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Pedro Lezcano:
Durante años fue uno de los principales promotores del Teatro Insular de Cámara, en calidad de actor, autor y director escénico. Crítico, articulista y recitador de inigualable hondura y dicción, es, por último, y citando a Gerardo Diego, "uno de nuestros grandes poetas españoles" (1).
U na personalidad tan polifacética es digna de un profundo estudio. Pese a su destacada labor en tan variados campos de acción, Pedro Lezcano es todo lo contrario del intelectual que todo lo ha aprendido en los libros. La vida ha sido para él la mejor maestra, sin que ello signifique que carezca de sólidos fundamentos especulativos. Licenciado en Filosofía por la Universidad de Madrid, no ha ejercido nunca la docencia, exceptuando algunas clases particulares que tuvo que dar para poder sobrevivir en los duros años de la postguerra, clases que, como era de suponer en un hombre de tantas y profundas vocaciones, no fueron de filosofía precisamente, sino de matemáticas, por las cuales ha sentido siempre una inclinación muy marcada.
La naturalidad que emana de Pedro Lezcano fue lo primero que me llamó la atención cuando lo conocí personalmente, en un recital poético organizado por Nicolás Guerra Aguiar para rendir homenaje a los poetas canarios que colaboraron en la famosa Antología cercada (2). El tono profundamente sencillo y emocionado con que Lezcano leyó su conocido poema "Edicto" me hizo comprender que estaba, efectivamente, ante uno de los poetas mejor dotados de la literatura contemporánea. Desde ese momento, Pedro Lezcano ha sido una permanente caja de sorpresas para mí, un amigo afable, siempre dispuesto para la conversación, de proverbial paciencia, de un sentido del humor realmente difícil de encontrar hoy en día. Es un vitalista, un ser para la vida, apasionado por múltiples cosas, desordenado, parsimonioso, informal, a veces un tierno ácrata que sonríe ladeando su bigote con socarrona ironía.
El hecho de que Pedro Lezcano no sea más conocido como poeta quizás se deba a que por naturaleza es una persona incapaz de doblegarse ante los críticos. Isidro Miranda Millares decía que "la conducta poco sociable del poeta ha detenido las ágiles plumas habituales" (3). Por otra parte, su antiguo profesor de literatura, don Joaquín Artiles, señala como su mayor defecto, "su abulia lírica" (4). Personalmente, estoy más de acuerdo con este último. Lezcano escribe sus poemas y luego se despreocupa de ellos. El hecho de que Edirca le ofreciera un contrato para publicar una antología de poesías suyas y que dicho libro no haya visto la luz todavía porque el autor no ha tenido tiempo ni ganas para seleccionar los poemas que prefiere de entre su propia producción, es indicativo de esa abulia lírica que señalábamos antes.
-Este fue el fallo. Me aburrí solemnemente de releerme, tanto que he empantanado el proyecto. Que me antologicen los antólogos, que para eso están... y con su tranquilidad habitual se marcha a buscar setas, ahora que ha llovido sobre la isla, por los barrancos de Acusa.
Este hombre de apariencia imperturbable nació en Madrid en 1920, aunque su familia se trasladó a Gran Canaria cuando él tenía nueve años, transcurriendo su infancia en el barrio de Los Arenales. Se dio la trágica circunstancia de que su madre murió al nacer él, por lo que se crió primero con su abuela materna y más tarde con sus hermanastros y la nueva familia que su padre formó. Estudió en el Instituto "Pérez Galdós" cuando éste se hallaba situado en la calle Juan de Quesada, junto al barranco de Guiniguada, en el edificio que actualmente ocupa el Hospital Militar. Allí fue condiscípulo de su hermanastro Ricardo Lezcano, de Carmen Laforet, de Ventura Doreste, de Isidro Miranda Millares, de Sergio Castellano, de Antonio Padrón... Colaboró en la revista estudiantil Spes, que dirigía don Joaquín Artiles y cuando estalló la guerra civil fue movilizado, siendo destinado a unos barracones de La Isleta y más tarde a la radio militar, dado que, por su miopía, fue declarado útil sólo para servicios auxiliares. Acabada la guerra comienza sus estudios universitarios en La Laguna, donde tuvo condiscípulos entrañables, como su amigo de adolescencia Ventura Doreste, Manolo Mayor, José Perdomo, Juan Régulo, Jesús Hernández Perera, etc.
Aquel inolvidable profesor que fue don Elías Serra Ráfols le proporcionó un trabajo en la biblioteca de la Facultad para que pudiese continuar sus estudios. Terminados los años comunes, marchó a Madrid para efectuar la especialidad de Filosofía. Fueron años de penuria de tardes heladas estudiando en la biblioteca del Ateneo, mientras en la mesa de al lado Carmen Laforet escribía las primeras páginas de Nada. Las ya citadas clases particulares de matemáticas, así como algunas colaboraciones periodísticas, le ayudaron a vivir comiendo a veces únicamente avellanas de los carrillos callejeros, mientras los jamones colgaban provocativamente de los tentadores y prohibidos escaparates. Frecuentó las tertulias literarias del Café Gijón y de! Café Lisboa. En Madrid conoció a otros poetas, como a Eugenio de Nora, Carlos Bousoño, José María Valverde, Vicente Aleixandre... Comienza a publicar en revistas literarias, como Espadaña, Garcilaso, La estafeta literaria, etc. Terminada la carrera regresa a Gran Canaria, se casa con Carmen Jaén, no ejerce la enseñanza porque la única filosofía que podía enseñarse en aquellos momentos era la tomista, tiene cuatro hijos, escribe y publica...
La obra literaria de Pedro Lezcano puede remontarse a sus colaboraciones poéticas y humorísticas en la revista estudiantil Spes. Su primer libro se tituló Cinco poemas, publicado en 1944 cuando todavía estudiaba en Madrid.
Fue un pequeño folleto de la 'Colección para Treinta Bibliófilos, donde Ventura Doreste y Juan Manuel Trujillo seleccionaron cinco poemas de Lezcano. En la misma colección y un año más tarde, en 1945, se publica Poesía, donde se insertaron seis composiciones suyas.
Una vez acabada la carrera e instalado en Las Palmas, aparece Romancero canario en 1946, en los Cuadernos de Poesía y Crítica. Era un conjunto de siete romances de inspiración telúrica y popular. En 1947 se publicó su primer libro fuera de las islas: Muriendo dos a dos, formado por veinticuatro poemas y editado por la Colección Halcón, de Valladolid. También en 1947 colabora con dos composiciones suyas, "Edicto" y "Tierra o mujer", en Antología cercada, librito inestimable donde se reunieron obras de Agustín Millares, José María Millares, Ventura Doreste y Angel Johan y cuya importancia estriba, aparte de la indudable calidad lírica de su contenido, en el mensaje de solidaridad y rebeldía a un sistema político que hizo de esta obra la primera manifestación de la llamada "poesía social", que tardaría aún algunos años en aparecer en la península. En 1950 publica Romance del tiempo, con ilustraciones suyas, por el que recibiría múltiples elogios.
En 1956 se crea e! Teatro Insular de Cámara gracias al entusiasmo de un grupo formado por Pedro, su hermano Ricardo, las esposas de ambos, Martín Moreno, Gonzalo Monasterio, Fernando Díaz Cutillas y un elenco de aficionados que se fue añadiendo. El grupo tuvo la protección del Museo Canario y de la revista Mujeres de la isla. Durante doce años, hasta 1968, el Teatro Insular de Cámara representó treinta y tres obras teatrales, entre ellas su poema escenificado La ruleta del sur, estrenada una noche, al aire libre, en el Pueblo Canario, en 1956. El reparto estuvo formado por Ricardo Lezcano, Carmen Jaén, Joaquín Blanco y Pilar Alonso. Pedro Lezcano dirigió la obra, que representó e! triunfo de! canarismo en el desierto cultural que era entonces Las Palmas. En 1965 publicó su libro poético Consejo de paz, de título y contenido eminentemente pacifista y antimilitarista, su libro sin duda más maduro y que habría-de acarrearle algunos sinsabores, pues provocó un consejo de guerra muy sonado contra Lezcano, el director de! periódico que publicó un poema suelto correspondiente al libro y e! periodista Salvador Sagaseta, de quien fue la idea de publicarlo -sin permiso de Pedro Lezcano, todo sea dicho-. La polvareda levantada por este libro casi eclipsó otro librito suyo, el cuento El pescador, que vio la luz un año antes, en 1964 y que sería recogido nuevamente en un volumen de narraciones titulado Cuentos sin geografía, publicado en 1968 con dibujos de Antonio Padrón. El último libro de Lezcano es, por el momento, Romances, una selección efectuada por Manuel Padorno y el propio poeta, dentro de la colección Paloma Atlántica de Poesía, del Taller de Ediciones Josefina Betancor, de Madrid.
Aparte de su obra recogida en libro, existen algunos artículos de Pedro Lezcano dispersos en la prensa madrileña de los años cuarenta y en los periódicos locales de estos últimos años.
Poemas suyos han aparecido en carteles o han sido musicados por varios grupos. La asistencia a recitales poéticos, conferencias, actos culturales, etc. es constante y desinteresada por parte de este Pedro Lezcano poeta, ahora ocupado en labores políticas. Todavía permanecen inéditas muchas composiciones suyas, mientras otras, como "La maleta" -sobre la problemática de la emigración- o el "Romance del Corredera" -sobre las represalias políticas de la postguerra- han pasado ya alacervo de! folklore canario.
(Teresa Cancio, 1984)
https://mdc.ulpgc.es/s/mdc/item/111523
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