich Heine. Este último, figura dominante entre los nuevos escritores, empezó su carrera con poemas irónicos sobre temas románticos. Se hizo famoso con la publicación de Buch der Lieder (Libro de canciones, 1828). Tras el fracaso de la revolución de 1830, huyó a París, donde escribió sus poemas más importantes y muchos artículos de crítica sobre arte contemporáneo y política. Observador perspicaz, Heine se anticipó a muchas de las técnicas del periodismo moderno. Otro político exiliado, Ludwig Börne, intentó agitar la actividad política alemana en sus Briefe aus Paris (Cartas de París, 1830-1833).

Teatro del siglo XIX:
Las ideas políticas dominaron el teatro alemán del siglo XIX. Además de Kleist, Christian Dietrich Grabbe y otros escritores produjeron piezas significativas. El más importante, sin embargo, fue el dramaturgo revolucionario Georg Büchner, un pionero en el realismo psicológico, cuyas obras continúan representándose. Su Dantons Tod (La muerte de Danton, 1835) analiza la futilidad y apatía que se apoderaron del líder revolucionario francés Georges Jacques Danton al final de su vida. En Woyzeck (1836) —más conocida en la versión operística del compositor austriaco Alban Berg— Büchner pinta la trágica desintegración de un pobre soldado al que una sociedad injusta y cruel ha convertido en víctima. El tema, el estilo y la profunda introspección psicológica de esta obra la señalan como pieza clave del teatro alemán moderno. El realismo psicológico y la percepción política caracterizan también las tragedias históricas de Friedrich Hebbel y las obras teatrales del dramaturgo austriaco Franz Grillparzer. Ferdinand Raimund escribió comedias que tenían lugar en un mundo de cuento de hadas y de acontecimientos mágicos pero que reflejaban su profunda melancolía. Compusieron divertidas sátiras Johann Nepomuk Nestroy y Ludwig Anzengruber, que escribió obras sobre la vida campesina, anticipándose, en su preocupación por los problemas sociales, al movimiento literario conocido como naturalismo. El compositor Richard Wagner ejerció una profunda influencia en el teatro alemán del siglo XIX. Participó en la fracasada revolución de 1848, produjo muchos escritos describiendo la importancia del teatro en el desarrollo de la civilización y llamó a la unión de las artes en la forma conocida como drama musical. Como poeta, escribió los textos de sus dramas musicales, exaltando las grandes tradiciones de la literatura alemana en obras como Die Meistersinger von Nürnberg (Los maestros cantores de Nuremberg, 1867) y Parsifal (1882). La filosofía de Arthur Schopenhauer, cuyo pensamiento oscuramente pesimista puede considerarse típico de la atmósfera derrotista que siguió a la represión política de 1848, es evidente en la obra de Wagner. Schopenhauer, en su obra principal Die Welt als Wille und Vorstellung (El mundo como voluntad y representación, 1819), concibe un principio activo fundamental, la voluntad, que opera como fuerza conductora en todas las formas de existencia y que, en los seres humanos, causa una insatisfacción y un sufrimiento inevitables, salvo que sean contrarrestados por una actitud de santa resignación. Esta concepción de una fuerza primigenia que gobierna en el comportamiento humano iba a tener una significativa influencia en la literatura y la filosofía alemanas posteriores.

Prosa del siglo XIX:
Entre los narradores más populares de mediados del siglo XIX se encuentra la poetisa baronesa Annette Elisabeth von Droste-Hülshoff, conocida por su novela corta Die Judenbuche (El haya de los judíos, 1842). Detalladas descripciones de la naturaleza caracterizan las novelas de Adalbert Stifter; Der Nachsommer (El veranillo de San Martín, 1857) y Witiko (3 volúmenes, 1865-1867) son sus obras más famosas. El novelista suizo Gottfried Keller, en su novela autobiográfica Der grüne Heinrich (Enrique el verde, 4 volúmenes, 1854-1855), continuó la tradición del Bildungsroman, iniciada en la obra de Goethe, Wilhelm Meisters Lehrjahre (Los años de aprendizaje de Wilhelm Meister, 4 volúmenes, 1795-1796). La vida rural y los problemas del individuo en una sociedad en expansión son retratados por los novelistas Albert Bitzius, que utilizaba el seudónimo Jeremias Gotthelf, y Wilhelm Raabe. Conrad Ferdinand Meyer, poeta y novelista, elige personajes de la edad media para muchas de sus baladas y narraciones. La comunión de los seres humanos y la naturaleza constituye un tema recurrente en la poesía y las novelas cortas de Hans Theodor Storm. “Immensee” (1852), una de sus narraciones más famosas, es un cuento lírico y nostálgico sobre la infancia. Al final, su estilo se hace más sombrío, como puede comprobarse en Der Schimmelreiter (El jinete del caballo blanco, 1888), obra en la que muestra el efecto del mar en la vida de los habitantes de las costas. Theodor Fontane, escritor de baladas y novelas, se hizo famoso por sus perspicaces críticas de la sociedad alemana a fines del siglo XIX. El idealismo dominante en la filosofía alemana quedó postergado en favor del materialismo por Paul Johann Aselm von Feuerbach, cuya obra influyó en los revolucionarios alemanes Karl Marx y Friedrich Engels. Entre los numerosos estudiosos que promovieron el desarrollo de la ciencia de la historia durante esta época se encuentran Leopold von Ranke, considerado un fundador de la escritura objetiva de la historia; Theodor Mommsen, un experto en estudios sobre Roma; y Jakob Burckhardt, famoso por Kultur der Renaissance in Italien (La cultura del renacimiento en Italia, 1860). Estudiaron el desarrollo de Alemania como nación Wilhelm Häring, que utilizaba el seudónimo de Willibald Alexis, y el ardiente nacionalista Heinrich von Treitschke.

7 NACIONALISMO ALEMÁN (1871-1945):
Tras la unificación de los estados alemanes en 1871, las tendencias revolucionarias de la literatura alemana empezaron a entrar en conflicto con el militarismo y el materialismo económico de la burguesía alemana. El principal representante de esta última, el estadista prusiano y primer canciller del Imperio Alemán, el príncipe Otto von Bismarck, expresó la visión dominante en la sociedad contemporánea en sus memorias tituladas Gedanken und Errinerungen (Memorias, 1898). Sin embargo, el poeta y filósofo Friedrich Wilhelm Nietzsche realizó una crítica demoledora de los valores sociales existentes. En libros como Jenseits von Gut und Böse (Más allá del bien y del mal, 1886) y Wille zur Macht (La voluntad de poder, 1901), Nietzsche rechazaba los valores religiosos tradicionales de la moralidad burguesa y el idealismo predominante en la filosofía alemana. Expuso su poética visión de un nuevo tipo de ser humano como figura dominante de una sociedad radicalmente transformada en la obra Also sprach Zarathustra (Así hablaba Zaratustra, 1883). Este nuevo tipo, el Übermensch (‘superhombre’), daría cuerpo a las mejores cualidades del individuo creativo, la expresión más alta de la “voluntad de poder”, la fuerza que produce todo esfuerzo humano. La preocupación de Nietzsche por las fuerzas interiores de la personalidad humana influyeron profundamente en el desarrollo del pensamiento de principios del siglo XX. En psicología, las teorías sobre la psique humana de Sigmund Freud y del psicólogo y psiquiatra suizo Carl Gustav Jung deben mucho a la obra de Nietzsche. A partir de la idea de Nietzsche de la recurrencia cíclica de los acontecimientos, el filósofo de la historia Oswald Spengler formuló sus principios sobre el determinismo histórico. Estos desarrollos en los estudios de psicología e historia, combinados con la concepción de Nietzsche del artista como un crítico radical de la sociedad, influyeron en los movimientos literarios más importantes de finales del siglo XIX y principios del XX: naturalismo, expresionismo y teatro épico.

Naturalismo:
El movimiento naturalista en literatura apareció después del apogeo del realismo. El realismo busca un arte que refleje las fuerzas del bien y del mal que afectan a la vida humana. El naturalismo, por su parte, es una forma de determinismo artístico que pinta un mundo desolado en el que los seres humanos están atrapados y condenados al fracaso y al desastre por fuerzas incontrolables. Los temas utilizados a menudo por los escritores naturalistas incluyen la enfermedad, la locura, la senilidad, la hipocresía religiosa, las relaciones familiares, los problemas políticos y las fuerzas ineludibles de la economía, la herencia, la raza, la clase y el entorno. Los principios artísticos del movimiento naturalista fueron descritos por el crítico y escritor Arno Holz en su tratado Die Kunst (El arte, 1891). Holz fue también coautor, con Johannes Schalf, de tres dramáticas narraciones naturalistas, recogidas bajo el título colectivo Papa Hamlet (1889). Algunos elementos del naturalismo, especialmente aquellos que tienen que ver con los aspectos eróticos de la vida, aparecen en los dramas del médico y dramaturgo austriaco Arthur Schnitzler. El representante principal del movimiento naturalista, sin embargo, fue el dramaturgo Gerhart Hauptmann. En su obra Vor Sonnenaufgang (Antes de amanecer, 1889) describe a los seres humanos como víctimas de la herencia y del entorno, condenados a luchas desesperadas contra fuerzas que no pueden controlar. Este tema, así como la forma de presentarlo, anticipaba muchos tratamientos similares en la literatura moderna. En una obra posterior de Hauptmann, Die Weber (Los tejedores, 1892), el héroe del drama está representado por un grupo social. En los últimos escritos de Hauptmann se produce una transición desde el naturalismo hacia el movimiento literario conocido como impresionismo, en el que el detallismo realista es sustituido por una pintura de las impresiones que los objetos ejercen en la visión individual del artista. (Fuente: Encarta)

 

 

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