El CALADO CANARIO:
Cultura y folclore (fos):
Contrabando algodón:
Emigrantes clandestinos:
Una dura travesía:
Venezuela, “la octava isla”:
Miguel Villalba Hervás:
Canarios: Independencia de Venezuela:
LA BATERÍA DE SAN FRANCISCO, UNA HISTORIA QUE ARRANCA A MEDIADOS DEL SIGLO XVII:
Revista Binter:
La Concepción de La Orotava:
FONTES RERUM CANARIARUM- Acuerdos del Cabildo de Tenerife 1525-1533:
Castillo de La Luz: Las Palmas:
El Torreón de San Pedro Mártir:
San Francisco:
Faro de Sardina:
LAS ISLAS CANARIAS EN LA COLONIZACIÓN Y MUCHO, MUCHISIMO MÁS:
Emigración a Venezuela:
Mar: Magallanes:
Prólogo indeppendentista:
Es reconocido como uno de los trabajos más delicados y complicados de la ARTESANÍA CANARIA. Se dice que su origen se encuentra entre Portugal, Andalucía y Extremadura. En un principio, su producción en las islas era familiar, pero, muy pronto, adquirió tintes comerciales, por medio de la exportación a diferentes países como Inglaterra, Estados Unidos, Francia o Alemania. En esa época, la mano de obra era muy barata, lo que permitió al CALADO CANARIO competir frente a Escocia, Japón y Madeira, que también eran productores de CALADOS. La forma de trabajar consistía en el reparto y recogida de telas a las CALADORAS en sus casas, donde realizaban el trabajo, y posterior exportación o comercialización. También se realizaban trabajos por encargo directo del cliente.
La materia prima era abastecida desde Londres que, a su vez, era el principal receptor de los trabajos terminados.
El CALADO CANARIO se ha mantenido vivo por generaciones, pasando de madres a hijas los conocimientos de dicho arte. Normalmente, las CALADORAS, debido a la complejidad del trabajo, empiezan a aprender desde temprana edad, pues, de esta forma, el aprendizaje es mucho más fácil. Estos trabajos eran realizados por CALADORAS del ámbito rural, ya que la producción era más barata.
Tras la Primera Guerra Mundial, desciende la demanda de este arte, hasta que se crea una “SECCIÓN FEMENINA” (1) unida para reactivar la producción de Calado Canario. En la actualidad, se fomenta este arte mediante TALLERES DE EMPLEO y CASAS DE OFICIO.
MATERIALES NECESARIOS PARA EL ARTE DEL CALADO CANARIO
Principalmente se necesitan telas de lino e hilos de algodón y, para piezas grandes, telas de algodón, tergal o batista, así como las herramientas básicas que se necesitan para hacer cualquier trabajo de costura, como hilos, agujas, dedal y tijeras. Lo que marcará la diferencia en la forma de trabajar será el uso de bastidores, con los que se tensará la tela para poder trabajar de una forma más fácil.
CÓMO TRABAJAR EL CALADO CANARIO
El calado se realiza deshilando el tejido. Al realizar el deshilado, se pueden obtener diferentes dibujos de dificultades variables. El trabajo se suele hacer en el borde o en la parte central. Según la forma y zona donde se realiza el trabajo, los puntos tienen un nombre u otro, como COSER Y CANTAR, REDONDEL, FLOR DE TELA, galleta, …
A continuación, veremos los pasos a seguir para la realización del Calado:
- Corte de la tela según las medidas finales.
- Marcado de la pieza horizontal y vertical, dejando un borde de 2 cm.
- Puntillo para que la tela no se deforme.
- Deshilado. Se comienzan a sacar las hebras en función del diseño elegido.
- Colocación en el telar dejando la tela tensa.
- Calado. Atar las hebras sueltas del deshilado, hilando los espacios vacíos, utilizando los dibujos escogidos.
Una vez terminado el dibujo del calado, se trabaja el acabado de la pieza siguiendo los siguientes pasos:
- Rematar el borde con festón.
- Lavar la pieza y secarla al sol.
- Recortar el festón.
USOS DEL CALADO CANARIO
En sus orígenes, se utilizaba el calado para la “ropa de casa” o ajuar, como manteles, sábanas, toallas, caminos de mesa, bolsas de pan, pañuelos, delantales, cortinas o prendas de vestir.
En la actualidad, son contadas las artesanas que se dedican a este maravilloso trabajo. En nuestra empresa ‘Los Calados’ (2), las apoyamos, distribuyendo sus trabajos en la tienda, donde se podrán adquirir fantásticas obras de arte, realizadas a mano con un cariño especial.
NOTAS
(1) La Sección Femenina (SF) fue la rama femenina del partido Falange Española, y posteriormente de FET de las JONS. La Sección Femenina fue constituida en Madrid en 1934, y llegó a funcionar durante cuarenta años, siendo disuelta tras la muerte del general Franco y el consiguiente desmontaje del régimen.
https://es.wikipedia.org/wiki/Secci%C3%B3n_Femenina
(2) Los Calados Artesanía
Calle Capitán Brotons, 24, 38202 San Cristóbal de La Laguna, Santa Cruz de Tenerife
http://loscalados.es/contacto-2/
[EL VERDADERO SENTIDO DE LA CULTURA] Ha surgido últimamente en el campo de los más importantes desvelos regionales una intensa preocupación por el desarrollo de nuestra Cultura, gracias a la iniciativa del Presidente de la Mancomunidad Regional, Don Lorenzo Olarte Cúllen, quien debe sentir con meditada hondura este tema.
Hemos oido muchas voces a este respecto. El hecho palpita vivo entre nuestro mundillo ilustrado y se hace presente en las inquietudes de la misma calle. Entre estas últimas quiero lanzar mi modesta opinión irresistiblemente impulsado por el "pathos" de mi canariedad; sencillamente como lector. La trascendencia del tema demanda un reposado y concienzudo estudio en la má~ amplia escala posible; si bien no dudo un instante que la iniciativa y paternidad de Don Lorenzo Olarte estará asistida por valiosas cooperaciones como añadidura a su propia y personal competencia.
Todos conocemos muy bien el origen y transcurso histórico de la Cultura; pero se hace necesario recordar que la Cultura nació cuando el hombre pudo asentar su rebaño en las feraces tierras
y apacibles climas comprendidos en la Mesopotamia y en la confluencia de los ríos Tigris y Eufrates, Acto seguido se iniciaron los cultivos y la utilización de los elementos y materias que los hombres consideraron necesarios y los cuales estaban entonces a su alcance. Después se construyeron ciudades aldeas y pueblos.
De aquí el concepto de Civilización(de la "civilitas" latino) que aún cuando se mantiene y se emplea con identificación de Cultura, entre ambos conceptos se dan matizaciones muy importantes que no es momento ahora de explanar. Lo que es evidente es que en la protohistoria del saber humano la Cultura aparece primero; más tarde la Civilización. En el transcurso del tiempo lo expansivo y heterogéneo de la cultura le ha conferido la primacía. En principio la Cultura fue localista; pero por esencia o por imanencia no pudo, ni podrá ser nunca, limitada. Es un concepto que responde siempre al afán universal. Si decimos la Cultura griega, fue porque en aquel espacio crucial, el hombre helénico logro la sorprendente síntesis del más perfecto conociniiento humano de aquella época a través de sus contactos diversos: comerciales, ideológicos, guerreros etc. de otros pueblos orientales.
No 01videmos tampoco que si bien Roma venció a Grecia militarmente, el espíritu y la Cultura griega conquistaron a Roma. Desconociéndose en la antigüedad los continentes entre sí -y aún los pueblos de un mismo continenteotras culturas la Maya y la Azteca, por ejemplo, supervivieron durante mucho tiempo como Culturas propias de sus latitudes y épocas; pero al final han sido todas absorvidas por el irreversible sentido de la Cultura mundial en la andadura que la evolución le impone, conservando e histol'iando los elementos aprovechables con valor permanente. Ya que el verdadero sentido de la Cultura impide inexorablemente que puedan subsistir Culturas cerradas; la Cultura tiene que sersiempre abierta al futuro. Yo estoy seguro de que este pensamiento preside la labor proyectada por la Comunidad Insular de Cabildos. Ahora bien, hay que evitar que se desvirtúen algunas cosas inuy importantes por precipitaciones no aconsejables y por carencia de bien informados y mejor reposados estudios.
No debemos resignarnos a disfrutar únicamente de una importación. Por el contrario es un noble e ineludible anhelo incorporar a la Cultura algo que sea nuestro; algo que por motivación justificada responda a nuestra canariedad bien sentida.
Utilicemos todos los componentes canarios factibles; pero previa decarrtación. Nuestra creatividad requiere una proyección universal para sentirnos dignos de ellos. Puede servirnos nuestros paisajes, siempre que seamos capaces de conservarlos con sus autélincos valores; la música, no sólo como virtuosos instrumentistas, sino como compositores. Sin embargo, debemos cuidar que nuestro folklore se enriquezca cuanto le sea posible, registrando esas especies de isas y danzas comunes en casi todas las localidades primitivas, N' prestarles, por el contrario, el grado de superación y dignidad que les confieran novación e interés musical. Huyendo por mal entendido tradicionalismo de no caer en lo excesivamente populachero
y de mal gusto. Igualpreocupación aqueja a nuestro lenguaje. Es loable usar de nuestros giros de lenguaje, mantener "el timbre melódico", emplear nuestras habituales metáforas o perífrasis
allídonde de manera natural convenga; pero cuidemos mucho de abusar de lo chabacano que no interesa a los foráneos ni agrada a muchos de los propios canarios.
Verifiquemos nuestro "quehacer" plástico con los materiales nobles que poseamos y pensemos al máximo en la temática que el archipiélago canario nos ofrece; pero que nunca pueda ser esto
una frontera. Un ejemplo vivo de lo que acabo de exponer lo constituye las enseñanza impartidas por la Escuela Luján pérez desde su fundación. Su profesor, desde muy joven, creó y promocionó lo que él llamaba en sus dibujos la "sintésis canaria".
Trabajando sobre la flora canaria en forma estilizada y recreada, al mismo tiemPo que desenvolvía (sin prescindir de los temas clásicos básicos) una enseñanza de cara a las más audacesinquietudes del arte contemporáneo. En escultura, pu director entonces y hoy prestigioso artista de la escultura, Eduardo Gregorio, nos ha dejado una admirable cabeza tallada en madera, propiedad del Ayuntamiento titulada "La talayera" y Plácido Fleitas otra cabaza, femenina asimismo tallada en madera, que representan unos rasgos genuinamente canarios, con gran fuerza expresiva. Las pintaderas de los aborígenes canarios cumplieron en la Escuela Luján Pérez una estimadlsima labor, tanto en la tarea de enseñanza del dibujo, como igualmente en motivaciones decorativas.
La planificación de la Cultura en Canarias entraña. también otros diversos temas de gran importancia; los de enseñanza, en sus distintos grados, los industriales, cientÍficos etc. que requieren una atención preocupante al vértice. Puede significar un hito en nuestra todavía incipiente gran historia. Por lo que considero que es absolutamente necesario prestar
una extensa y voluntariosa asistencia a laComisión de la Mancomunidad de Cabildos encargada de la responsabilidad en cuestión.
Pudieran ser magníficos colaboradores las siguientes entidades:
La Sociedad Económicas del País, por méritos de su propia historia desde tiempos pretéritos. El Museo Canario, la Sociedad Filarmónica, El Gabinete Literario y la Escuela Luján pérez y todas aquellas personalidades, las cuales como las entidades antes mencionadas, tengan a su Haber una labor bien probada y la competencia cultural precisa para tan alto y complejo fiar; donde la mayor alteza de miras constituye su esencial virtud. Por ningún argumento logicamente admisible puede tildarsenos de ambiciosos presumidos. El pueblo canario tiene demostrado bastantes indicios de aptitud y Creta -pese a su insularidad de entonces - se incorporó a la Cultura universal con signo potencial. Hoy resulta desfasado hablar de insularidades en cuanto a la Cultura se refiere; no pasa de ser un accidente geográfico. Lo que importa es la prtección "in extenso" que se de a la CULTURA. A tal fin, las cooperaciones antes citadas no deban ser sólo voluntarias sino obligadas.
Una de las virtudes que de un modo sincero se proclaman en la ordenación del plan cultural es la democratización. Pero dejemos bien aclarado que toda auténtica Cultura se destina al "demos" en nuestro tiempo. Su significación, por tanto, no puede ser otra que potenciar al alumnado, sea éste rico o pobre, para que tome parte activa en la marcha de la Cultura,
siempre a condición de que el discípulo esté dotado del grado de inteligencia y capacidad imprescindible. Atención que, claro está, corresponde ser iniciada desde el campo de la Educación
General Básica.
(Mario Pons Cabral, 1975)
Buenaventura Bonnet y Reverón |
LA JUNTA SUPREMA DE CANARIAS |
Los géneros de algodón
Una medida que mereció unánimes aplausos fue la introducción de géneros de algodón de fabricación extranjera, prohibida en las islas.
En la sesión del 29 de julio de 1808 la Junta de Canarias razonó tal medida del modo siguiente:
"Considerando que el uso de tejidos extranjeros de algodón o con mezcla es tan general en estas islas, así por comodidad de sus precios como por escasez y carestía de lencerías, que casi puede reputarse por de primera necesidad para todas las clases, lo que ocasiona que estando prohibida la introducción por las Aduanas, todos los que se consumen entran de contrabando......"
"......reflexionando que esta prohibición adoptada para todos los reinos de España lo fue con el fin de fomentar las fábricas nacionales....."
"......La Junta, teniendo presente estas razones y otras circunstancias, habiendo visto el informe presentado por los Vocales de ella Bernardo Cólogan y don José Murphy......y habiendo examinado maduramente la materia, dispone que se permita la entrada de todo género extranjero de algodón o con mezcla de él por las Aduanas habilitadas de estas islas, pagando sobre sus valores sacados de las facturas originales los mismos derechos que adeudan los de lícito comercio que no están sujetos a derecho fijo, a saber: 6 por ciento para rentas generales; 2 para consolidación de vales reales; 1 para fortificaciones, y 1 más para los consulados: en todo un 10 por ciento sobre el valor de las facturas......"
"......La Junta, pues, decreta que desde el primero de agosto próximo, y por el término de ocho meses, se permita la introducción de géneros extranjeros, de algodón o con mezcla de él, por las Aduanas habilitadas de estas islas, sujetas al expresado derecho en el modo y forma que manifiesta el reglamento que han presentado los dichos señores don Bernanrdo Cólogan y don José Murphy......"
Este acuerdo satisfizo a la opinión pública, que al fin vió que se daba estado legal a una situación que se mantenía indecisa con grave perjuicio de todos, pues los comerciantes vendían los géneros de algodón clandestinamente pero con unos precios exorbitantes, ya que estaba prohibida su adquisición. El cronista Alvarez Rixo, coetáneo de estos hechos, alaba la resolución de la Junta.
¡Para no olvidar! 12 mil españoles sin papeles llegaron a la Venezuela próspera de los años 50
El viaje a Venezuela costaba 5.000 pesetas, una fortuna en España/ Archivo
Más de 120 barcos canarios ilegales cruzaron el Atlántico entre 1948 y 1952 en búsqueda de una vida más próspera. Los últimos supervivientes relatan un viaje lleno de penurias, sin agua ni comida y a merced de los temporales.
Es la misma historia que hoy viven muchos venezolanos en Europa y otros continentes, pero contada al revés. Tras una dura cuarentena en La Orchila, estos arriesgados españoles podía notar la recompensa en muy pocos meses. Era Venezuela el país "donde todo era demasiado barato".
Para llegar a su destino, debían bordear la costa africana hasta Cabo Verde para luego proceder a internarse en el océano hasta pisar tierras venezolanas en búsqueda de una mejor vida.
Hace 65 años, pisaban mayormente La Guaira y Carúpano, aunque también llegaron a Margarita y a Trinidad.
¿Cuánto tiempo? Era un mes de viaje que además costaba una fortuna para la época, 5.000 pesetas. Cada una de estas personas emprendía el viaje consciente de sus riesgos: Ser detenidos, pasar necesidades y hasta a merced de posibles tormentas que les jugaran en contra. Sin embargo, ellos sentían que valía la pena.
Era un mes de viaje que costaba unas 5.000 pesetas, una fortuna para la época. Sabían que pasarían trabajo, que casi siempre era suficiente para todos y que probablemente serían detenidos por la policía venezolana al llegar a tierra firme. Pero el riesgo valía la pena.
La dictadura de Francisco Franco en España atravesaba su peor momento y en Canarias no había trabajo, ni mucho menos dinero. Muchas familias vivían del autocultivo y también llegaron a pasar hambre. Ajena a esa realidad de profunda depresión y miseria, Venezuela era entonces un país en el que la prosperidad estaba garantizada.
Lo decían los primos, lo repetían los vecinos en las siete islas canarias. Apenas con un mes de trabajo, podían recuperar las 5.000 pesetas que debían pagar por el pasaje. El bolívar entonces tenía una cotización casi paritaria con el dólar estadounidense y la economía gozaba de un crecimiento interanual del 10%. Venezuela no era otra cosa que la tierra prometida y por eso los marineros y pescadores de las islas comenzaron a ver negocio en la organización de los viajes transoceánicos con hasta 200 personas a bordo de motoveleros.
Los viajeros embarcaban con comida y agua calculada para 30 días. Casi todos llevaban sólo una pequeña maleta. Después de más de un mes de travesía, durante la cual muchos de ellos llegaron a afrontar peligrosos temporales, llegaban a Venezuela, la tierra de la que todos hablaban en Canarias, el país desde donde los emigrados enviaban grandes cantidades de dinero a sus familias.
El Gobierno venezolano entendió las ventajas de la mano de obra española, dispuesta a trabajar en los campos en los que no querían operar los campesinos nacionales. Por ello, firmó un convenio con el Gobierno del dictador Francisco Franco para permitir la inmigración legal a partir de 1952. Pero hasta esa fecha, la clandestinidad era el único camino para alcanzar tierra venezolana. Fueron más de 120 barcos los detenidos.
En Canarias se calcula que, por todas las vías, más de 12.000 canarios llegaron sin papeles a Venezuela. “Venían por los pueblos. Iban diciendo: pasaje a Venezuela por 5.000 pesetas. Allá consigues trabajo fácil y ya empiezas a mandar dinero rápido”, nos cuenta José Hernández, un canario que partió de La Gomera el 9 de agosto de 1950 en el barco El Telémaco hacia Caracas en conversación telefónica hace un par de años. José, con sólo 17 años, viajó con su padre y otros 169 inmigrantes.
“Mi padre vendió una finca buena que tenía. Le pagaron 10.000 pesetas. Y dio 5.000 por su pasaje y 4.500 por el mío”, recordaba José, el más joven de los tripulantes de El Telémaco, en diciembre pasado, en Los Teques, donde vivió gran parte de su vida.
La dictadura de Franco atravesaba su peor momento y en Canarias no había trabajo / WC
Santiago Jerez, patrón del barco, aceptó llevarlo a Venezuela a pesar de no haber surcado nunca el océano. Se guiaba por su instinto y por las pobres indicaciones que recibía de pescadores que ya habían hecho la misma travesía. Su sobrina, Teresa García, era la única mujer entre 170 hombres.
A los 10 días de haber emprendido el viaje, una noche, una tormenta sorprendió a la tripulación. Teresa, también en conversación telefónica desde Caracas, cuenta la gran aventura de su vida a la que se sumó muy joven, poco consciente de los peligros que conllevaba cruzar el océano con tan escasos recursos. Pensaba que el viaje era mucho más corto y que se lo pasaría bien. Era la gran ingenuidad de quienes abordaron El Telémaco con muchas esperanzas y casi sin miedo.
“Esa noche nos sorprendió una marea muy brava. Entraba agua por las escaleras. Con el temporal, no se podía ni ver la proa del barco. La gente se tuvo que refugiar en los camarotes. Las olas eran tan grandes que casi se llevaron a Cristóbal Suárez, que manejaba el barco, porque el timón estaba al aire libre. Los tripulantes tuvieron que amarrarlo para que el mar no se lo llevara mientras domaba ese barco”, recuerda Teresa desde su residencia en Caracas.
La tripulación había llevado carne, patatas, arroz, garbanzos, gofio y bidones de agua dulce, pero casi nada sobrevivió al temporal. Entonces, el racionamiento que sufrían los tripulantes se hizo aún mayor. Uno de los viajeros de El Telémaco, Manuel Navarro, que años más tarde obtendría gran reconocimiento en La Gomera por el relato de su aventura, escribió unas décimas que recitaba de memoria durante muchos veranos a sus paisanos interesados por aquella aventura:
“Seis patatas, no muy buenas, eran y no bien contadas, la comida destinada para el almuerzo y la cena, dejando profunda pena cuando fueron terminadas; pero en la desesperada, comimos sin poner freno gofio de gusanos lleno y platos de agua salada”.
Después de la tormenta, adquirió tintes de tragedia. Los tripulantes comenzaban a enfermar y muchos de los viajeros comenzaban a tener diarreas y a vomitar sangre.
Eran las consecuencias de la mala alimentación y la hidratación con agua salada. Cuando la situación comenzaba a ser trágica, El Telémaco vio la salvación. En medio de la ruta, coincidió con un petrolero que provenía de Venezuela. Hicieron señales de auxilio y gritaron por ayuda hasta captar la atención de la embarcación que les salvó la vida.
Les regalaron varias garrafas de agua. Sabía a agua limpia, pura, no como la que traían de Canarias que sabía a gasolina porque los bidones no habían sido bien lavados. Los tripulantes del carguero le indicaron al patrón, perdido y desorientado, la ruta hacia las Antillas. En pocos días llegaron a Martinica, donde los locales, sorprendidos por la aventura de aquellos españoles famélicos, acudieron en su ayuda. “Aquellos negros nos salvaron la vida. Se corrió la voz de que andábamos casi sin rumbo y que escapábamos de la miseria en España y llegó media isla a ayudarnos y a llenarnos de comida, de fruta y de agua”, recuerda Teresa desde Caracas.
El final del viaje ya parecía garantizado, y El Telémaco surcó un mar mucho más calmado hasta llegar a La Guaira. Allí, como ya muchos esperaban, los tripulantes fueron detenidos. Los acusaron de tráfico ilegal de personas mientras que la mayoría de los pasajeros fueron puestos en cuarentena en la isla de La Orchila. El gobierno del dictador Marcos Pérez Jiménez se quería cerciorar de que ninguno de los famélicos inmigrantes portara alguna enfermedad contagiosa.
La prensa trababa las noticias en portada, “5 mil pesetas por venir a Venezuela pagaron 112 españoles a una organización fantasma”, publicaba El Nacional el 10 de enero de 1950 y “Con la libertad por brújula, popa a Franco y rumbo a Venezuela”, titulaba el mismo diario el 8 de septiembre de 1948.
Pasado el período crítico, todo resultaba muy sencillo en la Venezuela de aquellos días. “A mí todo me parecía baratísimo para la cantidad de dinero que se ganaba.
El país era inmensamente rico. Yo ahorré en muy poco tiempo 10.000 bolívares, que eran casi 200.000 pesetas, una fortuna en España”, cuenta Teresa. Una fortuna con la que su compañero de viaje José podía comprar 20 fincas en La Gomera. Algunos viajeros de aquellos barcos regresaron a su tierra después de haber acumulado una buena cantidad de ahorros.
A la vuelta, lograron construir una admiración colectiva en las Islas Canarias y si alguno regresaba tenía que recorrer todas las casas para contar la aventura. Eran los días en que Venezuela fue bautizada como “la octava isla”. Pero muchos otros como José Hernández y Teresa García, decidieron afincarse en Venezuela, formar sus familias y sus nuevas vidas. Fueron conquistados por aquella tierra moderna, en pleno desarrollo, y llena de gente amable, un país que, 65 años después, ya pocos reconocen.
Ahora sus hijos y nietos son quienes se marchan huyendo de las colas, la escasez y la inseguridad. En el fondo, es la misma búsqueda: de la libertad y la prosperidad que también perseguían sus abuelos. Ellos forman parte de la nueva generación que regresa a sus orígenes para recordar que la vida también es un viaje de ida y vuelta.
Así los recuerdan sus descendientes
Aunque muchos de estos valientes ya no están, sus descendientes los recuerdan con orgullo y hasta nostalgia al rememorar la Venezuela de aquellos años, país de esperanza y tierra de oportunidades para quienes, incluso, decidieron quedarse y hacer familia.
Compartimos este articulo de AlNavio.com en nuestras redes sociales y así reaccionaron quienes conservan recuerdos y anécdotas de familiares y amigos que sobrevivieron a esta dura travesía.
(Con información de AlNavio.com)
Fue un destacado político, abogado, periodista e historiador canario nacido en La Orotava en 1837.
Miguel Villalba era un joven entusiasta republicano cuando comenzó como bibliotecario en «La Sociedad de La Esperanza" de la villa. Su destreza con la pluma y su buen hacer le valió para dirigir varios periódicos de la capital y a convertirse en una de las figuras más importantes del republicanismo en Tenerife en el siglo XIX.
Tras varios años de consolidación en la Isla se mudó a Madrid para dirigir el diario La Justicia donde pasó a formar parte de la Junta Revolucionaria en septiembre de 1868. En 1871 es elegido miembro de la Diputación Provincial y además durante el breve periodo de la Primera República Española ocupó el cargo de Gobernador Civil en Canarias en 1872.
A pesar de su convicción republicana acogió no sin recelo la instauración de La Restauración, periodo en el que ejerció como diputado por Tenerife en los gobiernos de 1881 y 1886, ambos periodos presididos por Mateo Sagasta.
Con casi 54 años, en 1891 dejó la política y se dedicó por completo a la abogacía y al periodismo. Comenzó a escribir una obra sobre la Historia de España entre el reinado de Isabel II y la guerra de Cuba y Filipinas.
Como curiosidad cabe mencionar que llegó a ser un personaje fundamental en el desarrollo de la masonería en Canarias a finales del siglo XIX.
Murió en 1899 en Madrid y desde ese año lleva su nombre una de las calles de Santa Cruz de Tenerife, además de dar nombre también al Instituto de Enseñanza pública Secundaria Villalba Hervás en La Orotava.
La presencia de Canarias en Venezuela no solamente se basó en un intento de aumentar el peso poblacional en favor de la Corona desde 1519 con Pedrarias Dávila.
Con el avance del flujo migratorio, la emigración canaria se fue colocando en centros de poder hasta el punto de ser protagonistas, sin quererlo la mayor parte de las veces, de la independencia del territorio y del estallido de la primera guerra civil del país. Emigrantes canarios, no todos descendientes sino gente que venía del archipiélago, fueron artífices activos de la contienda de ese escenario.
Canarios contra canarios
Prueba del poder canario es que fueron isleños los que ordenaron la primera ejecución en masa tras los sucesos en Los Teques el 11 de julio de 1811. Madariaga afirma que a partir de ahí es cuando comienza la guerra civil en el país. Toda la cúpula municipal de Caracas y de la Policía era canaria.
En Los Teques unos canarios fueron aplastados tras sublevarse contra la república gritando «viva el rey y muerte a los traidores». Esto lo explica el catedrático de Historia de América de la Universidad de La Laguna, Manuel Hernández González, en « Españoles e isleños: Nuevos datos sobre Canarias y la independencia de Venezuela» publicado este 2019 en Anuario de Estudios Atlánticos.
El catedrático de Historia de América de la Universidad de La Laguna señala que «la fuerte conmoción que supuso para Venezuela la invasión napoleónica de la Península les llevó a tomar el poder político para evitar que se les fuera de las manos».
Cerca del 25% de la población era canaria
En 1812 un total de 190.000 personas de origen directo canario vivían en Venezuela. En 2019 esta cifra de población no la supera ni de La Palma, La Gomera o El Hierro juntas. Lanzarote tiene actualmente 138.000 habitantes.
Según la investigadora Angelina Pollak-Eltz en 1812 «Venezuela tenía 800.000 habitantes, de los cuales todavía eran 62.000 esclavos». Ese 1812 tuvo un acontecimiento especialel 26 de marzo: Hubo al mismo tiempo tres grandes terremotos que destruye Caracas (10.000 personas fallecidas cuando la población se estimaba en 44.000 habitantes). En La Guaira perdieron la vida 3.000 personas.
Desde 1810 el territorio entró en una espiral de incertidumbre que estalló con la creación de la Junta Suprema de Caracas y terminó en 1813 cuando el sádico de Simón Bolívar arrasó con lo que quedaba de España en la parte occidental venezolana en su sangrienta «Campaña Admirable».
La madre de Bolívar era María de la Concepción Palacios. Francisca Blanco de Herrera, su abuela, era resultado de una relación extramatrimonial de una guanche de Tenerife bautizada como Juana Gutiérrez con un genovés que fundó Garachico (Tenerife). Es decir: Bolívar tenía sangre canaria. Con Bolívar luchaba José Félix Ribas, hijo de Marcos José de Ribas y Béthencourt, que era también de Garachico.
Bolívar era nieto de una guanche y el general tinerfeño Monteverde creó un periodo llamado «conquista canaria» en 1813 tras derrotar a Miranda
Precisamente, esa sangre isleña provocaba una incompresible y especial inquina de ambos contra los canarios. El 15 de junio de 1813 Bolívar fabricó, de puño y letra, el criminal «Decreto de Guerra a Muerte», que señala: «Españoles y canarios, contad con la muerte, aun siendo indiferentes, si no obráis activamente en obsequio de la libertad de América. Americanos, contad con la vida, aun cuando seáis culpables». Se llevó por delante a 4.500 personas solamente por ser canarios «y europeos».
Monteverde, otro de Tenerife
En el año del terremoto de Caracas tinerfeño, el general Domingo Monteverde y Ribas, leal a Fernando VII, tomó el mando de Venezuela como capitán general. Se autoproclamó como tal. En 1813 Monteverde provocó la caída del régimen republicano de Francisco de Miranda, hijo de un canario de Tenerife.
Para Analola Borges, profesora de Historia de la Universidad de la Laguna, en su estudio de 1967 « Monteverde, y otros criollos oriundos de Canarias, en la revolución americana (1813)» cuando el general canario «intenta tomar el control» es porque hay «negligencia por parte de los empleados civiles, abandono de las obligaciones militares por parte de los oficiales de marina, y una especie de entente con los insurgentes al no hacerles frente». España estaba arruinada.
La influencia insular se debía a que «el peso de la población blanca, en su gran mayoría de procedencia canaria, era más elevado de lo que podía pensarse», afirma Manuel Hernández.
Monteverde crea un periodo en Venezuela que llaman entonces «conquista canaria». Contó con el respaldo de religiosos y gente de pocos recursos obligando al citado dictador revolucionario Francisco de Miranda a firmar la capitulación de San Mateo el 25 de julio de 1812. A partir de ahí es cuando Bolívar decide entrar en Venezuela desde Colombia.
Bolívar en Pisba, Colombia, óleo de Francisco Antonio Cano - Museo Quinta Bolívar
Y Telesforo, del Puerto de la Cruz, en Washington
Tras la creación de la Junta Suprema de Caracas el 19 de abril de 1810 «y la exigencia de libertad de comercio» impulsó la ruptura porque «el miedo a la insurrección, a la descomposición del orden social, fue uno de los factores que animó a la oligarquía caraqueña a tomar el poder político», afirma Hernández.
Antes de la llegada al poder de Monteverde, el 17 de mayo de 1811, otro canario, Telesforo Orea, presentó sus credenciales ante el Secretario de Estado de Estados Unidos, James Monroe. Argumentó en Washington que la idea de emanciparse de España era porque los blancos, estaban «recelosos por las consecuencias de una situación similar a la haitiana», afirma Manuel Hernández.
La historiadora Sonia Verenzuela afirma que militar que vino de Puerto de la Cruz (Tenerife) metido a diplomático revolucionario no se trajo nada formal de Estados Unidos. Murió cuando regresaba a Venezuela al hundirse el barco en el « Triángulo de las Bermudas». En el bergantín viajaba con el hermano de Simón Bolívar, Juan Vicente Bolívar Palacios.
(ABC, 2019)
https://planetacanario.com/los-sondeos-en-la-historica-bat…/
La batería de San Francisco tiene sus inicios en una pequeña edificación construida a finales del siglo XVII en 1655, en las cercanías de la Ermita de Nuestra Señora de Regla, por lo que originariamente tomaría el mismo nombre.
En 1742, bajo los planos del ingeniero militar Manuel Hernández, se sustituiría esta construcción inicial. La nueva batería, nombrada como de San Francisco, se situaba exactamente entre la ermita de San Telmo y el castillo de San Juan Bautista, defendiendo la playa de los Negros, en su flanco derecho y a las afueras de la ciudad por el sur, en la entrada de lo que por aquel entonces se denominaba campo de Las Cruces. Llegó a estar artillada con cuatro piezas, ordenadas por 16 artilleros.
Con motivo de la guerra entre España y Alemania, entre 1886 y 1893 es reconstruida, según los planos del ingeniero militar José Lezcano Múgica, que fue el encargado de realizar dichas reformas que consistieron en la ampliación de su superficie y acondicionamiento para albergar nueva artillería.
Unas décadas más tarde, en 1920 es desartillada y cuatro años más tarde declarada inadecuada para la defensa, por lo que pasó a ser un almacén del Parque de Artillería hasta 1965 momento en el cual sería abandonada.
Con las obras de la gran Avenida Marítima de Santa Cruz, la Batería de San Francisco quedaría sumergida con el alzamiento de la calzada del nuevo viario, por lo que la fachada noroeste desaparecería totalmente bajo el asfalto.
A su vez, con la construcción de la vía de servicio que da acceso a los muelles de carga y muelle de Rivera, su fachada costera quedaría también inutilizada siendo rellenada con piedras y tierra para evitar su posible derrumbe.
Hoteles:
Así, en Europa comienzan a circular folletos que contribuyeron a dar a conocer las Islas en una época de explendor económico en el continente que permitía a las familias dedicar más tiempo a sí mismos.
Otro factor clave en el desarrollo del turismo fue la aparición de los barcos de vapor. En 1887, además, se abaratan los precios de los viajes desde Inglaterra, lo que contribuyó a establecer un flujo continuo entre la Isla y Canarias.
Centro del turismo fue, en Tenerife, el Puerto de la Cruz. Además, las comunicaciones entre Santa Cruz y la ciudad norteña eran excelentes, en tranvía subían a La Laguna, de allí hasta Tacoronte y, en coche de caballos, se trasladaba a los visitantes a La Orotava y Puerto de la Cruz. También en esta época comenzamos a hablar de un turismo que busca el clima de las islas y los beneficios de sus playas para sanar problemas de tipo respiratorio o pulmonar. En 1886, aparece el Gran Hotel Orotava, el que sería el Hotel Martiánez, en Puerto de la Cruz, que se convirtió en centro de referencia para los enfermos de tuberculosis. El hotel tenía unos destinatarios claros: extranjeros adinerados, que llegaban en carros tirados por bueyes y sillas de porteadores. Además, la atención médica era inmejorable. De esta forma, nuevas empresas extranjeras deciden invertir en Canarias. Hoteles como Pino de Oro y Salamanca en Santa Cruz o el Aguere en La Laguna nacen en esta época.
En 1890, cabe destacar dos hoteles de referencia en Canarias para los turistas extranjeros. Hablamos del Hotel Santa Catalina en Las Palmas de Gran Canaria y el Hotel Taoro en La Orotava; además de los lujosos Metropole y el Hotel Santa Brígida en Las Palmas, o el Hotel Quisisana en Santa Cruz de Tenerife. Por supuesto, esto contribuyó a que diversos sectores de la economía se desarrollaran. Bares, tiendas de ropa, tiendas de souvenirs, tiendas con productos extranjeros... Y, asimismo, las costumbres de nuestros
visitantes comenzaron a extenderse entre los canarios, de
Es desde 1948, Monumento Histórico-Artístico Nacional. Pero antes que eso, es, según los expertos, la mejor muestra del barroco en todo Canarias. Y lo es especialmente por su espectacular fachada, constituida a partir de tres paramentos, entre los que el central, en un plano más avanzado, se corresponde con la portada. En ella, destaca además de su remate de formas onduladas, su rica decoración, una completa muestra de cantería del barroco, realizada por el orotavense Patricio José García. Retranqueados tras los planos
laterales, sobresalen dos torres campanarios, con una altura de 24 metros. También destaca el cimborrio -estructurado en 16 caras, aunque con 8 ventanales, lo que le da apariencia octogonal- sobre el que se eleva una cúpula con linterna de estilo neoclásico. Neoclásico es también el interior del templo, estructurado en tres amplias naves separadas por columnas de base jónica, capiteles de estructura corintia y decoración diferente en cada una de ellas. No es casual que una iglesia considerada como ‘el mejor ejemplo del barroco en Canarias’ sea al mismo tiempo, en determinados rincones, un edificio neoclásico. La planificación inicial del proyecto y la erección del frontispicio fueron obra de Patricio José García, que abandonó la fábrica para colaborar con el insigne Diego Nicolás Eduardo en dos iglesias de Gran Canaria: Santiago de Los Caballeros, en Gáldar; y la iglesia-catedral de Santa Ana, en la capital. Los planos, como era costumbre en la época, se enviaron a Madrid para que Ventura Rodríguez, uno de los arquitectos más importantes del país y director de los estudios de arquitectura de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando los corrigiese. Los planos con las modificaciones no llegaron a hasta 1784. Para aquel entonces, ya las obras de la iglesia se encontraban muy avanzadas. Alonso de Llarena y García de Chávez, los encargados de la obra tras la marcha de García, le habían conferido su característica impronta barroca. De esta manera, se configuró un edificio de líneas mayoritariamente barrocas, pero que de cuando en cuando, nos sorprende con detalles y rincones de sobriedad neoclasicista.
Historia
A finales de 1768 se colocó la primera piedra de la que iba a convertirse en uno de los ejemplos más sobresalientes de la arquitectura religiosa en Tenerife. Era la idea. Construir una iglesia más solemne y majestuosa que la anterior, perjudicada por los temblores de tierra provocados por el volcán de Güímar en 1704 y 1705. Aquella tampoco era la primera construida en un emplazamiento fundamental para el desarrollo urbano de La Orotava. Ya en 1498, los primeros colonos que llegaron a lo que sería después una de las Villas
más prósperas de Canarias, habían erigido allí una ermita. El edificio se inauguró en 1788. La obra había podido concluirse, gracias, en buena parte, a las importantes aportaciones de los canarios emigrados a Cuba.
Entre los tesoros que alberga la iglesia de La Concepción de La Orotava, destaca un monumental sagrario, obra de 1823 procedente del taller del genovés Giuseppe Gaggini, realizada en mármol y jaspe. Misma procedencia posee el púlpito, ejecutado también a partir de estos dos materiales. Entre los retablos, cabe subrayar el de La Concepción, situado en la cabecera de la nave del Evangelio, y que pertenecía a la anterior iglesia. Es obra de Francisco Acosta Granadilla. La imagen más destacada es la Inmaculada Concepción, obra de la primera mitad del siglo XIX, del italiano Angelo Olivari. Destacan también las imágenes del Señor Predicador, obra de Blas García Pulido de 1667; San Juan Evangelista, María Magdalena y una Dolorosa del grancanario Luján Pérez o el San Pedro Apóstol, una de las obras maestras del escultor orotavense Fernando Estévez. De su patrimonio pictórico sobresalen los óleos manieristas Entierro de Cristo y Ecce Homo, ambos realizados en el siglo XVI.
Sol, playas, montes... además de la conocida hospitalidad de los canarios, convirtieron al Archipiélago en uno de los destinos turísticos favoritos sobre todo para los europeos a finales del siglo XX. Pero la promoción llegó de numerosos científicos, investigadores de todo el mundo que escribieron sobre su flora, fauna o condiciones atmosféricas. Es decir, sobre las características que las hacen especiales. Alexander von Humboldt, naturalista y geógrafo; William Robert Wilde, médico, padre del famoso escritor irlandés Óscar Wilde;
son algunas de las personalidades destacadas que estuvieron por nuestras islas y que contribuyeron a que fueran conocidas en todo el mundo de tal forma que comenzamos en el siglo XIX a hablar ya de Turismo en Canarias, al plantearse como alternativa a la crisis que vivía el archipiélago por la aparición de los tintes sintéticos que desbancó a la cochinilla.
MARIANO ESTANGA Y ARIAS GIRÓN (Valladolid, 1867 - Madrid, 1937):
Nacido en Valladolid, Mariano Estanga se afincó en Tenerife tras estudiar en la Escuela Superior de Arquitectura de Madrid. En su trayectoria profesional -fue arquitecto encargado en las Islas Occidentales de las obras adscritas al Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes, entre otros cargos de relevancia-, sembró Santa Cruz de Tenerife y, en menor medida, La Laguna, La Orotava o Las Palmas de Gran Canaria, de viviendas burguesas enclavadas en los más variados revivals. Destacó su evocación de la arquitectura gótica en
realizaciones como el Hotel Quisisana, en Santa Cruz de Tenerife; la fachada de la iglesia de Los Silos; o el Colegio Dominicas, en La Laguna. Pero no se quedó ahí. También fue el autor de uno de esos ejemplos de manual del eclecticismo, el Palacete Rodríguez Acero, actual sede del Casino de La Laguna. En él, Estanga logra mezclar con armonía la arquitectura renacentista palaciega francesa con un interior neonazarí y un salón principal neopompeyano.
Por acuerdo del Cabildo de Tenerife de 5 de marzo de 1526 conocemos algunos detalles de en qué situación se encontraba la ADUANA de Santa Cruz.
".....Algunos vecinos, moradores y mercaderes de La Laguna se dirigen al Cabildo diciendo que "en nombre propio y de todos los vecinos d'esta isla hacemos saber que Juan de Vergara, almojarife de esta isla de la renta de dos por ciento, habiendo de tener la casa de la ADUANA y despacho de las mercancíaas en esta ciudad, donde es la cabeza de la jurisdicción, la ha traído y tiene en el puerto de Santa Cruz, a causa de llevar por los derechos lo que a él bien le está, porque al no haber en dicho puerto persona que tenga facultad para oír a los mercaderes y tratantes y por no venir legua y media de camino, que hay desde el dicho puerto a esta ciudad a quejarse, dan por buenos los derechos demasiados, lo cual cesaría y no se haría si la aduana estuviese en esta ciudad a donde Vuestra Señoría está, además de lo cual el dicho Juan de Vergara tasa las mercancías en precios inmensos y demasiados y de cosas que no debe llevar derechos algunos, y asimismo habiendo él arrendado conforme a las condiciones de Gran Canaria y estar obligado a tenerlas en esta ciudad no lo ha querido no quiere hacer, porque como le está a él bien, todo lo cual es público y notorio, hace gran daño y perjuicio a esta isla. Por tanto pedimos y requerimos a Vuestra Señoría y Mercedes lo manden remediar con justicia, mandando que el dicho Juan de Vergara tenga la ADUANA y casa de despacho en esta ciudad, a donde está y reside Vuestra Señoría y su teniente, para que si fueren agraviados se puedan ir a quejar y sean remediados con justicia, y mandando asimismo a aforar y poner precios moderados en todas las mercancía, y mandando asimismo que el dicho Juan de Vergara tenga las condiciones con que se hace la dicha renta en la isla de la Gran Canaria, porque con las mismas condiciones tiene él hecho el arrendamiento d'esta isla" Firman varios nombres, entre los que se Juan Jácome de Carminatis que tenía depositadas mercancías en Santa Cruz....."
".....El Cabildo acordó lo siguiente: Proveyendo atento a que es notorio que Juan de Vergara desde que se pusieron los derechos del cinco por ciento hasta hace pocos días tuvo la casa de la ADUANA en esta ciudad y que el arrendamiento que se le hizo fue que cobrase los derechos por el arancel de la isla de Gran Canaria y atento a que en dicha isla tiene la casa de la ADUANA en la ciudad del Real de Las Palmas, que está tan lejos del puerto como está esta ciudad del puerto de Santa Cruz, y a que la isla de Gran Canaria tiene arancel por donde se cobran los derechos del almojarifazgo y porque Juan de Vergara de dos meses ha quitado la casa de la aduana que tenía en esta ciudad y la ha puesto en el puerto de Santa Cruz contra dicha costumbre y condición con que así se arrendó y atento asimismo a que muchos se quejan que por estar dicho puerto desviado de esta ciudad, donde es la cabeza de la jurisdicción y está el Gobernador, hace muchos agravios y extorciones a los vecinos y mercaderes, especialmente al tiempo que quieren partir los navíos de esta isla, los cuales por no desviar sus partidas y venir a pedir justicia se dejan agraviar en los derechos, por no estar allí junto a la Justicia, por tanto que el Sr. Adelantando con acuerdo de este Ayuntamiento proveyendo que fuese notificado a Juan de Vergara que tuviese de aqui en adelante en esta ciudad de San Cristobal la casa de la ADUANA y no en el puerto de Santa Cruz, según y manera que la tenía desde que se pusieron dichos derechos y según la tenía y tiene la isla de Gran Canaria en la ciudad del Real de Las Palmas, so pena de cien mil mrs. y tuviese en la dicha casa de la ADUANA su arancel con las armas reales en lugar público, el cual fuese autorizado por escribano público, conforme a la dicha isla de Canaria y a la condición de su arrendamiento, y pudiese él poner en el dicho puerto de Santa Cruz y en los otros puertos de esta isla las guardas que quisiera y le fuese notificado, la cual aduana estaría en esta ciudad dentro de seis días y dentro del dicho término la quite del puerto de Santa Cruz...."
Notificado a Juan de Vergara, éste respondió que el Cabildo no se arrendó con condición de que estuviese la ADUANA en La Laguna y que en esta ciudad no hay casa como en Santa Cruz donde se encierran las mercancías, por tanto no ha lugar lo mandado y que de la pena puesta por Su Señoría y Mercedes apelo ante SS.MM.
Construido en 1494 al incorporarse la isla de Gran Canaria a la Corona de Castilla, su orden de construcción la dio el tercer Gobernador Alonso Fajardo para servir de fortaleza defensiva.
Originalmente, la fortaleza estaba situada sobre un arrecife, aislándose en la pleamar, pero el continuo desarrollo de la ciudad lo ha dejado en tierra firme, quedando en la actualidad
separado más de 150 metros del mar.
Se edificó sobre un fuerte de madera construido por el Capitán Juan Rejón cuando comenzó la conquista de Canarias en 1478. Se construyó en diferentes fases en función de las necesidades
defensivas. En primer lugar, la torre cuadrangular de estilo medieval, conocida como la Torre de Alonso Fajardo. A continuación, en torno a 1515, se levantó un baluarte defensivo
perimetral que se amplió unos años más tarde. En 1553 recibió unos añadidos y sufrió una reconstrucción tras el incendio de 1599, originado por la armada holandesa capitaneada por Pieter
van der Does. Por último, en el último tercio del siglo XVII se construyó la estructura exterior que se puede ver en la actualidad.
Sus funciones defensivas continuaron hasta el siglo XIX. Fue la primera construcción defensiva en la isla; a esta le siguieron el Castillo de Mata, el de San Cristóbal y de San Francisco,
integrados en la Muralla urbana de Las Palmas de Gran Canaria.
Durante décadas sufrió un abandono y se restauró en 1969, incorporándole nuevos elementos, un foso exterior, nuevos arcos, y pasando a utilizarse como centro cultural.
Popularmente conocido como Castillo de San Cristóbal, está situado en el barrio marinero de San Cristóbal en la costa este de la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria, Gran Canaria.
Fue construido por el gobernador Diego Melgarejo en 1578 dentro del plan integral de fortificación de la ciudad que emprendió el Rey Felipe II de España.
Reconstruido en el año 1638, debido a lo que sufrió tras los ataques a la ciudad de 1595 por Francis Drake y 1599 por Pieter van der Does. Hay cierto número de torreones en diversos
parajes de la geografía del archipiélago, siguiendo una cierta línea de construcción de iguales características. De esta manera, se pueden considerar «gemelos» del Torreón de San Pedro
Mártir a los castillos de Gando, en Gran Canaria; San Andrés, en Tenerife; el Cotillo y Caleta de Fuste, en Fuerteventura; y Torre del Águila, en Lanzarote.
El 19 de mayo de 1848, el ingeniero D. Nicolás de Clavijo y Pló, redactó un informe acerca de las reparaciones necesarias para llevarla a cabo en el Torreón de San Pedro Mártir. Por el
importe de 6.875 reales de maravedies.
Hasta 1878 siguió recibiendo un uso militar, año en el que se ordena su desartillado.
El Castillo de San Francisco (también denominado castillo del Rey o del Paso Angosto) está situado en la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria.
Está situado en la cumbre del Risco de San Francisco, a la espalda del barrio de Triana. Desde esta altura se domina toda la ciudad y, bien por su cumbre o por su falda, era el paso
obligado para entrar en la ciudad o internarse en la isla. Su situación estratégica se comprobó durante el ataque de la armada holandesa comandada por Pieter van der Does en 1599. Con solo
tres cañones, provocó la pérdida de 300 soldados holandeses en los tres días que defendió la ciudad.
Después del ataque de la flota combinada de Francis Drake y John Hawkins a Gran Canaria, el Cabildo de la isla solicita la urgente fortificación de la montaña de San Francisco.El castillo
empezó su construcción en el año 1595 y finalizando en 1625 siendo gobernador de la isla Pedro Barrionuevo.
La construcción era un amplio recinto amurallado con dos sendas puntas de diamante en los ángulos del noroeste y sudeste, destacando en su interior dos viviendas –una destinada al
castellano y la otra al alojamiento del cuerpo de la guardia–, así como un almacén de pólvora y pertrechos. Según algunos ingenieros, sus muros eran ese momento bajos y su utilidad como
baluarte defensivo relativa, además de no estar concluido en casi nada su interior.
En 1850, el perímetro defensivo de la ciudad estaba en total abandono ante la desidia de las autoridades; sin embargo, el Castillo de San Francisco seguía siendo el principal baluarte
capitalino. En ese momento era considerada como la única fortaleza presente en la capital en buen estado.
En 1898 por Real Orden se mandó demoler ante sus carencias, sin embargo la orden nunca se ejecutó. A partir de ese año fue destinada a prisión militar, siendo rehabilitada provisionalmente
como bastión militar durante la II Guerra Mundial ante el temor de una invasión de los aliados.
El 22 de abril de 1949 fue declarado Monumento Histórico Artístico, siendo así protegido por la Declaración genérica del Decreto de 22 de abril de 1949, y la Ley 16/1985 sobre el
Patrimonio Histórico Español.
En 1997 pasó a pertenecer al Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria.
Aunque se encuentra en estado de abandono, su grado de conservación es bueno.
El faro de Punta Sardina es un faro situado en la isla de Gran Canaria (Islas Canarias, España), en el barrio de Sardina del Norte, del municipio de Gáldar, que se encarga de balizar para la navegación marítima las costas del noroeste de la isla, en la franja de litoral que abarca toda la zona norte hasta el faro de La Isleta, al este, y la punta de La Aldea, ubicada al suroeste.
De forma similar al antiguo faro de Punta de Tostón, en la isla de Fuerteventura, el edificio del viejo faro de Sardina fue una construcción concebida en un cuerpo de forma rectangular, en una sola planta y con la torre cilíndrica adosada en la esquina norte del conjunto. En su interior, un pasillo central distribuía las dependencias y oficina del farero. El edificio estaba revestido en mampostería con mortero común, enlucido y blanqueado, con remates de piedra de sillería en las esquinas, jambas y dinteles.
La torre se elevaba hasta los 6 metros de altura y estaba conformada en dos cuerpos, enteramente construida en mampostería enlucida con remates de sillería en cornisas, cuerpo del torreón, ventanal y en la unión con la casa. El cuerpo principal estaba adosado a la casa y contaba con un ventanal circular que facilitaba la entrada de luz natural a su interior. En lo alto, sobresaliendo de la cubierta del edificio, se encontraba el torreón de un metro de altura sobre el que se alojaba una linterna octogonal de cristales planos.
La linterna estaba rematada por un casquete esférico de metal y en su interior se instaló un grupo óptico fabricado por Sautter con una lámpara de la casa Maris de dos mechas que quemaban petróleo; todo ello proporcionaba un alcance de 13 millas náuticas. Años más tarde, en 1928, se sustituye el aparato óptico por otro de la casa sueca AB Gas-accumulator and AB Svenska Gasaccumulator que contaba con 250 mm de distancia focal, con una lámpara de incandescencia Dalen que quemaba acetileno y proporcionaba una luz característica de tres destellos y una ocultación y permitía aumentar el alcance a 16 millas náuticas en tiempo ordinario. Para su entrada en servicio en el año 1891, el faro fue clasificado como aislado y de cuarto orden, por lo que sólo era atendido por un torrero.
Si hay algo que no me cuadrará nunca es el papel que tuvieron las Islas Canarias en la exploración mundial y el escaso reflejo que esos hechos tienen en la educación de nuestros jóvenes.
Si buen cualquiera puede intuir que las islas fueron cruciales en la expansión de España hacia America poco encontrará en los libros de texto. Salvo unos reducidos comentarios a Cristóbal Colón y su escala en la Gomera y alguna pincelada de Magallanes y poquito más. El resto puro folclore.
Tal vez puedas hallar alguna mención a la consabida emigración y poco más. Pero siempre con un enfoque victimista y de bajo perfil y nada sobre los miles de canarios enviados a poblar regiones remotas de America como San Antonio de Texas, la Louisiana, etc. Todos ellos repletos de historias fascinantes que llenarían libros de textos y novelas.
Mucho menos leerás sobre destacados militares canarios o peninsulares con un gran arraigo en las islas y absolutamente fundamentales para entender nuestra posición.
Pero si de nuestra participación en la conformación de “nuestro pasado imperio” (que poco me gusta este término) sabemos poco, mucho mas desconocemos de “otras colonizaciones” en las que nuestras islas jugaron, por medio de sus comerciantes, un destacado rol.
Por ejemplo en el establecimiento de Freetown (Sierra Leona) para los numerosos hombres de color que “quedaron tirados” en Londres tras servir a los británicos en la guerra de independencia americana (1783). Mucho menos del papel que jugó Santa Cruz de Tenerife en los múltiples viajes para establecer las colonias penales de Australia. Desde la First Fleet de 1787 hasta muy avanzado del siglo diecinueve donde seguían recalando navíos.
Nada reflejamos de los viajes exploratorios hacia el Pacífico que, a finales del siglo XVIII, recalaron en las islas para avituallarse. Menos del uso que las múltiples flotas de guerra que pasaban por aquí. Nada de las Flotas de Galeones españoles llenas de caudales. Nada del mismo papel de suministradores para los navíos esclavistas británicos (nos guste o no). También para las grandes flotas de pesca de ballenas que partían hacia el Atlantico Sur. Nada de las grandes compañías de indias como la inglesa (East India Company), la francesa o la Real Compañía de Filipinas (española), y así se puede seguir hasta la extenuación.
Nuestra historia está empapada de agua salada. El mundo prehispánico (los Guanches) es apasionante y merece mucha más atención e investigación pero los últimos quinientos años de historia insular se escribieron con agua salada. Todo lo que hemos recibido y dado fue a través de nuestros puertos salvo en los últimos 40 años que hemos conectado por el aire.
No sé, simplemente hay que bucear un poco en los archivos que tenemos en las islas para intuir un océano de historias fascinantes. Si no “abrimos la cabeza” a nuestros jóvenes , si no les despertamos y mostramos otras realidades les estaremos limitando y cercenando su futuro. Y eso no es ser un buen canario, eso es ser un zoquete.
(Carlos Cólogan, 2019)
AQUEL 26 DE AGOSTO DE HACE 69 AÑOS EN SAN JUAN DE LA RAMBLA
Aquel 26 de agosto DE 1950 comenzó la historia de la familia próxima. En la, en aquel momento, ermita de San José, contrajeron matrimonio el mozo de 25 años, que ya había cumplido el servicio militar, y la joven de 21.
Todo había empezado casi un año antes, cuando Venezuela había abierto la inmigración legal. Venezuela constituye en ese momento una tierra en auge con el petróleo como principal motor de la expansión. Uno de los gobiernos militares de la década de los treinta y los primeros cuarenta, derrocado en 1945 por una Junta de Gobierno presidida por Rómulo Betancourt, hijo de un canario, permite el restablecimiento de la democracia, dos años después, de la mano del escritor Rómulo Gallegos. Los primeros emigrantes clandestinos canarios, en 1948, van, pues, a encontrar un régimen democrático en Venezuela, sin relaciones diplomáticas con el dictador Franco, y propicio para un recibimiento caluroso a los evadidos políticos antifranquistas. También encuentran una serie de medidas favorables, tales como la creación de centros de recepción en Caracas y Carabobo, como el denominado “Centro de Recepción de Inmigrantes de El Trompillo”, y facilidades en la concesión de créditos agrícolas, contratos individuales de trabajo y beneficios sindicales y de participación.
La ausencia de relaciones entre España y Venezuela implicaba en teoría la prohibición absoluta de emigrar a tierras americanas. La guerra civil española y la segunda guerra mundial hicieron aún más difícil el trasvase, aunque había barcos que hacían escalas en las islas rumbo a Venezuela y hasta admitían viajeros.
Para emigrar legalmente había que tener la documentación en regla. Y uno de los requisitos imprescindibles era la Autorización o Visado de las Autoridades Españolas. Éste se conseguía presentando, o bien una Carta de Llamada a un familiar, que se extendía a veces a hermanos políticos y primos hermanos o bien por un Contrato de Trabajo, lo que suponía que muchas veces los emigrantes acudieran a agencias que les hacían pagar elevadas sumas por contratos a veces ficticios, proporcionados por sus enlaces en Venezuela.
Los elevados costos del viaje eran otra rémora que dificultaba el traslado legal: el viaje costaba unas 5000 pesetas. El precio del viaje era similar en los buques legales y en los veleros clandestinos, pero a ello había que añadir otra cantidad similar para el arreglo de los papeles, y los resultados de la financiación, con préstamos que podía establecerse hasta en un 100% de intereses, aunque lo más normal era un 50%, a pagar con los beneficios del trabajo en Venezuela y después de poner como fianza los terrenos que pudieran tener.
Aquí intervino el tío José, que había venido en ese momento de finales de los años cuarenta y había servido de acicate para que sus familiares se decidieran a cruzar el charco, contando, como contó el padre, con la carta de llamada del hermano. Así, a finales del 49, el padre comenzó a preparar su viaje. Por ello, se dirigió al juzgado Municipal de La Guancha, a solicitar uno de los papeles exigidos, tanto para viajar como para solicitar el pasaporte: la partida de nacimiento. Le fue expedida el 17 de noviembre de 1949, por D. Trino López González, juez de paz, en documento firmado por el encargado del registro, el propio D. Trino y del secretario, que hicieron constar que el nacimiento del padre estaba inscrito en el libro 17, folio 130 y número 21, y costó 2,50 pesetas en pólizas y un extra de una póliza de 1 peseta por el trámite de urgencia. También solicitó una certificación en el Juzgado Comarcal de la Ciudad de Icod de los Vinos, expedida el diez y ocho de noviembre, también de 1949, por el Secretario de ese Juzgado y accidental del del Instrucción, Don Ezequiel Borges Rodríguez (padre de mis amigos Ezequiel Borges y Rosy Borges), para hacer constar que el padre, a la sazón con 24 años de edad, agricultor, natural y vecino de La Guancha, en la calle Arguayo, no había sido procesado ni sujeto a ningún procedimiento de índole criminal. Para que no quedara dudas del objeto del viaje, el propio certificado hacía constar que se expedía "a los efectos de embarque para Venezuela".
Pero el padre no viajó inmediatamente, como pudiera pensarse por el pago de la póliza de urgencia de la partida de nacimiento, ni por la simultaneidad de la diligencia de los papeles necesarios para la emigración. En los meses que mediaron entre ese noviembre de 1949 y el 18 de octubre de 1950, en que embarcó con destino a La Guaira en el Luciano Manara, algo estuvo a punto de hacer que hoy yo no pudiera estar escribiendo esta historia, porque el feliz desenlace de tal día como hoy hace 69 años no se hubiese producido. Pasó que esta urgencia en el papeleo se producía en paralelo a presiones familiares que le decían al mozo, seguramente con buen criterio y experiencia, que un emigrante haría mejor fortuna si no dejaba familia detrás. A la novia le llegaron rumores de estas conversaciones, que, como todos los rumores, estaban adobados con una gran dosis de fantasía. Lo que fue exclusivamente una valoración sobre la conveniencia de viajar soltero, el imaginario popular lo transformó en una boda secreta del padre con la ahijada de su tía Panchita, en la casa de esta última, que habría intermediado para que el mozo matrimoniara de conveniencia con una ahijada suya. Alguien hubo que corrió a contarlo a la madre de la novia, que dejó su camino rumbo a sus ocupaciones agrícolas para volver a su casa a inquirir a la hija sobre esta supuesta traición de su novio. Coincidió que, además, los trámites que estaba realizando el mozo habían impedido que visitara la casa del Lomo Blanco por unos días. Así que, cuando absolutamente inocente, fue a visitar a su novia, se encontró allí con el duelo de ella y las caras adustas de los suegros.
Con la honestidad y el pundonor que caracterizaron siempre al padre, respondió con hidalguía: suspendió los trámites para el viaje y comenzó a preparar la boda, para casarse antes de emigrar. De tal manera que, para que no quedaran sombras de duda, el visado para salir de España, reclamado por su hermano, fue tramitado y expedido el día 25 de agosto de 1950, un día antes de la boda, habiendo obtenido el pasaporte el 12 del mismo mes. La madre, así, no albergaría duda alguna de que el novio le cumpliría. Y así fue. Casáronse el 26 de agosto del 50, y el padre zarpó del Muelle de Santa Cruz el 19 de octubre del mismo año y desembarcó en la Guaira el 23 del mismo mes y año. Y por eso, por aquel 26 de agosto, yo estoy aquí para contarlo.
(Fidela Velázquez Manuel ¿?)
Ya cercano el V Centenario de la escala de las naos de Magallanes y Elcano en el puerto de Santa Cruz de Tenerife, apuntamos un fragmento de la transcripción de un derrotero de 1607 que debemos a la profesora de la ULPGC María del Carmen Martín Rubio, sobre los puertos de Santa Cruz y Garachico, que no tiene desperdicio:
«Si desde esta punta de Naga quisiereis ir al puerto de Santa Cruz, que es en la misma isla a tres leguas de camino, gobernareis junto a tierra por la parte del sueste, que luego veréis las casas y la fortaleza junto a la mar. En estando tanto avante con la dicha fortaleza, daréis fondo en dieciocho o veinte brazas con buen tenedero. Tendréis cuidado de tener siempre gente dentro de la nao, y las velas metidas, porque este puerto es ruin por ser travesía de leste-ueste; y si os diere algún viento de estos forzosos, largareis las amarras por la mano, amollando los cables, y os haréis a la vela, y reparareis fuera lo mejor que pudiereis hasta que pase el tiempo y podáis volver al mismo puerto».
«Si de la punta de Naga quisiereis ir al puerto de Garachico, por la parte del norte de la isla de Tenerife, bien podéis llegaros a tierra sin miedo ninguno, porque es tierra limpia. Y como fuereis tanto avante con el puerto de Garachico, le conoceréis en que tiene a la mar como un tiro de arcabuz, un islote que llaman el Roque, y dejándole de la parte de leste, luego veréis el puerto abierto, que es como una herradura de caballo. Entrareis dentro y daréis fondo en seis brazas: es ruin puerto y ruin surgidero de piedra; y tenéis necesidad de dos anclas, la una por la popa y las dos por la proa. Y estaréis con cuidado porque el viento norte y norueste es travesía y mete mucho mar, y primero viene el mar que es viento. En viendo venir la mar, procurareis salir por fuera aunque sea con remolque por la proa, porque si no lo hiciereis, correréis mucho riesgo de perderos dentro. En saliendo fuera reparareis lo mejor que pudiereis; pero si fuese tiempo de invierno, entrareis dentro y daréis fondo al socaire del Roque de la parte del ueste, y allí podéis tomar la carga».
“Enterrar la memoria histórica de un pueblo es desarmarlo frente a la opresión, es enterrarlo a él mismo”. Estas palabras de Sekou Turé explican el intento de todos los colonialismos que en el mundo han sido de separar a los pueblos dominados de su memoria. Borrar la historia del colonizado es la clave de la continuidad de la colonización y, por lo mismo, recuperar esa memoria es la primera y más esencial arma en la lucha por la descolonización. Todo acto de conquista y dominación de un pueblo por otro es, por principio, antihistórico. Se trata justamente de separar al dominado de su historia y sustituir su memoria raíz por otra falsamente implantada. A veces el dominador exógeno lo consigue y el pueblo dominado desaparece como tal, pero siempre que queden rescoldos de aquellos fuegos, siempre que en el colonizado subsista una memoria del pasado –a veces la simple necesidad de autoreconocerse- no será total el dominio y quedará la esperanza y el anhelo de libertad porque, como afirmaba el español Pi y Margall, presidente que fue de la Primera República Española: “No se adquiere la propiedad de los territorios conquistados, ni aún con la prescripción de los siglos” y el pueblo que guarda esa memoria recuperará su lugar en la historia.
El gran verseador, de los que podía “cantar alantre” en una “juelga” de tambores, el gomero de Alojera Lucas Mesa Cabello, nos cantaba en su “Romance a la Gomera”:
La Gomera tuvo historia pero no se la escribieron.
La historia de La Gomera se mantiene en el silencio,
el motivo no lo sé, pero yo me paro y pienso:
pueblo que no tenga historia, para mí es un pueblo muerto.
Ni Gomera ni el conjunto de Canarias son “pueblo muerto”. Tuvieron y tienen historia y también quienes apalabren esa historia. El problema es, de nuevo, la realidad de la colonialidad, con los centros de enseñanza, con los medios de comunicación y con toda la estructura cultural al servicio de la continuidad de la colonización. El creador, el escritor, el historiador, el intelectual –y todos somos “intelectuales” pues, como nos aclaraba Gramsci, “no hay actividad humana de la cual se pueda excluir toda intervención intelectual”- no son seres asépticos ni están aislados en urnas de cristal. Están inmersos en una realidad social a la que no pueden ignorar. Cuando esa realidad social está formada por explotadores y explotados solo caben dos posturas. O se apoya al sistema o se intenta transformarlo. Cualquier posición supuestamente intermedia es, de facto, un apoyo al sistema y eso es tan válido para la explotación que supone el capitalismo financiero como para la que supone la expoliación colonial, o tal vez más real incluso en esta última por la duplicidad que supone.
Para el marxismo la historia es el desarrollo de la lucha de clases, pero para que esa lucha sea efectiva, para que la historia avance, es imprescindible que las clases oprimidas tomen conciencia de sí mismas, de su opresión. El opresor, sabe que lo es, pero el oprimido, el colonizado, tiene, como decía Manolo Alemán Álamo en su “Psicología del hombre canario”, neblinada la mente. La colonización ha logrado que muchos canarios crean ser lo que no son –ni serán- estar donde no están y, lo que es más grave y ya apuntaba Secundino Delgado, mostrar amar a quien los oprime, falsedad sentimental en la que los españoles han sido maestros a lo largo de los siglos hasta lograr incluso que sus desharrapados y explotados gritaran jaleando el regreso de su Rey absoluto Fernando VII ¡Vivan las Cadenas!, grito que simultaneaban con otros aún más expresivos como: ¡Muera la libertad y vivan las cadenas! ¡Viva el rey absoluto y vivan las cadenas! y con degradantes actos como los sucedidos en Valencia a la llegada del sátrapa Borbón en que el populacho desengancha los caballos del carruaje real para uncirse ellos mismos como bestias de tiro. No somos esos lacayos. Tenemos que entender que no le debemos nada a España ni a sus reyes y gobiernos. Todo lo contrario. Esta tierra se ha desarrollado a base del esfuerzo, el sudor y la sangre de los canarios que hemos sido capaces de avanzar a pesar del continuo expolio a que se someten nuestras riquezas.
El sistema tiene los medios de perpetuar los mitos en que se basa su dominación, que en nuestro caso van desde ser “la frontera sur de Europa”, el aplatanamiento o la desaparición del guanche al ¿de qué vamos a vivir si somos independientes? Es la tarea del intelectual revolucionario destruir toda esa mitología y sustituirla, no por nuevos mitos, sino por la verdad que es lo que nos hará libres. Es la tarea de escribir y reescribir nuestra historia, sabiendo que hemos perdido batallas pero que ganaremos la guerra por la libertad individual y colectiva. En ese camino, los testimonios directos de los que han luchado –y siguen haciéndolo- por esa libertad, como es el que ahora nos ofrece Fructuoso, son los teniques firmes para cimentarlo. Que no se nos diga que estos testimonios son parciales. ¡Claro que lo son! y nadie pretende negarlo, pero son reales, auténticos, vividos. Son también parte de esa lucha por romper los mitos coloniales, por mostrar a todos que este pueblo está muy lejos de estar muerto y que nos hemos ganado el derecho a mostrar esa realidad.
Durante la etapa de la II República Española los movimientos de liberación social y nacional en Canarias fueron, poco a poco, ganando fuerza, sacudiéndose de la modorra inducida por el gobierno español y sus lacayos criollos que actuaban de medianeros de la finca colonial, entendiendo que en las condiciones sociales y políticas del Archipiélago las clases trabajadoras deberían enfrentarse a la explotación desde una perspectiva socialista y nacional canaria. Así el Pacto de Frente Único Revolucionario que firman en Las Palmas el 3 de marzo de 1934 las Delegaciones de los Partidos y Juventudes Comunistas y Socialistas y de la Federación de Sindicatos Obreros se plantean que “Las tareas de estos Comités es la de emprender inmediatamente la lucha por las reivindicaciones siguientes”… y ahí, en su Punto 4º figura la de "Por la liberación de Canarias de la opresión del imperialismo español y el derecho a la autodeterminación hasta su constitución en Estado independiente si tal fuese su voluntad". La Guerra de España ahogó en sangre, como apunta Fructuoso en el texto, todo ese movimiento libertario. Yo viví el miedo de los años de plomo del fascismo hispano. En mi propia familia no se podía nombrar a los dos tíos que tenía en Fyffes, al que estaba recluido en el Campo de concentración de Gando o al exiliado en México. Mi madre iba a escondidas a llevarle un bocadillo al hermano que estaba encerrado por la noche en el campo de “La Trilladora” de La Laguna para, por la mañana, salir todo el batallón de presos a dar pico y pala para las carreteras de la cumbre hacia Anaga. Todo era miseria, miedo, silencio y oscuridad. Algo de luz llegó por primera vez desde Venezuela alrededor de 1956 en que mi tío Ramón Pérez Suárez- integrante con otro marino lagunero Erasmo García, con Julio Bastarrica y otros canario-venezolanos del incipiente MIC- nos remitía algunos panfletos en que pedían a los canarios allí emigrados que no mandaran bolívares que alimentaban al franquismo, petición que también hacía el sector caraqueño del Movimiento Autonomista Canario MAC que, como me confirmó en su día José Manuel de Villena Quintero –el abogado de los canarios en Caracas y, más tarde, de los independentistas en Tenerife-, terminó por confluir con el MIC. Todo empezó a cambiar cuando los españoles asesinaron en la cárcel de Barranco Seco en 1959 a Juan García Suárez “El Corredera” que, prácticamente, todo el pueblo entendió como una agresión española hacia los canarios. De ahí arranca el “Movimiento Canarias Libre”. Con los bufetes laborales de Antonio Cubillo en Tenerife y Carlos Suárez “Látigo Negro” en Gran Canaria, el apoyo de los hermanos Cantero Sarmiento –Arturo y Jesús- y de militantes cercanos al PCE como Sagaseta y el “Grupo de Arenales”, el movimiento de C.L, fuertemente influenciado por los movimientos de liberación africanos y por la Revolución Cubana, plantea la situación colonial de Canarias con la consiguiente necesidad de su independencia y entiende la necesidad, a pesar de su complejidad, de la lucha armada para alcanzarla. Es también CL la primera partera de nuestra bandera: La madre de los Cantero, Dª Mª del Carmen Sarmiento Valle, para una fiesta del Pino en Teror, hace cientos de banderitas con tiras de papel con las franjas verticales blanca, azul y amarilla que se lanzan a la calle y el público asume. Luego el MPAIAC en Argel añadirá las siete estrellas verdes formando la que hoy constituye nuestra bandera nacional. Con las detenciones masivas y los encarcelamientos de CL de 1962 acaba este primer brote del independentismo canario actual, pero su desarticulación y la salida –obligada por la persecución policial española- de Antonio Cubillo hacia el exilio, recalando en Argel en 1963 y la posterior creación del MPAIAC en la capital argelina en 1964 y, sobre todo, el salto cualitativo que significa el reconocimiento en 1968 por la OUA de la africanidad y el carácter colonial del Archipiélago Canario y del MPAIAC como Movimiento de Liberación son, de hecho, el inicio de otro período que alcanza su apogeo con el nacimiento en 1975 de “La Voz de Canarias Libre” y sus emisiones desde Radio Argel.
El impacto que La Voz de Canarias Libre causa en Canarias es tremendo. En el relato de Fructuoso se refleja lo que fue ese impacto en su familia cuando, en sus propias palabras, su hermano Berto “entra en tromba en el edificio y me grita: “¡están hablando de la independencia de Canarias por la radio!”. Sucedió lo mismo en miles de hogares canarios. La “radio de Cubillo” que comenzaba con las estrofas de la ácrata Varsoviana con su “A las barricadas, a las barricadas…” y la voz de Antonio que comenzaba con su “Ahul fell-awen imidawen” ocupó el lugar de la también proscrita “Pirenaica” y de “La Internacional”. Se reunían incluso corrillos en todas las islas en casa de algún vecino para escuchar su peculiar estilo propagandístico que machacaba en hierro al rojo maleable, porque se sumaba a los regresos de los canarios afincados en el Sahara y, como Fructuoso y su familia, fueron muchos los que tomaron conciencia de que Canarias no estaba en aquel recuadrito del Mediterráneo en que nos colocaban los mapas escolares españoles, sino en una orilla al noroeste africano y que, para llegar hasta aquí desde España, había que atravesar todo Marruecos de norte a sur. Se confeccionaron banderas con más voluntad que acierto hasta que se normalizó la posición de las estrellas en círculo y se pintaron por paredes y carreteras. Para que duraran más tiempo las confeccionadas con tela que se colgaban de los puentes de la autopista del norte en Tenerife había que acompañarlas de fajos de velas pintadas de canelo para simular cartuchos. Simultáneamente a esa efervescencia revolucionaria se fundaron sindicatos como la CCT –definido claramente como independentista- y el SOC, y dentro del MPAIAC se crea la Comisión de Cultura con el impulso y el trabajo de hormiga de Hermógenes Afonso “Hupalupa” autor de los versos que dejaba en la librería/bazar de Fructuoso padre y, posteriormente y con el principal motivo de apoyar a los presos políticos que iban aumentando día a día se crea “Solidaridad Canaria”.
El 1 de noviembre de 1976, a tres meses del asesinato de Bartolomé García Lorenzo por la policía colonial española en medio de una durísima represión y coincidiendo con el aniversario del inicio de la guerra de liberación de Argelia, el MPAIAC inicia, con un petardo en el Corte Inglés de Las Palmas, la campaña de “Propaganda Armada”. Ese es el panorama de fondo a que se refiere Fructuoso en su obra. Al poco tiempo el Partido de los Trabajadores Canarios PTC se separa del MPAIAC al considerar que las acciones armadas –que nunca llegaron a pasar del nivel propagandístico- tendrían que diseñarse, elegir los objetivos y dirigirse desde Canarias y no desde Argel, pero nunca se rechazó por el PTC –que tenía a Julio Bastarrica como máximo responsable- ni la propaganda armada ni la posibilidad de la lucha armada si se daban las condiciones objetivas, siguiendo así la estela del Movimiento Canarias Libre y de las independencias africanas con el ejemplo de que en la reciente guerra de liberación de Guinea-Bissau del colonialismo portugués la ONU afirmaba la legitimidad de las luchas de liberación en África. Como afirmaba Pedro Albizu Campos -el puertoriqueño llamado “El último libertador de América”- en frase falsamente atribuida a Simón Bolivar: “Cuando la tiranía es la ley, la revolución es el orden”. No es, pues, de extrañar que los patriotas canarios en Venezuela optaran por prepararse para la lucha que se avecinaba y es en ese marco en que se inscribe la peripecia americana de fructuoso.
El Atlántico que une América con África es una vía de ida y vuelta entre Canarias y aquellas tierras donde los canarios hemos vivido, amado, luchado, muchas veces muerto y otras, muchas más, echado nuevas raíces y tomado como la patria de acogida en que desarrollar los sueños de vida y las ansias de libertad. Esto es especialmente real en los casos de Cuba y Venezuela desde los inicios coloniales al día de hoy. No podemos olvidar que en Venezuela los “blancos de orilla” –siempre enfrentados con los mantuanos- desde el Generalísimo Francisco de Miranda al Presidente José Antonio Páez pasando por el “General del Pueblo Soberano” Ezequiel Zamora que se subleva en Guambra con un llamado a “hacer la guerra a los godos” y conquistar para los desheredados de la fortuna “tierra y hombres libres” eran todos ellos de esa casta de canarios despreciados por el poder colonial. ¿Cómo entonces podía faltar el apoyo a la idea de independencia de Canarias de revolucionarios auténticos, de luchadores por la libertad, intelectuales guerrilleros como Alvaro Carrera? También la solidaridad revolucionaria es de ida y vuelta y la historia siempre paga sus deudas.
Este libro de Fructuoso nos trae una parte de esa historia venezolana del independentismo que alguien, algún día, tendrá que apalabrar completa, con sus organizaciones como el MAC, el MIC, la “Guañac Canaria”, la APIC, la CONAINCA, el “Consejo de Guaires” y el propio MPAIAC y personajes tan interesantes y luchadores como Benicode –compañero en Fyffes de mi tío Luis- , Julio Bastarrica, José Manuel de Villena, Estrada Mirabal, Francisco García “el de Coche”, Arafo, Mario Pérez, Juan Morales y el largo etcétera de canarios que desde aquella república americana lucharon por la libertad de esta tierra y nos trae esta memoria cuando, otra vez aquí en la patria, llegan tiempos que barruntan nuevas represiones y, por lo mismo, nuevos tiempos de lucha pero, como en el “Ach Guañac” de Taburiente, sabemos que el futuro se asienta sobe “un mar azul que brilla con siete estrellas verdes”
Francisco Javier González (2015) | Prólogo del libro MPAIAC entre Canarias y Venezuela de Fructuoso Rodríguez.