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Crítica literaria: Siglo XX:
Los críticos del siglo XX consiguieron desarrollar un sobresaliente análisis procurando abstraerse de la influencia modas y corrientes dominantes. Destacan Theodor Adorno, Erich Auerbach, Walter Benjamin, Benedetto Croce, Ernst Robert Curtius, José Lezama Lima, Alfonso Reyes, Paul Valéry y Karl Vossler. Las teorías de Marx y Freud tuvieron un enorme impacto en la crítica y la literatura del siglo XX. Uno de los más grandes teóricos marxistas de la modernidad, el húngaro György Lukács, concebía la creación literaria como un eficaz vehículo de conocimiento cuando es capaz de reflejar la realidad del mundo al margen del sujeto: las estructuras económicas y sociales, las diferencias de clase y la manipulación del medio natural por parte del hombre. El Círculo Lingüístico de Praga elabora en 1929, en sus Tesis, un modelo de literatura concebida como sistema de distintas funciones lingüísticas. Este enriquecimiento será aprovechado tanto por la nueva crítica estadounidense de 1940, como por el estructuralismo francés de 1950 y 1960. La nueva crítica parte de las teorías desarrolladas por el filósofo alemán Immanuel Kant. En su Crítica del juicio (1790), Kant defendía que el poema representa una realidad diferente de la de la prosa lógica. Los nuevos críticos no mostraban interés por el contexto histórico de la obra o los detalles biográficos de su autor. Su técnica consistía más bien en descubrir, mediante un profundo análisis de la estructura y las imágenes, los recursos capaces de expresar el significado concreto de la obra literaria. Los estructuralistas conciben la lengua y la cultura como un sistema inmutable de estructuras básicas, se concentran en los pequeños detalles estilísticos y niegan la importancia del autor. Uno de los principales representantes de esta tendencia fue Roland Barthes, quien concebía la crítica como una “lengua secundaria” que funciona como un “comentario aplicado a la lengua primaria” o, lo que es lo mismo, el lenguaje universal del arte.

Psicoanálisis:
Hacia mediados del siglo XX el existencialismo filosófico propicia un nuevo acercamiento a la obra literaria basado en el valor específico de la existencia humana individual. Otras tendencias destacables en la crítica literaria más reciente son la semiótica (el estudio de los signos y los símbolos), la hermenéutica (o ciencia de la interpretación), la teoría psicoanalítica desarrollada por Freud y Carl Gustav Jung, que considera la obra literaria como reflejo de las imágenes primordiales presentes en el “inconsciente colectivo” de la especie humana, y el feminismo. Nabokov mostró repetidamente su rechazo hacia el psicoanálisis, otorgando a la escritura poderes de mayor entidad. Edmundo Gómez Mango & J.B. Pontalis en su obra Freud avec les écrivains (2013) desarrollan las deudas e influencias de los escritores con el psicoanálisis. Los autores tradicionalmente sondearon a su manera instintiva el ámbito de la ciencia del alma que Freud pretendió sistematizar. Dostoievski y Stefan Zweig insistieron en profundidad sobre el papel fundamental de las relaciones con la autoridad del padre. Freud se extendió en comentarios sobre los hermanos Karamazov o Hamlet refiriéndose al miedo, al castigo y al sentimiento de culpa. Thomas Mann lee muy pronto a Freud. Ambos llegan a conocerse e intercambian lecturas. Freud meditó y escribió sobre los niveles en que podrían encontrarse el análisis de obras de literatura respecto del ejercicio del psicoanálisis.

España:
La crítica del siglo XX responde a las exigencias de una nueva sensibilidad formal íntimamente relacionada con las vanguardias históricas de Europa. Esta influencia se deja sentir en las reflexiones críticas del modernismo español, desde Unamuno y Azorín a Juan Ramón Jiménez. A mediados del siglo XX surge un movimiento dispuesto a delimitar tanto la esencia de la obra como su lenguaje específico, y que antepone el valor artístico de la obra a los aspectos sociales, económicos, políticos e incluso éticos. Esta corriente queda ejemplificada en la obra de Alfonso Reyes, Amado Alonso y Dámaso Alonso. Otra importante tendencia en el ámbito hispánico es la representada por Américo Castro y José Antonio Maravall, quienes conciben la obra literaria como un hecho integrado en unas corrientes culturales y vivenciales. En la obra literaria de Dámaso Alonso está presente la influencia del existencialismo y de Joyce. En las obras donde recoge su labor investigadora sitúa la crítica literaria en el ámbito de la lingüística.

Derrida y Bloom:
Otro importante crítico francés, Jacques Derrida, enunció la contrateoría conocida como desconstrucción. En opinión de Derrida, los textos escritos aluden más a otros textos que a una realidad central y claramente definida. De este modo, un análisis profundo de su lenguaje revela las ambigüedades esenciales del significado. Cabe mencionar además al crítico estadounidense Harold Bloom, cuya obra La ansiedad de la influencia: Una teoría de la poesía (1973) demuestra que los escritores intentan superar la influencia del pasado mediante un proceso que el autor describe como lectura creativa del texto.

Desconstrucción:
Probablemente la teoría postestructuralista más conocida y apasionante (ambos términos son a menudo intercambiables), cuyo principal exponente es el filósofo francés Jacques Derrida. La desconstrucción es una forma de análisis textual aplicada no sólo a la literatura y la filosofía, sino también a la historia, la antropología, el psicoanálisis, la lingüística y la teología. Su definición resulta difícil. Preguntar: ¿qué es la desconstrucción? significa indagar en la propia esencia de la desconstrucción. Sin embargo, podemos describir su funcionamiento, que según el propio Derrida tiene lugar a través de una “lógica paradójica”. Esta noción supone una deliberada contradicción en los términos, puesto que la lógica se define como aquello que no contraviene las ‘leyes’ del pensamiento, mientras que la paradoja es explícitamente autocontradictoria y contraria a la razón. Es precisamente este aspecto de la escritura de Derrida lo que le ha hecho merecedor del desprecio de muchos filósofos, quienes le acusan de proponer teorías del significado que en su opinión carecen por completo de sentido. Sin embargo, la esencia de la estrategia desconstructiva es la demostración de la autocontradicción textual. Difiere de la técnica filosófica establecida para detectar los errores lógicos en la argumentación de un oponente en que las contradicciones puestas de manifiesto revelan una incompatibilidad subyacente entre lo que el escritor cree argumentar y lo que el texto dice realmente. Este divorcio entre la intención del autor y el significado del texto es la clave de la desconstrucción. (Fuente: Encarta)

 

 

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