Africa: Economía             

 

Africa: Economía:
Al sur del Sáhara: un balance económico desastroso [Finales s.XX]:
Hace mucho tiempo ya que se sabe que el desarrollo de Africa se ha parado. Durante la década de los sesenta, la tasa de crecimiento del PIB por habitante no sobrepasó el 1,3% anual, antes de caer al 0,8% durante la década siguiente y a un nivel todavía más bajo (cerca de cero) durante los cinco primeros años de la década de los ochenta, mientras que la tasa de crecimiento de la producción agrícola por habitante se volvió negativa (-1% anual). Además, estos lamentable resultados parecen generales para el continente. En efecto, los mejores resultados obtenidos en los países que a menudo se citab como ejemplo son modestos. (Sami Nair)

Sahara: Cruzando el desierto:
Una inmensa franja de aridez divide Africa desde el Atlántico hasta el mar Rojo. Es el Sahara, un gran desierto que ha separado tradicionalmente Europa de la llamada Africa negra. Recorreremos su historia siguiendo las huellas de las antiguas rutas caravaneras que definieron y enriquecieron este universo, geográficamente tan cercano de España pero ideológicamente tan lejos. Pocos espacios geográficos suscitan impresiones tan hondas entre quienes los visitan como el Sahara. Africa presenta la particularidad, única entre todos los continentes, de hallarse dividida en dos partes por una inmensa franja árida. Esta se extiende desde la costa Atlántica hasta el Mar Rojo y fragmenta al continente en dos ámbitos nítidamente diferenciados: el norte mediterráneo y lo que se ha dado en llamar Africa subsahariana. Se da la paradoja de que, pese a su carácter de cuna de la humanidad y a su relativa proximidad, Africa al sur del Sahara y Europa hayan ido evolucionando a lo largo de los últimos siglos en un estado de particular ignorancia mutua. Este aislamiento no es un problema exclusivamente geofísico. Sin duda, la tradicional hostilidad de musulmanes y cristianos ha jugado en él un papel importante y ha acentuado la incomunicación motivada por la barrera geográfica del Sahara.

El país de los desiertos:
Sahara deriva de la palabra árabe sahra, que significa desierto. Nosotros, al igual que los árabes, la utilizamos siempre en singular. En cambio los tuareg, uno de los pueblos que lo habitan, se dirigen a ella en su idioma siempre en plural, se refieren a los desiertos. Su cultura está más impregnada del carácter heterogéneo del Sahara. El Sahara geográfico abarca unos nueve millones de kilómetros cuadrados, de los cuales aproximadamente la mitad constituyen el desierto extremo (con precipitaciones sumamente irregulares inferiores a 25 litros por metro cuadrado al año). La otra mitad, aún siendo también muy árida (con precipitaciones en general inferiores a 100 metros cúbicos al año), permite el desarrollo de cierta variedad de flora y fauna adaptada a ambientes secos, el aprovechamiento ganadero y asentamientos humanos. El Sahara fue en su día una inmensa pradera. Entre los años 7000 a 300 a.C. la pluviosidad en la región fue sensiblemente más elevada que en la actualidad. Este excepcional periodo lluvioso prácticamente convirtió al desierto en una sabana y el lago Chad (la mayor masa de agua de la región, actualmente con unos 1.300 km cuadrados de extensión) se convirtió en un auténtico mar interior de 400.000 km2. Precisamente el lago Chad nos sirve como inmejorable testigo de lo cambiante del clima del Sahara. En los últimos diez mil años se ha secado totalmente en al menos en cuatro ocasiones, la última de ellas en torno al año 100 a.C. Pese a un breve periodo de recarga en los años ochenta, actualmente está en regresión y muchos piensan que es muy probable que se seque nuevamente. No obstante, no hay que olvidar que las barreras, que para una mayoría pueden ser un límite, para la minoría que consiga salvarlas pueden ser el origen de sus oportunidades. La peculiar circunstancia de que el borde noreste de Africa sea muy escarpado hace que un gran río africano, el Nilo, haya encontrado su camino hacia el Mediterráneo atravesando el Sahara. Los Homo sapiens que utilizaron este corredor para viajar hacia el norte fueron quienes (ya ellos mismos o bien sus descendientes) lograron expandirse y colonizar los restantes continentes, dando lugar en un lapso de tiempo sorprendentemente breve a la actual diversidad racial y cultural del mundo.

Las primeras rutas transaharianas:
Una de las primeras rutas a través del desierto de que se tiene constancia histórica es la llamada Wadi Hammamat, que une el Nilo con el Mar Rojo. Era ya una ruta antigua y bien establecida en el Egipto anterior a las dinastías. Se han encontrado en ella grabados de barcos de juncos datados hacia el 4000 a.C. La navegación en el Indico se ve facilitada por los vientos monzónicos, pero remontar el Mar Rojo hacia el norte es difícil debido a que los vientos dominantes suelen ser de noroeste. El punto lógico para que los barcos evitaran continuar la dura remontada hacia el norte del Mar Rojo y estratégicamente situado para transportar desde allí sus cargamentos al Nilo con relativa facilidad el actual Quseir, que dista poco más de doscientos kilómetros del actual Qift, en la orilla del Nilo. Entre estas dos localidades transcurre la ruta de Wadi Hammamat; de este modo las mercancías podían seguir su camino al norte ayudadas por la corriente del Nilo. Uniendo egipto con Nubia, concretamente en la zona de la actual región de Darfur, existe también una ruta muy antigua conocida como Darb el arbain (ruta de los cuarenta días), utilizada durante el Imperio Egipcio y que fue descrita por Herodoto. En tiempos de los romanos se construyeron puestos y fortalezas y se organizaron asentamientos a lo largo de esta ruta. Más hacia el oeste, la región del Fezzan, al suroeste de la actual Libia, formó parte del llamado reino de los garamantes entre el 100 a.C. y el 600 d.C. Este era un pueblo que se dedicaba a la agricultura y al comercio, haciendo llegar esclavos negros y productos africanos a través del Sahara hasta Trípoli en tiempos del Imperio Romano. Para poder practicar la agricultura dependían de las aguas subterráneas fósiles captadas mediante galerías, cuya construcción y mantenimiento quizás dependiera de numerosa mano de obra servil. El colapso del reino, independiente de Roma, se debió quizá al agotamiento de las reservas de agua. Algunos piensan que los tuareg son sus descendientes y que éstos se vieron obligados a abandonar la agricultura, sustituir las vacas y cabras por los camellos y dedicarse a la explotación de la sal. (Carlos Romero)


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