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Libros peligrosos:
Decía Jacinto Benavente que no hay ninguna lectura peligrosa. El mal no entra nunca por la inteligencia cuando el corazón está sano. Sócrates solo confiaba en la transmisión oral de los conocimientos de sabio a sabio. Permitir que cualquiera escribiera un libro y que cualquiera pudiera leerlo crearía gran incertidumbre al impedirnos estar seguros de nada. La multiplicación de libros haría imposible abarcarlos todos y separar lo valioso de lo irrelevante. Lo correcto se mezclaría con lo incorrecto, lo veraz con lo falso, lo sublime con lo indigno. Pasajes de muchos libros parecen identificarse en exceso con historias de asesinatos, suicidios, con misterios o con ataques terroristas. Se conservan libros con restos de veneno en sus hojas que buscaron el asesinato de un lector. En 1827 Thomas De Quincey publica la extraña obra On Murder Considered as One of the Fine Arts. [El asesinato considerado como una de las bellas artes]. Añade nuevos aspectos en la forma de acercarse a la realidad de un asesinato. La historia ficticia trata de un ensayo que recibe un caballero con disquisiciones sobre la apreciación estética del asesinato. Se centra particularmente en una serie de asesinatos cometidos por John Williams en el barrio londinense de Ratcliffe Highway (1811). La obra fue un éxito de ventas y generó varias secuelas. La excelente novela Lolita de Nabokov ha sido frecuentemente acusada de inflamar la imaginación de los pederastas. Muchas obras pesimistas consiguen centrar la mirada en el abismo, instalarse en el nihilismo y no ver sentido en nada. Entre los libros más peligrosos, que comparten un notable desprecio por el valor de la vida humana, están.

Sombras de las paredes de la muerte - Robert Kedzie (1874):
La versión original de este libro (´Shadows from the Walls of Death´) fue publicada en 1874. Su autor, el químico Robert Kedzie, recopiló muestras del papel pintado que se usaba en el estado de Michigan en esa época. Las muestras fueron recortadas y unidas en forma de libro para ser distribuidas entre las bibliotecas del Estado. Los ejemplares distribuidos fueron 100. Alertado por curiosos casos de envenenamiento, trataba de demostrar que el papel pintado que se estaba utilizando contenía niveles de arsénico que podían ser mortales. Era un producto químico barato empleado como tinte que conseguía bonitas y variadas tonalidades. Durante años la tinta con arsénico fue empleada en multitud de objetos de uso habitual. En la actualidad existen sólo dos copias ya que el resto de libros fue retirado de las bibliotecas por su alta toxicidad. Los ejemplares se encuentran protegidos en las dos universidades de Michigan. El libro no contiene ideas radicales.

El Coleccionista - John Fowles (1963):
Este libro del escritor inglés John Fowles pasará a la historia por haber sido fuente de inspiración para varios asesinos en serie. En el libro narra la historia de Frederik Clegg, un hombre tan obsesionado con una joven llamada Miranda. La secuestra, la encierra en su sótano y trata de ganarse su afecto dispensándole un trato amable. En la vida real, Leonard Lake y Charles Ng confesaron que secuestrar y asesinar a Kathy Allen, de 18 años, y Brenda O´Connor, de 19, era parte de su plan para encontrar su propia Miranda, tal y como revelaron en unos vídeos y un diario que Lake enterró cerca de su casa. Se cree que estos dos hombres asesinaron además a otras 25 personas, entre ellas dos familias enteras. Christopher Wilder, asesino y violador de niñas en serie, tenía en su poder una copia de El coleccionista cuando se suicidó en 1984. Robert Berdella secuestró y torturó hasta la muerte a varios hombres entre 1984 y 1987. Berdella confesó que la adaptación al cine de El coleccionista fue lo que le inspiró a cometer los asesinatos.

    Descripciones gráficas:
    Si no puedes afrontar Hiroshima en el teatro, acabarás en una Hiroshima real”. Esta frase, de Edward Bond, ofrece el mejor argumento contra aquellos que se oponen a las descripciones detalladas de la violencia sexual y otras atrocidades, con la excusa de que forman parte de la misma violencia que dicen analizar. Para comprender de verdad la violencia sexual debemos sentirnos conmocionados, incluso traumatizados por ella; si nos limitamos a ver unas descripciones técnicas y asépticas estaremos haciendo lo mismo que quienes llaman a la tortura “técnica de interrogatorio mejorada” o a la violación, “técnica de seducción mejorada”. Para vacunarnos contra una cosa necesitamos probarla; si no, seguiremos siendo progres bien intencionados y protegidos en nuestras burbujas. Las advertencias sobre el contenido no están para proteger a las víctimas sino para protegernos de ellas y volverlas invisibles. (SLAVOJ ZIZEK)

Las penas del joven Werther - Goethe (1774):
Supuso toda una revolución en la sociedad alemana. Dio origen a la llamada "Fiebre de Werther". Los hombres de la época comenzaron a vestirse y a actuar como el protagonista de la novela, pero muchos de ellos también terminaron con su vida como Werther: con un suicidio. Tanto fue así que el autor Friedrich Nicolai escribió un final alternativo para el libro. En Italia, Francia y Dinamarca se llegó a prohibir la publicación de la novela. Una importante cuestión en la redacción de noticias es evitar cualquier elemento que pueda sugerir que el suicidio pueda suponer la salida o el punto de cierre de los problemas vitales de un individuo desesperado. Un efecto imitativo más concreto puede verse al estudiar las muertes por suicidio que siguen a la desaparición de algunas celebridades como Marylin, Kurt Cobain o la cantante japonesa Yukiko Okada.

Eutanasia: la estética del suicidio - James Harden-Hickey (1894):
Seguramente el libro que produjo más efectos suicidas. Escrita durante los últimos años de Harden-Hickey, mientras sufría una depresión profunda inspiradora de la obra. En la novela se detallan numerosas técnicas para cometer un suicidio, entre ellas 90 tipos de veneno y otras cuantas decenas de armas. Harden-Hickey expresaba en sus obras ideas chocantes y extremistas que siempre tuvieron muy escasa aceptación. Sus obras y peculiares proyectos eran repetidamente ridiculizadas en la prensa. Cuando su atribulada vida acumuló buen número de fracasos y se encontraba en la ruina económica, tomó una sobredosis de morfina para acabar con su vida. Su irracional tratado sobre el suicidio movió a muchas personas a llevar a cabo su propio suicidio. Su invitación a vivir intensamente en vez de extensamente puede verse en el ideario de tribus urbanas que viven peligrosamente en entornos violentos.

Autores franceses controvertidos:
Las obras del marqués de Sade, Jean Genet o Boris Vian contienen pasajes de una dureza y provocación moral que desagrada a gran parte de lectores. Desde el punto de vista literario la crítica tradicional no les concede demasiada importancia. Los antihéroes de Sade cometen toda clase de vejaciones mientras justifican incluso la violación. Jean Genet pasó su infancia y juventud en la marginación aunque tanto él como Boris Vian fueron excepcionales estudiantes. En el asesinato central de Querelle Genet compone una inquietante mezcla de elementos como atracción romántica, sexo homosexual y sadismo. Las primeras novelas de Boris Vian, como Escupiré sobre vuestra tumba (1946), fueron censuradas por su contenido de violencia y sexo.

    Georges Bataille analiza en detalle las relaciones entre erotismo, la muerte y el acto de matar mencionando repetidamente a Sade. El hecho de que, en sus novelas, el marqués de Sade defina en el acto de matar una cumbre de la excitación erótica, sólo tiene un sentido: que si llevamos a su consecuencia extrema el esbozo de movimiento que he descrito, no necesariamente nos alejamos del erotismo. La afirmación del marqués la califica de aberración alejada del conjunto de los hombres normales.

Suicidas desesperados:
Hoy en día las noticias sobre suicidios son tratadas por los medios de comunicación con sumo cuidado por el fenómeno de imitación que puede generar. A algunos les parece ver en el suicidio la única salida al estado depresivo en el que están atrapados. A mediados del siglo XX la emisión de algunas canciones fue vetada en distintas emisoras de radio. Parece haber un consenso para que en el cine las historias que terminan en un suicidio sean tratadas trágicmente y sin presencia de elementos ambiguos. Es habitual la denuncia de que en algunas tendencias estéticas como el fenómeno gótico se fantasea románticamente sobre el fin de la vida. La llegada del Rock coincidió con importantes cambios de comportamiento entre la juventud occidental. Se creía ver que algunas hipnóticas melodías invitaban a jóvenes a quitarse la vida. Dando continuidad a obsesiones con la presencia del mal de siglos pasados se nos sigue advirtiendo sobre canciones que contienen mensajes satánicos, entre ellas están Stairway to Heaven de Led Zeppelin, The Number of the Beast de Iron Maiden y Raining Blood de Slayer. A la última canción se le atribuye además expresiones de exaltación del nazismo. Con frecuencia se habla de la relación de escritores con una cierta tendencia a la melancolía y estados con acusados altibajos. Entre los que acabaron con su vida están Virginia Woolf, Hemingway, Stefan Zweig, Emilio Salgari, Sylvia Plath, Yukio Mishima, Larra, David Foster Wallace y Angel Ganivet.

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