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Mark Twain (1835-1910):
Seudónimo literario que utilizó siempre Samuel Langhorne Clemens, escritor y periodista estadounidense. Twain adoptó tal seudónimo a raíz de sus vivencias como piloto fluvial en el Mississipi. El grito mark twain era la expresión equivalente para significar dos brazas de profundidad (el calado mínimo necesario para una buena navegación). Llevó una vida intensa y azarosa. Abandonó muy pronto el colegio y tuvo que ganarse la vida con gran esfuerzo. Al fallecer su padre (1847) trabaja como aprendiz en dos imprentas. Ejerció de tipógrafo, piloto de un barco de vapor, soldado de la Confederación, minero ocasional y periodista. No pudo conseguir llevar a cabo sus planes de embarcarse para iniciar una nueva vida en Sudamérica. En 1851 publica notas en el periódico Hannibal Journal. Fue reportero del modeso diario Morning Call de San Francisco. Entre los sucesos que debía relatar abundaban los enfrentamientos violentos entre bandas de irlandeses y chinos. Debía acudir diariamente a los juzgados y los teatros en busca de hechos noticiables. La época en que se dedicaba a la elaboración de artículos de prensa al uso es rememorada en su libro Una vida dura (1872). Repetía con frecuencia que no le gustaba trabajar, que había nacido vago. En la década de los 60, sin trabajo y arruinado, estuvo cerca del suicidio, pero finalmente se centró en la literatura, frecuentó a escritores. Adquirió inesperadamente fama gracias a su primera obra notable, La célebre rana saltarina del condado de las Calaveras. La historia estaba basada en experiencias vividas en las minas de oro de California.

Su viaje de 1867 por Europa y Tierra Santa se convierte en una gran fuente de inspiración. Narró estos viajes en Los inocentes en el extranjero (1869). Sus múltiples viajes por Europa y América le procuraron tanta experiencia como conocimientos para producir narraciones una detrás de otra: Un yanqui en la corte del Rey Arturo (1889), Una aventura curiosa, Príncipe y mendigo (1882), Viajes alrededor del mundo siguiendo el ecuador (1897), Vida en el Misisipi (1883) fue la primera novela escrita a máquina. Otras fuentes señalan a Tolstoi como el pionero. Alrededor del paisaje del Misisipi escribe dos novelas geniales: Las aventuras de Tom Sawyer (1876) y Las aventuras de Huckleberry Finn (1884). En 1880 escribe Un vagabundo en el extranjero, que narra un viaje a pie entre la Selva Negra, en Alemania, y los Alpes suizos. A mediados de la década de 1880 su estilo alcanza su máxima altura expresiva. Estaba dotado para las relaciones sociales, tenía verdadera chispa, verbo fácil y afabilidad. No es extraño que paralelamente al oficio de escritor fuera especializándose como conferenciante. Su ingenio y audaz ironía encajaban a la perfección en esta labor que tuvo que practicar seguramente más a menudo de lo que hubiera deseado. Afortunadamente para él era una práctica bien remunerada. Su obra es reconocible sobre todo por el sentido del humor y la frescura de sus relatos y un pensamiento de inimitable ironía. No le gustaba ser considerado como escritor humorístico.

Inversiones ruinosas:
Al igual que le ocurrió a su padre y a su hermano tenía muy pocas condiciones para establecer negocios. Sus atrevidos planes en los negocios le condujeron a la bancarrota muchas veces. En 1893 una inversión en un nuevo tipo de linotipia, la linotipia Paige, le arruinó completamente. Consiguió salir a flote dando conferencias por todo Estados Unidos y alrededor del mundo, pero las ganancias obtenidas con sus éxitos editoriales se esfumaban con nuevas y fallidas inversiones y, cuando no, por la dilapidación que practicaron distintos miembros de su familia. Su hermano Orión fue quien le creó los mayores problemas de deudas. En 1877 en lugar de aceptar una oferta preferente de acciones en el negocio de Graham Bell se conformó con “poner el primer teléfono que se usó en el mundo en un domicilio particular”, el suyo. A pesar de todo fue siempre solícito y generoso con su familia y allegados.

Crítica política:
Fuera de ese reducido círculo, Mark Twain se mostró como un crítico incisivo de la política norteamericana. Durante los últimos diez años de su vida se le consideraba el escritor anti-imperialista más influyente del gobierno de su país. Criticó severamente las políticas imperialistas de europeos y estadounidenses, unos ladrones, unos salteadores de caminos, unos piratas y encima estaban orgullosos de ello. Dios creó a la guerra para que los estadounidenses aprendieran geografía. Los negocios de su época en el extenso territorio norteamericano le parecían cercanos a una depredación. En su sociedad denunciaba el absoluto predominio y protagonismo de la hipocresía. Algunas de sus más famosas frases se aplican al engaño político: Hay tres clases de mentiras: Las mentiras, las malditas mentiras y las estadísticas. La lealtad al país siempre. La lealtad al gobierno, cuando lo merece. Los políticos son como los pañales; conviene cambiarlos a menudo porque se ensucian con frecuencia.

Reveses finales:
Durante sus últimos años llevó una vida amarga. Estaba convencido de que no recibía los honores literarios que merecía. Nunca se llegó a librar de los apuros económicos y fue orientándose hacia un negro pesimismo y misantropía. Él mismo se percató de que lo que escribía por aquel entonces era en exceso mordaz y sombrío y dejó instrucciones para que no se editase tras su muerte. En crítica ácida y pesimista competía de forma similar y destacada con Ambrose Bierce. Murió su hija mayor de meningitis, su esposa Livy quedó inválida y otro hijo murió por un descuido suyo, como dolorosamente cuenta en su Autobiografía. Su mayor dolor fue vivir para sufrir la muerte de su mujer –el desastre de mi vida- y de varios hijos y amigos. Su mujer murió en Florencia en 1904; su hija Jean murió súbitamente a finales de 1909 y él ya no se recuperó y dejaba el mundo cuatro meses después, en 1910. Sólo le sobrevivió una hija.

Algunas citas:
Un hombre no puede estar cómodo sin su propia aprobación. La peor soledad es no estar a gusto con uno mismo. No sería deseable que todos pensáramos igual. La diferencia de opiniones es lo que hace posible las carreras de caballos. El paraíso lo prefiero por el clima; el infierno por la compañía. Si dices la verdad, no tendrás que acordarte de nada. El miedo a la muerte sigue al miedo a la vida. Un hombre que vive plenamente está dispuesto a morir en cualquier momento. No hay forma más segura de saber si te gusta la gente o los odias que viajar con ellos. Los libros son para las personas que desean estar en otro lugar.


Manuscritos pasados a máquina de escribir:
Sobre este tema se afirman hechos contradictorios. Viejos tiempos en el Misisipi, publicado en 1876, contenía una parte autobiográfica sobre el aprendizaje como piloto de vapores de río. Esa parte fue posteriormente incluida en el libro de memorias Vida en el Misisipi, publicado en 1883. Este segundo libro es considerado por varios autores como el primer libro que un autor presentó a una editorial pasado a limpio con una máquina de escribir. Ese hecho no es muy probable a pesar de que no hay constancia comprobada de que otro autor (novela, ensayo, trabajo académico, memoria oficial, publicación técnica...) lo hiciera con anterioridad. No pocos libros afirman erróneamente que la primera novela que se escribió con una máquina de escribir fue Las aventuras de Tom Sawyer (1876). El propio escritor lo desmiente al informar en una carta que transcribía a máquina los manuscritos originales de esta novela.

El pintor Norman Rockwell (1894-1978):
Por sus enfoque único para reflejar el carácter de los niños fue elegido para ilustrar Las aventuras de Tom Sawyer (1936), y cuatro años más tarde las de Huckleberry Finn. Para recrear el entorno en sus ilustraciones originales viajó a Hannibal, Missouri, a petición del Museo de Mark Twain. Una colección de quince cuadros que quedaron en el museo se revalorizaron exponencialmente a medida que aumentaba el reconocimiento de la obra del pintor. Twain y Rockwell, coetáneos y residentes por un tiempo en Nueva York, nunca llegaron a conocerse. Durante los conflictos raciales de los años sesenta Rockwell toma posición por la integración, la defensa del débil y el apoyo a los negros perseguidos e insultados. Su obra titulada El problema con el que convivimos todos (1964) representa a una niña negra escoltada camino de la escuela para poner cerco a insultos y agresiones.

 

 

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