Demografía y salud mundial             

 

Demografía y salud mundial (s.XX)
Los avances de la globalización guardan complejas relaciones con la evolución del tamaño y la salud de la población mundial. Entre 1800 y mediados del siglo XX, la población mundial casi se triplicó y pasó de 1.000 a 3.000 millones de personas. Sin embargo, entre 1960 y 2000, la población volvió a doblarse y ascendió a 6.000 millones o más. Mejoras desorganizadas pero inmensas en pautas sanitarias básicas, sobre todo para niños pequeños y parturientas, contribuyeron al crecimiento, del mismo modo que los esfuerzos localizados para mejorar el medioambiente urbano-industrial en regiones poscoloniales. Por ejemplo, en algunas zonas de África oriental y meridional, el sur y el sudeste asiático y algunas ciudades de América Latina se lograron mejoras enormes. El conjunto de la población asiática se ha multiplicado por cuatro desde 1900 hasta sumar casi dos tercios de la población mundial actual. Este crecimiento ha forzado un subdesarrollo en servicios sociales, asistencia sanitaria pública e infraestructuras urbanas, lo que aumenta las posibilidades de enfermedades epidémicas y de estallidos de violencia étnica e ideológica alimentados por la pobreza y la confusión.

Países de Occidente:
Una clase distinta de crisis demográfica acosa a partes de Occidente donde el descenso constante de la población debilita los sistemas públicos de seguridad social. Una esperanza de vida más larga, programas más amplios de sanidad pública, el aumento del gasto en sanidad y oportunidades más sencillas y de más aceptación social para el divorcio han contribuido al desafío, pero el factor más decisivo ha consistido en la disponibilidad de métodos fiables para el control de la natalidad y la nueva capacidad para elegir en cuanto a planificación familiar. Mientras Estados Unidos y Gran Bretaña han mantenido poblaciones estables o han registrado un ligero crecimiento gracias a la inmigración, otros escenarios, como Italia y Escandinavia, se han enfrentado a fuertes descensos en la tasa de natalidad que han supuesto la disminución de la población. Durante la década de 1990, Rusia también experimentó un vuelco repentino y potencialmente desastroso en esta dirección, estimulado por la pobreza de la era postsoviética, la emigración y el desorden.

Financiación del sistema de salud:
El descenso en las tasas de natalidad ha ido acompañado del aumento de la población mayor cuya salud y vitalidad fueron consecuencia de décadas de prácticas médicas mejoradas y programas legales estatales. La solvencia de estos programas a largo plazo plantea decisiones difíciles, sobre todo para países europeos donde se lucha por equilibrar las garantías sociales del estado de bienestar con las realidades fiscales y políticas. La globalización también ha transformado el terreno de la salud y la medicina pública generando amenazas peligrosas al tiempo que tratamientos prometedores. Por lo común, la mejora y la ampliación de la atención sanitaria ha acompañado a otros tipos de prosperidad y, por tanto, ha resultado más accesible en Occidente.

Enfermedades:
En África, América Latina y otros lugares, el caos político, los desequilibrios comerciales y las prácticas de algunas empresas farmacéuticas grandes a menudo han dado como resultado escasez de medicinas y una infraestructura médica raquítica, lo que dificulta la contención de nuevas oleadas de enfermedades mortales. De hecho, el riesgo mundial a la exposición a enfermedades epidémicas constituye una realidad nueva de la globalización (producto de un aumento de la interacción cultural, la exposición a ecosistemas nuevos para el desarrollo humano y la velocidad de los transportes intercontinentales).

SIDA:
En la década de 1970 la aceleración de los viajes aéreos infundió temores de que una epidemia saltara por todo el planeta mucho más deprisa que las pandemias de la Edad Media. Esos miedos se vieron confirmados por la propagación mundial del virus de inmunodeficiencia humana (VIH), cuya fase final conduce al síndrome de inmunodeficiencia adquirida (sida), aparecido por primera vez a finales de la década de 1970. Cuando el VIH-sida se convirtió en un problema médico mundial (sobre todo en África, donde la enfermedad experimentó una propagación catastrófica), las organizaciones internacionales reconocieron la necesidad de dar una respuesta anticipada, rápida y completa a futuros brotes de enfermedades, tal como evidenció la lograda contención mundial del síndrome respiratorio agudo severo (SARS) en 2003.

Cruz Roja Cuidados geriatría Grageas Instrumental

Investigación médica:
Mientras, la labor de empresas multinacionales de investigación médica siguió ampliando las posibilidades de prevención y tratamiento de enfermedades. Una de las herramientas más poderosas de este cometido radica en la ingeniería genética, surgida a partir del excepcional descubrimiento del ADN en la década de 1950. En los años noventa, varios laboratorios se entregaron a la investigación médica más ambiciosa llevada a cabo jamás: la secuenciación del genoma humano, es decir, la elaboración del plano íntegro de la arquitectura de cromosomas y genes contenidos en el ADN humano. A través de este proceso y junto a él, la ingeniería genética desarrolló métodos para alterar la biología de los seres vivos. Parejas con problemas de fertilidad, por ejemplo, pudieron concebir ahora mediante procedimientos médicos in vitro. La ingeniería genética desarrolló (y patentó) variedades de ratones y otros animales de laboratorio portadoras de marcadores químicos, células y hasta órganos de otras especies. En 1997, estudiosos británicos lograron producir un clon (una reproducción genética exacta) de una oveja. El estudio del genoma también amplió y tornó más profundo el conocimiento médico de «defectos» y desviaciones biológicos de las normas genéticas del desarrollo humano. Como forma nueva de conocimiento en una era de conexión global, la ingeniería genética cruzó las barreras legales y morales de las sociedades humanas. La cuestión de quién gestionará esos progresos (naciones, organismos internacionales, o comunidades culturales y religiosas locales) quedó abierta a un arduo debate. Lo mismo ocurrió con argumentos recientes sobre dónde trazar la línea divisoria entre la intervención para salvar una vida y las preferencias culturales, entre el agente individual y el determinismo biológico. Al igual que otros estudios científicos relacionados con la humanidad, la genética planteó cuestiones fundamentales relacionadas con la ética, la ciudadanía y la medida de la humanidad. (Coffin)


[ Inicio | Leche | Pobreza | Desempleo | FAO | Tercera edad | Africa | Africa 2 | Notas ]