Demografía             

 

Demografía:
El desarrollo sostenible es el problema central de nuestro tiempo, pues se prevé un crecimiento demográfico hasta los 9.000 millones de habitantes en 2050. La coexistencia de viejos y nuevos patrones de pobreza y desigualdad, los retos económicos, la escasez de recursos naturales y las amenazas al medio ambiente son la advertencia de que nuestra realidad ha cambiado y que necesitamos adaptarnos con rapidez. En el estado moderno de la demografía se cuentan pocos nacimientos por mujer, pero también una débil mortalidad. Desde el año 2000 las mujeres del Tercer Mundo saben que les basta con tener tres hijos. En Italia, en España, en Alemania, apenas nace un hijo por cada mujer. Así las cosas, la Unión Europea está amenazada por una desaparición física.

Integración de inmigrantes:
La inmigración sólo puede suplir esta carencia de modo marginal. Porque existe una gran diferencia entre la «integración» de los recién llegados y la «sustitución» de una población por otra, la cual rompe la continuidad y compromete la transmisión cultural. En algunas zonas de los extrarradios de las ciudades se ha producido la sustitución de la población. Se pueden comprobar las consecuencias. Hace falta tiempo para la inserción, pero la rapidez de la implosión europea apenas se lo da. Y las cosas pueden ir peor porque cuanto más aluden los reaccionarios a los problemas de natalidad, más afirman los anglosajones que la intimidad de los hogares no concierne al Estado. Algo evidentemente falso: el nacimiento de un niño es un hecho social. Son los niños indígenas los que integran a los niños inmigrados. (J-C.Barreau y G.Biggot)

Algunas voces minoritarias como Jared Diamond o Paul Ehrlich predicen para un futuro relativamente cercano un colapso total. Colapso en el abastecimiento de alimentos, en la construcción de viviendas y en la organización. La gigantesca proliferación de seres humanos en apenas cien años (de 1.100 millones a 7.000 millones) es obra de las zonas más pobres, pero ese elevado número de nacimientos se desacelera poco a poco y en proporción al nivel de renta.

Control de la natalidad:
Margaret Sanger, una enfermera americana, fue una defensora a ultranza del control de natalidad. Difundió información sobre los métodos anticonceptivos y fue condenada, retirándose posteriormente los cargos, por difundir información obscena. La inglesa Marie Stopes defendió también el derecho de las mujeres a controlar cuándo querían tener sus hijos. En su obra La maternidad sabia (1918) describía los distintos métodos anticonceptivos disponibles en el mercado. En 1921 inauguró su primera clínica para el control de la natalidad. En la actualidad, unos ochenta países han adoptado programas de control de natalidad. La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha ayudado a muchos de ellos a organizar y fomentar programas de planificación familiar. La OMS también patrocina programas de investigación sobre anticoncepción y planificación familiar. Entre los objetivos del Forum Internacional sobre Población en el siglo XXI, celebrado en 1989, figura incrementar al 59% la proporción mundial de mujeres en edad fértil que utilicen anticonceptivos. Aunque en la actualidad los métodos de control de natalidad son más numerosos y eficaces, la superpoblación y los embarazos no deseados continúan siendo un problema en muchas partes del mundo.

Aborto (s.XX):
La legislación fue liberalizando la interrupción de embarazos en diversas situaciones médicas, sociales o particulares. Los realizados por voluntad expresa de la madre fueron legalizados primero en la Rusia posrevolucionaria de 1920; posteriormente se permitieron en Japón y en algunos países de la Europa del Este después de la II Guerra Mundial. A finales de la década de 1960 la despenalización del aborto se extendió a muchos países. Las razones de estos cambios legales fueron de tres tipos: 1) el infanticidio y la mortalidad materna asociada a la práctica de abortos ilegales; 2) la sobrepoblación mundial; 3) el auge del movimiento feminista. Hacia 1980, el 20% de la población mundial habitaba en países donde la legislación sólo permitía el aborto en situaciones de riesgo para la vida de la madre. Otro 40% de la población mundial residía en países en los que el aborto estaba permitido en ciertos supuestos —riesgo para la salud materna, situaciones de violación o incesto, presencia de alteraciones congénitas o genéticas en el feto— o en situaciones sociales especiales (madres solteras o con bajos ingresos). Otro 40% de la población mundial residía en países donde el aborto estaba liberalizado con las únicas condicionantes de los plazos legales para su realización. El movimiento de despenalización para ciertos supuestos, ha seguido creciendo desde entonces en todo el mundo y ha sido defendido en las conferencias mundiales sobre la mujer, especialmente en la de Pekín de 1995, aunque todavía hay países que sobre todo por razones religiosas se ven presionados a mantener legislaciones restrictivas y condenatorias con respecto al aborto.


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