Revolución verde             

 

Revolución verde (1940-1970):
Se denomina Revolución verde en los círculos internacionales al importante incremento de la productividad agrícola. Gran parte de la producción mundial de alimentos de la actualidad se ha logrado gracias a lo que se conoce como Revolucion verde, ocurrida entre 1940 y 1970 en Estados Unidos. Ésta consistió en utilizar variedades mejoradas de maíz, trigo y otros granos, cultivando una sola especie en un terreno durante todo el año (monocultivo), y la aplicación de grandes cantidades de agua, fertilizantes y plaguicidas. Con estas variedades y procedimientos, la producción es de dos a cinco veces superior que con las técnicas y variedades tradicionales de cultivo. Fue iniciada por el ingeniero agrónomo estadounidense Norman Borlaug con ayuda de organizaciones agrícolas internacionales, quien durante años se dedicó a realizar cruces selectivos de plantas de maíz, arroz y trigo en países en vías de desarrollo, hasta obtener las más productivas. La motivación de Borlaug fue la baja producción agrícola con los métodos tradicionales en contraste con las perspectivas optimistas de la revolución verde con respecto a la erradicación del hambre y la desnutrición en los países subdesarrollados. La revolución afectó, en distintos momentos, a todos los países y puede decirse que ha cambiado casi totalmente el proceso de producción y venta de los productos agrícolas.

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El término "Revolución Verde" fue utilizado por primera vez en 1968 por el ex director de USAID, William Gaud, quien destacó la difusión de las nuevas tecnologías y dijo: "Estos y otros desarrollos en el campo de la agricultura contienen los ingredientes de una nueva revolución. No es una violenta revolución roja como la de los soviéticos, ni es una revolución blanca como la del Sha de Irán. Yo la llamo la revolución verde." El desarrollo agrícola que se inició en Sonora, México, dirigido por Norman Borlaug en 1943, había sido juzgado como un éxito por la Fundación Rockefeller la cual trató de propagarlo a otros paises. La Oficina de Estudios Especiales en México se convirtió en una institución informal de investigación internacional en 1959, y en 1963 se convirtió formalmente en el CIMMYT, Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo. Las nuevas variedades de trigo y otros granos jugaron un papel decisivo en la revolución verde. En 1961 la India estaba en el borde de la hambruna masiva.3 Borlaug fue invitado a la India por el asesor del ministro de la India de la agricultura M. S. Swaminathan. A pesar de los obstáculos burocráticos impuestos por los monopolios de granos de la India, la Fundación Ford y el Gobierno de la India colaboraron para la importación de semillas de trigo del CIMMYT. La región de Panyab fue seleccionada por el Gobierno indio para evaluar los nuevos cultivos por disponer de un suministro de agua confiable y un largo historial de éxito agrícola. India comenzó su propio programa de la revolución verde en la mejora vegetal, el desarrollo del riego, y la financiación de los productos agroquímicos. India pronto adoptó el IR8 - una variedad de arroz semi-enana desarrollado por el Instituto Internacional de Investigación del Arroz (IRRI por sus siglas en inglés) de Filipinas (donde también se estaba probando la revolución verde), que podía producir más granos de arroz por planta cuando se cultivan con fertilizantes y riego determinados. En 1968, el agrónomo indio S.K. De Datta publicó sus conclusiones que el arroz IR8 produjo cerca de 5 toneladas por hectárea sin fertilizante, y casi 10 toneladas por hectárea en condiciones óptimas. Esta fue 10 veces el rendimiento de arroz tradicional. IR8 fue un éxito en toda Asia, y apodado el Milagro del Arroz. IR8 se desarrolló también en la IR36 semi-enana. En la década de 1960, los rendimientos del arroz en la India fueron de cerca de dos toneladas por hectárea, a mediados de la década de 1990, se había elevado a seis toneladas por hectárea. En la década de 1970, el costo del arroz era alrededor de $550 por tonelada, en 2001, costaba menos de $200 por tonelada. La India se convirtió en uno de los productores de arroz del mundo con más éxito, y ahora es un importante exportador de arroz, enviando casi 4,5 millones de toneladas en 2006. En México la producción de trigo pasó de un rendimiento de 750 kg por hectárea en 1950, a 3.200 kg en la misma superficie en 1970. Entre los años 1940 a 1984 la producción de grano mundial aumentó en un 250%. En conclusión, los resultados en cuanto a aumento de la productividad fueron espectaculares.

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Críticas:
Los aspectos negativos no tardaron en aparecer: problemas de almacenaje desconocidos y perjudiciales, excesivo costo de semillas y tecnología complementaria, la dependencia tecnológica, la mejor adaptación de los cultivos tradicionales eliminados o la aparición de nuevas plagas. Por esto, la Revolución Verde fue muy criticada desde diversos puntos de vista que van desde el ecológico al económico, pasando por el cultural e incluso nutricional. A consecuencia de esto se crearon movimientos que luchaban por la disminución del uso de agroquímicos, la Federación Internacional de Movimiento de Agricultura Orgánica, explica el fundamento de la siguiente manera: "todos los sistemas agrícolas que promueven la producción sana y segura de alimentos y fibras textiles desde el punto de vista ambiental, social y económico. Donde parten de la fertilidad del suelo como base para una buena producción, respetando las exigencias y el medio ambiente en todos sus aspectos. La agricultura orgánica reduce considerablemente las necesidades de aportes externos al no utilizar abonos, sustancias químicas, ni plaguicidas u otros productos de síntesis. En su lugar permite que sean las poderosas leyes de la naturaleza las que incrementen tanto los rendimientos como la resistencia de los cultivos". En panorama general la agricultura industrial se apoya en cuatro grandes pilares: la maquinaria agrícola moderna y de transporte de alimentos, los agroquímicos, la biotecnología y los sistemas de riego.. De los cuatro, los dos primeros están relacionados directamente con la producción de petróleo. Así pues, de la misma manera que la agricultura industrial ha sido un factor importante para la transición demográfica,9 la ausencia de ésta al agotarse el petróleo puede suponer futuras hambrunas, crisis alimentarias y un aumento drástico en la mortandad a nivel mundial.

Respuesta de Norman Borlaug a la crítica:
El mayor uso del riego juega un papel importante en la revolución verde. Borlaug desestimó las pretensiones de algunos de los críticos de la revolución verde, pero tuvo otras preocupaciones en serio y dijo que su trabajo ha sido: "un cambio en la dirección correcta, pero no ha transformado al mundo en una utopía." De los grupos de presión ambiental, dijo: "algunos de los grupos de presión ambiental de las naciones occidentales son la sal de la tierra, pero muchos de ellos son elitistas. Nunca han experimentado la sensación física de hambre. Ellos hacen su trabajo de cabildeo desde cómodas suites de oficina en Washington o Bruselas ... Si vivieran sólo un mes en medio de la miseria del mundo en desarrollo, como he hecho por cincuenta años, estarían clamando por tractores y fertilizantes y canales de riego y se indignarían que elitistas de moda desde sus casas les estén tratando de negar estas cosas". El trabajo de Borlaug en la revolución verde, para sus defensores, destruyó algunas de las predicciones catastrofistas del ecologismo y en contraste los males creados por los pesticidas y fertilizantes, y los escasísimos porcentajes de muerte por esas causas, son insignificantes en comparación con las vidas que ha salvado su revolución, que se calculan en unas 1000 millones.9 El mismo Bourlaug consideró la creación de transgénicos como una extensión natural de su propio trabajo en la revolución verde que debe ser continuada, y que la oposición a los transgénicos viene del mismo tipo de activismo ambiental -anti-científico desde su punto de vista- que cuestiona los logros de la revolución verde: Lo dicen porque tienen la panza llena. La oposición ecologista a los transgénicos es elitista y conservadora. Las críticas vienen, como siempre, de los sectores más privilegiados: los que viven en la comodidad de las sociedades occidentales, los que no han conocido de cerca las hambrunas. (Fuente: TFODE)


Organismos transgénicos
Animales o vegetales cuya dotación genética ha sido modificada para contener genes extraños o formas alteradas de genes endógenos. Un organismo transgénico se consigue tras inyectar el gen ajeno en el óvulo fecundado o en las células embrionarias que se generan en los primeros estadios del desarrollo. Por ejemplo, en el caso de ratones transgénicos, los óvulos modificados son transferidos a madres sustitutas, obteniéndose el ácido desoxirribonucleico (ADN) extraño en el 10-30% de la progenie. La transferencia de este ADN a las células hospedadoras no es sencilla. Por ejemplo, en el caso de células simples como las de las levaduras, éstas se pueden tratar con enzimas para eliminar las gruesas paredes externas, generando lo que se denominan esferoplastos, que captarán el ADN añadido en el medio. Las células vegetales también se pueden convertir en esferoplastos que captan ADN exógeno. Las células cultivadas de mamíferos pueden captar ADN de forma directa, pero este proceso se puede facilitar mediante tratamiento con iones de calcio. Otro método común para introducir ADN en células de levaduras, plantas y animales se denomina electroporación y consiste en someter a las células a un breve choque eléctrico, de varios miles de voltios, para hacerlas permeables, transitoriamente, al ADN. El gen inyectado se integra en el ADN de la célula huésped, en el cromosoma, y se transmite a todas las células originadas a partir de ella. Por tanto, está presente en todas las células del organismo adulto resultante y en las de todos sus descendientes. Existe otra técnica, denominada knockout dirigido a un gen o simplemente knockout, que permite evaluar la función in vivo de determinados genes mediante la mutación in vitro de un gen específico y el posterior reemplazo de la copia normal en el genoma por una forma mutante. Esta técnica es muy utilizada actualmente y se ha aplicado, fundamentalmente, en levaduras y ratones, especialmente en estos últimos; los ratones knockout se utilizan como modelos para el estudio de determinadas enfermedades genéticas humanas. Se ha demostrado que los organismos transgénicos son muy útiles en el análisis de la función de productos génicos específicos. El gen ajeno se expresa en todas las células del organismo, por tanto, es posible observar el efecto que ejerce sobre el desarrollo y estudiar su función concreta. Por ejemplo, los genes que se expresan en instantes y lugares específicos del desarrollo se pueden alterar in vitro (para que se expresen en distintos tejidos en diferentes momentos), y luego se reintroducen en el animal para evaluar las consecuencias celulares y sistémicas. Así, el gen antennapedia (Antp) de la mosca del vinagre (Drosophila melanogaster) normalmente controla el desarrollo de la pata pero su expresión errónea en la antena en desarrollo transforma ésta en una pata. Una aproximación similar puede realizarse para generar organismos que expresen genes que, por ejemplo, mejoren su producción de carne o confieran resistencia a determinadas enfermedades. También se pueden crear organismos que funcionen como fábricas biológicas, produciendo grandes cantidades de proteínas utilizadas en el tratamiento de algunas enfermedades humanas. Estos procedimientos se usan, además, para generar animales en los que se ha desactivado un gen específico en todas sus células. Así, para estudiar la función de un gen particular en desarrollo, se han utilizado ratones en los que éste se había eliminado. También se pueden generar animales modelo para estudiar determinadas enfermedades desactivando los genes no funcionales en los pacientes que las padecen. (Encarta)


Agricultura: Avances:
Otra contribución al crecimiento económico fue la que estuvieron efectuando los científicos y los ingenieros durante un período de tiempo aún más largo y de formas menos oficiales y a menudo menos visibles. La aplicación continua del saber científico a través de la tecnología y la mejora y racionalización de los procesos y de los sistemas en busca de un mayor rendimiento ya eran muy importantes antes de 1939, pero pasaron a un manifiesto primer plano y empezaron a ejercer cada vez más influencia después de 1945. Lo que supusieron para la agricultura, en la que había empezado a haber mejoras mucho antes de que la industrialización fuera un fenómeno reconocible, es uno de los ejemplos más claros de sus efectos. Durante miles de años, la única forma que tuvieron los campesinos de aumentar sus ingresos fue recurrir a los antiguos métodos, sobre todo a la tala y la roturación de nuevas tierras. Aún quedan muchas que, con las inversiones adecuadas, podrían hacerse cultivables (sin contar lo mucho que ya se ha hecho en los últimos veinticinco años para aprovechar esos terrenos, incluso en un país tan poblado como la India). Y, sin embargo, esto no explica por qué la producción agrícola mundial ha aumentado tan drásticamente en los últimos tiempos. La razón fundamental es la continuación y aceleración de la revolución agrícola que se inició en los primeros años de la Europa moderna, y que fue visible al menos desde el siglo XVII. Doscientos cincuenta años después, la tendencia se aceleró enormemente gracias, en gran parte, a la ciencia aplicada. Mucho antes de 1939, se empezó a introducir con éxito el trigo en tierras en las que, por razones de clima, nunca se había cultivado. Los genetistas agrícolas habían desarrollado nuevas variedades de cereales, una de las primeras contribuciones científicas del siglo XX a la agricultura a una escala que iba mucho más allá de las «mejoras» por ensayo y error de otras épocas; faltaban muchos años para que la modificación genética de las especies de cultivo empezara a ser objeto de críticas. Para entonces ya se habían hecho contribuciones aún mayores en los cultivos cerealistas existentes mejorando los fertilizantes químicos (los primeros, distribuidos ya en el siglo anterior). Una sustitución sin precedentes del nitrógeno del suelo condujo a los grandes niveles de rendimiento ahora comunes en los países con una agricultura avanzada. Sin embargo, el precio era un consumo ingente de energía, de manera que en la década de 1960 empezaron a expresarse los primeros temores por sus consecuencias ecológicas. Para entonces, a la mejora de los fertilizantes se le había sumado la de los herbicidas y los insecticidas, al tiempo que se multiplicaba el uso de maquinaria en la agricultura de los países desarrollados. En 1939, Inglaterra tenía la agricultura más mecanizada del mundo en términos de caballos de fuerza por hectárea cultivada; con todo, los agricultores ingleses seguían haciendo gran parte de las tareas con caballos y, a diferencia de Estados Unidos, la presencia de cosechadoras combinadas era muy escasa. Pero los campos no eran lo único que se había mecanizado. La llegada de la electricidad trajo consigo las ordeñadoras, las secadoras de grano, las trilladoras y la calefacción en los establos en invierno. Ahora, la informática y la automatización han empezado a reducir todavía más la dependencia respecto a la mano de obra humana. En el mundo desarrollado, la mano de obra agrícola ha seguido descendiendo mientras la producción por metro cuadrado aumentaba, y las cosechas genéticamente modificadas prometen rendimientos aún mayores. A pesar de eso, paradójicamente, puede que en estos momentos haya en el mundo más agricultores de subsistencia que en 1900, por la simple razón de que hay más gente. Aun así, la proporción de campos de cultivo que poseen y el valor de sus cosechas han bajado. Ahora, el 2 por ciento de los agricultores que viven en los países desarrollados suministran casi la mitad de los alimentos del mundo. En Europa, la figura del campesino desaparece por momentos, como ya lo hizo en Gran Bretaña hace doscientos años. Sin embargo, esa evolución ha sido muy desigual y accidentada. Rusia, que siempre había sido una de las grandes economías agrícolas, sufrió, en una época tan reciente como 1947, una hambruna tan grave que hizo resurgir episodios de canibalismo. La escasez local sigue siendo un peligro en los países con poblaciones grandes y en rápido crecimiento, donde la agricultura de subsistencia está generalizada y la productividad sigue siendo baja. Justo antes de la Primera Guerra Mundial, la producción de trigo por hectárea en Gran Bretaña ya era más de 2,5 veces superior a la de la India, y en 1968 la quintuplicaba. En el mismo período, la producción de arroz en Estados Unidos pasó de 1,75 toneladas por hectárea a casi 4,8, mientras que la de Birmania, el antiguo «arrozal de Asia», subió solo de 1,5 a 1,7. En 1968, un trabajador agrícola de Egipto daba de comer a poco más que una familia, mientras que en Nueva Zelanda cada empleado de granja producía alimento para cuarenta personas. Los países económicamente avanzados en otros aspectos son los que presentan las mayores productividades agrícolas, mientras que los que tienen más necesidades no han logrado producir cosechas de una forma más barata que las primeras economías industriales. Se dan entonces paradojas irónicas: los rusos, los indios y los chinos, grandes productores de cereales y arroz, han acabado comprando trigo estadounidense y canadiense. Las distancias entre los países desarrollados y los no desarrollados se han ampliado en las décadas de abundancia. Cerca de la mitad del planeta consume actualmente unas seis séptimas partes de la producción mundial, y la otra mitad tiene que repartirse la séptima que queda. En 1970, la media docena escasa de estadounidenses que hay por cada 100 seres humanos utilizaba unos 40 de cada 100 barriles de petróleo producidos en el mundo anualmente. Cada uno de ellos consumía más o menos un cuarto de tonelada de productos de papel al año, cuando en China esa cantidad se reducía a 9 kilos. La energía eléctrica que se empleaba en China para todos los usos en un año solo habría podido mantener el suministro eléctrico de los aparatos de aire acondicionado de Estados Unidos, según se llegó a decir. La producción de electricidad es una de las mejores formas de establecer comparaciones, ya que su comercio internacional es relativamente bajo y la mayor parte se consume en el mismo país que la genera. A finales de la década de 1980, Estados Unidos producía cerca de 40 veces más electricidad per cápita que la India y 23 veces más que China, pero solo 1,3 veces más que Suiza. (Roberts)


Producción agrícola europea década 1950:
Los cambios más espectaculares se centraron en la transformación de la tierra y la agricultura. La producción agrícola había permanecido casi inalterada durante la primera mitad del siglo. Después de los años cincuenta se disparó. Por poner un ejemplo, la cantidad de terreno agropecuario de la RFA que en 1900 bastaba para alimentar a cinco personas, serviría en 1950 para dar de comer a seis, y en 1980, para treinta y cinco. En la RFA y Francia, la política del Mercado Común, los programas de modernización subvencionados por el estado, la nueva maquinaria agrícola y los nuevos fertilizantes, semillas y alimentación animal contribuyeron a lograr la transformación. En Polonia y el Bloque del Este, los regímenes socialistas sustituyeron las pequeñas explotaciones agrícolas por una agricultura a gran escala. Los efectos modificaron todo el paisaje económico y social. La abundancia implicó la bajada de precios de los alimentos. Las familias gastaban una proporción menor de sus ingresos en alimentos y eso liberó dinero para otras formas de consumo y para nutrir el crecimiento económico. El porcentaje de la mano de obra empleada en agricultura descendió, lo que favoreció una expansión del sector industrial y, sobre todo, de servicios. El campesinado con terrenos extensos o valiosos cultivos especializados (productos lácteos o vino) y que consiguió resistir las deudas se adaptó. Otros perdieron sus terrenos. Los franceses hablaban del «fin del campesinado»; en la década de 1960 abandonaban el campo cien mil personas al año. Estos cambios provocaron protestas constantes cuando los granjeros intentaban defender su nivel de vida. El Mercado Común consintió políticas para reforzar los precios agrícolas, pero mantuvo la misma dinámica. (Coffin)


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Fotos: UNHCR | USaid | Diego Fernández Gabaldón