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Mark Twain: Sinopsis:
Las aventuras de Tom Sawyer (1876):
Las aventuras de Tom Sawyer es el relato de unos meses en la vida de este niño que vive en una ciudad pequeña del suroeste de Estados Unidos a orillas del río Misisipi. Criado por su tía Polly, que lo quiere de corazón pero que lo somete a una disciplina que se le hace absurda y desagradable, Tom contempla el mundo de una manera muy distinta a como lo hacen los adultos con los que tiene que convivir. Precisamente porque existe ese distanciamiento nos entretiene con sus reacciones divertidas y nobles. Más agreste y rebelde contra ese universo de las personas mayores es su amigo Huckleberry Finn, el compañero ideal de Tom que es envidiado por los demás niños que contemplan en su vida una forma de existencia que a ellos les gustaría llevar. Juntos vivirán aventuras humorísticas y dramáticas de las que podrán salir más airosos de lo que hubiera podido hacerlo cualquier adulto.

Príncipe y mendigo (1881):
Un príncipe y un mendigo, dobles idénticos, se conocen y súbitamente se ven situados cada uno en el papel del otro; a ninguno de ellos se les cree cuando tratan de enmendar la confusión; ambos son llevados por caminos inesperados hasta que cada uno aprende una valiosa lección. El príncipe y el mendigo fue publicado en 1881 cuando Mark Twain tenía 46 años de edad y se encontraba en la cumbre de su carrera. Difiere mucho del resto de sus obras. Ambientada en el siglo XVI, con gran atención a los detalles históricos, posee la gracia, el encanto y la irracional violencia común en los antiguos cuentos folclóricos. La decisión de Twain de ubicar su cuento en lugar y fecha reales, con un verdadero rey como su personaje central, tuvo sus consecuencias: debió hacer uso de gran ingenio para hacer coincidir su relato sin dañar su argumento o nuestro sentido de la historia. En la búsqueda por lograrlo, descarga su crítica contra las leyes, la ignorancia, la superstición y la injusticia de la época. Al situar la obra durante los reinados de Enrique VIII y Eduardo VI consigue satirizar a la Corte y a la vez, plantear una moraleja acorde a su tiempo.

Las aventuras de Huckleberry Finn (1885):
Mark Twain escribió este libro ocho años después de que conociéramos al personaje en Las aventuras de Tom Sawyer. No es arriesgado afirmar que se trata de la obra maestra de Twain, una obra rebosante de ironía y de sano relativismo. Huck, educado en la moral de su época, sabe que debería denunciar a Jim, el esclavo negro que, ante la amenaza de ser vendido, se dispone a huir. Y Huck sabe que, ayudando a escapar a un negro, está «pecando», y que por ese camino «se condena». Pero, sin haber leído a Pascal, entiende perfectamente las «razones del corazón», y se salta la moral en favor de la amistad y el buen sentido. Por fortuna, la historia ha dado la razón a Huck.

Un yanqui en la corte del Rey Arturo (1889):
Con este viaje al pasado, Mark Twain no pretende hacer alardes científicos, «la transposición de épocas y cuerpos», es solo un pretexto para escribir un relato humorístico, empapado, como es habitual en él, de sátira social y política. Las instituciones monárquicas, eclesiásticas y caballerescas reciben un buen repaso; y los personajes, un tanto grotescos y caricaturizados, a la vez que nos divierten, nos sitúan frente a la desconfianza del autor ante ciertos valores morales tenidos entonces por inamovibles.

Tom Sawyer en el extranjero (1894):
Tras la azarosa liberación de Jim, Tom Sawyer se había quedado sin aventuras que contar: hasta el cartero del pueblo osaba desafiarlo en interés trágico con una vieja historia ya caduca. Así que, cuando se le presenta la oportunidad de subir a un globo, no lo duda un instante. En Tom Sawyer en el extranjero nuestros héroes se pasean por un desierto africano que desata las fantasías orientales de Tom y permite al autor escribir algunas de sus páginas más divertidas. En ellas se refleja como nunca el paralelismo Tom / don Quijote y Huck / Sancho.

Tom Sawyer, detective (1896):
La historia trata sobre el robo de unos diamantes en San Luis por valor de doce mil dólares. Se ofrecen dos mil dólares de recompensa a quienes consiga facilitar alguna pista para dar con los ladrones. En medio de esta confusión, aparece un hombre muerto que parece guardar relación con el robo y un fantasma que hace presencia en la historia, para dar mayor misterio al tema. Cuando creen haber dado con el autor del crimen, Tom hace uso de su inteligencia para desenmascarar al verdadero culpable, solucionando, de paso, el caso de los diamantes… En esta obra, llena de humor e influida por las novelas de Conan Doyle, el joven Tom -cual Sherlock Holmes- intenta resolver un misterioso asesinato y tendrá como su auxiliar a Huckleberry, que remeda a Watson.

El diario de Adán y Eva (1906):
Diario de Adán: Esta nueva criatura de pelo largo se entromete bastante. Siempre está merodeando y me sigue a todas partes. Eso no me gusta, no estoy habituado a la compañía. Preferiría que se quedara con los otros animales. Hoy está nublado, hay viento del este, creo que tendremos lluvia? ¿Tendremos? ¿Nosotros? ¿De dónde saqué esta palabra?? Ahora lo recuerdo: la usa la nueva criatura. Diario de Eva: Toda la semana lo seguí y traté de entablar relaciones con él. Yo soy la que tuvo que hablar, porque él es tímido, pero no me importa. Parecía complacido de tenerme alrededor y usé el sociable nosotros varias veces, porque él parecía halagado de verse incluido. Desde su edición original en 1906, Los diarios de Adán y Eva no han perdido vigencia. La poderosa combinación de ironía y ternura que habita en sus páginas, hacen de este trabajo uno de los mayores de Twain y de la literatura humorística, desentrañando lo que realmente sucedió en el Jardín del Edén antes del percance frutal.

 

 

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