Magreb: Historia             

 

Magreb: Historia:
El Magreb ha sufrido numerosas invasiones y ocupaciones por parte de numerosos grupos procedentes del Próximo Oriente y Europa, desde los fenicios llegados en el siglo VIII a.C. de las costas del actual Líbano, hasta los franceses, españoles e italianos asentados durante la primera mitad del siglo XX. La continuidad ha sido proporcionada por los bereberes, que ya habitaban el norte de África cuando arribaron los fenicios. Los bereberes son un pueblo ‘amalgama’, cuyos orígenes resultan poco claros; su nombre deriva del latín barbari, denominación dada por los romanos a todos los pueblos que les resultaban extraños. Los distintos grupos bereberes constituyen un grupo común de lenguas, algunas de las cuales siguen siendo ininteligibles entre sí. En las montañas y a lo largo de la costa recogían cosechas de cultivos variados y criaban animales, mientras que su existencia en la región desértica era nómada. En torno al año 1000 a.C. se inició el comercio a través del Sahara, inicialmente a pequeña escala, aunque posteriormente se convirtió en una importante actividad económica que desempeñó un destacado papel en el auge de los puertos norteafricanos y de ciudades como Fez. Cuando se inició el comercio transahariano, era mucho más pequeño de lo que es en la actualidad, y la travesía era realizada mediante carretas tiradas por bueyes. Según fue aumentando la desertización del Sahara, los camellos (introducidos por los romanos) se convirtieron en el principal medio de transporte. El comercio recibió un fuerte impulso tras la llegada de los árabes, alcanzando su momento de máximo esplendor entre los siglos X y XVI, si bien continuó, aunque en menor escala, hasta el siglo XX. Durante esa ‘época dorada’ del comercio transahariano, el oro y los esclavos fueron las principales ‘mercancías’ que se enviaban hacia los puertos terminales del norte, como Fez, Túnez y Trípoli, desde donde eran embarcados. La sal, las armas de fuego y las conchas de cauri (empleadas como unidad monetaria) fueron los principales bienes que se enviaban hacia el sur para ser vendidos en los mercados subsaharianos. En el siglo VIII a.C., los fenicios, el pueblo comercial por excelencia del Mediterráneo occidental, comenzaron a establecer asentamientos comerciales a lo largo de la costa septentrional africana, excepto en Cirenaica, donde los griegos constituían una dura competencia al estar allí asentados desde el siglo VII a.C. Cartago, próxima a la actual ciudad de Túnez, fue el más relevante de esos asentamientos. Los fenicios se hicieron con mayores cotas de poder, convirtiéndose en un imperio por derecho propio en el siglo V a.C. Cartago fue derrotado por los romanos en el 146 a.C., aunque Roma tardó un siglo en establecer un control efectivo sobre la región (véase Guerras Púnicas; Imperio de Roma). Finalmente, ellos se hicieron con el control no sólo de la mayor parte del litoral, sino también de partes del interior. Los romanos convirtieron la región en un área de producción de grano, establecieron una floreciente civilización urbana e introdujeron el cristianismo. El declive de Roma en el Magreb, sobre todo a partir del año 429, supuso la pérdida de su supremacía en la región, que pasó a manos de vándalos, bizantinos y bereberes, hasta la llegada de los árabes.

La invasión árabe:
Desde su nacimiento en la península Arábiga, el islam no fue exclusivamente una religión; fue también un sistema de gobierno y una fuerza militar. En los siglos VII y VIII, oleadas de invasores árabes se extendieron por el Magreb procedentes de Egipto, introduciendo en la región dos elementos fundamentales en las señas de identidad del Magreb actual: la lengua árabe y el islam. Inicialmente este desarrollo supuso el control sobre la región de los gobernantes del Próximo Oriente, pero para finales del siglo VIII habían comenzado a constituirse nuevos imperios formados por los propios habitantes de la región. Con posterioridad, una serie de dinastías gobernaron el norte de África, llegando incluso a expandirse por África occidental (siglos XVI y XVII) y la península Ibérica (siglos XI-XV), a menudo enfrentados a dos imperios competidores localizados en los territorios de los actuales Túnez y Marruecos. Estos dos imperios, el de los almorávides, cuyo imperio se hizo con el control de la región en el siglo XI, y el de los almohades, tuvieron como principal característica el estar dirigidos por grupos bereberes, no por árabes. Durante muchos siglos, la población árabe estuvo concentrada en las áreas urbanas, expandiéndose por las áreas rurales sólo de manera gradual. La adopción de la lengua árabe por los bereberes fue también un proceso lento. A comienzos del siglo XVI el Imperio otomano comenzó a involucrarse en el Magreb, de tal forma que a finales de esa centuria controlaba Libia, Argelia y Túnez. El Magreb oriental permaneció dentro del Imperio otomano durante otros 250 años, aunque en los últimos momentos Argelia, Túnez y Libia pasaron a ser territorios más o menos autónomos. Desde el siglo XVI Marruecos tuvo que competir con el creciente poder militar y comercial de los estados de Europa occidental, con frecuentes misiones comerciales y el establecimiento de una serie de enclaves españoles y portugueses en la costa.

Dominio colonial e independencia:
El periodo colonial se inició con la invasión francesa de Argelia en 1830. Durante más de 100 años los franceses intentaron integrar Argelia en Francia, sobre todo por el gran número de recursos naturales con que contaba el país magrebí. Desde 1881, Francia también pasó a controlar Túnez, aunque en este caso el país se convirtió en un protectorado. La rivalidad fue intensa por el control de Marruecos, que en 1912 se convirtió en un protectorado dividido entre Francia, que controlaba la mayor parte del territorio marroquí, y España, que controlaba áreas más pequeñas del norte (el Rif) y el sur (franja de Tarfaya). En Libia, la rivalidad entre un Imperio otomano en declive y una pujante Italia surgió de manera clara durante la I Guerra Mundial, aunque Italia tan sólo fue capaz de completar su ocupación a comienzos de la década de 1930. Desde el final de la II Guerra Mundial, Libia estuvo bajo administración militar francesa y británica. El Sahara Occidental y Mauritania quedaron a finales del siglo XIX y comienzos del XX bajo control español y francés, respectivamente. No obstante, fue en Argelia, Túnez y Marruecos en donde la experiencia colonial fue más intensa. Los franceses introdujeron gran parte de sus parámetros culturales y de organización de la actividad económica, orientando las economías de los tres países de acuerdo con las necesidades de los mercados de la metrópoli. La independencia de los cinco países que integran el Magreb tuvo lugar entre 1951 y 1962. El primero en hacerlo fue Libia, que se convirtió en estado independiente en 1951, adoptando la monarquía como forma de gobierno bajo la dinastía de los Sanusi, que se mantuvieron en el poder durante los dieciocho años siguientes. Los protectorados en Marruecos y Túnez finalizaron en 1956. En Marruecos, la dinastía Alauí, que había gobernado antes y durante el protectorado, se mantuvo en el poder. Al poco tiempo de lograr la independencia, Túnez optó por el régimen republicano, en un sistema de partido único en la práctica. Mauritania obtuvo su independencia en 1960. Pese a todo, la experiencia más amarga de descolonización se produjo en Argelia, en donde existía un gran número de colonos de origen francés asentados en su territorio. Fue el único país que tuvo que luchar para conseguir su independencia, a la que accedió finalmente en 1962 después de la muerte de más de un millón de personas.

El Magreb actual:
Tras la independencia, los estados del Magreb adoptaron distintos sistemas políticos. La pro-occidental monarquía marroquí ha comenzado sólo en fechas recientes a permitir el desarrollo de un sistema político democrático. El sistema de partido único tunecino, también pro-occidental, ha accedido también a la apertura política; el desarrollo político de Mauritania ha sido similar. La monarquía libia fue derrocada en 1969, siendo sustituida por un régimen dictatorial encabezado por el coronel Muammar al-Gaddafi, quien estableció un régimen socialista panislámico que le ha enfrentado en numerosas ocasiones con los países occidentales. En Argelia se estableció un régimen socialista, en estrecha conexión con otros países no-alineados. Su reciente transición hacia la democracia ha sido particularmente traumática. Numerosas son las tensiones políticas que existen en toda la región. Este hecho ha provocado que la UMA, organización creada en 1989 con el fin de promover la cooperación regional, permanezca en la práctica como un acuerdo sin validez, en el que abundan promesas que apenas tienen cumplimiento. Las numerosas rivalidades, alimentadas por las disputas territoriales, han dominado las relaciones entre Argelia y Marruecos. La rivalidad también se ha manifestado en el asunto del Sahara Occidental: Argelia ha apoyado al Frente Polisario (movimiento político-militar que propugna la independencia del territorio respecto a Marruecos, que ocupa el territorio desde 1975). La Organización de las Naciones Unidas ha efectuado desde la década de 1980 numerosos esfuerzos tendentes a pacificar la zona; todos estos esfuerzos se han concretado en la organización de un referéndum por el que los habitantes del territorio decidan libremente la adscripción del Sahara Occidental a Marruecos o la plena soberanía. No obstante, los conflictos más graves han sido de carácter interno. En Argelia, el gobierno (dominado por los militares) se ha hecho fuerte en el poder desde que se produjera un golpe de Estado por el que se impidió que los islamistas del Frente Islámico de Salvación (FIS) obtuvieran la prevista mayoría en la segunda vuelta de las elecciones generales, que se deberían haber celebrado en enero de 1992. Ello ha provocado el inicio de una auténtica guerra civil en la que a las tácticas terroristas de los guerrilleros islamistas se le une la represión contra la oposición, sobre todo contra la partidaria del diálogo con el FIS. De forma más general, los grupos que propugnan por el retorno a los fundamentos del islam, y la reorientación de la vida política de acuerdo a los preceptos religiosos, han ido cobrando fuerza en toda la región del Magreb desde la década de 1980, reflejando lo que es una tendencia generalizada a lo largo y ancho del mundo islámico. (Encarta)


[ Inicio | Desempleo | Fotos DFG | FAO | Colorear | Notas | Caravana | Africa 2 | Mauritania | Marruecos ]