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Ensayos influyentes: Política:
El manifiesto comunista - Marx y Engels (1848):
Este manifiesto, publicado en Londres en 1848, fue redactado por Marx y Engels por encargo del segundo congreso de la Liga Comunista. Además del programa de un partido, es un lúcido análisis de la sociedad capitalista del siglo XIX que, en muchos aspectos, sigue siendo actual. No estamos ante un panfleto sino ante un clásico del pensamiento occidental que ha llegado a ser el libro más difundido tras la Biblia y cuyos planteamientos deben ser conocidos, pues han encarnado los sueños de millones de personas y son parte fundamental de la historia del movimiento obrero. Es además un texto de gran valor literario y, con el impresionante trabajo gráfico de Fernando Vicente, el mejor acceso a la obra filosófica y política de Karl Marx.

Las Revoluciones de 1848 - Marx y Engels (1850):
Testigos excepcionales de su tiempo, Marx y Engels fueron periodistas natos. Sabían crear un estilo periodístico incisivo, culto y antisolemne, cuyo sarcasmo solía ser prácticamente demoledor para aquello o aquellos que eran objeto de sus críticas. Su realismo político en el análisis de los hechos es en ambos inflexible, no se permiten concesión alguna frente a la realidad. Se reproduce aquí una apretada selección de sus escritos periodísticos, considerando en lo fundamental aquellos que trataron directamente los movimientos revolucionarios de 1848.

El Príncipe - Nicolás Maquiavelo (1513):
[Il Principe] es un tratado de doctrina política escrito por Nicolás Maquiavelo en 1513 mientras se encontraba confinado en San Casciano por la acusación de haber conspirado en contra de los Médici. Fue dedicado a Lorenzo II de Médici, duque de Urbino, en respuesta a dicha acusación, a modo de regalo. Se trata sin duda de su obra con más renombre, aquella por la cual ha nacido el sustantivo «maquiavelismo» y el adjetivo «maquiavélico». A pesar del uso despectivo que se le confiere al término, «maquiavélico» no es otra cosa sino una obra dotada de un gran conocimiento de la psique humana, un enorme sentido común y mucho pragmatismo. Tanto es así, que muchos hombres de negocios y políticos han extrapolado algunas de sus ideas

La riqueza de las naciones - Adam Smith (1776):
Considerado fundador de la ciencia económica por La riqueza de las naciones, el escocés Adam Smith no sólo puso con esta obra los cimientos de una ciencia, sino también de una doctrina: el liberalismo económico. La idea de que la riqueza proviene del trabajo (y no del oro ni de la plata), siendo susceptible de aumentar con una adecuada regulación del funcionamiento del mercado; la noción de la competencia como mecanismo limitador de la sed de beneficios y fomentador del bien común, y el deseo de un Estado fuerte, aunque no grande, que garantice la libertad, la propiedad y el funcionamiento de la “mano invisible” que armoniza los intereses de la persona y de la comunidad, son, en efecto, su perdurable aportación al mundo que se había de desarrollar en los siglos siguientes.

La República - Platón (370 a.C.):
“Podemos, debemos escribir para nuestros contemporáneos obras como La república o El banquete”, declaraba Badiou en Condiciones (1992), después de haber afirmado, al menos desde los años ochenta y a contracorriente de su época, su filiación platónica. A ese imperativo responde su República de Platón, que es una recreación, tanto filosófica como literaria, del famoso diálogo, poblada de referencias que van desde la antigua Grecia hasta nuestros días y nos instalan, súbitamente, en un teatro-ágora donde el pensamiento se despliega a través de un lenguaje tan sutil como vivaz. Asistimos en él a una suerte de “enfrentamiento fraterno” entre el filósofo griego y su innovador discípulo, tal vez el sello de la mayor fidelidad en una relación de maestría. Sobre el pilar de una sólida conceptualización, Badiou sostiene y reformula con brío las ideas primordiales de Platón, así como objeta otras por boca de los personajes (entre ellos, la esplendente Amaranta) o por medio de la parodia y el humor que escanden la puesta en escena. “Nunca es triste el canto del concepto”, dice aquí un Sócrates que conjuga la elaboración de un comunismo por venir con la anábasis del Sujeto que, liberado de la caverna de un cine cósmico, nace a los primeros destellos de luz. La República de Platón es también una invitación a la polémica, y quien asista a este teatro-ágora en que se invoca a una multitud de personajes (Sófocles, Freud, Calderón, Mao Tse-Tung, Mallarmé, Lacan y tantos otros) se verá tentado de ser partícipe y testigo de un debate filosófico que ha sabido franquear, si no diluir, las fronteras del tiempo. Alain Badiou, filósofo, dramaturgo y narrador, pone aquí en juego su vehemencia y su peculiar inventiva para transmitirles a los lectores —a todos por igual— ese deseo. “En eso consiste —nos dice— la eternidad de un texto”.

Leviatán - Thomas Hobbes (1651):
Trata sobre la naturaleza humana y cómo se debe organizar la sociedad. Explica la aparición de las normas y de las distintas formas políticas. Para Hobbes el origen del Estado es el pacto que realizan todos los hombres quedando subordinados entre sí a un gobernante que es el que debe procurar el bien para todos. La idea central de la obra es la organización política que propone: un Estado que limite o prohíba al hombre atentar contra la vida de los otros, es decir, que supere el estado de la naturaleza garantizando la paz. El Leviatán parte del estudio del origen de la sociedad cuyo comienzo está en la transferencia de los derechos individuales a un poder absoluto. Un poder que elimina el peligro de una guerra de todos contra todos que se deriva de la condición libre del hombre en el estado de la naturaleza. Hobbes piensa que en el estado natural cada uno tiene derecho a todo lo que hay pero debido a la escasez se originan conflictos. Esta necesidad humana para la supervivencia, «el hombre actúa para preservar su vida», el miedo a la muerte y la esperanza de la paz (XIII), llevan al hombre a pactar con los demás el establecimiento de una autoridad que sea capaz de implantar una paz interna. Una autoridad soberana que debe poseer un poder absoluto.

Utopía - Tomás Moro (1516):
Publicado en latín. Ha hecho de Tomás Moro uno de los pensadores humanistas más eminentes del Renacimiento. Pero, ¿qué es este libro? No es fácil decirlo. El catolicismo de su autor es indudable, pero no aparece explícitamente en el texto. De ahí, que Utopía pueda ser leído en tantas claves: religiosas, filosóficas, políticas, etc. Utopía es una profunda parábola que, a la vez, pretende convertirse en un hacer auténtico. Por algo ese término, “utopía”, fue inventado por Moro, que parece claro que intentaba hacer ver los males sociales y políticos de su época: inflación, corrupción, malos tratos a los pobres, guerras sin finalidad alguna, ostentación de la corte, abuso del poder… Moro describe un mundo ideal, localizado en una isla con una sociedad organizada racionalmente. Utopía es una comunidad que establece la propiedad común de los bienes, el trabajo compartido, los espacios dedicados a la lectura y el arte, la búsqueda de la igualdad disolviendo las diferencias sociales y atisbando elementos democráticos. Y mucho más, mucho más que, al ir leyendo el libro, es tan asombroso que una y otra vez hay que recordarse la fecha y la época en que fue escrito, y, así, entender lo muy avanzado del pensamiento y planteamientos de Tomás Moro. Por algo Utopía fue revolucionario en su época, y por algo lo ha seguido siendo desde hace casi cinco siglos hasta nuestro hoy, donde la lectura de Utopía sigue abriendo, en las entidades y personas más dispares, nuevos cauces de futuro y de camino hacia él.

El capital - Karl Marx (1867):
El volumen 1, Crítica de la Economía política, publicado en Hamburgo, fue seguido de otros siete. El octavo fue publicado en 1984. Expone las bases de sus ideas económico-socialistas y los rasgos fundamentales de su crítica de la sociedad existente, del modo de producción capitalista y de sus consecuencias. La segunda edición del influyente volumen 1 se publicó en 1872 mientras Marx se ocupaba de la preparación del segundo tomo.

El contrato social - Jean-Jacques Rousseau (1762):
Tratado político de reducida extensión que expone argumentos sobre la libertad civil. Ayudó a preparar la base ideológica de la Revolución Francesa al defender la voluntad popular frente al derecho divino. Enumeración de los principios de su ideal político. Llamamiento explosivo a favor de la libertad humana que contribuyó a encender la mecha de la Revolución Francesa y ha avivado desde entonces cualquier debate sobre cómo deberíamos gobernarnos los unos a los otros. Considerado tanto un modelo para el terror político como una declaración fundamental de la democracia. El espíritu y las ideas Rousseau están a medio camino entre la Ilustración del siglo XVIII, con su defensa apasionada de la razón y los derechos individuales, y el romanticismo de principios del XIX, que propugnaba la experiencia subjetiva intensa frente al pensamiento racional. Expongo solamente las razones por las cuales los pueblos modernos, que se creen libres, tienen representantes y por qué los pueblos antiguos no los tenían. De cualquier modo, en el instante en que un pueblo nombra representantes, ya no es libre, ya no existe. El escrito ha desempeñado un papel crucial en el pensamiento político occidental de los últimos doscientos años. De Biblia de los revolucionarios de 1789 a libro de cabecera de Fidel Castro, ha sido considerado como la plasmación por excelencia de la teoría democrática. Fue el libro menos leído de Jean-Jacques hasta la Revolución francesa. Prohibido en Francia, y condenado a ser quemado en Ginebra por «temerario, escandaloso, impío y destructor de todos los gobiernos», a raíz de la Revolución su suerte cambió radicalmente. Los ciudadanos franceses lo aprendieron de memoria y Rousseau se convirtió en un mito, utilizado indistintamente por derechas e izquierdas. Libro complejo a causa de las múltiples lecturas que posibilita.


Sabiduría polular:
Coriolano, la única obra de Shakespeare prohibida en las democracias, fue acusada de fascista porque ataca a la chusma inepta. Sin embargo, algunos la consideran la mejor obra del cisne de Avon. No desprestigia a la plebe romana, sino a los bufones y los líderes carismáticos que la engañan con la demagogia. Coriolano no busca el halago, ni muestra sus heridas al pueblo, habla más con los hechos que con las palabras. Los griegos y los romanos ya alertaron sobre los demagogos que derribaban los gobiernos democráticos. "Me pides -escribe Séneca- qué cosa hemos de evitar más; y te diré: la turba. El trato con la multitud es dañoso". Creían en la democracia, pero no en que la muchedumbre tuviera la razón por ser muchedumbre, pues ponerse al lado de los más es cosa fácil. (Raúl del Pozo, 2018)

 

 

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