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Jarchas de los cristianos mozárabes:

Jarcha es el nombre que reciben los últimos versos de la moaxaja, composición estrófica creada en el siglo IX y escrita normalmente en árabe clásico. Muchas jarchas provienen de otros poemas, a manera de cita, o se repiten en poemas diferentes. Las jóvenes suelen hacer confidencias de amor a su madre (escrita mamma en romance hispánico) y abundan más los momentos dolorosos, como la ausencia y los celos. Las jarchas, las cantigas de amigo y las canciones tradicionales tienen métricas distintas entre sí y tienen en común la brevedad.

Se perciben coincidencias temáticas que giran fundamentalmente en torno a la experiencia amorosa, aunque las canciones castellanas de tipo popular podían presentar otros temas, relacionados con el trabajo, el juego y festividades sobresalientes, como la Navidad. En cuanto a la pasión amorosa, se realzan aspectos universales y de todos los tiempos, tales como las ensoñaciones que agitan el deseo, la conciencia de los cambios que afectan a la persona, la condición efímera de esa vivencia, los obstáculos y peligros que afectan a la plena felicidad, los reproches, enfados y desengaños, etc. El conjunto muestra una notable heterogeneidad aun dentro del tema general de las incidencias alegres y de sufrimiento o contrariedad de la pasión amorosa. Hay que señalar que en los tres tipos de lírica tradicional encontramos a la madre, como interlocutora de la joven, como autoridad o como desahogo emocional que se evoca o se nombra más que propiamente como confidente de presencia real.

Jarchas:
Las jarchas que nos interesan eran un componente estrófico breve compuesto en la lengua romance de los cristianos mozárabes (aunque escrita con caracteres árabes o hebreos), que servía de remate a una estrofa en lengua árabe o hebrea, la muasaja o moaxaja, creada por un poeta nacido en Cabra (Córdoba) en el siglo IX. Pero la jarcha era originariamente árabe, en cuya lengua significa ‘salida’, y en tal cultura y lengua fue creada. Las jarchas mozárabes que primeramente se publicaron, en 1948, por el hebraísta Samuel M. Stern, fueron veinte jarchas que se encontraban en moaxajas hispano-hebreas datadas entre los siglos XI (la más antigua parece anterior a 1042) y XIII. En 1952 el arabista madrileño Emilio García Gómez sacaba a la luz las jarchas de la serie árabe. En total, se documentan unas sesenta jarchas distintas, de las que una cincuentena aparecen en muasajas árabes y veintiséis en muasajas hebreas; unas pocas jarchas en dialecto romance andalusí las encontramos en una y otra serie. Con el propósito de interpretarlas mejor, durante algo más de cincuenta años se han sucedido las polémicas sobre la lengua en que fueron compuestas y sobre los textos mismos. A ello ha contribuido que los copistas produjeron algunas distorsiones en las palabras que se recogen con grafías que no se corresponden con la fonética de ellas. Y hay que añadir también que los dos manuscritos que contienen las muasajas árabes con jarchas romances se escribieron en fecha tardía (siglo XVI y siglos XVIII y XIX), y en lugares distantes del antiguo Al-Andalus y donde no se conocía la lengua mozárabe. Los manuscritos de la serie hebrea son, por el contrario, anteriores (siglos XII, XIII, y los más tardíos del XVI y del XVII). De otra parte, el autor de la muasaja puede modificar la jarcha para engarzarla, como sucede con la que con sentido amatorio o panegírico utilizaron Yehudá Ha-Leví (siglo XII) y Todros Abulafia (principios del siglo XIV), respectivamente. Por esta revitalización con variaciones a lo largo del tiempo cabe considerarlas poesía tradicional, de tradición oral que en un determinado momento se recoge por escrito.

La lengua románica en que se crearon presenta naturalmente formas arcaicas y numerosos arabismos, especialmente en los finales de verso. La opinión mayoritaria es que se trata de micropoemas en una primitiva lengua románica, o más bien bilingües, que representan hasta la fecha las primeras manifestaciones de la poesía lírica de la Edad Media europea. Fueran obra de poetas cultos o de poetas populares, se trata de una invención poética puesta en estilo directo en boca femenina, tal como suelen aclarar expresamente los versos que la introducen, “y ella dijo este viejo cantar que es tan bello”, “la joven llorando cantó así su pena”, “la hermosa muchacha canta así a su galán”, etc. La despedida, la ausencia y el abandono son las claves de esta poesía amorosa, que contiene anhelos, preguntas, quejas, ruegos y confidencias a la madre, a amigas o compañeras. Por el contrario, las jarchas escritas en lengua árabe, aunque sea vulgar o dialectal, suelen ponerse en boca del varón enamorado, del poeta, o bien de seres personificados, además de incluir elementos simbólicos característicos de la lírica árabe clásica, como la identificación mujer-luna, las referencias plantas y árboles, a aves o a motivos de caza, de igual manera que la aceptación gozosa del sufrimiento que causa la pasión amorosa y la desenvoltura de la muchacha con invitaciones a la relación física. La falta de conexión temática explícita entre la muasaja y la jarcha se ha interpretado como indicio de la preexistencia de la jarcha en la tradición oral, lo que las vincula con una tradición folclórica de lírica amorosa que tuvo varias manifestaciones en la Península Ibérica y también en otros lugares del continente europeo, como Francia, Alemania o Sicilia. Subyace, por tanto, en ellas un mundo poético femenino que parece el más antiguo de la lírica medieval europea, que acerca las jarchas a las cantigas de amigo gallego-portuguesas y a los villancicos castellanos, pero además a los refrains franceses, a los frauenlieder alemanes y a los strambotti italianos; en definitiva, a una lírica pretrovadoresca. Menéndez Pidal y García Gómez estudiaron la métrica de las jarchas mozárabes y la primera conclusión a la que llegaron es la sencillez de su sistema. Entre las estrofas, siempre breves, hay dísticos de igual medida y de diferente número de sílabas, trísticos monorrimos y cuartetas asonantadas o de rimas alternas. El número de sílabas por verso suele estar entre cinco y ocho, y la rima es preferentemente consonante en las de muasajas árabes y asonante en las hebreas. La rima de la jarcha se rige predominantemente por el modo español, lo que refuerza su raíz románica. (María Teresa Barbadillo)

Moaxaja:
La palabra viene del término árabe muwassah, que significa adornado con un cinturón de doble vuelta, referido a cinturón, faja o ceñidor. Da nombre a una composición poética culta propia de la España musulmana. En el siglo IX aparecen las primeras referencias escritas. Consiste en varias estrofas de cinco o más versos. Se diferencia de la jarcha en su estilo y tono, siendo cultas y refinadas. Los sentimientos que despierta la amada son más sutiles e intrincados. Las comparaciones empleadas acuden a referencias que requieren un destacado nivel de educación. Se alude a la perfección del cielo estrellado, las formas capaces de deslumbrar y arrebatar. Misterios de que solo haya una entre todas las mujeres o que se valore a un ser más que a todo lo que ofrece el mundo. Fue una composición imitada por los poetas judeoespañoles. En el siglo XIII Ahmad al-Tifasi se refiere a cancioncillas antiguas al estilo de los cristianos. Evolucionaron durante muchos siglos dando lugar a numerosas variantes. Se compusieron en diferentes lenguas: árabe dialectal, árabe clásico, hebreo, romance y árabe oriental.

¿Cómo lograr podría
la que me tiene así?
Por su amor toda rienda
ha tiempo que perdí.
(Comienzo de una canción anónima)

¿Qué faré yo o qué será de mibi?
Habibi,
non te tolgas de mibi.
¿Qué haré yo o qué será de mí?
Amigo,
no te apartes de mí.
(Jarcha hispanohebrea)

Canciones profanas: El tratado de música con mayor difusión en la Edad Media fue el del filósofo y poeta latino Boecio (480-525), titulado De musica. La actividad de los trovadores se desarrolla en Francia entre finales del siglo XI y finales del siglo XIII. Tiene lugar después de la aparición del canto gregoriano y mientras la polifonía se desarrolla aumetando su complejidad. Los trovadores, afincados en la región de Provenza, se inspiraron en el antiguo concepto griego de poema lírico como composición vocal. Como divertimento se puso a disposición de las masas populares la narración cantada de romances e historias de amor. Los troveros empezaron por copiar y adaptar las obras de los trovadores y más tarde desarrollaron un género propio, similar en su temática y su forma musical al de los trovadores.

Notación del canto religioso: La notación neumática gregoriana data del siglo XI. Se usaba para indicar los desarrollos melódicos del repertorio de canto de la liturgia romana. Conseguía transmitr un esquema básico de la melodía pero no era una notación musicalmente precisa. Fueron los copistas de Cluny y del Císter quienes llevaron a cabo un proceso de unificación de las variadas notaciones existentes, como la paleofranca, la bretona y la visigótica. El canto religioso se unifica con la Reforma gregoriana (siglo XI), que lleva a toda la iglesia occidental a usar el rito romano. Tiene la particularidad de huir del entretenimiento. Busca evitar las armonías y el acento para no provocar pasiones en los fieles. El monje benedictino Guido de Arezzo (991-1050) introdujo un sistema de representación del tono y organizó lo que serían más tarde los nombres de las notas musicales. Recogió sus estudios como musicólogo en el influyente tratado Micrologus de disciplina artis musicae. Estableció el tetragrama, precursor del pentagrama.

► Las fronteras de Europa en el siglo IX presentaban particularidades acusadas. La expansión escandinava había llegado a Inglaterra, Irlanda, Escocia e Islandia. Los reinos ibéricos ocupaban una franja muy estrecha en la costa cantábrica.

 

 

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