Emigración
Emigración:
Una cierta cantidad de inmigración supone un claro beneficio para los países de acogida, que ven reforzada su fuerza laboral y obtienen un rejuvenecimiento de la población a corto y medio plazo. A cambio ofrecen a los inmigrantes mayor nivel de vida y prestaciones sociales como las sanitarias y educativas.
Los que vienen de lugares con duras condiciones de vida obtienen reconocimiento a la dignidad de las personas, el libre desarrollo de su personalidad y nuevos derechos.
Una consecuencia indeseada de la inmigración ilegal es la segregación social y cultural que puede generar. La actuación de las redes de tráfico ilícito con frecuencia incurre en trata de personas que les niegan derechos básicos y las llega a poner en situaciones de vulnerabilidad y explotación.
Historia:
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América:
Estado, nación y emigración:
Datos en España:
Declive demográfico:
La emigración consiste en dejar el lugar de origen para establecerse en otro país o región, especialmente por causas económicas o sociales. Forma parte del concepto más amplio de las migraciones de población, las cuales abarcan tanto la emigración (salida de personas de un lugar o país para establecerse en otras partes) como la inmigración (personas llegadas de otras partes).
Las emigraciones reflejan uno de los problemas más graves que enfrenta hoy la humanidad y que se refiere a la igualdad antigua desde el punto de vista cotidiano, tanto entre países iguales, como entre grupos genéticos, clases económicas o sociales y hasta entre individuos de un mismo grupo, clase, país o estado. Como señaló el geógrafo francés Pierre George en su obra Geografía de la Población: La fuente de igualdad más inevitable (ineluctable en el original) entre los hombres es su lugar de nacimiento.
Las religiones suelen dar una explicación de muchos movimientos generales de población de un lugar a otro. Por ejemplo, la tradición judeocristiana nos habla en los primeros libros del Pentateuco (los 5 libros del Antiguo Testamento) de la expulsión de Adán y Eva del Paraíso Terrenal (en el Génesis), lo que podría considerarse como la primera emigración en la historia de la humanidad, y también hace referencia a la Huida de Egipto del pueblo judío en el Éxodo que, dirigida por Moisés, emigró en busca de la Tierra Prometida.
En la Edad Antigua se realizaron muchas emigraciones masivas por razones religiosas o por guerras entre pueblos de religión y/o cultura diferentes.
La religión musulmana comienza con la Hégira o huida de Mahoma el año 622 de nuestra Era. La palabra Hégira en árabe significa emigración. La expansión musulmana se debió, fundamentalmente, a la prédica de la Guerra Santa por parte de los sultanes musulmanes, involucrando esta expansión a millones de personas en Asia, África y Europa.
La India tuvo que ser dividida tras la Segunda Guerra Mundial en confesiones religiosas que marcaban fronteras de hecho desde los años de la expansión del Islam.
Millones de personas tuvieron que desplazarse con destino al país de la religión que profesaban.
Algunas migraciones importantes fueron consecuencia de expulsiones por motivos religiosos, como la de los judíos sefarditas y moriscos de la España recién unificada (s.XV). La pérdida de territorios europeos del imperio otomano deja poblaciones musulmanas en algunos países de mayoría cristiana.
Muchos fenómenos históricos están estrechamente ligados con la emigración:
Los ejemplos de la guerra civil española (1936-1939) y de la segunda guerra mundial (1939-1945) son muy claros en este sentido y dieron origen a grandes emigraciones de España y otros países europeos hacia otros países de otros continentes, principalmente, a los países americanos. Como es sabido, la segunda guerra mundial ocasionó el desplazamiento (en su mayor parte, forzoso) de millones de personas. La historia de Königsberg, que era la capital de la Prusia Oriental en Alemania hasta 1945 constituye un caso típico de estos desplazamientos: una ciudad alemana, patria chica del filósofo Inmanuel Kant pasó a ser en breve tiempo una ciudad rusa con el nombre actual de Kaliningrado, y la mayor parte de la población de habla alemana tuvo que emigrar, murió, o fue expulsada, siendo rápidamente sustituida por población procedente de la Unión Soviética, principalmente de Rusia.
Conquistas, invasiones y «descubrimientos». En muchos casos, estos hechos históricos están estrechamente relacionados con las guerras. Todos estos procesos históricos involucran procesos migratorios. Desde el punto de vista de la población emigrante ha venido ocasionando en el caso de los países europeos, por ejemplo, en España, una verdadera despoblación, sobre todo en la Meseta Central de este país.
Hasta la década de 1920, Europa seguía exportando personas, sobre todo con destino a América. Aquel flujo se cortó en gran parte debido a las restricciones de entrada a Estados Unidos impuestas a la sazón, se redujo aún más durante la Gran Depresión y ya nunca recobró su anterior importancia. Por otro lado, la emigración a Estados Unidos desde el Caribe, América Central y del Sur y Asia aumentó vertiginosamente en las últimas décadas del siglo XX. Además, aunque algunos países europeos seguían exportando emigrantes (a principios de la década de 1970 seguían saliendo de Gran Bretaña más personas de las que entraban), en la década de 1950 también habían empezado a atraer a norteafricanos, turcos, asiáticos y antillanos, en busca del trabajo que no podían encontrar en sus países. En la actualidad Europa es, por encima de todo, un continente importador de personas (Roberts).
Algunas poblaciones tuvieron que trasladarse ante la aparición de terremotos, cambios en el curso de los ríos o agotamiento de los manantiales de agua.
La ciudad de Petra llegó a tener una importancia considerable en la Edad Antigua (siglos VII a. de C. a siglo VIII d. de C.), se fueron agotando los manantiales que surtían sus necesidades de agua potable (el torrente o rambla del Siq), sufrió varios terremotos y la ciudad se convirtió en una población fantasma, proceso que se vio acelerado por la decadencia de la ruta comercial en la que Petra constituía una escala obligada. Los restos de la ciudad permanecieron ocultos hasta 1812.
En Venezuela, la población originalmente establecida en la ciudad de Trujillo tuvo que abandonarla en varias ocasiones y emigrar a otros sitios próximos durante el siglo XVI, por causa de los terremotos que ocurrieron entonces, hasta el punto de que se le llegó a denominar la Ciudad Portátil antes de establecerse en el sitio actual.
En EE.UU la emigración interna de los estados del sur hacia el Norte buscando mejores fuentes de trabajo durante la primera mitad del siglo XX, se invirtió durante la segunda mitad del mismo, buscando un mejor clima, fenómeno que ha sido descrito como la atracción del cinturón del Sol, desde California hasta Florida. Y en Europa se ha visto recientemente una emigración de los países centrales y nórdicos hacia los países meridionales, especialmente en lo que se refiere a personas jubiladas que buscan también un mejor clima.
En el siglo XX se produjeron casos como la reducción del lago Chad, desaparición del mar de Aral, el avance del desierto en zonas del Sahel, inundaciones de zonas bajas del extremo oriente y sequías persistentes en el cuerno de Africa.
Ya desde la Edad Antigua, el desarrollo de la navegación, sobre todo en el Mar Mediterráneo, incidió en grandes desplazamientos de personas, que emigraban de su puerto de origen para establecerse en nuevas áreas costeras donde fundaban nuevas ciudades o se establecían en otras ciudades ya existentes. Las nuevas ciudades servían de enlaces portuarios a los viajeros y comerciantes con sus productos, que procedían de las civilizaciones del Mediterráneo oriental. Así tenemos que los fenicios se establecieron en Cartago, Gades (Cádiz), Malaka (Málaga), y muchas otras poblaciones del Mediterráneo Occidental, así como los griegos comerciaban con poblaciones de la Península Ibérica ya existentes o fundadas por ellos mismos, como Ampurias, Denia, e incluso en la Península Itálica, como es el caso de Nápoles, cuyo nombre original (Nea Polis) significa Ciudad Nueva en griego. Inclusive, la parte meridional de la península italiana se llamaba en un principio la Magna Grecia. A su vez, los cartagineses también se establecieron en otras partes: la ciudad de Cartagena (Qart Hadasht en púnico), en la España actual, significa Nueva Cartago. Y sobre todo los romanos crearon un Imperio muy extenso y fueron estableciendo y fundando ciudades a donde acudían emigrantes de todas partes. Como ejemplo podrían señalarse los centenares de ciudades fundadas en la península Ibérica: Tarragona (Tarraco), Barcelona (Barcino), Valencia (Valentia), Sevilla (Hispalis), Huesca (Osca), Mérida (Emérita Augusta), Astorga (Asturica Augusta) y muchísimas más. Así, el desarrollo del Imperio Romano durante la Edad Antigua significó el desplazamiento o emigración de varios millones de personas, incluyendo tanto militares, como campesinos y familias enteras.
Colonización. El colonialismo estuvo en el pasado, tanto en la Edad Antigua como en la Moderna y Contemporánea, unido estrechamente relacionado con el proceso anterior del desarrollo del comercio, hasta el punto de que en muchos casos, se trató de procesos similares o paralelos y no existía una clara diferenciación entre ellos.
El descubrimiento del Nuevo Mundo supuso un considerable incremento de oportunidades de obtener tierras propias y puestos de trabajo en la administración.
Comenzaron nuevos fenómenos como el desarrollo de los medios de transporte, descenso de la demografía de Castilla y la multiplicación del comercio.
Se produjo una elevada mortandad de indígenas a causa de las enfermedades introducidas por los europeos.
La introducción de gran número de esclavos africanos tuvo importantes consecuencias demográficas.
La introducción en Europa de nuevos cultivos mejoró la esperanza de vida y aceleró el crecimiento demográfico.
Los vastos teritorios con baja densidad de población fueron el destino de muchos individuos nacidos en el Viejo Mundo hasta el siglo XX.
Para regiones como Irlanda o Sicilia, Norteamérica supuso la principal vía de solución a sus problemas de sostenimiento de la población.
Un Estado es una institución jurídico administrativa que ejerce la soberanía en un territorio determinado, mientras que una nación es una comunidad de personas que se identifican en torno a unos valores comunes de tipo cultural, histórico y, más que todo, a un sentido de pertenencia a un país determinado, teniendo este último concepto, un sentido amplio, en parte desligado del concepto de Estado. Es por ello que existen estados nacionales en los que los territorios del Estado y de la nación son los mismos, estados multinacionales en los que la soberanía del Estado se ejerce sobre territorios en los que coexisten distintas naciones o nacionalidades y, por último, naciones divididas en varios estados, como eran antes Yugoslavia y la Unión Soviética o como lo son ahora los dos estados coreanos: Corea del Norte y del Sur o como los dos estados chinos (China y Taiwán.
De estos conceptos se da la idea de que se emigra de un Estado pero la nación se lleva a cuestas y forma parte del bagaje que acompaña al emigrante; bagaje que va disminuyendo o transformándose con el tiempo, especialmente si se emigra a un país más desarrollado y se consigue un nivel de vida superior al que se tenía en la patria original. Cuando el emigrante se convierte en exiliado, no acepta de buena gana su condición porque se trata de una emigración forzada y no voluntaria. Es el caso del exilio español originado por la Guerra Civil que finalizó en 1939, cuando comenzó la segunda guerra mundial.
(Fuente: TFODE)
[...] A tenor de los datos que maneja la ONU respecto a movimientos migratorios y si centramos el foco sobre la Unión Europea, veremos que España, en 2013, era el cuarto país receptor de inmigración, siendo superado por Alemania, Reino Unido y Francia. Las estimaciones de la ONU consideran “migrante” a residentes por más de un año en países distintos al de su nacionalidad de origen. Con este barómetro, dentro de los datos de inmigración podremos encontrar rumanos, alemanes o franceses –oriundos de países de la UE– junto a suizos, marroquíes o rusos. Todos ellos son igualmente extranjeros que hacen sus vidas en España.
Los datos nos dicen que en 2013, en España, vivían 6,3 millones de extranjeros, es decir; un 12,7 % de todos los casos similares recogidos dentro de la UE. Para juzgar este número en su conveniente medida, creemos indicado señalar que Alemania contaba con casi 10 millones de residentes extranjeros y que cinco de los 28 países de la UE superaban –en diferente medida– los cinco millones.
¿De qué países son oriundos los inmigrantes residentes en España? Siguiendo los mismos criterios arriba expuestos, obtenemos un ranking de 20 países. El primer puesto es para Rumanía –país miembro de la UE– con casi 800.000 de sus ciudadanos residiendo en 2013 en España, seguido de Marruecos –745.000 personas– y, en tercer lugar, Ecuador con ya 300.000 personas menos que los oriundos del país magrebí. Hablamos de un total de 113 países distintos que son los que aportan los 6,33 millones de personas extranjeras en España. En el caso de Rumanía, por ejemplo, vemos que representa un 12,6% sobre el conjunto total. Añadir que, en el ranking del top 20, siete son países de la UE.
Pero España no solo recibe inmigración, sino que también es fuente de emigración. En 2013 salieron del país 600.000 personas. Sus principales destinos fueron para Francia –casi 171.000 españoles–, seguido de EE.UU. –55.000– y, acto seguido, Argentina, Alemania, Reino Unido, Bélgica, Italia, Brasil y Holanda: Estos 11 países absorbieron 500.000 emigrantes españoles.
En relación con España hemos descubierto otro dato interesante. Dentro de la UE ocupamos el puesto 14 en lo que a peticiones de asilo se refiere. Son 330.000 postulantes, la mayoría provenientes de Mali, Siria y Argelia. Estos tres países suman el 75% de las peticiones recibidas.
¿Y cómo se percibe la inmigración? En el CIS del pasado mes de marzo vemos que se encuentra en la lista de las preocupaciones de los españoles. Aquí, evidentemente, ya empieza a aparecer la cuestión de la inmigración ilegal, aunque el CIS no lo menciona de modo explícito.
En el particular ranking de preocupaciones de los españoles, la inmigración, según el CIS, ocupa el puesto 18 en una lista de 35 problemas en los que también están incluidas cuestiones como la vivienda, las pensiones, el Gobierno, los partidos políticos o las hipotecas. Vemos, por tanto, que no es un percibido como un grave problema. De hecho, en el agregado de encuestas la inmigración apenas es nombrada por un 2% de los encuestados.
(Enrique Cocero, 24/04/2015)
La Unión Europea, sobre todo si llega a un acuerdo a largo plazo con el continente americano, constituye ya y constituirá en el futuro la mayor zona de prosperidad mundial. Pero sobre ella se cierne la amenaza de un declive demográfico. Y es entonces cuando se produce, segunda razón, lo que deberíamos considerar una oportunidad extraordinaria: un movimiento de refugiados que podría compensar este déficit y, en consecuencia, reforzar nuestras perspectivas de crecimiento potencial. Aunque estos argumentos estén ausentes de los discursos políticos, deberíamos considerarlos si queremos seguir mirando hacia el futuro con confianza. (Jean-Merie Colombani, 2015)