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Tomás Morales:
El próximo 10 de octubre se cumplen cien años del nacimiento de Tomás Morales, el gran poeta canario. Con este motivo se han programado actos conmemorativos a lo largo de varios meses, en un intento de que la vida cultural canaria rinda un homenaje a esta figura de nuestras letras. Creemos que AGUAYRO debe sumarse a este reconocimiento popular y por ello ofrecemos aquí unos trazos generales sobre su vida y su obra que probablemente serán de sobra conocidos por los aficionados a la literatura, pero que tal vez ayuden a los que no lo son a acercarse un poco a nuestro poeta. Tomás Morales nació en la calle de los Alamos, en Moya, en la casa que habitaban sus padres y que actualmente se ha convertido en la Casa-Museo Tomás Morales. Como ya hemos dicho anteriormente, su nacimiento tuvo lugar en octubre de 1884. Sus estudios los realizó en el Colegio de San Agustín, en el tranquilo barrio de Vegueta, donde unos años antes había estudiado también Pérez Galdós. Está institución de la enseñanza canaria estuvo primero dirigida por López Botas y más tarde por otro pedagogo insigne: Mesa de León. Los estudios universitarios de Medicina los comenzó en la facultad de Cádiz, trasladándose luego a Madrid. El ambiente literario madrileño estimuló las aficiones poéticas que alentaba el joven estudiante. Comenzó a asistir a las tertulias que se celebraban en casa de la conocida escritora Colombine, pseudónimo de Carmen de Burgos, donde tuvo la oportunida de recitar sus pri mas más conocidos. Está formado por varias partes, cada una de las cuales presenta una unidad temática determinada: Vacaciones sentimentales, Poemas de asuntos varios, Poemas del mar, Himnos fervorosos, Alegorías, Epístolas, elogios y elogios fúnebres, Poemas de la ciuaad comercial y Palabras de la amistad. Vacaciones sentimentales comprende seis poemas donde el autor evoca su infancia, las calles de su pueblo, el cortijo de Pedrales, el sencillo y feliz ambiente familiar. El recuerdo de esas vivencias está plasmado siguiendo los moldes de composiciones modernistas muy de moda en aquella época y Casa natal en Moya meros versos y conocer a los autores más en boga en aquellos momentos: Díez Canedo, Salvador Rueda, González Blanco." Precisamente sería Salvador Rueda quien le prologaría su primer libro poético, Poemas de la gloria, el amor y del mar, editado en 1908 por Magdaleno Castro. A partir de estos años, Tomás Morales se vincula a la literatura, continúa escribiendo versos y dando recitales, y su nombre se señala ya como uno de los mejores representantes del Modernismo. En 1910 obtiene la flor natural en los Juegos Florales de la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria. En el Ateneo madrileño tiene lugar la lectura de Las rosas de Hércules por el propio autor, publicándose el libro en 1919, dedicado a sus padres, don Manuel Morales y doña Tomasa Castellano. En 1920 se le tributa un homenaje en el Hotel Metropol, en el 4 15 de agosto de 1921, cuando sólo contaba 37 años y hubiera podido continuar escribiendo, curando enfermos o defendiendo los intereses de su isla. El Cabildo encargó al escultor Victorio Macho el diseño de su mausoleo. El Ayuntamiento capitalino acordó que el mismo artista modelara un busto de bronce del poeta para que fuera colocado en el Parque de San Telmo, lugar del que sería trasladado al Paseo de Tomás Morales, donde se encuentra en la actualidad. En 1922 apareció, póstuma, la segunda edición de Las rosas de Hércules, con un elogioso prólogo de Enrique Díez Canedo. Este libro, que reúne sus poemas, volvió a ser editado por el Cabildo Insular de Gran Canaria en 1977, conservando el prólogo de edición de 1922, en Las Palmas. Las rosas de Hércules vienen a ser las obras completas de Tomás Morales, o al menos, el compendio de sus poe Agaete con Huerto de las Flores •• transcurso del cual el poeta recitó varios de sus poemas, con su peculiar acento. Finalizada su carrera, Tomás Morales comenzó a ejercer en la villa marinera de Agaete. Allí contrajo matrimonio con Leonor Ramos de Armas y recibe a sus muchos amigos en su casa. Poetas, artistas, médicos y periodistas visitan a Tomás Morales y amenizan las agradables tertulias, desde Néstor y Claudio de la Torre hasta Saulo Torón y Alonso Quesada, pasando por Rafael Cabrera, Colacho Massieu y Luis Doreste Silva. Los últimos años de su vida los pasó Tomás Morales en Las Palmas de Gran Canaria, ejerciendo su profesión de médico. Quiso hacer una incursión en la vida política, presentándose al cargo de consejero del Cabildo Insular, del que fue vicepresidente. Una inexorable enfermedad acabó con su vida el Pérez, Néstor, Pérez Galdós, Bernardino Ponce, Fernando Inglott, Luis Millares Cubas, etc. A su antiguo profesor Diego Mesa de León dedica una dolorida elegía: Se ha dormido el maestro venerable, divaga ya en la sombra su intelecto robusto; al igual que su vida, su muerte fue admirable: ¡la muerte de este anciano fu,e la muerte de un justo! ("En la muerte de un educador"") Los Poemas de la ciudad comercial son bastante conocidos y cantan el auge que iba adquiriendo la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria por aquellos años y se contrapone el silencio sereno del barrio de Vegueta con el agitado tráfico del puerto y la vida bulliciosa de la calle de Triana. La calle mayor era entonces el lugar de confluencia del comercio isleño, con sus toldos de lona dando sombra a las aceras, sus tiendas de turcos, sus ingleses, su chirriante tranvía." Mas, a pesar de todo, ¡Oh, mi Vegueta!" tienes tu peculiar ambiente de gracia provinciana, opuesta al desarrollo novador y a los bienes que trajo el incremento material de Triana. Ella se extiende y triunfa, tú meditas conforme, y en un fulgor de estirpe se enciende tu aureola, cuando serena muestras, frente al piélago enorme, tu sello transmarino de ciudad española." ("Barrio de Vegueta") El libro finaliza con poemas dedicados su esposa, a sus amigos, al volcán, mereciendo ciertamente el título de Palabras de amistad bajo el que se encuadran. Las rosas de Hércules es un libro de recuerdos infantiles, de evocaciones de la juventud y madurez del poeta, donde se canta al amor, a la ciudad próspera, al mar que nos rodea. Estos temas, biográficos todos ellos, aunque algunos aparezcan encubiertos por ropajes mitológicos, se expresan dentro de las coordenadas formales del Modernismo y el Futurismo. En este sentido, es un libro que refleja exactamente la época en que fue escrito y además de su intrínseco valor poético aporta valiosos elementos de información histórica para reconstruir el ambiente y la vida de la isla a principios de nuestro siglo. nas frecuentadas por los viejos lobos de mar hinchados de ginebra, a los crujientes veleros que surcan los mares tocando apenas tierra para emprender de nuevo su salada singladura: ¡Otra vez te clavaste en mi carne con alevosía y tu hierro gustó el dejo amargo de la sangre mía! Dí a la mano de nieve que te lanza contra mi ventura que al tú herirme respondió mi pecho con ciega locura: ¡Bienvenida, saeta, mensajera de males de amor! ¡Si hay dolor en tu acerada punta... divino dolor! (Balada del niño arquero) En Epístolas, elogios, elogios fúnebres encontramos diversos poemas dedicados a próceres isleños, como Luján Alegorías, donde destaca la "Balada del niño arquero", bellísima composición que fluye dentro de los cánones modernistas, es uno de los apartados del libro más característicos: la llegada del amor se representa bajo su disfraz clásico de Eros, armado con sus temidas flechas, hacia las cuales el poeta quiere ser esquivo, pero ante las que termina por ceder: Esta vieja fragata portuguesa, en la rada reposa su ventruda vejez de cachalote; navegó tantos años y está tan averiada, que es un puro milagro que se mantega a flote (Soneto VII) ¡Honor para vosotros, y gloria a los primeros que arriesgaron la vida sobre los lomos fieros del salvaje elemento de la mar dilatada: nautas sin otro amparo que la merced del viento y sin más brujulario para la ruta incierta que la carta marina de la noche estrellada, sobre sus temerarias ambiciones abierta!" (Parte XVII) Himnos fervorosos se compone de varios cantos de gran aliento épico, donde destacan algunas composiciones sobre el tema de la I Guerra Mundial y, sobre todo, la popularísima "Oda al Atlántico", que consta de veinticuatro partes y es un grandioso homenaje al gran Océano y a los intrépidos navegantes que se atrevieron a surcarlo en la remota Antigüedad, en el tenebroso Medievo o en el esplendoroso amanecer del Renacimiento, marcado por los grandes descubrimientos geográficos: que aún hoy no han perdido su lánguido encanto de antigua postal: en un vergel recóndito de la amorosa Arcadia." (Criselefantina) Nuestro tálamo espera bajo un rosal florido, donde una leve luna trémulamente irradia aquel claror tan clásico que ilumina un nido En Poemas de asuntos varios, que dedicó a Villaespesa, se combinan elementos mitológicos, grecolatinos y eróticos del más puro signo modernista: Entonces era un niño de bucles rizados: a la tarde, solía jugar en el jardín; feliz con mi trompeta, mi caja de soldados, sin más novelerías que los cuentos de Grimm. (Canto IV) Los Poemas del mar quizás constituyan la parte más conocida del libro. Está formada por dieciséis sonetos, un final, una dedicatoria a Salvador Rueda y un largo poema titulado "Los puertos, los mares y los hombres de mar"" Sonetos modernistas, con las típicas alteraciones formales que los autores de este movimiento imprimen, escritos en diversos puertos que ha conocido el poeta: Las Palmas, Santa Cruz, Cádiz, Lisboa." Forman un verdadero tributo lírico al ambiente portuario, a las taber- (Teresa Cancio, 1984) https://mdc.ulpgc.es/cdm/singleitem/collection/aguayro/id/2448/rec/4

 

 

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