Canarias  |  Náutica  |  Arquitectura  |  Historia  |  Clásicos  |  Ciencia  |  Infantil

 

 

     
 

La Laguna: Gilberto Alemán:
La Laguna olía distinto en verano. La humedad se auyentaba y se escondía, tal vez para el siguiente invierno, entre las tejas, aproximándose alos verodes. Olía a verano. El verano llenaba las calles de chiquillos. Se jugaba en las calles: a la pelota, al guirgo, al trompo o a los boliches. Se jugaba a matarile o a la piola o a las cuatro esquinitas.

Mi tía abuela Juliana vivía en la casa de la esquina de la calle del Agua. Sí, tenía un rosal amarillo cuyo olor llegaba a la calle. La calle del Jardín estaba empedrada y su pavimento era irregular y se llenaba de charcos en invierno, cuando llovía fuerte y le nacían yerbas. La calle se llenaba de niños que jugaban a la pelota hasta que llegaba el guardia Clemente, con el sable bien sujeto con la mano derecha para que no dejaran a los niños jugar a la pelota en la calle. Algún coche saltaba sobre las piedras de la calle, de día en día o de tarde en tarde. No era buena la calle para los coches. (Gilberto Alemán)


Gilberto Alemán:
La Laguna, 1931. Se dedica profesionalmente al periodismo, trabajando en los medios más importantes durante más de 40 años. Es compositor de piezas teatrales, donde se expresa el costumbrismo y la tradición más cercana de las islas, pasando de aquí a convertirse en historiador. Compone también narrativa, con obras como Barriguita llena, corazón contento, El Callejón: crónicas laguneras, El turismo de otro tiempo.

 

 

[ Inicio   |   Canarias   |   Infantil   |   Náutica   |   Historia   |   Arquitectura   |   Poesía   |   Clásicos ]