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Philip K. Dick (Chicago, 1928 - Santa Ana, California, 1982):
Prolífico escritor y novelista estadounidense de ciencia ficción, que influyó notablemente en dicho género. Trató temas como la sociología, la política y la metafísica en sus primeras novelas, donde predominaban las empresas monopolísticas, los gobiernos autoritarios y los estados alterados de conciencia. En sus obras posteriores, el enfoque temático de Dick reflejó claramente su interés personal en la metafísica y la teología. A menudo se basó en su propia experiencia vital, reflejó su obsesión con las drogas, la paranoia y la esquizofrenia en novelas como A Scanner Darkly y SIVAINVI. La novela El hombre en el castillo, galardonada con el Premio Hugo a la mejor novela en 1963, está considerada como una obra maestra del subgénero de la ciencia ficción denominado «ucronía». Fluyan mis lágrimas, dijo el policía, una novela sobre una estrella televisiva que vive en un estado policial en un cercano futuro distópico, ganó el Premio John W. Campbell Memorial a la mejor novela en 1975. Para algunos críticos Ubik (1969), cáustica comedia metafísica de muerte y salvación, es su mejor novela. Ubik estistía antes que el universo, hizo los soles y los mundos, creó las vidas y los espacios en los que habitan, y hace cambios según su deseo. Además de treinta y seis novelas, Dick escribió 121 relatos cortos. Gran parte de sus muchas historias cortas y obras menores fueron publicadas en las revistas pulp de la época. Aclamado en vida por contemporáneos como Robert A. Heinlein o Stanislaw Lem. En 1974 tuvo un encuentro con lo inexplicable. Sintió que una mente racional trascendental invadió su cerebro. Regía sus pensamientos y estaba dotada de conocimientos increíbles y avanzados.

Vida sin comodidades:
Pasó la mayor parte de su carrera como escritor casi en la pobreza y obtuvo poco reconocimiento antes de su muerte. Se casó cinco veces. En su proceso de escritura le parecía convivir con sus personajes principales. Durante la escritura se apartaba de la familia y los amigos. Confesó que la poderosa tendencia a apartarse de la gente llegó a asustarle. Sintió alivio y felicidad cuando su novia lo abandonó mientras estaba sumido en el proceso creativo. En ese momento le atraía sobre todo continuar solo con sus pensamientos y el material de trabajo. Decía que tras acabar un libro sentía una especie de posparto. Yo escribía todo el tiempo. Recuerdo redactar la palabra ‘Fin’, sacar la página de la máquina, introducir otra y poner ‘Capítulo uno’. [...] Dos borradores de un libro serían 600 páginas, y hago dos borradores mínimo. La única forma de vivir de la escritura que encontró fue crear 60 páginas al día usando anfetaminas compradas con receta. Sus incursiones en el uso de LSD no le parecieron lo suficientemente productivas ni satisfactorias por un exceso de angustia. El alucinógeno ácido lisérgico, droga visionaria, además de algunos malos viajes con mucho más terror que euforia, con frecuencia causa insomnio y otros impedimentos físicos y anímicos para la productividad literaria. Escribir es más vigorizante y más activo que la mayor parte de las terapias. (…) Esta no es su función aunque puede hacer que te sientas mejor. Sufrió un infarto mortal a los 53 años de edad, aunque quedó unos días muy débil y sin poder hablar. Tras su muerte y la adaptación al cine de varias de sus novelas, se convirtió en una figura conocida por el gran público. Su obra es hoy una de las más populares de la ciencia-ficción.

El hombre en el castillo (1962):
[The Man in the High Castle] Transcurre en un mundo alternativo en el que el Eje ha derrotado a los Aliados en la Segunda Guerra Mundial y los Estados Unidos han sido invadidos y divididos entre los vencedores. Mientras los nazis se han anexado la costa atlántica, donde han instaurado un régimen de terror, la costa pacífica permanece en manos japonesas. En esta América invadida, los nativos son ciudadanos de segunda clase a pesar de que su cultura es admirada por los vencedores, hasta el punto de que uno de los mejores negocios es la venta de auténticas antigüedades americanas, como relojes de Mickey Mouse o chapas de Coca-Cola. Costumbres asiáticas son convertidas en nuevas reglas. En esta novela los avances técnicos y los temas clásicos de ciencia-ficción pasan a un segundo plano. Dick afirmó que dejó en manos del antiguo texto chino I Ching la decisión sobre los cambios de rumbo del argumento. El señor Nobusuke Tagomi, de creencias budistas, se debate ante el conflicto entre la rectitud de sus principios japoneses y las fuerzas oscuras que dominan Alemania. Varios personajes de la novela han leído un libro (La langosta se ha posado) que describe un mundo alternativo donde el Eje perdió la guerra.

¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? (1968):
Una guerra nuclear acaba con la mayoría de los animales del planeta. Deckard es un cazador mercenario dedicado a eliminar a los androides rebeldes. Los Nexus-6 son androides con características casi humanas, dotados incluso de recuerdos implantados que los hacen sentirse únicos. Su diseño incluye un mecanismo que les otorga una vida corta para evitar riesgos derivados de comportamientos imprevistos. El brillante ingeniero Tyrell idea para los replicantes una peligrosa mezcla de deseos, anhelos, sumisión a su función y la perturbadora conciencia de tener una vida muy corta. Una de las mejores obras y la más leída de Dick y uno de los puntos de referencia ineludibles de todo el cyberpunk posterior. Una alucinante pesadilla tecnológica que alerta de los importantes cambios a los que nos someteremos antes de no mucho tiempo. Plantea la existencia de una imprecisa línea de separación entre lo natural y lo artificial. Dick murió poco antes del estreno de la película de Ridley Scott.

Una mirada a la oscuridad (1977):
[A Scanner Darkly] Historia en parte autobiográfica situada en un distópico Orange County, California, en el futuro junio de 1994. Policías y criminales han sido siempre las dos caras de una misma moneda, pero ningún novelista ha sabido explorar esta perversa simbiosis como Philip K. Dick. Fred es el agente de policía encargado de investigar y detener a Bob Arctor, peligroso traficante de la adictiva y letal Sustancia D. Para ello Fred se adentra en un mundo donde resulta difícil diferenciar la realidad de los sueños y se sumerge en un juego perverso con Bob, en el que será a la vez cazador y presa, hasta que la pesadilla culmina con un sorprendente enfrentamiento final entre el policía y el traficante. Cáusticamente divertida e inquietantemente certera en la descripción de yonquis, colgados, traficantes, buscavidas y policías, quizá sea la novela sobre drogas más desconcertante jamás escrita.

SIVAINVI (1981):
SIVAINVI (Sistema de Vasta Inteligencia Viva) es el nombre que se da a sí misma una misteriosa inteligencia que se comunica con Amacaballo Fat, el protagonista de esta novela, mediante unas luces rosas procedentes de las estrellas. Pero también es, o puede ser, uno de los nombres de Dios. Así se inicia esta historia donde una vez más, como en toda la obra de Philip K. Dick, realidad y ficción se unen inextricablemente, y la realidad es desgarrada para ofrecernos un mundo irracional con destellos de gnosticismo, el Talmud y Zoroastro, en donde un imperio secreto que ha creado 2.000 años de falsa historia es derribado, y en donde se alcanza el clímax de la antigua batalla entre las fuerzas de la Luz y la Oscuridad, para dar origen a la Segunda Venida de la Palabra hecha Carne.


Obsesiones y anhelos:
Philip K. Dick a lo largo de 1964 ha escrito decenas de cuentos y cuatro novelas, todo de ciencia-ficción. Pero lo que Dick espera es que se le reconozca como un gran autor de alta literatura. Espera escribir la obra que le encumbre hasta Joyce y Proust, al tiempo que vive atrapado de su oficio de escritor de segunda, de las entregas a las revistas y a las editoriales, porque de ahí obtiene sus ingresos. Para escribir durante todo el día, para teclear durante todo el rato, arranca las mañanas con anfetas y frena por las noches con barbitúricos. Y mientras describe antiutopías, cierra los ojos y sueña su propia utopía de éxito literario. Han pasado diez años, y Dick sigue ahí, «en medio de la ciudad, desprovisto de realidad». Ahora está en 1974, pesa cien kilos, ha intentado suicidarse ingiriendo 700 gramos de bromuro de potasio y acaba de publicar una novela que ha escrito llorando, sin dejar de escuchar una y otra vez el viejo aire de Dowland, y por eso la ha titulado Fluyan mis lágrimas, dijo el policía. Es una historia sobre alguien que se queda atrapado en la realidad de otro. Alude a Dowland en sus páginas, y dice que fue el primer hombre que escribió una pieza de música abstracta. Cuando Dick contempla láminas de arte abstracto, cree que el KGB le manipula telepáticamente a través de esas pinturas. Pero también espera escapar de todo eso. Siempre esperando, esperando, esperando. Y cada vez hay menos esperanza. (Pérez Andújar)

 

 

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