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Poesía épica: Leyenda del Rey Arturo:
Variedad de relatos medievales:
Grupo de relatos en varias lenguas que se desarrollan en la edad media. La leyenda es un tejido complejo de la antigua mitología celta con incorporaciones posteriores sobre un posible núcleo histórico. Arturo es un rey semihistórico de los britanos, hijo de Uther Pendragón e Ygraine. Es concebido con ayuda de un hechizo realizado por el mago Merlín. Ygerne, esposa del duque de Cornualles, es poseída por Uther, que con la apariencia del duque entra en el castillo de Tintagel. Arturo llega a ser reconocido como rey aunque tiene que enfrentarse a los que niegan su derecho al trono. Sus caballeros se reunían en torno a la tabla redonda, una mesa redonda en la que no había diferencia de rango entre ellos, sólo el rey era primus inter pares.

Las primeras referencias a Arturo se encuentran en fuentes galesas como el poema Y Gododdin (c. 600), cuentos escritos en latín en los siglos IX y X, y los relatos de la colección de cuentos galeses Mabinogion (c. 1100). En uno de estos aparecen la esposa de Arturo, Ginebra, y sus guerreros Kay, Bedivere y Gawain. La primera narración artúrica extensa procede de Historia Regum Britanniae (c. 1139), del escritor inglés Godofredo de Monmouth, en la que se identifica a Arturo como hijo del rey britano Uther Pendragon y aparece su consejero Merlín. La Historia menciona la isla de Avalón, donde Arturo acude para recuperarse de las heridas tras su última batalla, y se narra la infidelidad de Ginebra, así como la rebelión instigada por el sobrino de Arturo, Mordred. El desarrollo posterior de la leyenda artúrica parte de la obra de Godofredo de Monmouth, como la primera historia artúrica inglesa, el Roman de Brut (1205) del poeta Layamon. Se describe a Arturo como un guerrero épico, y se narra por primera vez la historia de su espada mágica, Excalibur, que sólo él pudo sacar de la roca en la que estaba enclavada.

También se desarrolló una tradición artúrica en Europa, probablemente basada en narraciones transmitidas por los celtas, que emigraron a Britania en los siglos V y VI. A la visión de la labor del caballero se le añadiría un sentido trascendental en la época de la Primera Cruzada (1096-1099). Ponían sus armas al servicio de la cristiandad para la conquista de Tierra Santa y la salvaguardia de los peregrinos. En el año 1100, los romances del rey Arturo eran conocidos en países tan lejanos como Italia y España. Inspirados en la caballería y en el amor cortés, se centran más en las hazañas de sus caballeros que en las del propio Arturo. Los romances más antiguos artúricos franceses son una serie de poemas del siglo XII de Chrétien de Troyes. En uno de ellos se cuenta la historia de Lancelot du Lac, principal caballero de Arturo y su rival por el amor de Ginebra.

Perceval, joven aristócrata galés, vive aislado en el feudo de la Yerma Floresta Solitaria. Su madre, la Dama Viuda, temerosa de que corra la misma e infausta suerte que su marido y sus otros dos hijos, lo aparta del mundo. Al contemplar a cinco caballeros Perceval se decide a tomar la espada y salir en busca de aventuras. En el momento de ser abandonada, su madre se desploma, hecho que atormenta al joven viajero.

El Santo Grial:
En el poema de Parsifal [Perceval] se habla por primera vez de la búsqueda del Santo Grial, tema del ciclo artúrico que se desarrolla, a partir de entonces, en el mundo cristiano, como en las primeras versiones alemanas de Erec y Iwein, del poeta Hartmann von Aue del siglo XII, y en el poema épico Parzifal (c. 1210), de Wolfram von Eschenbach (1170-1220). Los trovadores que recorrían Alemania en los siglos XII y XIII (Minnesänger) estaban unidos en comunidades o hermandades. Uno de ellos, von Eschenbach, que fue además caballero y poeta lírico, fue quien aportó los principales hechos relacionados con Parsifal. Poseía una memoria prodigiosa y no llegó a aprender a escribir ni leer. El relato de los viajeros Gahmuret y Parsifal transcurre por lejanas tierras africanas, francesas y ciudades como Bagdad, Sevilla y Toledo. Acogido en un castillo Perceval presencia una extraña procesión que incluye el Grial del que emana una luz deslumbrante. A pesar de no haberlo logrado, en su mano ha estado poder curar de una antigua herida al Rey Pescador. El cuento del Grial quedó inconcluso y el sentido de sus partes y símbolos abiertos a la especulación. En Los libros del Grial, serie de obras en verso del borgoñón Robert de Boron, aparecen explicaciones mucho más explicitas. José de Arimatea recoge las últimas gotas de la sangre de Jesucristo tras la crucifixión y las deposita en el cáliz de la Última Cena. El segundo heredero del Cáliz, conocido como el Rey Pescador, se asienta en Avalón para aguardar la llegada del tercer heredero del Cáliz. Otras series del relato en prosa (siglo XIII) son de menor valor literario.

A principios del siglo XIII se añadió a la leyenda artúrica la historia de Tristán e Isolda (o Iseo), procedente de otra tradición celta. Los romances artúricos ingleses de los siglos XIII y XIV se refieren a los caballeros —Percival y Galahad, los caballeros del Grial, y sobre todo a Gawain. La obra maestra culminante de todos ellos fue Sir Gawain y el caballero verde (c. 1370), de autor anónimo. Varios de estos cuentos artúricos fueron reescritos en prosa inglesa por Thomas Malory en su libro La muerte de Arturo (1469-1470), en el que se basó el poeta Alfred Tennyson para escribir Idilios del rey (1859-1885), una alegoría de la sociedad victoriana. Muchos escritores han adaptado las historias de Arturo, sus caballeros y la corte espléndida de Camelot a los gustos y temas contemporáneos. El poeta Edmund Spenser idealizó a Arturo como el perfecto caballero en su alegoría épica de la sociedad isabelina La reina de las hadas (1590-1599). La música también se ha interesado por las historias artúricas —desde Parsifal de Richard Wagner (1882) al musical de Broadway Camelot (1960) de Alan Jay Lerner y Frederick Loewe. (Fuente: Encarta)


Poemas medievales sobre caballeros:
No todo lo que se escribe en verso a finales de la Edad Media llega a constituir un verdadero género poético: en una época en la cual la producción en verso continúa considerándose superior a la redactada en prosa, muchas de las composiciones que siguen aquel modelo habrían de ser entendidas como fórmulas realmente narrativas. La producción poética se ofrece en diversos dialectos, entre los que sobresale el del noroeste; un solo manuscrito conserva cuatro poemas del mayor interés: Pearl (Perla), de carácter místico alegórico, Purity (Pureza), Patience (Paciencia) y Sir Gawain y el Caballero Verde, el mejor de todos ellos: se trata de una novela de tema artúrico en el que el ambiente, con todo, resulta más anglosajón que bretón. Indudablemente deudora del Roman de Brut de Robert Wace, esta versión anónima de sobre 1380 del «roman» artúrico se presenta por vez primera de forma original en Gran Bretaña, por otra parte configuradora primera de la leyenda. Aquí, Gawain —el Gauvain francés, Galván en la traducción española—, sobrino del rey Arturo, no es tanto el conquistador como, muy al contrario, el caballero virtuoso que sabe comprender la hombría y, ante todo, la caballerosidad. El elemento fantástico —de forma muy cercana al primitivismo anglosajón germánico— se basa frecuentemente en lo misterioso y lo terrorífico, elementos que, por otra parte, también se encontraban abundantemente en los contemporáneos «romans» franceses tardíos sobre el tema. En una línea parecida escribe John Barbour (muerto en 1396), primer poeta escocés importante, su Bruce: se trata de una epopeya histórica del héroe nacional Robert Bruce, que en la lucha contra los ingleses realizó hazañas memorables. Muy logrado, el autor, de cualquier forma, muestra una mayor preocupación por la historia que por la poesía. (Eduardo Iáñez, 1989)

 

 

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