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Naomi Klein:
Economista, periodista y escritora canadiense nacida en Montreal el 8 de mayo de 1970. Ha trabajado como columnista para diarios progresistas como The Guardian (Reino Unido) o The Globe and Mail (Canadá). Doctora “honoris causa” en Derecho por el King´s College University de Nueva Escocia, ha sido catedrática en la London School of Economics. Es una relevante investigadora y activista antiglobalización, movimiento en el que ha influido de manera determinante con obras como No Logo (2001), Fences and Windows (Vallas y ventanas, 2003) o La doctrina del shock (The Shock Doctrine, 2007), así como con el guión del documental The Take (La Toma, 2004, del cineasta Avi Lewis). El documental muestra a los trabajadores de una fábrica en Argentina que se hicieron cargo de una planta cerrada y reanudaron la producción operando como colectivo. Sus afirmaciones se ven a menudo acompañadas de controversia. Recibió duras críticas de relevantes medios del sistema como The Economist o The New Republic. Su posición ante la guerra de Irak también fue motivo de discordia, siendo acusada, al igual que Michael Moore, de estar utilizando la contienda en su beneficio propio creando polémica.

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No Logo (2000)
¿Cómo pasó Bill Gates de trabajar en un garaje a convertirse en un magnate mundial? ¿Por qué el nombre de Nike suele identificarse con el trabajo clandestino y la explotación laboral? ¿Por qué algunas de las marcas más respetadas del mundo se están viendo acosadas por virulentas campañas en su contra? La misión de este libro es explicar la irritación que amplios sectores de la sociedad están empezando a sentir contra las grandes marcas. Pero, de paso, nos invita a un periplo fascinante: desde las más lujosas tiendas de ropa de las grandes ciudades a ciertos talleres de Indonesia en los que el trabajo se convierte en degradación, desde los grandes centros comerciales estadounidenses hasta los cuarteles de los activistas que atentan contra las vallas publicitarias o de los piratas informáticos que han declarado la guerra a las multinacionales que violan los derechos humanos en Asia, Naomi Klein desenmascara a la llamada «nueva economía» y desvela el modo en que ha incumplido todas sus promesas.

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Vallas y ventanas (2003):
Corto compendio de artículos. Apoya a un grupo jóvenes neohippies anarquistas que quieren mejorar el mundo. Explica las principales inquietudes de este movimiento distribuido: la verdadera globalización, un movimiento que persigue que no sólo esté permitido el desplazamiento de mercancías y dinero, sino también de personas. El movimiento lucha contra las instituciones supranacionales que alejan el poder de los ciudadanos (la OMC, el FMI, o las diversas instituciones europeas que no son democráticas) para eliminar todas aquellas que no quieran comportarse según reglas democráticas. Insiste en que la «antiglobalización» no es tal, sino que persigue una auténtica globalización democrática en la cual las instituciones supranacionales no sean elitistas y oligárquicas que actúen impunemente en contra del bien de la mayoría de personas. Al no ser elegidas por el pueblo no pueden echarlos en las próximas elecciones.

La doctrina del shock (2007)
La historia no oficial del libre mercado. Desde Chile hasta Rusia, desde Sudáfrica hasta Canadá la implantación del libre mercado responde a un programa de ingeniería social y económica que Naomi Klein identifica como «capitalismo del desastre». Tras una investigación de cuatro años, Klein explora el mito según el cual el mercado libre y global triunfó democráticamente, y que el capitalismo sin restricciones va de la mano de la democracia. Por el contrario, Klein sostiene que ese capitalismo utiliza constantemente la violencia, el choque, y pone al descubierto los hilos que mueven las marionetas tras los acontecimientos mas críticos de las últimas cuatro décadas. Klein demuestra que el capitalismo emplea constantemente la violencia, el terrorismo contra el individuo y la sociedad. Lejos de ser el camino hacia la libertad, se aprovecha de las crisis para introducir impopulares medidas de choque económico, a menudo acompañadas de otras forma de shock no tan metafóricas: el golpe de la porra de los policías, las torturas con electroshocks o la picana en las celdas de las cárceles. En este relato apasionante, narrado con pulso firme, Klein repasa la historia mundial reciente (de la dictadura de Pinochet a la reconstrucción de Beirut; del Katrina al tsunami; del 11-S al 11-M, para dar la palabra a un único protagonista: las diezmadas poblaciones civiles sometidas a la voracidad despiadada de los nuevos dueños del mundo, el conglomerado industrial, comercial y gubernamental para quien los desastres, las guerras y la inseguridad del ciudadano son el siniestro combustible de la economía del shock.

Esto cambia todo (2014):
[El capitaliso contra el clima]. Sobre la tendencia del ecologismo político. Plantea cómo los grandes gobiernos mundiales a través de políticas capitalistas han declarado la guerra al planeta. Esta forma de ecologismo no se limita a las acciones puntuales o a las intervenciones físicas -tan típicas de Greenpeace, por ejemplo-, que podríamos entender como el último recurso frente a una situación insostenible, sino que busca atajar el problema desde una perspectiva política, fomentando un cambio en la manera en la que se consume y produce. Y es que, según Klein, las últimas grandes cumbres sobre el clima no han servido nada más que como lavado de cara y para retrasar la aplicación de numerosos acuerdos. Hoy en día las grandes industrias compran las cuotas de contaminación de países pequeños y gigantes como China están comenzando, todavía, a plantearse su extrema contaminación. Las emisiones de CO2, el consumo predatorio de combustibles fósiles y el aparente rechazo por parte de algunos gobiernos hacia las energías renovables, como la solar o la eólica, no pueden sino suponer un punto de inflexión. A partir de ahora hay que tomarse muy en serio cómo la ecología no puede estar supeditada a los intereses económicos, sino que existen alternativas que pasan, eso sí, por una completa reeducación de cómo debemos consumir. La industria verde puede, y debe, ser un sector integrado en el crecimiento de muchos países. Se tiene que producir un paulatino cambio de paradigma entre la actual generación de energía y las renovables, capaces de absorber mucho empleo y de obtener beneficios. Ante cualquier cambio de esta magnitud las grandes empresas energéticas se muestran escépticas.

 

 

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