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Borges: Cuentos:
En 1938, durante una convalecencia tras un accidente, compone su primer cuento fantástico, Tlön, Uqbar, Orbis Tertius, que publicará con otros en el volumen titulado El jardín de senderos que se bifurcan (1941). En 1944 publica Ficciones, libro que contiene al anterior y añade nueve cuentos más. En 1949 aparece El Aleph (con diecisiete cuentos). Estos dos libros son los que le han dado más fama. Les siguieron El Hacedor (1960), que ncluye también poemas, El informe de Brodie (1970), El libro de arena (1975), Borges Rosa y Azul (1977, dos cuentos).

Títulos:
De Ficciones: Tlön, Uqbar, Orbis Tertius, Las ruinas circulares, La lotería de Babilonia, La Biblioteca de Babel, El jardín de senderos que se bifurcan, Funes el memorioso, La muerte y la brújula... De El Aleph: El inmortal, Emma Zunz, La casa Asterión, La otra muerte, Deutches Réquiem, La escritura del Dios, El Aleph... De El Hacedor: Parábola del Palacio, Del rigor de la Ciencia... De El Informe de Brodie: La intrusa y el que da título al libro. De El libro de arena: El Otro, El Congreso...

Temática y sentido:
Se caracterizan, ante todo, y salvo excepciones, porque nos ponen en contacto con lo excepcional, con lo insólito. No estamos, sin embargo, ante simples cuentos fantásticos, aunqie muchos de ellos pueden ampararse bajo su etiqueta, y así lo ha hecho su propio autor. Su verdadero objetivo es proponernos sutiles juegos mentales, invitarnos a complejos ejercicios de imaginación y ponernos ante abismales problemas metafísicos. Frecuentemente, todo ello consigue producir en el lector un auténtico vértigo intelectual. No es dfícil enumerar sus temas predilectos: el mismo Borges ha dicho que hay pocos argumentos posibles; y es que, en el fondo, sus cuentos son variaciones sobre unos temas obsesivos.

La identidad humana:
Es decir, la personalidad del hombre, su consistencia o su inconsistencia, sus extraños desdoblamientos y la posible identidad de todos los hombres. ¿Somos uno o varios? ¿Son todos los hombres el mismo hombre? ¿Somos simples criaturas soñadas por otro, por Dios tal vez?

El destino del hombre:
¿Somos libres? ¿Estamos acaso desempeñando un papel escrito de antemano? ¿Estamos repitiendo sin cesar la misma historia? Por este camino, las meditaciones de Borges desembocan en unas inquietantes preguntas sobre el destino de la civilización. O sobre la fatalidad.

El tiempo:
Pasado, presente y futuro se entrelazan con frecuencia en estos cuentos, como para poner aún más en entredicho el destino del hombre y el sentido de la historia. ¿Es el tiempo una ilusión? Lo que va a suceder ¿ha sucedido ya en otros niveles, sólo aparentemente distintos de aquel en que estamos? La vieja idea del tiempo circular o del eterno retorno es materia esencial de los cuentos de Borges.

La eternidad y el infinito:
Son el reverso de las meditaciones sobre el tiempo y la inconsistencia del mundo. La eternidad (o abolición del tiempo), ¿es una salvación o una condena? La idea del infinito, ¿es un consuelo o una pesadilla? Sea el Infierno un dato de la religión natural o solamente de la religión revelada, lo cierto es que ningún otro asunto de la teología es para mí de igual fascinación y poder. En La duración del Infierno conjetura que, más allá de la oscuridad y el fuego, el atributo de eternidad es el horroroso, ¿debemos suponer el mismo horror en un Cielo eterno? Borges se interesó por la Biblia y la espiritualidad de los judíos. Acaba abismándose en el Antiguo y Nuevo Testamento. Fue su abuela de origen inglés la que le introdujo muy temprano en las historias bíblicas. Hace un uso frecuente de citas de pasajes bíblicos. Emplea profusamente la simbología bíblica y la secularización de algunos problemas, a los que acaba convirtiendo en paradigmas fundamentales de su imaginería. Considera al Libro de Job como una historia sin parangón. Libro esencial de la humanidad, la obra mayor de todas las literaturas.

El mundo como laberinto:
Todos los interrogantes con que hemos resumido la temática de Borges, confluyen en una visión laberíntica del ser del mundo y del existir del hombre. Es el laberinto de no saber qué es real y qué es ilusorio; de no saber cómo escoger ante esos senderos que se bifurcan en el espacio o en el tiempo.

La muerte:
que inevitablemente espera al hombre al final del sendero o del laberinto. Es la coronación de los destinos. Es condena o alivio. ¿O acaso es otra apariencia, y seguimos viviendo para repetir nuestra historia o para vivir otras historias, para vivir toda la historia? De nuevo desembocamos en temas antes señalados: la identidad, el tiempo circular, la eternidad... (con referencias al mito de la transmigración de las almas).

Estamos ante una narrativa de alcances metafísicos. Pero una temática como la de Borges, ¿Significa que nos hallamos ante un filósofo que escribe cuentos? Responder afirmativamente sería una equivocación y una banalidad. Es cierto que en sus cuentos se esconden sus inquietudes y sus interrogantes, y hasta su angustia por los absurdos del mundo y los enigmas del vivir humano. Pero nada más lejos de su intención que construir un sistema filosófico (él, que tanto ha ironizado sobre los sistemas).

Como señala Anderson Imbert, sus cavilaciones metafísicas son inseparables de sus intuiciones poéticas. Lo que a Borges le interesa es la belleza de las teorías, mitos y ciencias en que no puede creer [...] Es radicalmente excéptico, pero cree en la belleza de las teorías, las colecciona y, al estirarlas hasta sus últimas consecuencias, las reduce al absurdo. Borges es, ante todo, un creador, un poeta. Y como tal se apasiona por las ideas ya sea la filosofía idealista, ya las corrientes esotéricas (la Cábala, en particular), ya los posibles sentidos de los mitos clásicos. Por todo ello -junto a sus inquietudes y angustias- es esencial lo que en Borges hay de juego, de ironía o de puro placer de fabular, de crear. Placer que se contagia irremediablemente al lector que entra en el juego sin dejar por eso de inquietarle también. (Fuente: V. Tusón y F. Lázaro)

 

 

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