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Poesía épica:
[o Epopeya] Género poético que se caracteriza por la majestuosidad de su tono y su estilo. Relata sucesos legendarios o históricos de importancia nacional o universal. Por lo general se centra en un individuo, lo que confiere unidad a la composición. A menudo introduce la presencia de fuerzas sobrenaturales que configuran la acción, y son frecuentes en ella las descripciones de batallas y otras modalidades de combate físico. Las principales características del género son la invocación de las musas, la afirmación formal del tema, la participación de un gran número de personajes y la abundancia de parlamentos en un lenguaje elevado. En ocasiones ofrece detalles de la vida cotidiana, pero siempre como telón de fondo de la historia y en el mismo tono elevado del resto del poema. Los griegos distinguieron entre poesía épica y poesía lírica, dos géneros claramente diferenciados tanto por su naturaleza como por sus modos de difusión. La poesía lírica expresa ante todo emociones personales y estaba hecha para ser cantada, mientras que la poesía épica se recitaba. Los poemas épicos no son historias más o menos divertidas de héroes reales o legendarios; compendian y expresan el carácter o los ideales de todo un pueblo en un periodo significativo o crucial de su historia. Los más antiguos exponentes del género son la Iliada y la Odisea del poeta griego Homero. Las características que definen al héroe de un poema épico son más nacionales que individuales y la manifestación de estos rasgos en sus hazañas heroicas se propone satisfacer el orgullo nacional. En otros momentos la épica puede sintetizar los ideales de un gran movimiento religioso o cultural. Tal es el caso de obras como la Divina Comedia (1307-1321) de Dante, que refleja la fe de la Cristiandad durante la edad media, La Araucana (1589) del poeta español Alonso de Ercilla, que exalta la conquista de América y el heroísmo de los indígenas, o el Paraíso perdido (1667) de John Milton, que encarna los ideales del humanismo cristiano.

ÉPICA POPULAR:
La épica se divide en épica culta y épica popular. La épica popular se desarrolló a partir de la poesía popular transmitida oralmente por los bardos, juglares u otros autores, y ocasionalmente escrita por poetas anónimos. Entre las principales obras del género destacan la epopeya anglosajona Beowulf, El cantar de los nibelungos, de un anónimo autor austriaco, y las epopeyas indias Mahabharata (Gran Historia) y Ramayana (Historia de Rama). Los acontecimientos narrados en estos poemas se basan en leyendas o hechos ocurridos mucho tiempo antes de su composición. Los personajes y episodios que figuran en gran parte de la épica popular están presentes en canciones populares anteriores al poema. Un ejemplo claro son los poemas épicos populares conocidos como cantares de gesta, compuestos entre finales del siglo X y mediados o finales del siglo XI, el más famoso de los cuales es la Canción de Roldán (c. 1100). En la literatura española destaca el Cantar de mío Cid (c. 1140), basado en el heroico personaje de El Cid, protagonista de numerosas baladas y poemas que nunca alcanzaron proporciones épicas. En algunas culturas los materiales de la épica popular nunca se han reunido en un poema épico. Los celtas produjeron extensos ciclos de poemas épicos, entre los que destacan el Ciclo feniano y el Ciclo ossiánico (véase Ossián y baladas ossiánicas) y el Ciclo artúrico (véase Leyenda del rey Arturo), pero no desarrollaron un gran poema épico con este u otro material similar. El romancero español es otro ejemplo de épica popular, al igual que las muy variadas formas del corrido mexicano.

ÉPICA CULTA:
La épica culta es obra de poetas conocidos que cultivan de manera consciente una forma amplia y antiguamente establecida. Al igual que la épica popular se ocupa de las tradiciones, los mitos o la historia de una nación. La épica nacional latina alcanza su cima con la Eneida de Virgilio en el siglo I a. C. Esta obra figura entre las más grandes epopeyas de la literatura mundial. El poeta persa Firdawsi se basó en fuentes históricas para componer la gran epopeya nacional, Shah-Namah o Libro de reyes (1010). Entre las principales muestras de épica culta europea cabe mencionar Los Lusíadas, la epopeya nacional portuguesa escrita por Luís (Vaz) de Camões; las italianas Orlando furioso, de Ludovico Ariosto, y Jerusalén liberada, de Torquato Tasso; la Mesíada del alemán F. G. Klopstock; o el Kalevala del finlandés de E. Lönnrot; o la hispanoamericana La Araucana de Alonso de Ercilla. Puede añadirse, aunque sea de época mucho más tardía, La Atlántida del catalán Jacint Verdaguer, una obra de honda grandeza. (Fuente: Encarta)

 

 

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