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Historia e historiografía:
Siglo XIX:
Con la obra e influencia de Leopold von Ranke, la historia alcanzó su identidad como disciplina académica independiente, dotada con su propio método crítico y de análisis que exigía una rigurosa preparación. Ranke insistió en una desapasionada objetividad como punto de vista propio del historiador, e hizo de la consulta de las fuentes contemporáneas una ley de la reconstrucción histórica. Progresó de forma sustancial en la crítica de las fuentes, más allá de los logros de los especialistas en antigüedades, al tener en consideración las circunstancias históricas del escritor que se convirtieron en la clave para evaluar los documentos. Esta combinación de la objetividad del historiador (al menos como ideal) con la aguda observación de que todos los historiadores son producto de su tiempo y entorno, y que por tanto sus relatos son necesariamente subjetivos, auguraba la ruptura de la conexión de la historiografía clásica con el arte literario, de carácter intuitivo, y la alineaba con la moderna investigación científica. Muchos historiadores actuales encuentran las raíces de su disciplina en este desarrollo historiográfico decimonónico que tuvo lugar en las universidades alemanas y que influyó en el resto de la investigación histórica en toda Europa y Estados Unidos. François Guizot sustentó el interés francés por la historia de las civilizaciones y Numa Denis Fustel de Coulanges aplicó los nuevos métodos científicos a la historia medieval. En Inglaterra, Thomas Babington Macaulay mantuvo la tradición de la Ilustración pero las universidades de este país aplicaron nuevos métodos. Por lo que respecta a Estados Unidos, sus universidades aceptaron de forma creciente la influencia de los métodos alemanes. En España se mantuvo la tradición del siglo XVIII, aunque durante la Restauración se asentó el positivismo historiográfico. La figura inicial más destacada de este periodo es Marcelino Menéndez y Pelayo, autor de Historia de los heterodoxos españoles. Tras él aparece Ramón Menéndez Pidal. Al mismo tiempo surgió y se consolidó el hispanismo como tendencia intelectual. En 1910 se creó el Centro de Estudios Históricos, que estuvo dirigido por especialistas como Menéndez Pidal, Elías Tormo, Américo Castro y Claudio Sánchez Albornoz, entre otros. A mediados del siglo XIX la aparición del marxismo abrió nuevas formas de investigación histórica a partir del denominado materialismo histórico, que ejerció gran influencia en el siglo XX. Rusia, tras la instauración del régimen soviético, se convirtió en el máximo exponente de esta tendencia, que revolucionó la investigación en campos como la arqueología. En Europa occidental también ha dado origen a importantes obras y a nuevas líneas de investigación, como el materialismo cultural en el campo de la antropología. Durante el siglo XX la historia se consolidó firmemente en las universidades europeas y estadounidenses como campo profesional que descansa sobre bases teóricas rigurosas y el amplio uso de colecciones archivísticas y nuevas fuentes documentales.

5 HISTORIOGRAFÍA NO OCCIDENTAL:
Muchas otras culturas no occidentales poseen una importante tradición historiográfica. Quizá la más familiar a Occidente sea la judía, al proceder ésta de la tradición bíblica. No obstante, destacan otras más. 5.1 La historiografía musulmana Como en el caso del pueblo judío, el interés musulmán por la historiografía deriva de una fuerte e influyente creencia religiosa. El profeta Mahoma, considerado como el sucesor de los profetas judíos y cristianos, dotó al islam de un fuerte sentido histórico. La compilación y verificación de la hadit (las tradiciones que constituyen, junto al Corán la base de las leyes islámicas), originó un temprano desarrollo de la actividad historiadora. En los siglos VIII y IX d.C. teólogos e historiadores estuvieron dedicados a escribir acerca de la vida y enseñanzas de Mahoma. Al-Tabari escribió Historia de los profetas y de los reyes (c. 915), que se convirtió en la fuente para la historia de los inicios del islam. Los historiadores musulmanes describieron las vidas de hombres devotos y eruditos antes que de líderes políticos y militares al considerar que la vida de los devotos era un medio más seguro para el progreso espiritual de la sociedad. Las biografías tuvieron una larga e importante tradición, iniciándose con los coetáneos de Mahoma. En el siglo XIV el ya mencionado Ibn Jaldún escribió una Historia universal que revela sus enormes conocimientos y la inusual capacidad para desarrollar teorías generales que explican siglos de evolución social y política. Fue el único historiador musulmán que sugirió razones económicas y sociales para el cambio histórico, pero su trabajo, ampliamente leído y copiado, no tuvo una influencia real hasta el siglo XIX.

5.2 Historiografía china:
De todas las naciones del mundo, China posee el más voluminoso registro de su pasado datado hace unos 3.000 años. La historiografía fue cuestión de interés para los eruditos chinos desde tiempos muy antiguos y tenía como objetivo transmitir conocimientos aplicables a la vida. Las lecciones de historia fueron parte integral en el aprendizaje chino, situación que enfatizó Confucio, quien remarcó la importancia de la historia y la de mantener por escrito los acontecimientos. El Shujing (Libro de la historia), que contiene documentos de los inicios de la dinastía Zhou (1122 a.C.-221 d.C.), y el Chunqiu (Anales de primavera y otoño), crónica del Estado natal de Confucio (entre el año 722 y el 481 a.C.), fueron dos de los Cinco Clásicos del confucianismo. La mayor parte de la historiografía antigua china son los registros oficiales de los funcionarios, muy detallados y concretos, sin labor de síntesis o interpretación. Los hechos y dichos de cada uno de los emperadores fueron anotados día tras día y más tarde se utilizaron para trazar un relato de su reinado. De igual modo, cada dinastía tendría su propia y completa historia oficial, redactadas de acuerdo al modelo convencional en el que no había lugar para extrañas informaciones artísticas, sociales o de otro tipo y que no permitía una interpretación personal por parte del autor, aunque la elección de los documentos estaba dictada por prejuicios morales confucionistas. La primera persona que escribió una historia completa de China desde sus orígenes fue Sima Qian, que redactó su Shiji (Memorias históricas) durante el gobierno de la dinastía Han. Esta obra maestra fue realizada después del Chunqiu, pero también incluye datos tabulados, ensayos sobre cuestiones actuales de la época y biografías de personajes destacados. El sucesor de Sima Qian, Ban Gu, cubrió su época con el Hanshu (una historia de la dinastía Han), aportando ensayos y un listado de fuentes documentales. En el siglo XVII se estableció un sofisticado método de crítica documental, que permitía una aguda detección de falsificaciones analizando el lenguaje del texto. Un catálogo parcial de la biblioteca imperial de la dinastía Qing, realizado en 1782, incluía 2.316 estudios históricos. Después de 1922 la historiografía china cayó bajo la influencia de la metodología occidental y del marxismo.

6 TENDENCIAS ACTUALES:
Los efectos de las dos guerras mundiales y la incesante especialización y variedad en el seno de la disciplina de la historia, han dejado a ésta en la misma situación de complejidad y de división en sus objetivos que caracteriza a la vida intelectual contemporánea. El optimismo inicial que prometía una recuperación inminente de la verdad pasada se ha sustituido por la creencia de que la acumulación de hechos no crea historia entendida como una estructura inteligible y, sin embargo, ningún historiador libre de prejuicios puede ser el notario imparcial e impersonal de una realidad objetiva. Aun más, el campo de estudio de la historia ha aumentado de forma impresionante, tanto en el tiempo, en la medida que la arqueología y la antropología han proporcionado un mayor conocimiento sobre las épocas más remotas o de sociedades tradicionales en vías de extinción, como en ámbitos de investigación enteramente desconocidos hasta ahora (como la historia económica, la psicohistoria, la historia de las ideas, de las estructuras familiares, etc.), que han emergido y refinado sus métodos y objetivos. Los historiadores se han acercado cada vez más a las ciencias sociales como la sociología, la psicología, la antropología y la economía, así como a nuevos métodos y sistemas explicativos. El uso de datos numéricos (historia cuantitativa) se ha convertido en la forma más aceptada para los estudios económicos y demográficos. La influencia de las teorías marxistas sobre el desarrollo económico y social permanece en vigor al igual que la aplicación de la teoría del psicoanálisis a la historia. Al mismo tiempo muchos historiadores se han vuelto con gran interés a los fundamentos del conocimiento teórico y están reconsiderando las relaciones entre la literatura narrativa y la historia, lo que reabre la posibilidad de que la historia, después de todo, sea una literatura que trabaja sobre materiales eruditos. (Encarta)


Para Oswald Spengler la Historia, como manifestación que es de la vida, se nos ofrece con los requisitos de toda realidad viviente, esto es, articulada e interrelacionada como están las partes activas de un organismo. La historia es lo mismo que un proceso biológico, y, como tal, pasa por etapas necesarias de gestación, nacimiento, desarrollo y consumación. De lo cual se sigue que una determinada concreción histórica, es decir, una cultura, ha tenido unos antecedentes, nace, se manifiesta en un desarrollo propio y se extingue al final de ese proceso natural (son lo que Spengler llama las cuatro edades de la cultura).

 

 

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