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Literatura fantástica:
Tzvetan Todorov llevó a cabo un renombrado estudio sobre literatura fantástica. Sus definiciones tienen amplia aceptación y a la vez son con frecuencia discutidas. Entronca con los mitos clásicos pero se trata de realzar los elementos originales de un nuevo género. La humanidad mantuvo durante muchos siglos una visión mágica sobre las causas de los fenómenos naturales extraordinarios como plagas, cometas, terremotos y sequías. Los hechos sobrenaturales que aparecen en la Biblia se realizan por voluntad de Dios. La acción de los demonios sirvieron como explicación para fenómenos naturales sin causas evidentes como la esquizofrenia o las deformidades. Los cuentos infantiles clásicos acostumbraron al público infantil a los habituales poderes sobrenaturales de brujas, hadas, hechiceros y duendes. La Divina Comedia de Dante describe entornos grandiosos y criaturas nunca antes imaginadas sujetas a leyes propias. Los entornos en los que transcurren los viajes de Gulliver (J.Swift) poseen características muy diversas entre sí.

Elementos característicos según Todorov:
Lo extraño puro, donde se relatan acontecimientos que pueden ser explicados por medio de las leyes de la razón y son, de una manera u otra, increíbles, extraordinarios, chocantes, singulares, inquietantes, insólitos y provocan en el lector real y en el personaje una reacción semejante a la inducida por el texto fantástico puro. La explicación racional no parte directamente del texto, sino que el lector real, por medio de indicios que éste ofrece, la obtiene. La pura literatura de horror pertenece a este género y se relaciona con lo fantástico puro en el hecho de que posee descripciones que provocan horror, temor o terror. Un ejemplo sería Los diez negritos de Agatha Christie.
Lo fantástico extraño, donde los acontecimientos que, a lo largo del relato parecen sobrenaturales, reciben, finalmente, una explicación racional. La explicación parte del mismo texto y no de suposiciones deducidas por el lector a través de indicios. En Manuscrito encontrado en Zaragoza (Jan Potocki, 1804), Alfonso van Worden, oficial de la Guardia Valona de viaje por el sur de España, tiene extraños encuentros con endemoniados, miembros de la Inquisición, cabalistas e incluso Ahasvero, el Judío Errante. Los episodios están en función de un plan de un misterioso personaje que pretende que realice un rito de iniciación.

Lo fantástico maravilloso, que es la clase de relato es el que más se acerca a lo fantástico puro por el hecho de quedar inexplicado, no racionalizado, nos sugiere en efecto la existencia de lo sobrenatural; sin embargo, la presencia o ausencia de ciertos detalles permiten siempre tomar una decisión. El hecho fantástico tiene resolución por medio de otro hecho fantástico que en vez de resolver el misterio lo que hace es complicar más lo inexplicable. La muerta enamorada de Théophile Gautier es un relato vampírico narrado en primera persona por su protagonista. Se decía en la localidad que la mujer fatal Clarimonde, perdición de Romuald, había muerto y regresado de la tumba varias veces.
Lo maravilloso puro, en este caso, los elementos sobrenaturales no provocan ninguna reacción particular en los personajes ni en el lector implícito, pero sí en el lector real. Lo característico de lo maravilloso no es una actitud hacia los acontecimientos relatados, sino la naturaleza misma de esos acontecimientos. Se acostumbra a relacionar el género de lo maravilloso con el cuento de hadas; en realidad, el cuento de hadas no es más que una de las variedades de lo maravilloso y los acontecimientos sobrenaturales no provocan en él sorpresa alguna.

Primeros autores:
Las obras El castillo de Otranto (Horace Walpole, 1764), y El diablo enamorado (Jacques Cazotte, 1772), están consideradas como las primeras novelas fantásticas. Algunos autores románticos, como E.T.A. Hoffmann y Edgar Allan Poe, cultivaron el género, otorgándo a sus relatos fantásticos un cariz de terror psicológico que habría de presagiar en cierto grado el descubrimiento del inconsciente (Freud se inspira en un relato de Hoffmann para su definición de lo siniestro) y la concepción contemporánea de la mente como creadora de realidad, dotándola de elementos fantásticos. Otros hitos en la historia de la literatura fantástica son Frankenstein o el moderno Prometeo (Mary Shelley, 1818), Drácula (Bram Stoker, 1897) o El extraño caso del doctor Jekyll y míster Hyde (R. L. Stevenson, 1886).

Agotamiento del género:
Durante la transición del siglo XIX al siglo XX, el paradigma epistemológico de Occidente sufre diversas sacudidas. Su inflexible orden racional se ve sacudido desde todos los campos del saber: las ciencias humanas (Marx), la filosofía (Nietzsche), la psicología (Freud) e incluso la física (Einstein). La revolución que supone la relativización de todo el conocimiento acumulado durante siglos es recogida desde el arte dinamitando todos los presupuestos históricos, incluido el propio concepto de realidad. Un suceso sobrenatural ya no puede amenazar un orden inconsistente. Los escritores reaccionan de dos maneras: regresando a la literatura mitológica (Lovecraft, Lord Dunsany) o introduciendo el fenómeno sobrenatural ya no como un inquietante misterio, sino como un elemento integrado con naturalidad en el mundo. La Metamorfosis de Kafka empieza presentándonos a su protagonista como un insecto, sin que esto merezca ninguna explicación por parte del narrador ni haga tambalear la visión del mundo de ninguno de los personajes de la historia.

Lo neofantástico y lo maravilloso:
Se relaciona también con el llamado realismo mágico, que fue denominador común de muchos de los escritores del boom hispanoamericano, y que tiene su principal referente en Gabriel García Márquez con su novela Cien años de soledad. La literatura maravillosa ha creado un público y un sector editorial especializado, gracias al gran éxito iniciado por Lovecraft. J. R. R. Tolkien, C. S. Lewis, J. K. Rowling y Ursula K. LeGuin son muy conocidos por sus notables e imaginativas obras. Robert E. Howard situó a su personaje Conan el bárbaro en un entorno salvaje donde debe enfrentarse a temibles criaturas. Terry Pratchett aborda el género desde la posmoderna perspectiva de la parodia y la metaficción. George R. R. Martin, creador de la saga Juego de Tronos, convertida en popular serie de televisión, disfruta de un éxito excepcional. Esta literatura se conoce igualmente bajo el nombre de literatura fantástica, si bien esta definición es imprecisa.


Capacidad de explicar lo sobrenatural:
La pregunta inmediata es: ¿y cuál es el sentido del universo inorgánico? Para responder a esto de modo no autorreferente (evitando decir «la intención del universo es seguir siendo universo más y más», por ejemplo) debemos referirnos a algo que no forme parte del universo mismo, es decir, de la naturaleza tal como la conocemos: algo «sobrenatural», lo cual es apelar auténticamente a lo desconocido porque nadie sabe realmente a qué se podría parecer algo «sobrenatural». Con razón dijo Wittgenstein en su Tractatus logico-philosophicus, otra de las piezas maestras de la filosofía de este siglo: «El sentido del mundo debe de encontrarse fuera del mundo». Muy bien, pero ¿dónde? ¿Tiene el mundo un «fuera»? ¿Acaba la pregunta acerca del sentido donde acaba el mundo o se puede seguir preguntando por el sentido «más allá»? (Fernando Savater)


John Ronald Reuel Tolkien (1892-1973):
Especialista en historia medieval, filólogo y escritor de ficción británico nacido en Bloemfontein (Sudáfrica). Dio clases de Literatura inglesa medieval en la Universidad de Oxford. Los conocimientos que sobre esta materia poseía resultan evidentes en sus obras de carácter épico, que se desarrollan en un mundo fantástico creado por él mismo y llamado Tierra Media. Escribió El Hobbit (1937) para sus hijos. Su continuación, la trilogía titulada El señor de los anillos (1954-1955), es un cuento imaginativo y profundo acerca de la lucha entre las fuerzas del bien y del mal por la posesión de un anillo mágico en un mundo de elfos, hadas y dragones. Esta obra obtuvo un enorme éxito desde su misma publicación y animó a la lectura a un público de todas las edades. Las 3 partes que componen El señor de los anillos son: La comunidad del anillo, Las dos torres y El retorno del rey. En 2001, 2002 y 2003 se estrenaron la primera, segunda y tercera parte de la adaptación cinematográfica de la trilogía, dirigidas por Peter Jackson. El Silmarillion (1977), que relata los comienzos mitológicos de Tierra Media, Cuentos inconclusos (1980), que contiene cuentos que no se incluyeron en sus otros libros, y Los Hijos de Húrin (2007) fueron publicados por su hijo. Aparte de su labor creativa, llevó a cabo estudios de crítica literaria y fue profesor en Oxford entre 1945 y 1959, donde coincidió y fue amigo de C.S. Lewis que cultivaba el mismo género y hasta los mismos temas, aunque la amistad decayó por los celos que sentía Lewis del éxito literario de El señor de los anillos, frente a sus Historias de Narnia. (Encarta)


Realismo mágico:
Género de ficción cultivado principalmente por los novelistas iberoamericanos durante la segunda mitad del siglo XX. El término fue acuñado al parecer por el novelista cubano Alejo Carpentier al formular la siguiente pregunta: '¿Qué es la historia de América Latina sino una crónica de lo maravilloso en lo real?'. Lo hizo en el prólogo a su novela El reino de este mundo, publicada en 1949. Posteriormente Alistair Reid lo introdujo en el vocabulario de la crítica. El venezolano Arturo Uslar Pietri empleó exactamente el término realismo mágico en 1948, aplicado a la literatura hispanoamericana. El realismo mágico, como gran parte de la literatura de la segunda mitad de siglo, es esencialmente ecléctico. Funde la realidad narrativa con elementos fantásticos y fabulosos, no tanto para reconciliarlos como para exagerar su aparente discordancia. El reto que esto supone para la noción común de la 'realidad' lleva implícito un cuestionamiento de la 'verdad' que a su vez puede socavar de manera deliberada el texto y las palabras, y en ocasiones la autoridad de la propia novela. Estas tendencias se encuentran ya presentes en primeros novelistas, seminovelistas y antinovelistas como François Rabelais y Laurence Sterne; otros precedentes más inmediatos pueden ser las novelas de Vladimir Nabokov Pálido fuego (1962) y El tambor de hojalata (1959) de Günter Grass.

Latinoamericanos:
Pero el realismo mágico floreció con esplendor en la literatura latinoamericana de 1960 y 1970, a raíz de las discrepancias surgidas entre cultura de la tecnología y cultura de la superstición, y en un momento en que el auge de las dictaduras políticas convirtió la palabra en una herramienta infinitamente preciada y manipulable. Al margen del propio Carpentier, que cultivó el realismo mágico en novelas como Los pasos perdidos, los principales autores del género son Miguel Ángel Asturias, Carlos Fuentes, Julio Cortázar, Mario Vargas Llosa y, sobre todo, Gabriel García Márquez. Las novelas de este último, Cien años de soledad (1967), El otoño del patriarca (1975) y Crónica de una muerte anunciada (1981) siguen siendo las cumbres del género. Fuera del continente americano el realismo mágico ha influido notablemente en la obra del italiano Italo Calvino y del checo Milan Kundera. La tradición inglesa ha tardado más en asimilar el impacto del género, y sin duda no es casual que se deje sentir con mayor intensidad en las novelas de Salman Rushdie Hijos de la medianoche (1981) y Los versos satánicos (1988). (Fuente: Encarta y Wikipedia)

 

 

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