Congo             

 

Congo:
El primer juicio de la Corte Penal Internacional se inició en enero de 2009 contra líder rebelde Thomas Lubanga. Tres años antes se había emitido una orden de arresto internacional acusándolo de numerosas violaciones de los Derechos Humanos, como masacres étnicas, asesinatos, torturas, violaciones, mutilaciones y el reclutamiento de niños soldados cometidos entre 2002 y 2003. Durante el proceso quedó demostrado que algunas de las víctimas no habían cumplido los 8 años cuando se vieron involucradas en el conflicto que oponía a las etnias Hema y Lendu en la República Democrática del Congo. El líder rebelde exigía a cada familia de la etnia Hema que aportara un hijo para su milicia capaz de transportar un fusil, sin poner más condición para su alistamiento. Las niñas soldado eran además esclavas sexuales de sus comandantes. Lubanga dirigió la Unión de Patriotas Congoleña y también su brazo armado, las Fuerzas Patrióticas para la Liberación de Congo. Los niños, raptados o bien alistados con engaños y amenazas, fueron forzados a pelear en el conflicto armado de Ituri, situada al noreste del país y de gran riqueza mineral. La violencia allí desatada entre las etnias hema -la del encausado- y lendu causó al menos 60.000 muertos. La guerra civil de la República Democrática de Congo (1998-2003) costó cerca de 6 millones de vidas. La acusación pedía 30 años de prisión y finalmente fue condenado a 14 con derecho a apelación en 2012. Llevaba seis años en prisión preventiva en La Haya. Algunos de los padecimientos de los niños no pudieron atribuirse a órdenes directas del acusado. Algunas partes del procedimiento fueron objeto de críticas por restar garantías al acusado. Los cargos quedaron limitados a reclutamiento, alistamiento y uso de niños y niñas soldados. Se tuvo en cuenta a la hora de dictar sentencia que el acusado cooperó con el tribunal. Como consecuencia de la sentencia el señor de la guerra Bosco Ntaganda, apodado Terminator por sus sangrientos métodos, se atrincheró al este del país con la intención de asaltar Goma, la ciudad más importante. Después de también ser acusado de crímenes de guerra, el gobierno congoleño, que lo reconocía como general, decidió entregarlo a la justicia internacional.

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La Corte Penal Internacional:
Fue creada en marzo de 2003 como primera corte internacional de carácter permanente. Funciona según el Estatuto de Roma, que le permite juzgar crímenes de guerra y lesa humanidad, entre ellos el de genocidio. Para poder ser juzgados en la CPI, los crímenes deben haber sido cometidos en un país adherido al Estatuto de Roma o en el territorio de un país miembro. El fallo del 2012 contiene duras críticas contra Moreno Ocampo (antiguo fiscal jefe de la CPI) por no supervisar a los intermediarios que facilitaban el acceso a los testigos.

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Guerra civil:
Algunas autocracias dejaron paso a llamadas al pluralismo, pero otros estados del continente se sumieron en despiadados conflictos étnicos. En Ruanda, antigua colonia belga, los conflictos entre los pueblos hutu y tutsi estallaron en una campaña genocida bien orquestada contra los tutsis tras el asesinato del presidente del país. La masacre étnica llevada a cabo por hutus corrientes de todas las clases sociales dejó tras de sí más de ochocientos mil víctimas tutsis en cuestión de semanas. Al final, la presión internacional volvió las políticas locales ruandesas en contra de los responsables de la matanza. Muchos de ellos huyeron al vecino Zaire y allí se hicieron mercenarios a sueldo durante la guerra civil de múltiples facciones que sucedió a la caída de Mobutu Sese Seko, dictador del país durante largo tiempo con fama de haber desviado miles de millones de dólares de ayuda internacional hacia sus cuentas bancarias privadas. Algunos ambiciosos países vecinos intervinieron en Zaire con la esperanza no ya de asegurarse sus valiosos recursos, sino también de resolver los conflictos con sus propias minorías étnicas diseminadas por la frontera. La lucha se prolongó hasta finales de la década de 1990 y el comienzo del nuevo siglo, y muchos observadores la apodaron «la guerra mundial africana». Los servicios públicos, el comercio normal y hasta la asistencia sanitaria y de seguridad básicas se desmoronaron dentro de Zaire (rebautizado por un gobierno ineficaz establecido en Kinshasa como República Democrática del Congo). Con unas cifras de muertos que alcanzaron millones a causa de los combates, las masacres y las enfermedades, la guerra se adentró sin solución en la década siguiente. (Coffey)


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