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Teatro: Sinopsis
Ubú rey - Alfred Jarry (1896):
Estrenada en el parisino Théâtre de L'Oeuvre. A partir de su estreno el teatro experimentó cambios definitivos, rompiendo así con una fuerte tradición al renovar tanto la escritura dramática como los conceptos de puesta en escena. Introdujo cambios importantes en la iluminación, vestuarios, utilización de máscaras y gestualidad actoral. Esto convirtió a Alfred Jarry en uno de los precursores más importantes del surrealismo, del dadaísmo y del teatro del absurdo. La exclamación «¡MERDRE!» da comienzo a la obra, dejando al descubierto el personaje de Ubú, una representación de lo grotesco y humanamente innoble del poder político y el gobierno. Este personaje genera la creación de tres obras más: Ubú en la colina (que es un resumen de Ubú rey, adaptado para llevarlo a un acto de marionetas), Ubú cornudo y Ubú encadenado.

La casa de Bernarda Alba - Federico García Lorca (1936):
A la muerte de su marido, Bernarda impone a sus hijas un luto riguroso de 8 años. Tan riguroso que ni siquiera podrán salir de casa, frustrando así las necesidades de sus cuatro hijas, ”en edad de merecer”. Después de haber negado a Martirio como prometida a un Humanes ”por ser gañán”, compromete a Angustias con Pepe ”El Romano”.La aparición de este personaje desencadena una serie de acontecimientos que degenera en una confrontación entre la madre y las hijas y sobre todo entre éstas últimas. Poncia, una de las criadas de confianza de la casa, trata de advertir a la señora sobre las consecuencias de una disciplina tan rígida. Pero Bernarda rechaza todas las críticas; primero para no perder su aparente seguridad y, segundo, porque no puede aceptar consejos de una persona que está a su servicio.

Molloy - Samuel Beckett (1951):
Primera de las novelas de la gran trilogía que completan «Malone muere» y «El innombrable», «Molloy» constituye el punto de arranque de la etapa iniciada por Samuel Beckett (1906-1989) tras la Segunda Guerra Mundial, caracterizada por el abandono del inglés en favor del francés como lengua literaria y el ahondamiento de la visión trágica del mundo contemporáneo a través de imágenes en las que lo grotesco sirve para potenciar al máximo el patetismo y desolación de la vida humana. La enajenación, la soledad, la falta de identidad y el anonimato condenan a los personajes del novelista irlandés a una lucha sin sentido con su propia existencia, para la que ni siquiera la aniquilación final de la muerte constituye ya una esperanza.

Esperando a Godot - Samuel Beckett (1952):
Cuando en 1953 se estrenó en París Esperando a Godot, casi nadie sabía quién era Samuel Beckett, salvo, quizá, los que ya lo conocían como ex secretario de otro irlandés no menos genial: James Joyce. Por aquellas fechas, Beckett tenía escrita ya gran parte de su obra literaria; sin embargo, para muchos, pasó a ser «el autor de Esperando a Godot». Se dice que, desde aquella primera puesta en escena —que, realizada por el gran Roger Blin, causó estupefacción y obtuvo tanto éxito— hasta nuestros días, no ha habido año en que, en algún lugar de nuestro planeta, no se haya representado Esperando a Godot. ¡Más de cuarenta años en los escenarios del mundo! El propio Beckett comentó en cierta ocasión, poco después de recibir el Premio Nobel de Literatura en 1969, que Esperando a Godot era una obra «horriblemente cómica». Sí, todo lo horriblemente cómica que puede resultar, a fin de cuentas, la angustiosa situación límite de dos seres cuya vida y grotesca solidaridad se forjan en la absurda y vana espera de ese quién sabe qué (o quién) al que llaman Godot…

El tragaluz - Antonio Buero Vallejo (1967):
Se estrenó en octubre de 1967. Sólo en Madrid sobrepasó las quinientas representaciones. La crítica fue elogiosa. Posteriormente, ha sido objeto de muchos estudios y es considerada como una las obras fundamentales de Buero. El tragaluz se sitúa en la segunda época del autor. Asimismo, y junto a otras características del teatro de Buero, la obra ilustrará las novedades técnicas de aquella etapa. El tragaluz es, en cierto sentido, una obra «histórica»: desde un momento del futuro, el siglo XXV o XXX, según Buero dos «investigadores» proponen al espectador un experimento: volver a una época pasada (el siglo XX) para estudiar el drama de una familia cuyos miembros sufrieron «una» guerra civil con sus secuelas. Enuncian tales palabras una función esencial de la Historia: conocer el pasado para asumirlo y superarlo, desechando odios, venciendo tendencias nocivas y extrayendo lecciones para caminar hacia el futuro. Buero ha acudido a conocidos elementos de la llamada ciencia ficción. Aquí se habla de «detectores» de hechos pretéritos y de «proyectores espaciales». Vamos a asistir, pues, a un montaje de imágenes traídas del pasado. En la lectura se precisarán algunos detalles «técnicos»: será importante fijarse en lo que se dice acerca de la reconstrucción de los diálogos, pero, sobre todo, veremos que no sólo se nos van a dar imágenes «reales», sino también pensamientos, cosas imaginadas por algún personaje: fundamental será el ruido del tren, que traduce un recuerdo y una obsesión claves. Se nos presentan, pues, unas vidas marcadas por la guerra. Ante todo, por las secuelas de la misma contienda: muerte de una hija, depuración del padre, pobreza... Pero, sobre todo, marcadas por un dramático episodio del final de la guerra que separó al hijo mayor, Vicente, de los demás: fue el único que pudo escapar en un tren hacia Madrid. En cualquier caso, desde entonces las vidas de unos y otros han ido por caminos muy distintos: en los años 60, cuando comienza la obra (el «experimento»), Vicente estará bien situado en la sociedad y Mario, el hermano menor, vive pobremente en un semisótano con sus padres: una madre resignada y un padre que ha perdido la razón. Las relaciones de los dos hermanos con Encarna secretaria y amante de Vicente, pero enamorada de Mario completarán el tejido de estas vidas. Lo primero seguirá presente en la obra hasta donde podía tolerar la censura: está claro que la diferencia de posición entre Vicente y los demás reproduce la división entre vencedores y vencidos, entre integrados en el sistema y marginados. El tragaluz nos ofrece una muestra clara de la raíz de la tragedia que reside en una transgresión moral. De ahí la fuerza que cobra la idea de culpa, la cual lleva aparejada las de juicio y castigo o expiación. Son, como se ve, ingredientes esenciales de esa tragedia ética que es El tragaluz.

Cinco horas con Mario - Miguel Delibes (1979):
Exitosa adaptación de la novela publicada en 1966. Una mujer acaba de perder a su marido y una vez que las visitas y la familia se han retirado, vela durante la última noche el cadáver. Inicia con él un monólogo-diálogo en el que descubrimos sus personalidades y los conflictos de su matrimonio. Contiene una crítica hacia la sociedad del momento obligando al lector a posicionarse en contra de la viuda protagonista. La producción teatral estuvo a cargo de José Sámano y la dirección de Josefina Molina, quien en 1981 rueda la película Función de noche, inspirada en esta obra. Lola Herrera interpretó el papel de Carmen Sotillo durante más de treinta y cinco años, la última vez en 2016. En 2010 se reestrena con la actriz Natalia Millán como protagonista junto a Víctor Elías.

 

 

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