Canarias  |  Náutica  |  Arquitectura  |  Historia  |  Clásicos  |  Ciencia  |  Infantil

 

 

     
 

Virginia Woolf (1882-1941):
Novelista y crítica británica cuya técnica del monólogo interior y estilo poético se consideran entre las contribuciones más importantes a la novela moderna. Adeline Virginia Stephen, hija del biógrafo y filósofo Leslie Stephen, nació en Londres. Tuvo una formación autodidacta. Después de la muerte de su padre en 1905, habitó con su hermana Vanessa —pintora que se casaría con el crítico Clive Bell— y sus dos hermanos en una casa del barrio londinense de Bloomsbury, que se convirtió en lugar de reunión de librepensadores y antiguos compañeros de universidad de su hermano mayor. En el grupo, conocido como Grupo de Bloomsbury, participó —además de Bell y otros intelectuales londinenses— el escritor Leonard Woolf, con quien se casó Virginia en 1912. En 1917 ambos fundaron la editorial Hogarth.

Sus primeras novelas —Fin de viaje (1915), Noche y día (1919) y El cuarto de Jacob (1922)— ponen de manifiesto su determinación por ampliar las perspectivas de la novela más allá del mero acto de la narración. En sus novelas siguientes, La señora Dalloway (1925) y Al faro (1927), el argumento surge de la vida interior de los personajes, y los efectos psicológicos se logran a través de imágenes, símbolos y metáforas. Los personajes se despliegan gracias al flujo y reflujo de sus impresiones personales, sentimientos y pensamientos: un monólogo interior en el que los seres humanos y las circunstancias cotidianas aparecen como extraordinarios. Influida por el filósofo francés Henri Bergson, Woolf, como el escritor francés Marcel Proust, se adentró en la idea del tiempo. Los acontecimientos en La señora Dalloway abarcan un espacio de doce horas y el transcurso del tiempo se expresa a través de los cambios que paso a paso se suceden en el interior de los personajes, en la conciencia que tienen de sí mismos, de los demás y de sus mundos caleidoscópicos. De sus restantes novelas, Las olas (1931) es la más estilizada y sutil, y Orlando (1928), basada en gran parte en la vida de su amiga Vita Sackville-West, es una fantasía histórica a la vez que un análisis del sexo, la creatividad y la identidad. También escribió biografías y ensayos. En Una habitación propia (1929), defendió los derechos de la mujer. Su correspondencia y sus diarios, publicados póstumamente, son valiosos tanto para los escritores en ciernes como para los lectores de su obra. El 29 de marzo de 1941 decidió poner fin a su vida y murió ahogada en el río Ouse. Algunas de sus obras han sido llevadas al cine y a la televisión. La directora holandesa Annette Apon es además responsable del guión de Golven (conocida también como Waves —Las olas), del año 1982. En 1983, Colin Gregg dirigió para la televisión, en el Reino Unido, To the Lighthouse (Al faro). Tuvo gran repercusión la película Orlando, de Sally Potter, coproducida por el Reino Unido, Rusia, Francia, Italia y Holanda. En 1997, Marleen Gorris dirigió Mrs Dalloway en el Reino Unido. El guión pertenece a Eileen Atkins y Vanessa Redgrave interpreta a la protagonista. (Encarta)

El grupo de Bloomsbury:
Aunque el grupo tenía principalmente un carácter social y carecía de una base unificadora, todos sus miembros cultivaron la experimentación y criticaron mutuamente sus obras. Su pintura y su literatura, que podríamos calificar de modernista, era ante todo una fuerte reacción al formalismo exacerbado y el realismo estéril de finales del siglo XIX. El grupo toma su nombre de un barrio residencial de Londres situado en los alrededores del Museo británico, donde vivían la mayor parte de sus miembros. Entre éstos figuran Virginia Woolf y su esposo, Leonard Sidney Woolf, los críticos de arte Roger Fry y Clive Bell, el economista John Maynard Keynes, el biógrafo Lytton Strachey, el crítico literario Desmond MacCarthy, el novelista y ensayista E. Forster y los pintores Vanessa Bell y Duncan Grant.


Recurso a la yuxtaposición:
De acuerdo con Shattuck, esta perspectiva tiene hondas repercusiones en el concepto mismo de unidad, en la idea de un todo unificador. En la época romántica, inmediatamente anterior al modernismo, únicamente la privilegiada personalidad del artista podía abrigar la esperanza de que se cumplieran sus anhelos de plenitud, de unidad. Sin embargo, la sensibilidad moderna, que no tardaría en prescindir de marcos y de límites, habría de buscar nuevas ideas de unidad por medio de la dislocación. En la nueva estética —que también resultaría ser una nueva ética—, la aproximación a la unidad, e incluso el acercamiento al todo, iban a lograrse por medio de la yuxtaposición. «Las artes de la yuxtaposición nos ofrecen un conjunto de obras complejas, desconcertantes y fragmentadas, cuya disyunta secuencia carece a un tiempo de principio y de fin. Ocurren sin transición y desprecian la simetría». Y es que, en efecto, el mundo aparece registrado «en el inmóvil y embarullado orden de la sensación» (y así lo harán Ezra Pound, Wyndham Lewis, Virginia Woolf o James Joyce). No existe fusión ni síntesis, la totalidad que se alumbra, tal y como está constituida, se encuentra fuera del alcance de la lógica, más allá de sus posibilidades, y es además la representación de un deseo de dar respuesta a la voz interior. Las obras de este arte y de estos artistas, mantiene Shattuck, han abandonado la factibilidad misma del significado, en el sentido clásico del término. (P.Watson)

● Virginia Woolf, Robert Musil, Eugene O’Neill y Samuel Beckett también habrían de señalar que los instantes de «ser» únicamente pueden ser eso: instantes, añadiendo que lo más que podemos esperar son breves experiencias de una intensidad más acentuada de lo habitual. Todo sucede como si hubiera dos ámbitos de existencia (según la expresión utilizada tanto por Woolf y Musil como por Rilke y Wittgenstein). Por consiguiente, para llevar una vida plena hemos de permanecer alerta a cuanto pueda surgir en uno y otro ámbito, aunque sin esperar más de lo que pueden ofrecernos. No existe ninguna esfera sobrenatural, y todo lo que tenemos a nuestro alcance es el disfrute del breve asueto que nos brindan nuestros «días de algodón», como decía Virginia Woolf. (P.W.)

Los años (1937):
Fue su novela más popular durante su vida, quizá debido a su factura clásica, decididamente más convencional que su obra anterior. Los Pargiter, una típica familia burguesa, recorren un periodo de tiempo comprendido entre los últimos estertores de la era victoriana y los primeros años treinta. Y en el seno de su hogar se dramatizan las tensiones históricas, sociales e ideológicas de esa época de transición y niebla, cuando un mundo y una idea de la civilización se desmoronaban para dar paso a un tiempo nuevo y lleno de incertidumbre. La guerra, la estructura patriarcal, el capitalismo, el Imperio o el auge del fascismo son algunas de las sombras que se proyectan en las paredes de la casa de esta familia inglesa, emparentada, podría decirse, con los Bunddenbrook, la familia alemana creada por Thomas Mann en su novela homónima.

 

 

[ Inicio   |   Canarias   |   Infantil   |   Náutica   |   Historia   |   Arquitectura   |   Poesía   |   Clásicos ]