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Literatura alemana:
Siglo XX:
Otros movimientos importantes de la literatura alemana de principios del siglo XX fueron el neoclasicismo, el neorromanticismo, el simbolismo, el surrealismo, dadaísmo y, el más importante, el expresionismo, que pone el acento en cuestiones de orden psicológico.

Expresionismo:
Con origen en la pintura, el expresionismo empezó a influir en la literatura alemana alrededor de 1910. Como reacción frente al naturalismo y el impresionismo, que se preocupaban principalmente de la representación realista de la existencia, el nuevo movimiento tenía por objeto la expresión o representación de los sentimientos, experiencias y reacciones interiores del artista o escritor. El escritor expresionista da cuerpo al concepto de Nietzsche del artista como un crítico de los valores tradicionales. Además, igual que el pintor, el poeta o el novelista buscaba retratar las poderosas fuerzas interiores en la personalidad humana. Un lenguaje emocional exagerado y el dibujo de tipos abstractos más que de personajes realistas se convirtieron en medios para ese fin. El dramaturgo alemán Frank Wedekind, un expresionista temprano, con un sentido grotesco del humor, luchó contra las convenciones sociales en demanda de una nueva moralidad sexual. Fuerzas tales como la rebelión adolescente y la sexualidad amoral quedan retratadas en sus obras Frühlings Erwachen (Despertar de primavera, 1891) y Die Büchse der Pandora (La caja de Pandora, 1904). Esta última sirvió de base tanto para una versión cinematográfica (1928) como para Lulu, una ópera del compositor austriaco Alban Berg. El conflicto generacional se convirtió para muchos escritores expresionistas en un símbolo de la crítica de los valores tradicionales, como en Der Sohn (El hijo, 1914) de Walter Hasenclever. Las actitudes antibelicistas después de la I Guerra Mundial encontraron expresión en las obras de Ernst Toller, Fritz von Unruh y otros. Georg Kaiser, en su inmensa producción dramática, fue un especialista en el diálogo epigramático, que resultaba muy apropiado para la naturaleza abstracta y simbólica de sus personajes. Carl Zuckmayer, quizás el dramaturgo más popular de su generación, se hizo especialmente famoso por sus vivaces caracterizaciones. Entre sus obras más conocidas están el drama Der Hauptmann von Köpenick (El capitán de Köpenick, 1931) y el guión para Der blaue Engel (El ángel azul, 1930), el film de Josef von Sternberg. El movimiento expresionista produjo algunos poetas de gran originalidad. Su tema central era la crisis de los valores individuales y colectivos, como aparece en los poemas de Georg Trakl, llenos de nostalgia y soledad; o los de Georg Heym, que expresaban la desesperación ante la miseria y la soledad de la vida urbana. Franz Werfel, escritor austriaco, el poeta más importante del expresionismo, escribió sobre su nostalgia de una armonía entre los hombres y la naturaleza.

Teatro épico:
El dramaturgo más original y sugerente del periodo moderno fue Bertolt Brecht. Empezó como expresionista, pero pronto desarrolló su propio estilo al comenzar con su teatro épico, en el que utilizaba baladas, elementos documentales y otras innovaciones como comentarios a la acción dramática. Igual que Wagner, creía en la misión de la escena como centro de enseñanza política y moral. En sus numerosas obras, entre las que se encuentran Mutter Courage und ihre Kinder (Madre Coraje y sus hijos, 1941), Der Kaukasische Kreidekreis (El círculo de tiza caucasiano, 1944-1945) y Der gute Mensch von Sezuan (La persona buena de Sezuan, 1943), escribió parábolas dramáticas para educar a su público. La influencia de Brecht se extendió por todo el mundo y muchos escritores más jóvenes adoptaron las técnicas dramáticas que él desarrolló. Entre los discípulos de Brecht se encuentra Peter Weiss, famoso por su apasionado drama documental Marat-Sade (1964), Rolf Hochhuth y Heinar Kipphart, que han alcanzado éxito con el llamado teatro documental en el que se llevan a la escena acontecimientos históricos. El dramaturgo suizo Friedrich Dürrenmatt ha reanimando el teatro con importantes obras eclécticas, cínicas y melodramáticas. Max Rudolf Frisch mantiene creencias más fuertes y convicciones morales más profundas que Dürrenmat, pero ha tenido menos éxito de público internacional.

La novela del siglo XX:
La poderosa tendencia narrativa que se percibe en algunos de los dramas de Hauptmann se hace prominente en su novela Der Narr in Christo Emanuel Quint (Manuel Quint, el loco en Cristo, 1910), la historia de un joven carpintero, lleno de entusiasmo religioso, cuyo martirio lo frustra el mundo profano. La prosa de Schnitzler pierde acción en favor del monólogo interior. En Leutnant Gustl (El teniente Gustl, 1901) y Fräulein Else (La señorita Elsa, 1924) creó una nueva técnica de tratar el inconsciente. Der Mann ohne Eigenschaften (El hombre sin atributos, 4 volúmenes, 1930-1942), del escritor austriaco Robert Musil, es un espejo intelectual y psicológico de una época cultural a punto de desaparecer en Europa. Hermann Broch, en su trilogía Die Schlafwandler (Los sonámbulos, 1931-1932), describió también la decadencia y la desintegración de la vieja sociedad burguesa. Monumentales cuadros de personalidades y acontecimientos históricos se pueden encontrar en los escritos de Ricarda Huch. En prosa, las obras más famosas de Franz Werfel son las novelas Die vierzig Tage des Musa Dagh (Los cuarenta días de Musa Dagh, 1933) y Das Lied von Bernardette (La canción de Bernardette, 1941). Alfred Döblin, en su novela Berlin Alexanderplatz (1930), encontró un original estilo de montaje para presentar la situación de la clase obrera berlinesa. Los novelistas alemanes modernos más destacados son Thomas Mann, Hermann Hesse y Franz Kafka. Mann, en su primera novela, Los Buddenbrook (1901), expuso un tema frecuente en su obra posterior: el conflicto entre los suficientes y prósperos representantes de la saludable vida burguesa y el artista perspicaz y a menudo enfermizo. Los conflictos y dificultades de la personalidad creadora son el tema de las novelas y narraciones más importantes de Mann. En Der Zauberberg (La montaña mágica, 1924) ofrecía lo que de hecho es una alegoría de la vida intelectual occidental en vísperas de la I Guerra Mundial. Ácido opositor al nacionalsocialismo, Mann abandonó Alemania en 1933 y acabó en el exilio parte de los cuatro volúmenes de Joseph und seine Brüder (José y sus hermanos, 1933-1944). Su desesperación ante el destino de Alemania y su preocupación por el artista creador están elocuentemente retratados en Doctor Faustus (1947), un estudio de la vida cultural alemana durante el apogeo del nacionalsocialismo. Heinrich Mann, el hermano del gran novelista, se enfrentó también al nazismo y es conocido por sátiras políticas como Der Untertan (El súbdito, 1918). Los escritos de Hesse expresan un sentido de la soledad espiritual, a menudo atemperado por la sabiduría y el misticismo de la filosofía oriental. Hesse describió la alienación y la dualidad de la naturaleza de los seres humanos modernos en Demián (1919) y Steppenwolf (El lobo estepario, 1927). En su obra quizás más importante, Das Glasperlenspiel (El juego de abalorios, 1943), propugna una nueva aristocracia ética e intelectual. La obra de Hesse, poco leída al principio salvo en Alemania, gozó de un considerable interés durante la década de 1960. Ningún escritor en alemán ha ejercido una influencia tan extraordinaria en la novela contemporánea como el escritor checo Franz Kafka. Sus novelas Der Prozess (El proceso, 1925), Das Schloss (El castillo, 1926) y Amerika (1927), así como sus numerosas narraciones ofrecen un fascinante ajuste de cuentas con un mundo desarticulado e inescrutable, atrapado por la falta de fe y de dirección. El estilo narrativo aparentemente sencillo de Kafka dio una nueva profundidad al principio expresionista, evocando el misterio de la experiencia humana a través de símbolos sugerentes.

Poesía moderna:
La época moderna de la poesía alemana empieza con Nietzsche, que escribía poesía lírica según las escuelas impresionista y expresionista. Su influencia puede rastrearse en la poesía y la prosa de Gottfried Benn, cuya desilusión y desesperación casi nihilistas subyacen en su búsqueda de valores positivos. Un gran resentimiento de injusticia social caracteriza los poemas de Richard Dehmel. Hugo von Hofmannsthal desarrolló sus dotes poéticas en poemas líricos y en libretos para óperas del compositor alemán Richard Strauss. El principal exponente del movimiento simbolista en la poesía alemana fue Stefan George, que, como Nietzsche, intentó recuperar el papel del poeta como crítico del materialismo y de la corrupción. Una tarea similar se propuso el también famoso poeta moderno alemán Rainer Maria Rilke. En Die Sonette an Orpheus (Sonetos a Orfeo, 1923), Rilke intentó transmitir las misteriosas percepciones de la belleza que tiene el poeta.

CONFLICTO Y RENOVACIÓN DESDE 1946:
El conflicto entre el artista radical, como lo concebía Nietzsche, y una sociedad cada vez más materialista y militarista alcanzó su fase extrema durante la década de 1930. El ascenso del nacionalsocialismo y el gobierno totalitario de Adolf Hitler destruyeron virtualmente la cultura alemana. Los nazis impusieron en la literatura un realismo trivial y un fanatismo nacionalista. Muchos escritores se vieron obligados a abandonar Alemania víctimas de la persecución o porque no querían soportar la opresión de una dictadura. Durante este periodo, la única literatura alemana significativa fue producida por escritores exiliados de su país natal, entre los cuales destacan, por ejemplo, Thomas Mann y la poetisa sueco-alemana Nelly Sachs, coganadora del Premio Nobel de Literatura en 1966, que vivió en el exilio desde 1940 y continuó escribiendo en alemán. “Oh, las chimeneas”, su poema más famoso, es un emotivo testimonio de la tragedia de los judíos bajo el nazismo. Tras el colapso del régimen de Hitler, tuvo lugar una renovación considerable de la literatura alemana. Muchos escritores continuaron su tarea en la novela del siglo XX y en la poesía moderna. El serial radiofónico se convirtió en una prometedora forma de arte; muchos de estos dramas, dedicados al análisis de la vida moderna, fueron contribuciones de escritores más conocidos como poetas, narradores y novelistas, entre los que hay que incluir a Marie Luise Kaschnitz, Günther Eich, Wolfgang Weyrauch, Ilse Aichinger y Siegfried Lenz. De la nueva generación de novelistas alemanes que empezaron a tener éxito tras la II Guerra Mundial sobresalen Heinrich Böll, ganador del Premio Nobel de Literatura de 1972, Uwe Johnson, Günter Grass y Lenz, miembros del Grupo 47, un grupo de jóvenes y dinámicos escritores comprometidos a liberar la expresión y en desacuerdo con las actitudes complacientes con la guerra. Billard um Halbzehn (Billar a las nueve y media, 1959), de Böll, indaga en la historia de Alemania a través de la peripecia de una familia a lo largo del último medio siglo. Una trilogía semiautobiográfica de Johnson, Jahrestage (Aniversarios, 1970-1973), presenta los problemas morales y políticos en los Estados Unidos de la década de 1960 y en la Alemania de la de 1930. Entre las innovadoras novelas de Grass, que tratan a menudo del conflicto entre la sociedad moderna y sus críticos, se encuentran Die Blechtrommel (El tambor de hojalata, 1959), una desenfadada sátira sobre la Alemania nazi, llevada al cine en 1979; Der Butt (El rodaballo, 1976) y Kopfgeburten; oder, Die Deutschen sterben aus (Partos mentales, 1980), obras en las que mezcla lo fantástico y lo macabro. (Fuente: Encarta)

 

 

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