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Novela negra. Por Ezequiel Duarte:
El nacimiento de un género:
Estados Unidos, fines de la década del 20: el crack de Wall Street, la desocupación, las huelgas, la Ley Seca, los traficantes de alcohol marcan el pulso de la vida en el país. La realidad social en las “junglas de cemento” necesita ser descrita, contada. Así ha de aparecer una nueva forma del relato y la novela policial, que se distinguirá de manera fundamental del policial clásico: la Novela Negra. La cristalización y culminación de este género puede circunscribirse a los años 30 del siglo pasado. La violencia y la corrupción se tornan moneda corriente en un país que comienza a asomar la cabeza como gran potencia mundial. El mito del “sueño americano” se fortalece gracias al nuevo rol que los Estados Unidos juegan en el concierto mundial de naciones como potencia industrial capitalista. El individualismo, las ideas de supervivencia del más fuerte y de ascenso social chocan y se mezclan con la crisis económica y el poder creciente de las mafias.

El nacimiento de un género:
En este contexto, ciertas verdades de oropel van a ser despojadas de su engañosa cubierta dorada por una serie de escritores imbuidos de una nueva conciencia social. Porque si bien las tramas policiales serán las predominantes en el thriller, la construcción del género no se hará desde el policial clásico y la novela-problema sino desde la tradición costumbrista de la literatura estadounidense. Como señala Ricardo Piglia en Lo negro del policial, “en la historia del surgimiento y la definición del género el cuento de Hemingway Los Asesinos (1926) tiene el mismo papel fundador que Los crímenes de la Calle Morgue (1841) de Poe con respecto a la novela de enigma”. En la consolidación de la Novela Negra, la revista mensual Black Mask, que sale a la venta entre 1920 y 1951, tiene un rol clave. Los grandes maestros del thriller, entre ellos su padre fundador, Dashiell Hammett, publican la mayor parte de sus obras allí. Black Mask es un “pulp-magazine”, es decir, una publicación hecha con un papel muy barato, lo que la hace accesible a todo público, requisito fundamental en épocas de malaria económica. No es casual que una revista de bajo costo y de alcance masivo sea el pilar fundamental en el desarrollo y difusión del género: la lógica industrial de los medios de comunicación modernos es inseparable de la turbulenta realidad social que escritores como Hammett, Horace McCoy y Raymond Chandler analizan y denuncian. Sin olvidar que su más afamado director, el “Capitán” Joseph T. Shaw, que asumió en 1926, es el que le da una línea y una orientación a la revista, al buscar la publicación de un relato policial “diferente del establecido por Poe en 1841 y seguido fielmente hasta hoy”; y dándole lugar a todos los grandes escritores del género.

Novela de enigma:
El primer relato policial en la historia de la literatura es Los crímenes de la calle Morgue del bostoniano Edgar Allan Poe, publicado en 1837, alrededor de una década después de que se creara en Londres el primer cuerpo oficial de policía. Este cuento, junto a El misterio de Marie Rogêt y La carta robada, marca el comienzo de la literatura policial y sienta los parámetros que la definirán por los siguientes ochenta años. Nace así la novela de enigma o novela-problema, llamada de esa forma porque el centro del relato es una incógnita, relacionada con un crimen, que debe ser resuelta a través del razonamiento. Esta vertiente se consolidará en el Reino Unido y alcanzará su clímax en la segunda mitad del siglo XIX con la obra del escocés Arthur Conan Doyle, creador del famoso detective Sherlock Holmes. En el futuro, los epígonos de Poe y Doyle no harán más que explotar hasta el hartazgo las mismas fórmulas, llevando este estilo de relato policiaco a la decadencia.

Novela Negra y crítica social:
Ahora bien: ¿Qué elementos habrán de diferenciar a la Novela Negra del policial clásico como para erigirse en un nuevo género? Por empezar, el crimen tiene una significación diferente. Mientras que en la novela-problema aparece como un hecho aislado, del que sólo importa averiguar el “qué” y el “cómo”; en la hard-boiled —tal es otro de los nombres con el que se distingue al policial duro— el delito sólo interesa por su motivación social. Como señala Piglia, en la policial clásica “el delito es tratado como un problema matemático y el crimen es siempre lo otro de la razón. Los crímenes tienden a ser gratuitos porque la gratuidad del móvil fortalece la complejidad del enigma”. En efecto, es el enigma lo que en verdad importa; el rompecabezas que hay que resolver para descubrir al culpable y resolver el delito. El problema es matemático, no social. En cambio, en el thriller el misterio pasa a segundo plano, e incluso puede prescindirse de él. No hay duda de cuál es la razón central detrás de los crímenes: el dinero. Aparece así la motivación social de la delincuencia; el “por qué” cobra fuerza.

Novela Negra y conciencia social:
El contexto de crisis económica mundial y prohibición del alcohol en los Estados Unidos es esencial para comprender la Novela Negra. Sin ir más lejos, el mismísimo Raymond Chandler, uno de los autores claves de la vertiente dura, comenzó a escribir tras perder su empleo como ejecutivo en una empresa petrolera a causa del crack del 29. Del mismo modo, en la novela fundacional del policial negro, Cosecha Roja (1929) de Dashiell Hammett, el detective-héroe decide luchar contra la corrupción política, la mafia de los gángsters y el poder monopólico del empresario local Elihu Wilsson en la ciudad de Personville. Es decir, lo que importa es la lucha contra los males sociales del crimen organizado y las complicidades de las altas esferas del poder político, financiero y especulador; no resolver acertijos. De esta manera, puede decirse que los autores estadounidenses de los años 20 y 30 adquieren una conciencia social y no ven al crimen como un hecho aislado. En El simple arte de matar Chandler dirá que el escritor realista de novelas policiacas habla de “un mundo que no huele bien, pero es el mundo en el que usted vive. No es extraño que un hombre sea asesinado pero es extraño que su muerte sea la marca de lo que llamamos civilización”. Asimismo, en muchas ocasiones lo policial tendrá un lugar cada vez más secundario en beneficio del análisis y la denuncia sociales. Por ejemplo, en Luces de Hollywood de Horace McCoy, lo central en la historia es la gran mentira del mundo hollywoodense, cómo se vende a través de los medios de comunicación (en este caso las revistas de cine) a esa ciudad como una verdadera tierra de oportunidades, donde cualquier chica o chico de pueblo puede convertirse de la nada en un famoso artista de cine y cumplir sus sueños. En definitiva, una versión comprimida del American dream. Shaw es contundente acerca de la ideología detrás de la Novela Negra y su rol crítico de la realidad cuando en 1931 declara: “Creemos estar prestando un servicio público al publicar las historias realistas, fieles a la verdad y aleccionadoras sobre el crimen moderno de autores como Dashiell Hammett, Burnett y Whitfield”.

Narrativa, estilo y personajes:
La técnica narrativa y el estilo son dos puntos centrales en la distinción entre la novela policial negra y la clásica. Como explica Herbert Ruhm, la revista “Black Mask descubrió que en las calles de las ciudades era donde mejor se reflejaba el desorden moral de la época. Los acontecimientos fueron descritos con el lenguaje de esas calles; vulgar, incorrecto, tosco, a veces ingenioso y siempre rudo”. La influencia del costumbrismo estadounidense antes que de la novela-problema se nota con claridad en el lenguaje. El estilo coloquial de la hard-boiled remite a escritores como Mark Twain, Sherwood Anderson y Ring Lardner. Ya no se escamoteará la descripción fría y detallada de los asesinatos, los cadáveres y las personas en sus momentos de mayor bajeza. El lenguaje explicativo se caracteriza por su sencillez, poco uso de la metáfora y empleo de oraciones cortas. Además, el diálogo pasa a tener mayor presencia y peso, al estilo de Hemingway; y marca la diferencia con los diálogos de la policial inglesa por el toque ingenioso y duro que, a decir de Ruhm, enriquece su ritmo coloquial básico. El detective aficionado ¿Qué hay con el protagonista central de todo relato policial, el detective? En la novela de enigma el investigador es por lo habitual un aficionado, una persona que, como el Dupin de Poe, ve en la resolución de los delitos a través de indicios o pistas un pasatiempo y una forma de ejercitar una inteligencia que escapa a la razón común. Es el razonamiento analítico del detective inmóvil; la resolución del hecho a partir de hipótesis lo que caracteriza al investigador clásico. Aquí debe tenerse en cuenta que la novela-problema se desarrolla en una época en que los avances científicos se suceden con velocidad inusitada, lo que lleva a creer que los años de oscurantismo medieval han sido superados y que los adelantos del conocimiento humano llevarán al hombre a la realización plena. En definitiva, el policial clásico nace de un cientificismo triunfante.

El detective de acción:
En cambio, con la Primera Guerra Mundial se agitan los fantasmas de un avance tecnológico amenazador. La ciencia aplicada a la industria de la guerra incrementa el poder autodestructivo del ser humano. En este ambiente aparece el detective de la Novela Negra, que no es otra cosa que un retrato de los auténticos detectives privados norteamericanos. El mismo Hammett fue uno de ellos antes de dedicarse a la literatura. Piglia remarca que “en la novela policial norteamericana no parece haber otro criterio de verdad que la experiencia: el investigador se lanza, ciegamente, al encuentro de los hechos, se deja llevar por los acontecimientos y su investigación produce, fatalmente, nuevos crímenes”. Detectives como Sam Spade (Hammett) y Philip Marlowe (Chandler) son hombres de acción; lejos están de la simple observación y deducción de Dupin. El agente del thriller no comparte la aparente superioridad intelectual del investigador clásico a lo Sherlock Holmes. Mientras que el personaje de Doyle cuenta con un ladero como Watson, que representa a la “inteligencia común” y realza la figura del héroe; Spade o Marlowe cometen errores, son atrapados y golpeados por sus enemigos y avanzan a los tropiezos. De algún modo, puede compararse al detective de la serie negra con el clásico cowboy: ambos son solitarios luchadores, pobres, los impulsa más su deseo de hacer el bien que un fin económico y suelen quebrar las reglas de ser necesario para hacer prevalecer la justicia. Sólo que ahora el salvaje y lejano oeste donde prima la ley del revólver es reemplazado por la gran ciudad, la “jungla de cemento”.

Mundo corrupto:
En Sobre Raymond Chandler, F. Jameson explica que a través de los ojos del detective se ve a la sociedad como un todo. Philip Marlowe permite al lector acceder a unos Estados Unidos con una política doble: “Por un lado, una política nacional deslumbrante cuyas figuras rectoras están investidas de carisma y cuyas prácticas políticas externas aparecen rodeadas de irrealidad y distinción, con programas económicos que parecen tener contenidos intelectuales (…) Por el otro, la política local con sus pequeños odios, su omnipresente corrupción, sus arreglos y su perpetua preocupación por asuntos mezquinos y materialistas”. En definitiva, el valor central del investigador en la Novela Negra deja de ser la capacidad de raciocinio por fuera de lo común. Ahora lo que más se valora es la incorruptibilidad, la decencia; cualidades raras en un mundo salvaje y despiadado. El detective pasa a ser un auténtico profesional, “alguien que hace su trabajo y recibe su sueldo” en palabras de Piglia. Este autor se pregunta si la integridad sustituye a la razón como marca del héroe en el policial. En un contexto en que todos están corrompidos, el agente emerge impoluto, no contaminado por el mundo que lo rodea. Cuando Marlowe rechaza 15 mil dólares al final de la novela El gran sueño, según Piglia, se asiste al nacimiento de un mito.

El crimen de vuelta al callejón:
En conclusión, el carácter realista de la Novela Negra significa una verdadera ruptura y un rechazo respecto de la variante clásica. En El simple arte de matar, Chandler dirá de los relatos de enigma que “en el plano intelectual no aparecen como problemas, y en el plano artístico no aparecen como ficción” en tanto “tienen demasiado poca conciencia de lo que sucede en el mundo”. El mismo Chandler dirá del pionero Hammett que devuelve el crimen al callejón y a aquellos que en verdad tienen un motivo para cometerlo, dos distinciones fundamentales en comparación con la novela-problema, que ubica el delito, sobre todo en la era de decadencia post-Doyle, en lugares cerrados y en las manos del que menos motivación para matar tiene.

Brutalidad:
Luego de la década del 30, el estilo duro irá apartándose de manera paulatina de la trama policial, dándole cada vez menos importancia al crimen específico (el homicidio) para ocuparse de los delitos más difíciles de observar a simple vista, las injusticias de un mundo despiadado y de una vida insignificante. De hecho, los intentos posteriores de novela policíaca hard-boiled, como en el caso de El secuestro de la señorita Blandish (1939) de James Hadley Chase, terminarán en narraciones donde lo morboso, lo brutal y lo violento pasarán a ser el eje central, desplazando al realismo y a la crítica social. (Ezequiel Duarte) (*) Publicado originalmente en suite101.


El Marlowe de Chandler:
Los años le endurecieron y forjaron sobre él un carácter cínico. Pero bajo la piel del inmortal detective creado por Raymond Chandler se oculta una persona observadora, amante del ajedrez, la poesía y la belleza en todas sus formas, alguien que contempla la vida con ironía y aire de pertinaz y amargo individualismo. Aparte de todo ello hay que recalcar una cosa: Marlowe no se vende. Las máximas que dejó escritas Chandler poniéndolas en boca de su detective preferido son un verdadero catálogo de frases cortantes, contundentes, simplemente lapidarias. Las hay a montones en El sueño eterno (1939), Adiós muñeca (1940) o en El largo adiós (1953). En otro momento trataré de rescatar algunas y en breve quiero escribir más sobre un personaje que siempre me fascinó y sobre el hombre que le dio vida en el papel (luego vendría la recreación en el cine, con Bogart o Robert Mitchum poniendo rostro al detective). (hermanotemblon.com)

 

 

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