Africa: Magreb             

 

Magreb: Sociedad:
Población:
Cerca de las tres cuartas partes de la población del Magreb, de un total de 70 millones de habitantes viven en Marruecos (27 millones, incluido el Sahara Occidental) y Argelia (27 millones). Túnez tiene una población cercana a los 8,6 millones; Libia, 4,6 millones; y Mauritania, 2,2 millones. Los índices de mortalidad han descendido más rápidamente que los de fertilidad a lo largo de los últimos treinta años y, a consecuencia de ello, la población ha crecido muy rápidamente, creciendo más del 3% anual entre 1960 y 1990. Cifra que se espera duplicar en los próximos 25 años, debido fundamentalmente a la joven estructura de edad de la población —cerca del 40% de los magrebíes son menores de 15 años—. Estas tendencias demográficas han provocado crecientes demandas de vivienda, empleo y servicios sanitarios y educativos. En Marruecos, por ejemplo, se necesitan crear cada año 100.000 empleos adicionales para satisfacer las demandas de las personas que ingresan en el mercado laboral, a pesar de lo cual en 1992 casi un tercio de la población comprendida entre los 15 y los 25 años se encontraba desempleada. Una situación similar en Argelia ha provocado un aumento de los problemas políticos en ese país. Todas estas tendencias demográficas en el Magreb han forzado a numerosas personas a emigrar hacia Europa occidental, lo que ha avivado los temores entre los países de la Unión Europea ante un incremento masivo de la corriente inmigratoria.

Principales ciudades:
La población de la región no sólo ha crecido rápidamente, sino que también se ha ido urbanizando. En 1960 los niveles de urbanización en el Magreb no superaban en ningún caso el 25%, oscilando entre el 3,4% en Mauritania y el 36% en Túnez. En 1995, el ritmo de urbanización variaba dependiendo de los países: los niveles se mantenían por debajo del 50% en Argelia, Mauritania y Marruecos, llegando hasta el 54% en Túnez y hasta cerca del 70% en Libia. Las ciudades crecen rápidamente no sólo debido al crecimiento generalizado de la población, sino también al elevado nivel registrado en el proceso de migración entre el campo y la ciudad. Algunas de las principales ciudades magrebíes están rodeadas de bidonvilles, barriadas formadas por viviendas provisionales, a menudo con escasos servicios públicos y mobiliario urbano que puede encontrarse en cualquier otro barrio residencial. Algunas áreas urbanas deprimidas del casco histórico de las ciudades se han convertido en guetos en los que se hacinan los habitantes llegados de las áreas rurales. La mayor parte de las ciudades de la región se concentran en la franja litoral. Entre éstas se incluyen las cinco capitales de los países que conforman el Magreb: Nouakchott (Mauritania), Rabat (Marruecos), Argel (Argelia), Túnez (Túnez) y Trípoli (Libia). La principal ciudad de la región, además de destacado puerto pesquero, es Casablanca, la primera de una larga lista entre las que destacan Agadir, Tánger, Orán, Constantina y Bengasi. Las dos únicas ciudades importantes localizadas en el interior de la región son las dos capitales históricas de Marruecos, Fez y Marrakech.

Religión:
El islam es el principal vínculo de unión entre los países del Magreb; más del 97% de la población de cada estado es musulmana. Marruecos, Argelia, Túnez y Libia tuvieron, en algún momento de su historia, importantes comunidades judías, pese a lo cual, desde la independencia de estos países, la mayor parte de sus habitantes hebreos han emigrado hacia Europa occidental o a Israel. Pequeñas comunidades permanecen en algunos centros urbanos importantes y en la tunecina isla de Yerba (Jarbah). En los cinco países también existen pequeñas comunidades de cristianos expatriados. La gran mayoría de los musulmanes del Magreb son suníes de rito malequita y de inspiración sufí. Numerosas cofradías sufíes se han desarrollado a lo largo de los siglos, desarrollando, en algunos casos, un poder tanto temporal como religioso —sobre todo, la Tijaniya, que jugó un papel primordial en el comercio trans-sahariano; y la Sanusi, que llegó a ser identificada con la monarquía libia que gobernó el país hasta el estallido revolucionario. En el Magreb actual, las formas tradicionales en las que se manifiestan la religiosidad islámica están sufriendo un serio reto por parte del denominado islamismo o fundamentalismo islámico, movimiento político-religioso en auge que busca incorporar los valores islámicos universales en la actividad política y en la vida cotidiana de los hombres y mujeres que habitan los países musulmanes.

Principales lenguas habladas:
La uniformidad existente en lo que se refiere a la religión en el Magreb no es aplicable a la lengua. La más extendida en los cinco países, así como en el Sahara Occidental, es el árabe. No obstante, el francés, el idioma impuesto por los regímenes colonial y de protectorado en Mauritania, Argelia, Túnez y la mayor parte de Marruecos, es aún predominante en los negocios, la enseñanza secundaria y superior y la administración pública. El uso del francés se está reduciendo debido a que la mayoría de los estados magrebíes han adoptado políticas de arabización tendentes a expandir el uso de la lengua árabe, lo que favorece el desarrollo de la identidad nacional. Una importante minoría de la población de la región no tiene al árabe como lengua materna, sino alguna de las lenguas bereberes existentes, no relacionadas con aquélla. Las lenguas bereberes se hablan fundamentalmente en las montañas y otras áreas rurales de Marruecos y Argelia, aunque también existen pequeñas comunidades bereberes en Túnez y Libia. La situación de los bereberes, el pueblo nativo del norte de África, y sus distintas variantes lingüísticas se ha convertido en un asunto político de notable relevancia en Marruecos y Argelia. En ambos casos, las comunidades buscan, más que aspiraciones autonómicas o separatistas, protección de sus señas de identidad lingüísticas y culturales. Argelia y Libia cuentan, además, con pequeñas poblaciones de tuaregs, pueblo bereber, en gran parte nómada, que se distribuye a lo largo del Sahel. Finalmente, en el sur de Mauritania el valle del río Senegal está habitado principalmente por grupos bantúes que hablan lenguas bantúes de tipo atlántico occidental.

Cultura:
La sociedad magrebí se ha transformado en gran medida a lo largo del siglo XX. No sólo en lo que se refiere al número de gente que, cada vez más, vive en áreas urbanas ocupada en actividades relacionadas con los sectores económicos secundario y terciario, sino que cada vez son más los habitantes de la región que tienen contacto con Occidente y su cultura, bien sea a través de la emigración, a través de los turistas europeos que visitan el Magreb y a través de los medios de comunicación y de los productos importados occidentales. No obstante, persisten algunas pautas centenarias: pese a la creciente pérdida de influencia, la tribu permanece como un elemento importante de las sociedades del Magreb, sobre todo en las áreas rurales y en aquellas zonas en las que el nomadismo aún se practica. La tribu también tiene un papel destacado en la actividad política, sobre todo en Libia, donde el régimen detenta el poder a través de un complejo equilibro entre los distintos grupos tribales. Las tribus se dividen en subtribus y clanes, lo que confiere a un gran número de personas una fuerte vinculación con la región y la cultura a la que pertenecen. No obstante, la unidad social más importante en el Magreb es la familia, generalmente en sentido extenso. El papel de las mujeres, como sucede en la mayoría de las sociedades islámicas, es totalmente distinto al de las mujeres occidentales. La poligamia fue habitual en el pasado, y la igualdad entre los sexos aún no es aceptada por un montón de hombres. Un gran número de mujeres no trabaja fuera de casa o del negocio familiar, siendo habitual que su tiempo lo dediquen a los problemas familiares. Todo ello hace que pocas mujeres hayan alcanzado puestos de prestigio en los negocios o en el gobierno, aunque esto está cambiando de manera gradual, principalmente por el aumento en el número de mujeres que acceden a un mayor nivel educativo y cultural. Algunos sectores islamistas, no obstante, se oponen a este desarrollo de las mujeres magrebíes, lo que ha provocado numerosas polémicas en torno al asunto.

Economía:
Las economías de los cinco países magrebíes son bastante distintas entre sí. La economía libia está dominada de manera abrumadora por la actividad petrolera, sujeta al control estatal. Argelia se halla en proceso de transición entre una economía planificada que mantiene una fuerte dependencia respecto del petróleo y del gas natural, pese a contar con otros apartados con potencial interés económico, y una economía de mercado. Túnez y Marruecos tienen economías de libre mercado en las que la agricultura, el turismo y la explotación minera ocupan un lugar primordial. Mauritania exporta pescado y mineral de hierro, pese a lo cual su economía depende en gran medida de la ayuda internacional.

Agricultura y recursos naturales:
El nomadismo fue en el pasado una importante forma de vida para muchos habitantes del Magreb. A través del desierto y de las regiones montañosas, rebaños de camellos, ovejas y cabras fueron conducidos en busca de agua y alimentos. En el siglo XX esta forma de vida ha sufrido un rápido declive, si bien aún es practicada por algunos grupos, sobre todo en Mauritania. La agricultura de carácter sedentario domina en el sector primario de la economía magrebí, aunque el árido interior del Sahara sólo permite los cultivos en aislados oasis. El agua de lluvia precipitada de forma intensiva y los cultivos de regadío son sólo posibles a lo largo de la costa mediterránea, a lo largo de la costa atlántica de Marruecos, en algunas llanuras del interior, y a lo largo del valle del río Senegal, en Mauritania. Todos los estados magrebíes deben importar productos alimenticios, principalmente cereales. No obstante, Túnez y Marruecos exportan cantidades significativas de productos agrícolas, en concreto frutas y hortalizas, con destino a la Unión Europea. Esta cuestión del acceso de los productos del Magreb a estos mercados europeos es de importancia vital para la región norteafricana, sobre todo después del establecimiento de un mercado único europeo. El Magreb es rico en petróleo y gas natural; la mayor parte de los depósitos se encuentran en el interior del Sahara. Libia es uno de los principales países exportadores de petróleo del mundo. Argelia es también un destacado exportador de crudo, pese a lo cual es, sobre todo, conocido a nivel internacional como país productor de gas natural. Túnez es un productor menor de petróleo; Marruecos y Mauritania, por contra, son fuertemente dependientes de las importaciones de petróleo. El Magreb es también rico en fosfatos: Marruecos es el exportador más importante del mundo, y Argelia y Túnez explotan y procesan considerables cantidades, exportando una gran parte a los mercados europeos. Marruecos y Mauritania exportan, además, mineral de oro.

Industria:
El Magreb es famoso por su industria artesanal; entre sus principales productos destacan alfombras, alfarería y trabajos en cuero. El moderno sector industrial se limita y concentra principalmente en la producción textil, de cemento, acero y petroquímica, así como en el procesado de alimentos. El turismo es prácticamente inexistente en Mauritania, Argelia y Libia, pero es una importante fuente de ingresos de divisas extranjeras en Túnez y Marruecos. Ambos países se ven beneficiados por su proximidad a Europa, sus climas cálidos, sus extensas playas, sus espectaculares regiones desérticas y montañosas y sus históricas ciudades. El hecho de que un gran número de argelinos, tunecinos y marroquíes trabajen en Europa supone que los tres países se vean beneficiados de manera considerable por las remesas de dinero enviadas a sus familiares por aquéllos.

Perspectivas de futuro:
Los graves problemas económicos persisten en la región. En todos estos países, excepto en Libia, un elevado porcentaje de la población dispone de unos ingresos económicos extremadamente bajos; Mauritania se encuentra entre los países más pobres del mundo. De cara a la competitiva carrera comercial mundial, el Magreb ha encontrado gran dificultad para desarrollar la industria manufacturera, por lo que su economía depende aún en gran medida de la exportación de productos primarios. Como resultado de todo ello, las economías de la región son muy vulnerables a los factores de variabilidad en la coyuntura económica, tales como el cambio climático y las fluctuaciones en los precios mundiales de sus principales exportaciones. Libia y Argelia, de forma adicional, se enfrentan a la perspectiva de que los recursos que permiten a sus habitantes seguir adelante en la senda hacia el desarrollo se mantengan en el siglo XXI, garantizando la estabilidad económica, y por ende social, en sus respectivos países. Excepto Libia, todos los países del Magreb tienen abultadas deudas nacionales, lo que les ha llevado a introducir reformas económicas impuestas por el Fondo Monetario Internacional, sobre todo las referidas al recorte en el gasto del sector público y la reducción de los subsidios. Entre los factores que favorecen el optimismo con respecto al potencial desarrollo de la región destaca su proximidad a Europa occidental. Marruecos y Túnez están abriendo el camino en lo referente a desarrollar mayores vínculos económicos con la Unión Europea, mediante la firma de acuerdos de asociación en 1995. No obstante, el potencial de Europa como mercado está limitado por el hecho de que la región norteafricana en su conjunto envía ya un 60% de sus exportaciones a la UE. Otra posibilidad es que su mano de obra barata y la economías de mercado establecidas posibiliten a Marruecos y a Túnez seguir la senda abierta por los ‘tigres económicos’ del Sureste y Extremo Oriente asiáticos. Una tercera posibilidad es que la UMA pudiera desarrollarse como un mercado común regional, aunque por el momento esa posibilidad permanece aún muy lejana. (Encarta)


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