La agricultura canaria ante la integración española en el Mercado Común:
EL HOY DE LA CUESTION AGRARIA EN CANARIAS (fos):
NOTAS:
Riego por goteo:
Irrigavión en conjetura:
El Camello en Canarias:
Camellos y camelleros:
CONCLUSIÓN:
NOTAS LINGÜÍSTlCAS:
Las gazas de los cabos de amarre se encapillan según muestra la figura (encapillar por seno). Esto permite que el orden en que se desamarra sea indiferente; esto es, cualquier cabo puede ser soltado (largado) en cualquier orden, lo que facilita enormemente la maniobra de desatraque.
Nótese que si se encapillara uno a continuación del otro (sin esta ingeniosa precaución), obligaría a efectuar la maniobra en el orden inverso a la hora de zarpar
El Castillo y El Barco de Nuestra Señora de Las Nieves. Igual que el Castillo de Santa Catalina, esta fortaleza también fue construida en el siglo XVII para defenderse de los ataques de los piratas, formando parte del cinturón defensivo que protegía la ciudad.
Las primeras noticias que se tienen del actual Castillo de la Virgen datan de la edición lustral de 1765 y SE SABE QUE LA FORTIFICACIÓN ERA SIMULADA PARA LA OCASIÓN CON PIEZAS DE MADERA, con las que se construían la portada y los muros almenados.
Hacia finales de 1819, el comerciante don José Gabriel Martín emprende la construcción, a sus expensas, del terraplén, la casa almacén de pertrechos para el entonces denominado Gran Fuerte de la Amable Nuestra Señora de Las Nieves y lo dotó con 21 cañoncitos de hierro. El castillo fue reestrenado en la Bajada lustral de 1820, siendo el objetivo del citado almacén el de servir de resguardo a los cañones de hierro con los que se hacían las salvas a la Virgen durante la Bajada y la escenificación del Dialogo entre el castillo y la nave.
En el siglo XIX se consolidan estas edificaciones efímeras como escenarios en Santa Cruz de La Palma y en Los Llanos de Aridane, destinadas a los festejos de la Bajada de la Virgen y de La Patrona, respectivamente.
El estado actual del Castillo de la Virgen es fruto de las obras de rehabilitación llevadas a cabo por el Ayuntamiento de Santa Cruz de La Palma en 1995.
Agustín Espinosa García (Puerto de la Cruz, 1897 – Los Realejos, 1939), escritor surrealista perteneciente a la Generación del 27, nació en la ciudad del Puerto de la Cruz, pero vivió desde su infancia en Los Realejos, en la casa familiar ubicada en el barrio de San Agustín.
Está considerado como uno de los mejores representantes del surrealismo en Canarias, cuya obra, Crimen (1934), publicada con cubierta de Óscar Domínguez, constituye la cima de la prosa en dicho estilo. Sus viajes por el territorio español y por París, su insaciable búsqueda y conocimiento de la novedad, prefiguran en él esa futura y casi genética aceptación del movimiento.
Recipientes de Cerámica de los Antiguos Canarios:
LOS ANTIGUOS CEDROS:
Parece un hecho bastante aceptado, aunque quizás no suficientemente debatido, que España acabará integrándose en la Comunidad Económica Europea. Siendo la poi ítica agrícola de este ente supranacional uno de sus pilares básicos, resulta obligado analizar las consecuencias que de su posible apl icación pudieran derivarse no sólo para la agricultura española en su conjunto, sino asimismo para cada una de las agriculturas de las nacionalidades y regiones que componen el Estado Español.
Es bajo esa perspectiva como planteamos el presente artículo, ciñéndonos específicamente a las islas Canarias por dos motivos: en primer término, por tratarse de nuestro ámbito cotidiano de trabajo; en segundo, que no después, por estimar que las especificidades del Archipiélago son tan relevantes que bien merecen un tratamiento diferenciado.
Este trabajo es un primer esbozo (a nivel de planteamientos muy generales) de un proyecto de investigación, centrado sobre la referida problemática, que se viene gestando en el marco del Departamento de Economía y Política Agraria del C. R. l. D. A. 11 del Instituto Nacional de Investigaciones Agrarias. No puede ser visto, por consiguiente, sino como una inicial emisión de
diversas hipótesis de partida que, por lo mismo, abriría más interrogantes que soluciones proporciona.
Relaciones agrocomerciales Canarias-C. E. E. Entrando ya en materia, nos ha parecido conveniente el cuantificar de antemano la relación entre la agricultura canaria y la C. E. E., ya que de su grado de conexión dependerá la trascendencia de los efectos que, sobre aquélla, ocasionaría la incorporación española al Mercado Común.
Un método elemental, y desde luego parcial (l), sería el de atender al comercio de productos agroalimentarios -en fresco y transformados- que se verifica entre esos dos espacios económicos, para lo cual hemos elaborado el Cuadro 1, que nos proporciona información para el año 1973, por capítulos arancelarios. Como pone de rel ieve este cuadro, el grado de integración de la agricultura del Archipiélago con los países comunitarios es apreciable.
Por lo que se refiere a las exportaciones, las efectuadas a la C. E. E. componen un renglón importante (en segundo lugar, tras la España peninsular), con
un porcentaje de casi el 38 por 100 (2).
Desglosadas por capítulos arancelarios, sube al 83 % en el de "Plantas vivas y productos de la floricultura", y al 71 % en el de "Legumbres, plantas, raíces y tubérculos comestibles" (3).
En cuanto a las importaciones, el peso de las procedentes del área comunitaria es variable de unos a otros capítulos, siendo su porcentaje sobre las totales de un 24 por 100 (incluyendo a la España peninsular, y de casi un 45 % si la exCluimos). La mayor presencia del Mercado Común se da dentro del capítulo 4, "Leche, productos lácteos y huevos", donde aporta el 73,5 por
100, mientras que del 7, "Legumbres, plantas, etc." y del 16, "Preparados y conservas de carnes", lo haría en un 51 %y 44 %, respectivamente.
Cabría deducir, por tanto, y atendiendo en exclusiva al comercio de productos agroalimentarios, que existe una clara interconexión entre ambos espacios económicos (mayormente del lado de las exportaciones insulares), lo que confirmaría el interés de estudiar estas cuestiones con cierta profundidad.
La política comun¡taria de precios agrícolas y su posible aplicación en Canarias (4).
No entraremos en detalles sobre la poi ítica agraria de la C. E. E., por suponerla conocida de quien esté interesado en nuestro trabajo {de todos modos, y en el trabajo original del que éste es un resumen, se aporta una relativamente abundante bibliografía a la que remitimos al lector, en su caso). De forma esquemática, es posible caracterizarla con sus dos componentes básicos, la poi ítica de precios y la de estructuras, CUyo soporte financiero sería el F. E. O. G. A. (5), en sus secciones Garantía y Orientación, respectivamente.
Ahora bien, como señala Roberto
Fanfani (6), ..... la política comunitaria desarrollada por los países de la C. E. E. desde el comienzo de los años sesenta ha consistido casi exclusivamente en una política de sostén de los precios agrícolas", siendo mucho más reciente la preocupación por actuar sobre las estruccuras, y no' digamos su materialización, que está p.n Ins inicios. ¿Cuáles son los objetivos de una poi ítica agraria apoyada sólo en la de precios, como la del Mercado Común? Así los sintetiza dicho autor: ..... aparte el mantenimiento de las rentas agrarias, los de ejercitar una efectiva orientación de la oferta de productos agrícolas, y estabilizar los mercados internos respecto a las fluctuaciones presentes en el mercado mundial".
Habida cuenta la heterogeneidad de las agriculturas europeas, sigue diciendo Fanfani que ..... ·un único instrumento, como el del sostén de algunos precios agrarios, no pod ía consegu ir los objetivos esperados... esta poi ítica, con su planteamiento sectorial (de mayor intervención sólo en algunas producciones agrícolas), ha traído consigo discriminaciones entre los países miembros... los productos protegidos por la intervención comun itaria han experimenta do una evolución muy distinta en las varias naciones de la C. E. E. de 1963 hasta hoy, mostrando un diverso grado de adaptación y/o beneficio de la agricultura de cada país respecto a las medidas de poi ítica agraria común", razonamientos que serían plenamente vál idos para el caso de las islas Canarias en el supuesto de la aplicación de una poi ítica de precios como la vigente en el área comunitaria. Si el citado investigador demuestra que Italia ha resultado de las más desfavorecidas con esa política proteccionista, a España le habría sucedido otro tanto y, en modo aún más acusado si cabe, asimismo a Canarias (si la integración española al Mercado Común se hubiese ya verificado).
Para comprobar dicha afirmación, hemos reproducido en el Cuadro 2 algunas cifras para 1973 aportadas por Fanfani para la Comunidad de los Seis, completándolas con las de España y
Canarias, lo que nos permite apreciar que las divergencias son sustanciales.
Los productos mayormente considerados por la política comunitaria de precios oscilan entre el 65 y el 70 por 100 de la producción final agraria para Holanda, Bélgica y Alemania, mientras que en Francia representan el 58 % yen 1talia apenas un 46 %. Por otro lado, esos productos no alcanzan en España sino el 37 por 100 de la producción final agraria, y para Canarias ni siquiera llegan al 10% Las disparidades vienen determinadas por la diferente importancia del sector ganadero, que beneficia a Holanda, Alemania y Bélgica. La consistencia de los cereales favorece, por el contrario, a los países latinos, en tanto que Canarias, dado el preponderante peso de sus producciones hortofrutícolas, se vería fuertemente desventajada con una política de precios como la descrita.
De plantearse así las cosas, hay que preguntarse en qué medida se alcanzarían para el Archipielago los objetivos que decíamos se persiguen con esa concreta poi ítica, y si sus efectos últimos sobre el agro insular no serían más bien los de agudizar los dos rasgos diferenciales y permanentes con que ;nosotros los hemos caracterizado en otro número de AGUAYRO (7): su condición dualista y su naturaleza dependiente (8).
NOTAS
(1) Al no considerar los medios de producción ni tener en cuenta la dependencia financiera y tecnológica.
(2) Si consideramos solamente las exportaciones al extranjero, las realizadas al Mercado Común suponen cerca del 80 por 100.
(3) Capítulo éste que, sobre el valor total de las exportaciones a la C.E.E., representa por sí solo más del 90 por 100, estando constituido el grueso por los tomates y, a cierta distancia, pepinos y otras hortalizas fuera de estación, así como las patatas.
(4) No tenemos la intención de enfocar las sucesivas disquisiciones desde el ángulo del mayor o menor grado de acceso de las producciones canarias al mercado comunitario (en
función de la futura integración española a la C.E.E.), por tratarse de un tema todavía no analizado en el marco del Proyecto del que hablábamos al inicio.
(5) Fondo Europeo de Orientación y Garantía Agrícolas.
(6) FANFANI,R., "L'agricoltura nei paesidella C.E.E. nel periodo 1963-1974: Evoluzione strutturale e produttiva", Rivista di Economia Agraria, n. 3/76, pp. 489-521.
(7) Veáse: GI L, J. A. Y SANS, J. A., El hoy de la cuestión agraria en Canarias", Aguayro, n. 95, Enero 1978, pp.26-28. También en: GIL, J.A. y SANS, J.A., "Apuntes sobre la cuestión
agraria en Canarias", en SANCHEZ LOPEZ, F. Y otros, La problemática regional agraria en España, Dilagro, Lérida, 1978.
(8) Moviéndonos en el terreno de la realidad, y no en el especulativo, la semejante política de precios seguida en España por el FORPPA ha llevado consigo que, lo que planteamos
pudiera acaecerle a Canarias una vez dentro de la C.E.C., es quizá lo que fuera de la misma se ha verificado en la práctica (ver: SANS, J.A., "Algunos aspectos del desarrollo capitalista en la agricultura canaria", Agricultura y Sociedad, n. 2, Enero-Marzo 1977, pp. 276-8).
(Ana María Aldanondo Ochoa y Juan Antonio Sans, Aguayro 1977)
Sería repetirnos el plantear con detalle nuestra interpretación sobre la agricultura canaria (1). Pero, para poder enmarcar debidamente las sucesivas disquisiciones, creemos conveniente exponer en forma suscinta lo
que, a nuestro juicio, representan dos rasgos fundamentales y pennanentes,que la caracterizan: su condición dualista y su naturaleza dependiente.
La condición dualista del agro insular.
Al hablar de dualismp, lo hacemos en un doble sentido: en lo que atañe a los "tipos de agricultura" de un lado y., del otro, a los "tipos de empresas agrícolas".
Las agriculturas que hemos detectado en Canarias pueden agruparse en dos: "agricultura de exportación" y "resto de la agricultura", con distintos destinos de las producciones (exportación y abastecimiento del mercado local, respectivamente) y, sobre todo diversas funciones en el proceso de desarrollo capitalista del Archipiélago (sede de acumulación de capital, la primera, y reserva de mano de obra, el "resto de la agricultura").
En cuanto al otro aspecto dualista, es fácilmente comprobable la clara y creciente diferenciación entre empresas capitalistas que cada día son más fuertes, yexplotaciones campesinas en vías de p¡mlatina m;:¡rginación; lo que no significa que dejen de ser funcionales al sistema económico en que nos, hallamos, como luego veremos.
¿ Se puede establecer un paralelismo entre esas dos vertientes dualistas? Creemos acertar cuando identificamos la agricultura NO de exportación con aquella de condición campesina,
mientras las empresas capitalistas predominarían en la orientada hacia los mercados exteriores.
Todo lo cual no nos debe impedir el saber apreciar con nitidez que, para el conjunto de nuestra agricultura, hoy por hoy, es el modo de producción capitalista el hegemónico, y las relaciones capitalistas de producción, por consiguiente, las dominantes.
La naturaleza dependiente de la agricultura canaria.
Nos centramos, por el momento, en las relaciones comerciales del sector agrario insular con otros espacios económicos.
Es decir, que hacemos exclusiva referencia a la dependencia comercial de la agricultura del Archipiélago respecto al exterior, haciendo abstracción por esta ocasión de la dependencia financiera y de la tecnológica.
No es por casualidad que nos ceñimos a ese concreto aspecto de la dependencia. Hay que tener presente la parte que a Canarias le ha tocado interpretar dentro de la división internacional del trabajo, que sería -desde el lado de la oferta- el suministro de bienes y servicios (productos agrícolas de lujo o primor, turismo ... ) propiciados por nuestras peculiaridades climatológicas; como auténtica "periferia" que las Islas son, dicho papel se complementa con el derivado de la demanda de bienes de consumo y medios de producción obtenidos en los países del "centro".
La dependencia de la "agricultura de exportación", por su propia naturaleza, es incuestionable. Sea para el plátano (cuyo mercado único es España) que en las restantes especulaciones (con destino mayoritario las naciones de la C. E. E.), la dependencia comercial resulta clara. pero es que sucede lo mismo en el uso de insumos de importación (abonos, insecticidas, semillas, materiales para invernaderos, instalaciones de riego por goteo y aspersión, etc,), al ser dicho tipo de agricultura el que los utiliza en mayor cuantía.
La dependencia del "resto de la agricultura"es menos evidente por lo que significa de autarquía, y io que aparece comp cierto son las consecuencias de su entrada en crisis, como la progresiva disminución del autoabastecimientoyelaumento de las importaciones agro-alimentarias; lo que se traduce en la agudización de la dependencia de Canarias -y no sólo ya de su agricultura- para esa cuestión tan primordial que es el abastecimiento de alimentos para el millón largo de personas que aquí existimos.
El ayer inmediato En la diná.mica de la agricultura canaria a lo largo de los años 60 y primeros 70 (2), los dos rasgos diferenciales con que la hemos caracterizado han sufrido ciertas modificaciones. De una parte, el perpetuarse del dualismo no es algo ficticio, aunque en lo referente a los "tipos de agricultura", no se puede ignorar la relativa decadencia de la enfocada hacia el consumo local.
Lo que resulta indudable, por otro lado, es que ha sido la base campesina quien ha sufrido los golpes más duros y disgregadores en esta fase del desarrollo capitalista de Canarias. En nuestra opinión, lo que se ha verificado, en síntesis, es una relevante alteración en el peso relativo de las franjas capitalista y familiar, acentuándose el proceso de proletarización en el medio rural, aunque esto no slgnifica por fuerza la eliminación en su totalidad de los pequeños agricultores. No es por azar que antes hablásemos de "marginación del área campesina" en vez de su destrucción y / o desaparición dado que, como comprobaremos seguidamente, lo funcional es la marginalidad y no la simple destrucción.
En cuanto al otro aspecto característico del agro isleño, el de la dependecia, tampoco ofrece dudas el que se ha incrementado en forma abrumadora en el transcurso de laetapa que nos
ocupa.
El hoy y el mañana de nuestra agricultura.
Intentemos aproximarnos ahora a lo sucedido más recientemente,tratando de ponerenevidencia las líneas tendenciales que empiezan a vislumbrarse, Así como a inicios-mediados de la década de los 60 se reestructura el modelo de acumulación de capital seguido hasta entonces en Canarias (3), sugeriríamos nos encontramos ahora en un momento similar de modificación del vigente, en tanto en cuanto la agudización de las contradicciones por él generadas aparece demasiado evidente y/o perjudicial para los intereses de algunas categorías de entre la clase dominante.
Concretamente para la agricultura, su presente situación (y más en particular, la de abastecimiento del mercado interior) comienza a significar una grave contradicción para el capitalismo en las Islas, ya que la obtención de bienes-salario se ha visto fuertemente reducida; de otra parte, la opción alternativa de apoyarse en las importaciones no ha servido para atenuar el incremento del coste de la vida, pese al régimen de franquicias.
Determinados hechos (4) parecen querer señalar la existencia de una cierta estrategia que resolvería, al menos a corto plazo, el "impasse" en que aquí nos encontramos, aún a costa de incrementar los niveles de paro encubierto en el campo.
Perdida la pesca, pormotivos de sobra conocidos, ¿ sobre qué motor sustitutivo -o complementario- podría basarse la nueva fase acumuladora de capital? No hace falta excesiva imaginación para ver en la tan traída y llevada "industrialización de Canarias" la panecea que, según los que la propugnan, vendrá a equilibrar, reactivar y desarrollar nuestra maltrecha economía. El modelo que aventuramos se intenta instaurar, tendría como nuevo motor un cierto fldesarrollo industrial", quedando por determinar en qué medida se trataría de una auténtica industrialización (5). Dando por cierta la premisa anterior, y habida cuenta la ineficacia de basarse en las importaciones para suministrar bienessalario (a bajo precio) al resto del sistema económico, ,se presenta como condición" "sine qua non" la previa potenciación de la agricultura para el mercado local.
No sería casualidad., por consiguiente, que ENDIASA hace su aparición en las Islas preclsamenteen este instante,~omo tampoco es casual que las primeras actuaciones de las que se habla va a fomentar SODICAN se centren en el "desarrollo agrícola y ganadero" de Canarias.
Ahora bien, la fuerte introducción del capital monopolista de Estado de manera directa en la fase de producción, no resultaría de gran utilidad para mitigar las actuales contradicciones del mercado de trabajo en el Archipiélago; y ello, por la lógica de la actuación capitalista, que vé ese factor como un mero coste y que, en dicha medida, tiende a reducirlo. La paradoja se resuelve mediante fórmulas de integración verti cal. Los esfuerzos, al menos de momento, parece ser irían en la dirección que permite reabsorber "por el campo" parte de la mano de obra excedente en los restantes sectores, pero en modo tal de reforzar la funcionalidad de "la agricultura 11; lo que sólo se puede lograr estableciendo las relaciones de producción que se dan en la integración vertical.
Esta ha sido definida como la propiedad o el control, por parte de una compañía, de otra empresas en diferentes estadios de la producción o distribución de mercancías vendibles. La integración vertical favorece casi en exclusiva a los que tienen más fuerza en el momento de la negociación dentro de la cadena (suministradores de materias primas o capital, agricultores, industriales, detallistas) en la que, secularmente, los agricultores han representado el eslabón más débil. La evidencia empírica ha demostrado que el integrador o iniciador del movimiento de asociación vertical mediante contrato, llega a controlar en modo absoluto las decisiones de los agricultores y sus beneficios, reduciéndoles al papel de "mano de obra alquilada" o "trabajadores a domicilio"; de esa forma, lo que suministran es más que nada su fuerza de trabajo y, accesqriamente, un factor de producción que, bajo la nueva situación, cada vez tiene menor trascendencia: la tieJ;'ra. La pérdida de la capacidad de decisión y autonomía que conlleva la integración vertical, supone una matizada y sutil forma de proletarización para la agricultura familiar.
Vemos pues que, a través de las modalidades de integración vertical, el capitalismo puede reestructurarla agricultura para el mercado local, sin necesariamente hacer desaparecer al campesinado, pero modificando oportunamente en su propio beneficio las antiguas relaciones sociales de producción. De ahí que lo funcional en la etapa precedente fuese la marginación del área campesina, y no su simple destrucción.
Por lo que hace al sector exportador, aparte la continuidad de la más directa incidencia del modo de producción capitalista en la fase productiva, la penetración vendrá asimismo por el lado de los medios y tecnología foráneos (como parece poderse inferir de la constitución de SARCASA y RIEGOCAN).
Conclusión La persistencia, en esta etapa que ahora da inicio, de los dos rasgos diferenciales del agro insular, diríamos resulta innegable. Ahora bien, su condición dualista, como consecuencia del progresivo avance del capitalismo bajo variadas formas, se verá sometida a ulteriores modificaciones que acentuarán la hegemonía -más o menos solapada- de las relaciones capitalistas de producción. Por lo que respecta a su naturaleza dependiente del exterior, ésta sí seguirá constituyendo, cada vez en mayor cuantía, un aspecto fundamental y permanente que lo caracterice.
Bajo las anteriores premisas, se presenta como secuela obligada la inviabilidad de un verdadero desarrollo de la agricultura canaria, no por fuerza apoyado en los designios del capital ni en la denominación monopolista. Un desarrollo que parta de nuestros recursos y que esté orientado de manera fundamental a cubrir ampliamente nuestras neces1dades, mejorando los actuales niveles de autoabastecimiento; un desarrollo, lo más difundido posible, que sirva no sólo a los intereses de muy concretas y limitadas categorías sociales., sino que beneficie a extensos estratos del campesinado y proletariado agricola insulares. Un desarrollo, en suma, enmarcado dentro del equilibrio intersectorial que permita el desarrollo integral y autocentrado de la economía del País Canario.
(JOSE A. GIL JURADO y JUAN ANTONIO SANS)
Departamento de Economía y Política Agraria INIA - Centro Regional de Canarias (CRIDA 11)
(1) Para quien tenga interés en nuestras precedentes elaboraciones, Vid. SANS, J.A., "Algunos aspectos del desarrollo capitalista en la agricultura canaria", Agricultura y Sociedad, n. 2, Enero-Marzo 1977,pp. 249-287. Asimismo, SANS, J.A., La crisis de la agricultura en Canarias, Excma. Mancomunidad de Cabildos de Las Palmas-Plan Cultural, Madrid, 1977.
(2) Explicitada con cierto detenimIento en los trabajos c Hados en la nota (1).
(3) En la medida en que, entre otros factores:
a) Pierde validez y/o eficacia su basamento agrícola, cuya creación de excedentes está muy por bajo de la proporcionada por otras especulaciones alternativas (sector turístico-inmobiliario, por citar un ejemplo concreto), b) España abandona la autarquía, y se abre a las inversiones extranjeras, y c) El capitalismo internacional atraviesa un momento de auge y trata de diversificar sus áreas de actuación, remodelando las competencias asignadas a la "periferia".
(4) Que, por orden cronológico, serían Los siguientes:
a) Intentos de constitución, a mediados de 1976, de una empresa agroindustrial, "Corona Frutal de Tenerife", promovida por la Cámara de Comercio de Santa Cruz de Tenerife b) Firma de un convenio, el 1-XIl1976, entre las dos Mancomunidades de Cabildos de Canarias., y ENDIASA (Empresa Nacional para el Desarrollo de la Industria Alimentaria, del 1.N.1.),para promover actividades agropecuarias.
c) Creación de SODICAN (Sociedad para el Desarrollo Industrial de Cilnarias, asimismo del 1. N. 1. al menos en el 51% de su capital), por Real Decreto 3030/1976, de 10 de Diciembre.
d) Constitución, el 17-1-1977, de SARCASA (Sociedad AgrarIa Regional Canaria), por parte de las tres Cajas de Ahorros insulares más la Caja Rural Provincial de Santa Cruz de Tenerife.
e) Agrupación, a mediados del presente año, de una serie de medianas y pequeñas empresas canarias en SUPERMERCADOS REUNIDOS.
(5) Lo único claro, por el momento, es la "necesidad" que parece ser existe de captar recursos externos a Canarias. La facilidad para la introducción del capital monopolista de Estado (de lo que ya se estarían dando ejemplos, véase Nota anterior) y/o multinacional, se sirve así en bandeja, Como resulta indudable que el capital no va allí donde le llaman, sino
a donde le interesa, debiéramos cuestionarnos sobre' el sentido último que le movería en este caso. Dada la situación geopolítica del Archipiélago, no creemos muy aventurado sostener que sería utilizado, en su caso, como plataforma de penetración del capitalismo internacional en los potenciales mercados africanos próximos a las Islas mientras que, a nivel del Estado español, se puede estar persiguiendo una mayor integración económica (dentro de los esquemas de la dependencia) de Canarias a España.
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Dicen que la necesidad es el mejor estímulo para la inventiva del hombre. El riego por goteo nació y se desarrolló en Israel debido a la necesidad imperiosa de ahorrar agua y de utilizar, en casos de emergencia, aguas de riego con un posible alto contenido de sal que pueden ser peligrosas para ciertos cultivos. Este sistema, que al mismo tiempo es simple y complicado en su concepción, es totalmente revolucionario en su aplicación. Consiste en mantener los poros del suelo alrededor de una porción de las raíces constantemente saturados con el agua que normalmente pueden retener, es decir, mantener ciertas zonas alrededor de una planta cerca de lo que técnicamente se llama la "capacidad de campo. "Es simple y comparativamente barato, porque trabaja a baja presión (1 Kg.por centímetro cuadrado) con bombas pequeñas y tubería delgada y flexible (preferentemente de polyetileno) que distribuye el agua a las plantas por medio de "goteros" especiales. El sistema se complica cuando se llega a los goteros porque las perforaciones calculadas para descargar una cantidad exacta de agua tienen la particularidad de obstruirse con facilidad, a menos que el agua sea muy limpia o se usen filtros que eliminen toda posibilidad de basura. Las aguas con alto contenido de carbonatos en solución acumulan depósitos que obstruyen constantemente las perforaciones.
En el gotero, entonces, radica el secreto del funcionamiento del sistema y es en donde todas las dificultades se encuentran, ya sea porque unos descargan más que otros o pórque están obstruidos y no funcionan. Hay un sinnúmero de tipos de goteros que se producen en muchos países. Ninguno es perfecto pero los "Netafim", desarrollados y mejorados por S. Blass en Israel, son los más simples en su funcionamiento y los que menos defectos tienen.
Consideraciones: Las más importantes son: 1) Filtros: cualquier impureza en el agua tiende a obstruir el gotero y es por esto que un buen filtro constituye el corazón de la instalación. El filtro tiene que serlo suficientemente fino como para atajar partículas muy pequeñas. Una vez que los goteros se han obstruido es muy difícil y a veces imposible limpiarlos adecuadamente. El filtro es lo primero que se debe considerar en este tipo de riego y no se debe planear una instalación a menos que se tenga a mano un filtro en el que se pueda confiar. 2) El tipo de suelo determina el funcionamiento óptimo del riego por goteo. El sistema funciona mejor en suelos de mediana porosidad, es decir, que no sean ni muy arenosos (partículas gruesas) ni muy arcillosos (partículas muy finas) .El suelo ideal es uno profundo que no tenga más de un 30% de arcilla con una mezcla generosa de arena, limo y materia orgánica. Idealmente el agua al descargarse gota por gota tiene que distribuirse verticalmente y lateralmente en el mayor volumen de suelo posible, de tal manera que se use el menor número de goteros a lo largo de los tubos de descarga. El número de goteros que se use determina el precio del sistema ya que el resto del equipo y materiales son constantes. Los suelos muy arenosos son difíciles de mojar y tienen una percalación lateral muy reducida, lo que requiere un aumento de goteros si se quiere saturar una porción adecuada de suelo. Los suelos arcillosos son también lentos y difíciles de mojar aunque distribuyen el agua mejor.
3) La pendiente del terreno no influye mucho en el funcionamiento a menos que la diferencia de altura entre la bomba y los goteros al final de las mangueras de descarga sea muy alta. Hay varias formas de solucionar este problema pero en general es mejor no tener pendientes que pasen del 20%.
Aplicaciones: El riego por goteo se presta particularmente para los cultivos permanentes como los frutales y las plataneras. Sin embargo, la facilidad de movilizar el sistema a otro lugar hace que se adapte a cultivos altamente intensivos como la mayoría de los vegetales, los viveros, las fresas, las flores y los cultivos de invernadero.
Una de las mayores ventajas del riego por goteo es que el sistema se presta para la fertilización o la aplicación a las plantas de cualquier sustancia soluble. La absorción es efectiva e inmediata debido a que los nutrientes se descargan en la zona en donde ya existen muchas raíces. La introducción del fertilizante a la tubería se hace por medio de inyección a presión o se deja que la bomba produzca la succión necesaria para absorber la solución de un recipiente especial e incorporarla al aguade riego. El uso de insecticidas y fungicidas sistémicos (que se distribuyen a través de la planta una vez dentro) es algo que tiene mucha aplicación en el futuro.
¿Cuándo y cuánto se debe regar?
Teóricamente el riego por goteo debe reemplazar al agua que se evapora del suelo y a través de la planta, es decir, al agua que se pierde por "evapotranspiración", y en esta forma mantener el suelo húmedo. Sin embargo es difícil determinar con precisión la evapotranspiración y por lo tanto tenemos que valernos de aparatos como los tensiómetros para medir la humedad del suelo. Unos cuantos tensiómetros localizados en lugares estratégicos nos dan una idea muy buena de cuándo y cuánto tenemos que regar.
Como se dijo anteriormente los efectos de este nuevo sistema de irrigación han sido revolucionarios al mejorar las cosechas de muchos cultivos en países áridos. La aplicación del riego por goteo en Canarias se tendrá que establecer por medio de experimentos y con tiempo. El objeto de este artículo esinformar al público de sus ventajas y desventajas y no necesariamente constituye una recomendación.
Dependiendo del tamaño de la planta y del tipo de suelo, los frutales y las plataneras necesitan de 1 a 4 goteros por árbol o por mata. El sistema radicular tiende a poliferarse en la zona directamente debajo del gotero y en épocas muy secas estas raíces son las únicas que mantienen y nutren a la planta. La cantidad de agua utilizada en comparación a cualquier otro sistema de riego (aspersión, inundación, etc.) es mucho menor. Recientes experimentos en California (en donde el agua buena es cara al igual que en Canarias) indican que fresas regadas al goteo producen más y consumen hasta 1/8 menos de agua que fresas regadas por aspersión. Este último sistema tiende a acumular sales en la parte superior del suelo debido a la gran cantidad de agua que se evapora de la superficie, lo que hace que la salinidad se concentre en esta zona. En el riego por goteo casi no existe evaporación y por lo tanto la salinidad no se concentra sino que se distribuye en mayor volumen de suelo y no es tan peligrosa para cultivos sensibles a los cloruros como son los aguacates, plataneras, melones, etc.
En países donde la mano de obra se pone cada día más cara y difícil de obtener, el riego por goteo tendrá más posibilidades. Se regará con bombas eléctricas actuadas por interruptores automáticos de reloj. Una persona podrá regar y fertilizar extensiones grandes con la certeza de que todo el abono irá directamente a las raíces de las plantas.
(Simón E. Malo, 1972)
El uso del riego en la lT'ayoría de cultivos y países está desgraciadamente basado en conjeturas, es decir se riega cuando se cree que la planta necesita o va a necesitar agua. Esto, necesarialmente, conduce al uso excesivo o insuficiente del riego con todo los resultados contraproducentes que acompañan a estos 2 extremos.
Es prácticamente imposible adivinar el momento preciso y óptimo para irrigar, a menos que se usen instrumentos especialmente diseñados y construidos para conocer con exactitud el grado de humedad del suelo. Los frutales, por su naturaleza perenne, son muy susceptibles a fluctuaciones extremas de humedad. Los plátanos y los aguacates son especialmente propensos a enfermedades de la raíz bajo condiciones muy húmedas. Muchos agricultores esperan a que el árbol se marchite para soltar el agua.
Este es el peor criterio que podemos usar, ya que los frutales responilen muy diferentemente a la deficiencia de agua. Así, tenemos que los cítricos son notorios por la rapidez con que se marchitan. En días cálidos, ventosos y secos las hojas se enrollan a pesar de tener suficiente humedad en el suelo. En el otro extremo de la escala tenemos el aguacate, que nunca muestra evidencia de marchitez. Se conoce que la planta pasó por un período crítico porque los retoños jóvenes y las hojas tiernas se secan y mueren.
En Canarias, donde por muchas razones ecológicas la agricultura depende enteramente del uso inteligente del agua, hemos de tener una pauta casi matemática para conocer el momento óptimo de regar. La perfección, desgraciadamente, no existe, especialmente en este campo" pero sí nos podemos acercar al punto ideal haciendo uso efectivo de aparatos relativamente sencillos llamados tensiómetros.
Irrómetros: Hay muchos tipos de tensiómetros; todos hacen uso del principio de que un suelo seco tiende a absorber agua y por consiguiente puede crear un vacío parcial en aparatos diseñados para medir esta succión.
Como en todo, ciertos tensiómetras son más prácticos y más precisos que otros. Después de muchos años de usar varios tensiómetros en mis huertas y de hablar con expertos en la materia, he llegado al convencimiento de que solamente hay pocos tipos que reúnan las mejores características. El más prominente en el mercado es el Irrómetro que consiste en un tubo de plástico herméticamente cerrado que contiene agua en su interior y que está equipado con una punta de porcelana porosa y un manómetro que mide el vacío parcial del interior del tubo. Se instala el aparato poniendo la punta porosa en la zona radicular. Un suelo seco absorbe agua del instrumento, reduciendo su volumen interior y creando una succión que se registra en el manómetro.
Mientras más seco esté el terreno, habrá más succión y más alta lectura en el manómetro que está calibrado en "Centibares" de O a 1OO. El riego causa la reacción contraria; el vacío parcial en el interior del instrumento hace que éste absorba agua del suelo, dando lecturas bajas que llegan a cero, y que indican que el suelo está saturado.
Cómo se usan los irrómetros: Los suelos pesados retienen más' agua que los arenosos pero es agua que no es fácilmente asequible a las raíces de las plantas. El irrómetro no muestra la cantidad total de agua en el suelo, sino la que está disponible para la planta. El uso atinado de irrómetros se alcanza con cierta práctica. Para plantas con raíces no muy profundas como el plátano, vegetales, flores, etc" se usa un instrumento por "estación", pero para frutales se colocan 2 irrómetros de diferente largo por "estación", El primero se coloca de tal manera que su punta porosa esté en la primera cuarta parte de la zona radicular e indica cuándo se debe comenzar el riego. El instrumento más largo debe cubrir las zonas radiculares más profundas y sirve para asegurarnos que el riego penetre adonde deseamos y también indicará cuánta aguó necesitaremos,' Si -este irrometro está bien colocado, nos ayudará a ahorrar agua al mostrar Que despúes de que el suelo esté saturado todo riego es excesivo.
El número de estaciones que se deben de usar depende de la topografía, tipo de suelo, el tipo de cultivo y la precisión buscada.
El irrómetro se puede considerar como una raíz artificial que registra continuamente la eficiencia con la que las raíces funcionan.
No necesita ninguna medida para diferentes tipos de suelos y nos dice la cantidad de humedad asequible a la planta ya sea en suelos arcillosos' o arenosos, Los irrómetros invariablemente muestran con precisión variaciones insospechadas en la humedad debido a diferencias en textura del suelo, aun en parcelas pequeñas, Si tenemos conocimiento de estas diferencias podemos planear el riego con anticipación de acuerdo a estas diferencias, Los irrómetros son imprescindibIes para el riego eficiente de cultivos como el plátano que requieren abundante humedad en el terreno pero que son muy susceptibles a su exceso, debido principalmente a que predispone a la planta' al "Mal de Panamá".
El costo inicial del aparato puede pagarse rápidamente con lo que se ahorra en agua, mano de obra y en nutrientes que no se pierdan.
La irrigación adecuada de cualquier cultivo aumenta el rendimiento y la calidad de su fruta.
(Simón E. Malo, 1972)
Escribir hoy sobre el camello en Canarias, animal casi extinguido en la mayoría de nuestras islas, y en franca regresión en las dos donde por su topografía plana y su climatología esteparia alcanzaron mayor auge y desarrollo en el pasado -Lanzarote y Fuerteventura- es como entonar una elegía o un cántico nostálgico en su memoria, pues la mecanización y los adelantos técnicos de la vida moderna le han ido desplazando de las carreteras asfaltadas, de los núcleos urbanizados y del mismo agro isleño.
Hoy casi todos los ejemplares sobrevivientes que se tiene oportunidad de contemplar en el sosegado paisaje rural de Lanzarote, se han concentrado en el Parque de Timanfaya, al pie de las
Montañas del Fuego, término municipal de Yaiza, y están dedicados a transportar turistas. A las jóvenes generaciones les resultará, pues, difícil entender la importancia agrícola que los camellos tuvieron en estos campos adustos, desolados por los volcanes, y en los vecinos páramos de Fuerteventura, hasta épocas relativamente recientes.
El camello en Fuerteventura, visto por Unamuno El dromedario de Lanzarote, como el de Fuerteventura, no es el animal doméstico, corredor y caravanero de los nómadas, en los grandes espacios desérticos de Arabia y el Sáhara, al que debe su nombre específico, de raíz griega:
"dromos" = corredor. Por eso, hasta Unamuno, culto profesor de griego, que leía directamente en dicho idioma los sagrados evangelios durante su forzado exilio en tierras majoreras, nunca les aplicó dicha denominación específica, sino la genérica de camello. Los mismos naturalistas han observado que los dromedarios, en su período fetal, presentan una predisposición a tener dos gibas y son, además, desconocidos como forma salvaje, por lo que se inclinan a pensar que todos proceden del camello bactriano.
Lo que captó con agudeza el sabio rector de Salamanca durante su confinamiento político, fue la sobriedad del animal, su "descarnadura", su gran tamaño y sus largas patas. Así, en el soneto VIlI de su libro "De Fuerteventura a París", califica a la isla como "Sufrida y descarnada cual cameJIo". Y en el XVI, que comienza: "Ruina de volcán esta montaña", añade: "y la esquinuda cameJIa/rumia a11í la aulaga ruda/con cuatro patas colosal araña". y comenta: "la aulaga es un esqueleto de planta; la cameJIa es casi esquelética y
Fuerteventura es casi un esqueleto de isla". Aunque hoy, con el turismo le hayan brotado en sus costas paraísos artificiales ajardinados. Y en el XLIV leemos: "Desnuda la montaña en que
el cameJIo/buscando entre las piedras flor de aulaga/marca en el cielo su abatido cueJIo". De esa aulaga, en su prosa: "Una isla y un estilo", escribió: "este esqueleto de plante es un cilicio... sólo la come el cameJIo, este anacoreta resignado se alimenta de sus flores y de sus espinas". Por último, en el LIV parece confundir la visión gris y lejana de un voluminoso camello con la parda y evanescente de una nube peregrina cuando se pregunta: "¿Es camello la nube o el camello/es una nube, vaporosa gasa?".
Pero Unamuno, después de evadirse de la isla, se sigue acordando de los amigos que dejó en ella y de los camellos con los que llegó a familiarizarse.
Yen carta que dirige a don Ramón Castañeyra, le promete: " ... y haré aquel libro de que les hablé y que se titulará "D. Quijote en Fuerteventura", D. Quijote en cameJIo a modo de Clavileño... ". Y al comentar las desmesuradas dimensiones atribuidas al gigante Mahan, a la par que ironiza con las opiniones del doctor Chil, fantasea con don Quijote y escribe: "D. Quijote a donde vino después de morir y antes de subir a los cielos"... "fue a esta sedienta isla". "Vino a rescatar el alma del gigante Mahan, cuya sepultura está al pie de la
montaña Cardones. Y vino en camello, pues Rocinante, que había muerto, no resucitó".
y en "Escuela de Sosiego", después de recordar lo que el amigo Gil Roldán le había dicho en Tenerife sobre el paisaje de Fuerteventura, al cual calificó de "paisaje bíblico", y darle la razón, pero matizando: "evangélico más bien", vuelve a evocarlo, con la omnipresencia del camello: "Aquel camello, aquel cameJIo sacando agua de una noria al pie de una palmera. En el fondo, el paisaje de Betancuria".
Por último, al llegar a la dulce Francia, el recuerdo de la tranquila isla, y de sus camellos anacoretas, le sigue acompañando y se pregunta: "¿Me dormiré yo aquí, en el suave tumulto de París? ¿Me dormiré al arrullo de los autos, yo que me mantuve despierto al silencio de la marcha sosegada de los camellos?".
y "viendo las lustrosas y grasas vacas normandas, apacentándose en praderas de esmeralda, bajo un cielo que se derrite en los árboles del horizonte, recordaba aquellos escuálidos camellos
buscando entre las piedras una escuálida aulaga gris o haciendo destacar su largo cuello sobre un cielo barrido por el N.E.".
La última vez que visitamos Fuerteventura, en octubre de 1988, nosotros escribíamos: "Las desgarbadas siluetas de los anacrónicos camellos eran una nota exótica, africana, que armonizaba
muy bien con el paisaje semi-desértico de la isla, pero que han ido desapareciendo al soplo de los aires cosmopolitas, al giro de la rueda y al trepidar de los motores de gasolina". Consideramos que dichas palabras se mantienen.
vigentes. Es un fenómeno parecido al que paralelamente y aun con antelación, se ha producido en Lanzarote.
El camello en el mundo rural de Lanzarote El camello de Lanzarote, como su vecino majorero, era el útil auxiliar del campesino, de andar pausado, cansino y soñoliento (unos 4 kms. a la hora), pero sobrio e infatigable. Animal de carga, de cabalgadura y de tracción. El único que se arrodilla y "tuche" (en Fuerteventura "fuche") para facilitar la carga y la monta. El único que mece o arrulla a quien le cabalga. El único que se olvida de beber durante su trabajo.
El que puede alimentarse de pencas, cardos y aulagas, sin herirse con las espinas.
Durante siglos ha sido -repetimosel auxiliar imprescindible del campesino conejero. Parecía planificado a escala de la isla. No necesitaba apresurar demasiado sus parsimoniosos pasos para recorrer las cortas distancias de los caminos. Y lo mismo transportaba arena o tierra en sus serones, que batatas o sandías en sus "barcinas" o mallas de carga.
El hombre de campo ideó una serie de ingeniosos arneses para facilitar las tareas y los servicios de los dóciles camellos, obteniendo así el máximo rendimiento de sus enormes fuerzas.
A la silla de carga y la angarilla, hemos de agregar la "silla inglesa" para el transporte más cómodo de personas, además de las cajas de vendimia, donde se conducían las uvas desde la parra aliagar, el "baso" para la paja, el "serón" para transportar arenas, tierras, áridos, etc.
A ello se suman los arneses de tiro:
la canga, equivalente al yugo, para remolcar el arado, el cual va provisto del "palenque" o pequeña palanca injertada al timón, para que un solo camello pueda arrastrar el largo y pesado apero (ver dibujo); la tabla para nivelar el suelo enarenado con picón o grava volcánica; el trillo, que los camellos arrastran haciéndoles pasar uno de los tirantes por debajo de la panza, en su constante rotación alrededor de la era, etc. Todos estos instrumentos, más los arneses menores: sálamo, jáquima, atillo, cabestro, bastos y petral, los describe de forma clara, hábil y correcta, mi antiguo condiscípulo y recordado amigo, Luis Fajardo Hernández, prematuramente fallecido, en un interesante trabajo que se publicó en el libro Palabras y cosas, editado por la Universidad de La Laguna el año 1944, donde también figura un estudio mío sobre "La navegación pesquera en las islas Canarias", aunque por error de imprenta aparezcan mis apellidos como Jerez Saavedra, en lugar de Pérez Saavedra.
Reproducimos para los lectores de AGUAYRO algunas de las valiosas ilustraciones que hemos mencionado.
Origen del camello en Canarias Luis Fajardo nos dice que en Lanzarote distinguíamos dos clases de camellos: el moro y el majorero. Pero el origen común de ambos es africano. No es animal autóctono, aunque Antonio de Viana nos diga lo contrario en sus Antigüedades... (C.1, v. 78 y ss.): "No hallaron en ellas animales/dañosos porque nunca los criaron/aunque en algunas de
ellas habitaban/los soberbios camellos corcovados".
Se aprecia que el poeta estaba más inspirado por Calíope, la musa fabuladora de la poesía épica, que por Ciío, la exigente musa de la verdad histórica.
Los camellos fueron traídos a nuestras islas, con absoluta seguridad, de la vecina costa africana, junto con los primeros cautivos moros, al comienzo de la ocupación europea. Ya Le Canarien, en el cap. LXXIX de la versión B, habla de tres naves de Bethencourt que en la travesía de Fuerteventura a Gran Canaria fueron arrastradas hasta la costa de África por una violenta tempestad. Añade que allí desembarcaron los tripulantes, capturaron a varios naturales y "mataron 3.000 camellos" (?). Lo desmesurado de la cifra hace decir a Viera y Clavijo (Noticias... l-IV pág. 336, 1967) "según la exageración de nuestros autores". Pero no se trata de simple exageración, sino de una clara patraña o invención. La crítica histórica moderna rechaza la autenticidad de los capítulos finales de la mencionada versión de la crónica normanda. La llegada de los primeros camellos africanos a Lanzarote y a Fuerteventura hay que
relacionarla, sin un ápice de duda, con las expediciones de Diego de Herrera a Berbería, la construcción de la torrefortaleza de Santa Cruz de Mar Pequeña y las primeras capturas de esclavos en la zona. Esclavos y camellos constituyeron las presas más codiciadas, frecuentes y abundantes de los señores de ambas islas en sus repetidas cabalgadas a las desoladas costas atlánticas del desierto africano.
El camello, como la esclavitud, se extendió a todas las islas del Archipiélago, aunque en las centrales y occidentales, por su relieve más abrupto y por el clima de sus zonas altas, no resultaran tan favorables las condiciones para la cría y desarrollo de este animal.
En Tenerife tenemos noticias fidedignas de su existencia desde los primeros años de su incorporación, pues según consta en las actas del Cabildo de La Laguna, el 18 de marzo de 1521,
Castellano dijo que había unos camellos tiñosos, los cuales podrían contagiar al ganado, por lo que se ordenó los sacaran de la isla (nO 210). Y el 8 de abril siguiente se vuelve a tratar el tema, puntualizándose que eran dos y estaban en el Valle (La Laguna). Se acordó fueran sacrificados si se confirmaba el diagnóstico.
Pero el clima de La Laguna, por su humedad y relativa altura, no era el más favorable para los camellos en Tenerife, que se aclimataron en las costas más cálidas del sur, desde Arico y Granadilla, hasta Arona y Adeje. Hoy han quedado reducidos a unos pocos ejemplares adscritos a las actividades turísticas.
En Gran Canaria, donde dicho ganado adquirió mayor incremento, ha sufrido una evolución similar: la mecanización y los transportes de motor han relegado a los camellos al papel de mera curiosidad turística, como ocurre en las islas orientales, según ya hemos dicho.
El camello, como animal de transporte en las islas de Lanzarote y Fuerteventura, tuvo un auge inusitado hasta comienzos del presente siglo. Ello llevaba aparejado la existencia de un experto conductor y cuidador: el camellero. La profesión de camellero exigía experiencia, plena dedicación y determinados hábitos: imprimía carácter. Conocemos las figuras de dos típicos camelleros, descritas por sendos visitantes ilustres a estas islas orientales en las postrimerías del siglo pasado y comienzos del actual: René Verneau, el antropólogo francés que clasificó los cráneos de nuestros aborígenes y autor del libro Cinco años de estancia en las islas Canarias. Y el farmacéutico D. Cipriano Arribas, quien nos describe las costumbres isleñas en una curiosa publicación titulada A través de las islas Canarias, editada en 1900. Arribas nos presenta un camellero astuto y hablador, al que contrató en Fuerteventura, conocedor de un repertorio inagotable de adivinanzas. Ya desde los comienzos, cuando pondera las cualidades y ventajas de su cabalgadura, derrocha ingenio y desenvoltura, en un tono sentencioso que nos hace recordar el estilo del escriba egipcio en la carta que dirige a su hijo para resaltarle las ventajas de su sedentaria profesión. Así se expresa el avispado camellero: "Si su merced quiere ver "too" a su gusto, no deje de ir en este camellito, pues en esta silla inglesa y no en las angarillas de cargar bultos, va sentadito y con los pies puestos sobre el tirante, usted a un lado, al opuesto su señora y yo en la cruz de la corcova". En efecto, el camello es un animal que puede transportar a tres viajeros sobre su giboso lomo, utilizando la silla adecuada.
Y continúa el ladino conductor: "pues anda como usted desee: si le alumbro un buen macanazo "jarretea" (corre)... Si le digo "re", "re", va al paso. Si le grito "tuche", dobla las patas... " A continuación expone los inconvenientes del burro: "En cambio, si en burro va, como son pequeños, el jin~te roza con los pies en las piedras del camino... " Y añade: "Y no solamente esto es todo, si no que tendrá necesidad de ir ejerciendo res oficios poco apetitosos: 1) de pregonero, porque el burro necesita que se le grite para que corra. 2) de verdugo, pues tiene que irle aguijoneando. Y 3) de amolador, porque para animarle tiene necesidad de ir moviendo las piernas y los pies". El borriquero se enfadó con esta propaganda desleal, pero el camellero prosiguió impertérrito: "Señor, desengáñese su "mersé", que aunque el camello tiene orejas de ratón, su fuerza es como la de Sansón, y ande o no ande, dámelo grande". La contienda se resolvió pacíficamente con unos vasos de vino bebidos en común, a invitación del cliente, quien además contrató ambas cabalgaduras, para transportar también el equipaje.
Por su parte el Dr. Verneau se lamenta de la borrachera de su primer camellero, cosa que le obligó a tener que aplazar su prevista visita de exploración a Zonzamas. y aprovecha los temores
supersticiosos del segundo, que canta al oscurecer como forma de disipar el miedo, para alardear de su culta mentalidad de sabio francés, libre de prejuicios.
Por último, Agustín de la Hoz, en su libro Lanzarote, nos habla de Pablo "El Fino", en cuyo camello se montó Alfonso XIII, cuando todavía adolescente visitó la isla, a comienzos de siglo
(1906). El camellero trató al monarca con mucha campechanería, llamándole "niño" y enseñándole a montar en su camello. Esta sencillez ingenua era otra característica profesional.
Elogio del camello con arado Agustín Espinosa dedica un encendido elogio al camello con arado del agro lanzaroteño, en uno de los primeros capítulos de su poético libro Lancelot 28° - 7°, que comienza: "Para ti, camello con arado de Lanzarote, mi saludo específicamente militar". A quienes no hayan tenido oportunidad de leer dicho libro, el tono y el lenguaje pueden resultarles sorprendente. El escritor personifica, habla y tutea al animal, lo mismo que hace posteriormente con los otros dos objetos a los cuales dedica sus elogios en la misma obra: la palmera con viento y cisterna con sol. Los tres, como señala Pérez Corrales, tienen un denominador común: su origen africano. Y los tres van determinados por unos complementos que acentúan más dicho origen: el camello que elogia Espinosa, es el camello con arado, animal que utiliza la población sedentaria de África del Norte, con preferencia a los bóvidos, en sus faenas agrícolas. E incluso los nómadas en sus eventuales perfilada. Pero para hacerlo ha tenido que tomar una imagen estereotipada e incompleta del camello arando en los volcánicos campos de la isla, escena percibida como una secuencia cinematográfica, como una impresión incompleta y fugaz. Porque Espinosa hace abstracción aquí de la persona que ara, de que ese arado va dirigido por una mano campesina, a menudo por una mano de mujer. Y, además, en el paisaje rural de Lanzarote, era muy frecuente encontrar entonces el camello emparejado con un modesto borriquillo, ingeniosamente acoplado al largo arado, tomando en consideración la ley de oro de la palanca. La fuerza de tracción del camello es muy inferior a la del buey, lo que se aprecia en los suelos duros, de "gavias". Pero el escritor no lo advierte o lo olvida. Sólo retiene una imagen imprecisa y fugaz: "Yo recordaré siempre la primera impresión de tu arante silueta", nos dice.
feo de todos los animales". Este juicio estético peyorativo es una apreciación subjetiva del escritor, compartida por muchos europeos. Pero el animal no es feo para todas las miradas. No suele parecerlo a los ojos de los dueños, de los beneficiarios y de los que se habitúan a su presencia. Hay un proverbio árabe que dice: "Entre todas las cosas que Dios ha dado al hombre, dos son las más hermosas: el rostro risueño de una joven virgen y un hermoso camel1o". Si el animal tuviera un alma racional y sensible como los humanos, se alegraría de oírlo, igual que la humilde higuera de Juana de Ibarbourou. Pero es cierto que para nuestros.gustos estéticos europeos y occidentales, el camello adulto resulta un animal desgarbado, desproporcionado, huesudo, de movimientos torpes y expresión adusta, triste. Así lo manifiesta también Verneau, refiriéndose a unos ejemplares que contempló en Jandía, pero haciendo una excepción con
un camellito pequeño, un "guelfo" como se le llama a dicha edad en estas islas: "Allí vi un dromedario de sólo tres días, que brincaba alrededor de su madre. A esta edad son tan graciosos como feos más tarde". Más tarde, cuando el camello es joven, se le llama "majalulo" y suele presentar una bella estampa. En Fuerteventura, abundaban, pues hubo ganadería camellar hasta los años treinta del corriente siglo.
La peligrosidad y utilidad del camello Tampoco suele resultar feo a los ojos de sus dueños. No es animal que se encariñe y muestre un afecto y una lealtad ostensible a su amo o cuidador,
comparable a la fidelidad que profesan los perros o los caballos. No obstante, dan prueba de sumisión y mansedumbre, salvo en el corto período del celo. Por eso en el Sáhara, excepto a los que se destinan para la fecun'tación, se les castra (asisul). En la primavera, durante algo más de un mes, el camello en celo, hinchando la vejiga palatal y con espumarajos en la boca, puede resultar peligroso: a veces muerde, da patadas e intenta derribar a su víctima para aplastarla bajo la callosidad de su pecho. Dicen que son rencorosos y que conservan la memoria de los malos tratos que reciben. Entonces el camellero puede tener necesidad de utilizar el "sorinque" o vara de membrillero, mantenerle puesto el sálamo y no descuidar la
vigilancia. En el periódico El Horizonte de Lanzarote (1887-89) que dirigió don Leandro Fajardo, el político asesinado en Tías, se publicó la petición de que "los camellos "calientes" no vayan sin sá1amo por las calles" de Arrecife.
Es natural que entre los camellos y sus dueños la convivencia establezca vínculos de estimación y hasta de afecto, al menos por parte de las personas.
don Isaac Viera en sus Costumbres Canarias, nos refiere la promesa que hizo el amo de un camello en Fuerteventura, de traer al animal a ver a S. Marcial de Femés (Lanzarote), por si el santo lo libraba de la terrible epidemia de "garrotejo", que estaba diezmando de forma alarmante a estos útiles animales en la isla. Y cómo cumplió dicha promesa, asomando la cabeza del rumiante por la puerta del templo y depositando luego dos onzas de oro en la alcancía de la iglesia. En cambio, uno de mis lectores me ha informado que un labrador de Arona (Tenerife) tenía un camello que mordió a su padre al ponerle de comer, a consecuencia de lo cual la víctima murió. Su hijo, en represalia, despeñó al camello por el acantilado de un barranco.
La utilidad del animal en las zonas desérticas es tan patente, que sin él la vida en el interior de Arabia y del Sáhara hubiera resultado imposible. Así lo reconoce la sabiduría árabe cuando dice: "Dios al crear el desierto reparó el error creando en él el camello". Y el califa Ornar sentenciaba: "Donde el camello no prospera, el árabe no prospera". Aunque ahora, con el descubrimiento del petróleo en el subsuelo de Arabia, el hombre quiera enmendar las previsiones de Dios a base de tanques. Pero también a nuestras islas orientales -Lanzarote y Fuerteventura- el camello las ha salvado de la despoblación y de la ruina agrícola en años de sequía, penuria y catástrofes naturales.
Viera y Clavijo, en su Diccionario de Historia Natural, después de hacer una descripción externa bastante meticulosa del animal: "Animal grande, robusto, de figura extraña, cuello muy largo, ojos saltones, orejas pequeñas, etc. ", aunque no hace ninguna mención de sus peculiaridades fisiológicas y anatómicas internas, pues ni siquiera llega a indicar que es rumiante, y que está emparentado con los camélidos americanos: llama, vicuña, alpaca ... , sí recoge los productos del camello útiles para el hombre: la carne, con sabor a ternera, según
nuestro polígrafo, buena para tasajo.
Leche gruesa, buen alimento si se mezcla con agua, conforme al criterio de su época. El pelo "del que se fabrican telas finas, y aun sombreros". Todavía lo utilizaban los artesanos de Fuerteventura en nuestra época para confeccionar chaquetas. "Aun sus excrementos son útiles -añade- pues de su estiércol y su orina se fabrica la sal amónica". Le faltó mencionar el sebo de la joroba, empleado como medicamento tópico. El camello en la guerra El uso del camello como medio de transporte militar es suficientemente conocido en las páginas de la Historia. La
movilidad de los invasores árabes se apoyaba en las patas de sus camellos y de sus caballos. La penetración y conquista del Sáhara por los tuareg se hizo posible gracias al empleo de estos "barcos del desierto", que permitió a los nómadas largos desplazamientos e imponerse a los cultivadores negros de los oasis.
En Lanzarote y Fuerteventura, la utilización del camello en acciones bélicas tuvo una aplicación tardía (siglo XVIII) y de éxito dispar. En Lanzarote, cuando dos navíos ingleses -el "Lord Anzon" y el "Hawke"- desembarcaron un centenar de fusileros al N. de Puerto de Naos (1762), los lanzaroteños le quisieron oponer una recua de camellos como parapeto, pero los animales heridos se volvieron contra sus dueños y el intento resultó un fracaso. En cambio, los dos contingentes de 50 hombres que 22 años antes habían desembarcado los piratas de la misma nacionalidad en Fuerteventura, por la zona de Tuineje y Tarajalejo, fueron aniquilados por los majoreros con el auxilio eficaz de sus camellos. Sería interesante estudiar, desde el punto de vista militar, las razones del éxito y del fracaso en el empleo bélico de estos animales, obtenidos en una y otra isla. Viera y Clavija parece atribuir la derrota de los lanzaroteños a la inexperiencia del elemento humano -"gente allegadiza", nos dice- y a la decrepitud de su jefe, don Rodrigo Peraza, que en su juventud había protagonizado un episodio mucho más afortunado con los argelinos, en 1726. Pero el éxito de los majoreros es mucho más sorprendente porque lucharon casi sin armas de fuego y capturaron todos los fusiles del enemigo.
Nos queda un aspecto muy destacado del camello, derivado de su cualidad de rumiante, que merecería un comentario más amplio. Es su actitud introvertida, reconcentrada, como pensativa,
cuando rumia sus alimentos. El animal pasa buena parte de su existencia echado y completando su ingestión. Es por lo que seguramente le ha merecido de Unamuno el calificativo de "anacoreta
resignado". Los saharauis creen que "hay entre el cielo y la tierra unos aires enviados por Dios... que purifican la atmósfera y curan todos los males, y de los que se benefician solamente, quienes montan en dromedario".
Nosotros creemos que hay unos paisajes mágicos en Lanzarote que es preciso contemplar pausadamente, sin premuras, y que sólo los perciben en plenitud quienes los contemplan con sosiego desde el lomo arrullador de un pacífico camello. Paisajes que difuminan la velocidad del automóvil, las prisas del motor. Y hay panoramas de ensueño en Lanzarote, a las horas del amanecer y del crepúsculo, que necesitan complementarse con la silueta decorativa de un manso dromedario, junto a una esbelta palmera, unos parajes grises, unos muros blancos, unas puertas verdes y el brocal con negra lava de un aljibe. Por eso sobreviven y perduran algunos camellos en el Lanzarote actual. Y deben permanecer. El sector turístico es su último refugio. Nos resistimos a considerarlos mercenarios. No queremos verlos como lacayos enjaezados, sirviendo por dinero a los turistas extranjeros en el paisaje selenita de las Montañas del Fuego, sino como anfitriones hospitalarios que muestran orgullosos a sus huéspedes forasteros los secretos encantos de su isla insólita. Para ellos el homenaje de nuestras cordiales palabras y el recuerdo nostálgico y distante de nuestro pensamiento desde Tenerife.
Queremos llamar la atención de los filólogos sobre alguno de los términos del vocabulario del camellero, que reproduce don Cipriano Arribas:
"Re". "re". es una clara aféresis por ¡Arre! ¡arre! Y en nuestra profana opinión "jarretar" deriva también del verbo "arrear" cuya vocal inicial sufre una guturización, con h aspirada o j, por influencia árabe y toma la cpéntesis de una t.
En cuanto a los impcrativos "¡TUCHE!" (Lanzarote), "¡FUCHE!" (Fueneventura) y "CHUCHE" (Gran Canaria), acaso estén relacionados con la voz "utch", empleada por nuestros vecinos del Sáhara flara dar la misma orden al camelia dc que se eche. Hay metátesis de la t.
Luis Fajardo recoge de la nomenclatura popular las voces "GUELFO" aplicada a un camelia lactante, recién nacido. Y "MAJALULO", cuando ya alcanza su total crecimiemo, pero es joven aún. En cambio, Viera y Clavija, en su Diccionario de Historia NalLlral, llama "majalulo" al camellito lactante cuando escribe: "El preñado de la hembra es de casi un año, y el camellilO o MAJALULO mama otro tanto tiempo". Los diccionarios de voccs canarias quc hemos manejado no recogen ninguna de estas palabras que, por supuesto, no son aborígenes, pero tampoco son hispánicas y pertenecen al lenguaje canario popular. Las hemos cotejado con los numerosos término, de la lengua hasania para denominar a los camellos en los distil1los pcríodos de su vida, y no les hemos encontrado ninguna coincidencia. Y, sin embargo, parece lógico que unos animales importados del África Atlántica traje, en incorporadas algunas de las voces que se les aplica en su lugar de origen.
En lo que concicrne a las denominaciones de los aperos y atalajes utilizados con el camello, existe una clara in fiuencia de voecs castellanas, por similitud con las utilizadas en los équidos yen los bóvidos, aunque el camello nunca se aclimató en la Península Ibérica, pese a los ocho siglos de presencia musulmana. El intenlo de introducirlo en Andalucía en tiempos modernos, concretamente en Huelva, degeneró en un núcleo residual de cimarrones que se refugiaron cn las Marismas del Guadalquivir.
La expresión "sorinquc" afllicada al palo del camellero la encontramos en un escrito sobre el juego del palo publicado en la revista AGUAYRO (enero-febrero 1985).
(Francisco Pérez Saavedra, 1991)
Por los textos sabemos que eran las mujeres las que se dedicaban a trabajar las vasijas de cerámica, haciéndose referencia el pintado de las mismas únicamente para la isla de Gran Canaria; según indican la bibliografía, a las piezas de esta isla se les aplicaba almagre y se bruñían, cociéndolas posteriormente en unos hoyos en el suelo. Sedeño indica también que no se pintaban de almagre aquellas piezas que iban a utilizarse para cocinar en el fuego.
[sobre los habitantes de Gran Canaria] Tenían mujeres dedicadas para sastres, como para hacer loça de que usaban que eran tallas como tinajuelas para agua. Hacíanlas a mano i almagrábanlas i estando enjutas las bruñían lisas i tomaba lustre muy bueno i durable. ... a las ollas para el fuego i cazolones no daban almagra, .. (Morales:Sedeño,1993: [cap.XV] 371).
... para esta sastrería , y para la loza que fabricaban para su servicio común, había mujeres oficialas diestrísimas, ... (Sosa,1849: lib.III, cap.II, 167).
..: las maestras eran ancianas de buena vida; hacia loza de barro o greda parda mezclada con arena, ...; untaban con almagre los cuarteroncillos y bruñíanlos con guijarrillos, cocían la loza en un hoyo en el suelo cubierto de tierra o arena... (Marín,1993: lib.2º, cap.XVIII, 206).
René Verneau aporta abundantes datos técnicos sobre la decoración de estas piezas, señala este autor que se acostumbraba a pintarlas total o parcialmente con figuras geométricas de color rojo, o utilizando el rojo en combinación con el negro; este último dato es importante ya que las piezas que se conservan hoy en día con dos colores son escasas.
También hace referencia a las posibilidades de la técnica del bruñido. No es solamente la variedad y la elegancia de formas lo que hace a las vasijas de Gran Canaria sobrepasar a las de las otras islas. También se distinguen por la decoración. No es raro encontrarlas adornadas con pinturas que representan figuras geométricas: líneas rectas, paralelas o entrecruzadas, líneas quebradas, en forma de ángulos superpuestos, cuadrados, triángulos, circunferencias, etc. A veces, estos dibujos son de un solo color y, en este caso, es el rojo el que se emplea. Otras veces, la ornamentación se compone de figuras rojas combinadas con otras negras. Todas estas figuras son mates o brillantes. Se pueden encontrar sobre ciertos puntos de la vasija o recubriendo toda la superficie exterior.
... Los alfareros que en esta isla fabricaron las extraordinarias muestras que acabo de mencionar eran verdaderos artistas. (Verneau,1996 a: 65-66).
Fuente: El color de las manifestaciones de los antiguos habitantes de las Islas Canarias. (El legado)
La presencia británica en el archipiélago se remonta a los inicios del siglo XVI, cuando arribaron los primeros británicos hasta nuestras islas motivados por el desarrollo de actividades comerciales, adquiriendo una especial importancia a lo largo del siglo XVII. Fueron víctimas del Santo Oficio, sin embargo, <
Moradores como los pinos de los lugares más escabrosos e inaccesibles, sobrios y resistentes como aquéllos, los cedros canarios, hoy casi desaparecidos del todo, eran uno de los ornatos principales de las cumbres canarias.
Altos, vigorosos, de follaje siempre verde y lozano, competían en antigüedad y reciedumbre con los árboles más seculares de nuestros bosques. Extintos completamente en las islas de Gran Canaria y la Gomera, donde habían sido objeto de una explotación continua y despiadada, con egoístas fines comerciales, quedaron únicamente como vestigios de la especie los pocos ejemplares que hasta el pasado siglo se conservaban en las zonas más altas de Tenerife.
El célebre botánico alemán Von Fritsch decía que recordaba con alegría un magnífico y antiguo cedro que debió su nombre a una fuente y a una de las montañas situadas al Oeste del Pico de Teide. Este árbol tenía un tronco de cinco y medio metros de circunferencia. Y el profesor Schneck nos habla de otro espléndido árbol visto por su colega Hans Mayer en el "Morro del Cedro", a una altura de 2.438 metros sobre el nivel del mar. Existe, efectivamente, en Las Cañadas, un sitio denominado "La Degollada del Cedro", en el que debió existir alguno de aquellos maravillosos ejemplares de la antigua flora canaria.
Nuestro paisano, el doctor don Jorge Víctor Pérez Ventoso (1860-1920), ilustre personalidad científica, miembro del "Royal Horticultural Society", de Londres, de la Sociedad Nacional de Aclimatación de Francia y Delegado en Tenerife de "L'Aliance Stientifique Universelle", dedicó asiduos estudios al cedro canario (nuestro "Juníperus Cedrus"), y vivamente interesado por la conservación y propagación de la notable especie, se dedicó a la busca de pequeños cedros en los distintos montes de la isla, para obtener su reproducción, viendo al fin realizados sus afanes. En 1903 encontró dos pequeños cedros al pie de unos viejos ejemplares que existían en la cumbre de Arafo, conservándolos en macetas hasta el año 1906. Afortunadamente, los dos arbolitos que logró salvar eran uno macho y otro hembra, consiguiendo obtener de ellos magníficas semillas que distribuyó entre diferentes botánicos del mundo.
En sus informaciones a las Sociedades científicas de que formaba parte, nuestro ilustrado paisano consignaba algunos interesantes detalles del historial científico de estos viejos, árboles isleños, cuya clasificación en botánica ha sido siempre muy difícil de obtener.
Según la opinión del profesor Henry, el cedro "Juníperus" de las Canarias es una especie muy variable, pues examinando los ejemplares que existen en el Jardín Botánico de Londres encontró una gran diferencia entre los cedros procedentes de nuestras Islas, coleccionados por Barker Webb y Bourgeau, y los cultivados por el señor Jorge Víctor Pérez Ventoso en la Villa de la Orotava. Comparados, además, los cedros de las Azores y los de Tenerife, se encuentran igualmente diferencias bastante acentuadas.
A juicio de los célebres botánicos Barker Webb y Garriere, las variedades más notables e interesantes de nuestros cedros eran las de Las Cañadas del Teide y La Caldera de La Palma; es decir, las de las partes más altas y secas de las Islas, que son su clima más adecuado, su morada predilecta.
Por último, el doctor don Jorge Víctor Pérez Ventoso destacaba las especiales cualidades de la madera de nuestros cedros —olorosa e incorruptible, y de una resina balsámica de gran utilidad, la "cedria", empleada para preservar los libros de la polilla—, que entre otras aplicaciones se recomendaba para la industria de los lápices.
Continuando la meritoria labor del honorable tinerfeño, que tanto se afanó por la conservación de nuestra flora, su ilustre viuda, doña Constanza Carnochan Hodgson, viene consagrada desde hace años al mismo laudable empeño de su esposo de fomentar la reproducción de los cedros, convirtiendo su hermosa quinta en un verdadero laboratorio de semillas y pequeñas plantas, que luego distribuye entre los amantes del árbol, para que el cedro canario, de tan vieja tradición, tan admirado en el mundo científico, vuelva a engalanar nuestras cumbres y a perfumar los campos con sus suaves y deleitosos aromas.
Labor que merece los mayores elogios, por el entusiasmo, el desinterés y la perseverancia de la señora Carnochan, que oriunda de otros países demuestra por el nuestro un desvelo más constante que el de los propios nativos. ¡Admirables manos femeninas, que tan amorosamente se dedican a verter la semilla fresca y jugosa sobre los eriales de nuestro suelo!
¡Que los cedros que ella restituya a la tierra esquilmada y yerma, bendigan algún día, cuando crezcan lozanos en nuestras cumbres, la memoria de la benemérita dama extranjera!
https://mdc.ulpgc.es/utils/getfile/collection/MDC/id/40299/filename/73443.pdf
(Leoncio Rodríguez)