Gran Canaria: Confital:
LA PLAYA DE LAS CANTERAS Y LA BAHíA DEL CONFITAL DESDE LA CONQUISTA HASTA LA CONSTRUCCiÓN DEL PUERTO:
CONSTRUCCIONES DEFENSIVAS:
ACTIVIDADES A COMIENZOS DEL SIGLO XIX:
HISTORIA DE LA BAHíA DEL CONFITAL:
La Playa de Las Canteras es sin duda el referente más importante que tiene nuestra ciudad; es el espacio más conocido dentro y fuera de la Isla, el más fotografiado y utilizado por ciudadanos y foráneos, como lugar de esparClmiento y ocio. Sin embargo, hasta fines del siglo pasado, la Playa de las Canteras y su entorno eran un desierto; tanto la Bahía del Confital como la de la luz, al otro lado del istmo de las Isletas, se encontraban lejos de la antigua ciudad de Las Palmas de Gran Canaria, la dificultad de las comunicaciones limitaba el uso de la Bahía del Confital: por un lado, él algunas actividades extractivas de la mar como la pesca y el marisqueo y por otro, al uso como puerto de la propia Bahía del Confital y algunas otras actividades derivadas, como el careneo de naves en la playa, sobre todo en la zona de La Puntilla.
El Puerto del Arrecife y la Bahía del Confital, paulatinamente, a lo largo del tiempo, van a ir adquiriendo cierta Importancia tanto por el comercio con otros puertos de la isla como Gá ldar y Agaete, como con otras islas, sobre todo con Tenerife. Además también se utilizaba como fondeadero alternativo al de la Bahía de la Luz, en caso de vientos fuertes de dirección este y sudeste.
La distancia entre la ciudad y la Playa de Las Canteras y el poco uso que de ésta se hace, a causa de las malas comunicaciones, dan como resultado que el paisaje permanezca inalterado hasta casi fina les del sig lo pasado La construcción de la carretera del Puerto, y la del Puerto del Refug io de la Luz son definitivos para el futuro de la Playa de Las Can teras. Por una parte, la ciudad y la playa se acercan, y el tráfico y la actividad comercial del Puerto crean un atractivo en la zona. Por otra, con el puerto, comienzan a llegar viSitantes extranjeros, turistas sobre todo ingleses, con nuevas costumbres y gustos que lentamente irán calando en la población local. A principios del siglo XX algunas familias canarias ya poseen una casa Junto a la playa, donde van a pasar la temporada de verano. Las Canteras se va poniendo de moda como lugar de esparcimiento, sobre todo como lugar de aseo. Esto hace que aparezcan las primeras casetas y balnearios y comiencen las primeras ofertas del sector. Su origen como lugar de ocio diferencia a Las Canteras del resto de la ciudad. Mientras ésta se extendia
poco a poco desde el núcleo Vegueta-Triana, creándose barrios nuevos en la plataforma costera, como San Cristóbal y Arenales, y se poblaban las lomas de la ciudad, la playa también se urbanizaba, pero no como continuaciÓn de ésta ni por necesidades de crecimiento de la ciudad, sino pnncipalmente como lugar de descanso y segunda residencia. De esta manera, cuando la creciente ciudad alcanza a la playa, ésta ya está construida en buena parte. En esta reseña histórica de la Playa de Las Canteras se tratará de explicar, de la forma más ordenada posible,
el proceso mediante el cual un espacio sin apenas uso ni valor durante siglos, ha pasado a ser la zona de la ciudad dónde el valor del suelo es el más alto, el lugar de ocio más importante y del que los ciudadanos demandan más mejoras y el que más esperanzas ofrece a nuestra ciudad para el próximo siglo.
La zona que hoy se conoce como Playa de las Canteras ha contado a lo largo del tiempo, desde el momento en que los pnmeros europeos desembarcan en Gran Canaria con intención de quedarse. con vanos nombres. En primer lugar se le llamó puerto del Arrecife, sustantivo que parece provenir del árabe arrasjf, que significa embarcadero, que ese fue su primer destino, aunque su desembarco en ~ lugar debia tener ciertas dificultades, en espeoal cuando la marea estaba alta, por la cadena de rocas que conforman la barra, que en esos momentos aparecia cubierta. El otro nombre con el que fue conocido fue con el de playa del Confital, por lo apacible de las aguas, donde el mar arrojaba una variedad de coochas y piedras de colores, que por la similitud que tenian se paredan a los confites. Algunas de esas conchas, que el mar depositaba en la orilla de la playa, fueron utilizadas como los primeros de intercambio que los ntJe\QSpc:tjadoresdela Sa levaban a Aloca, para intercambiar por otros productos, pues allí se les daba curso legal a manera de moneda.
Sin embargo el nombre que ha perdurado y con el que hoy le conocemos es con el de Las Canteras, debido a que las rocas de la barra, por ser de cantería blanca aremsca, se utilizaban para la ejecución de pilas de filtrar el agua, algunas de las cuales se llevaron a Aménca, y también para la construcción, en especial para algunas casas de Vegueta Y para la Catedral de las Palmas de Gran Canaria. las condiciones naturales de la Bahia del Confital determinan el uso que se hace de ella durante todo este periodo. A pesar de la IeJélnla del :n~=:t~O~=~=,~~~~"!:~:~~~~u~U~'~i:~~~ XIX, la Bahia del Confital cumple un importante papel como puerto y como lugar idóneo para el carenado de barcos. A grardes rasgos se puede decir que las actividades desarrolladas en la Bahía del Confital no cambian sustancialmente hasta casi finales del siglo XIX desde la Conquista de Gran Canaria se había comenzado a utilizar como puerto y fondeadero Y para el carenado de barcos. Sin embargo, esas mismas buenas condiciones naturales, tanto de la Bahía de la Luz como la del Confital, hace que sean muy vulnerables a los ataques desde el mar y a los desembarcos. Ya desde la conclusión de la empresa militar, en 1494, se comienza la construcción ~a:~~~~~!Io~aIaL~~~~e~e~I~:~~~~~~~li~do:~i~~:~~ ~:c~n:: aumentan los intercambios comerciales, y la actividad del Puerto del Arrecife, en la zona hoy conocida corno La Puntilla, se incrementa de forma paralela la Isleta y sus dos bahías son, durante estos siglos, uno de los escenanos pnnopales de la hrstona de la ciudad de las Palmas: los ataques de piratas, persecuciones, raptos y abordajes de barcos son frecuente en toda el área. las reseñas en la literatura especializada son abundantes; basta consultar la obra de Rumeu de Armas "Piraterías y ataques navales contra las Islas Canarias", para hacerse una idea exacta de la más que notable actividad de corsarios y piratas en la zona_ las actividades desarrolladas tanto en esta bahía como en su paralela determinaron desde el primer momento la apertura de un camino que, partiendo de Triana, comunicaba la ciudad con las mlSlTlaS. A esta inicitiva surgieron otras como la de poblar los aledaños del puerto; Así en 1526 la isla cco;egula una ~ regia en estesentro, de tal modo que cualquier poblador dispuesto a edificar y habitar una casa en aquella zona, podía hacerlo, para lo cual el Concejo de Gran Canana debía señalarle solares en terrenos propios. El objetivo, que tenia un marcado interés demográfico, preveia con el asentamiento de una población estable en la zona, dar facilidades a las embarcaciones que fondearan en aquellos parajes, y desarrollar a su vez la actividad de los carpinteros de nbera para reparar y carenar las embarcaciones que surgieran a su abrigo, Sin embargo estas deas no cuajaron, y aunque no hubo alli una ~ estable, comenzaron a surgir en torno a la bahía del Confital algunas dependencias, como almacenes, donde guardar las mercancías que entraban y sallan de la isla, y algunas otras instalaciones donde guardar el pescado que se traía de la costa. Desde fecha tan temprana como 1536 sabemos de la existencia en las cercanías de la Playa de un corral donde se guardaba el pescado que procedla de las pesquerías africanas, que mandó construir el clérigo Juan de Ayala, de piedra seca y lajas, y que luego vendió a la mujer de un mercader, interesado en dicho negocio. Junto a estas construcciones rudimentarias fueron apareciendo almacenes de materiales para la construcción y reparación de embarcaiones de pequeño tonelaje orientadas a la pesca, Además, debido a la protección del fuerte oleaje por la barra, tuvo dedicación esta zona a la actividad mercantil a lo largo de tcxio el ano, pues a su abrigo andaban los barcos que se dedicaban al cornero:> de cabotaje de la isla y en especial los que participaban en el tráfico r~lOI1iIl, sobre todo los que mantenían la conexión entre Gran Canaria y Tenerife, aunque también andaban am otras naves con destinos más lejanos: en 1534 se hallaba surto en el puerto del Arrecife un navío que tenía por destino el puerto del Nombre de Dios en las Indias castellanas, en el cual embarcan algunos vecinos de Gran Canaria. Años más tarde se encuentra también allí surta una carabela cuyo destino ahora era Canagena de Indias, Y en 1588 pasaba por allí otra embarración con rumbo a la isla La importancia del lugar se demuestra desde el momento en que es uno de los puntos que sufre las agresiones de la annanda holandesa que ocupó la ciudad en 1599, y así se c~ cuando se retiran dichas tropas, momento en que el Cabildo manda restaurar y hacer de nuevo el camino que iba a la playa del Confita!; el concejo se concierta con dos vecinos para que por el precio de 14.400 maravedís hagan y aderecen el camino que iba del Puerto del Confital a la Montañeta de las Mentiras y al paso del Cabrón, dejándolo con un ancho de 10 pies_ Pasado el episodio, la zona vuelve a recuperar la normalidad y la actividad artesanal recupera su tradición, fabricilndose al amparo de aquellos parajes distintas embarcaciones de diversa tipología, como el patache que un mercader vende por partes a distintos vecinos de la isla, que se había construido en aquellos ,"" En el siglo XVIII la actividad continúa, y ~s que decaer crece, especialmente por la intesidad de las relaciones de Gran Canaria con las otras islas, y en especial con Tenenfe. Algunas noticias del trilflCO, como de los naufragios que ocurrían en el lugar, dan idea de ello. A fines del siglo ~ comenta la pérdida de un barco en la barra del Arrecife, así como de otros que encallan cerca de la isla. En este siglo los navíos seguían fondeando en el puerto del Arrecife, tanto los que procedían de la pesquería, corno de las otras islas de archipiélago, y de la Península, Sin contar aquellos que cargados de mercancías agrarias llegaban desde los puertos de la banda norte de Gran Canaria. Diferentes noticias nos detallan la arribada a la zona de navíos procedentes de Cádiz. en especial uno de la Compañía de Filipinas, que en la zona de Las Canteras descargó sus mercandas y las puso en mano de los comeraantes de las Palmas; lo mismo que de Tenerife, con carga y pasajeros que en bateles de servicio llegaban desde los barcos a las arenas de las Canteras. Según llegaban, también salían por el puerto del Arrecife pasajeros, algunos distinguidos, como autoridades y provinciales de las órdenes religosas, que por alguna misión tenían que ir a resolver sus asuntos a otras islas, en especial a Tenerife.
Igualmente al ser el fondeadero tranquílo, donde el oleaje era amainado gracias a la barra, y los n.M:ls quedaban al abrigo, era lugar preferido por los corsanos y piratas para caer por sorpresa sOOre los barcos allí fondeados, sobre todo si tenernos en cuenta que quedaban fuera del arco de tiro de la fortaleza de las Isletas, ubicado en el lado opuesto.
Numerosas agresiones sufrieron los navíos allí surtos a lo largo de los siglos, a los cuales les robaban las mercandas que estaban a bordo como los matenales, aderezos de las naves e incluso el propio barco. Todavía en el siglo XVIII, muchos barcos eran agredidos mientras se fondeaban o estaban a la espera del embarque y desembarque de las mercancías. Así en 1797 se da cuenta del apresamiento por parte de un barco de bandera isleña de una fragata inglesa, y en ese mismo año se da la noticia de la persecución a que era sometida una fragata francesa por tres navíos ingleses, cuya carga, que ascendia a dos millones y medio de pesos, dio al traste en la punta de la barra donde tocó fondo, abalanzándose sobre ella los ingleses, para
llevarse los aparejos y parte de la mercancía.
De las dificultades de las naves para entrar en la bahía da cuenta el propio Néstor Alamo en el Diario de Las Palmas donde relata la difícil operacón, llevada a cabo en 1880, que pem1iOO a la fragata de 500 toneladas Trinidad pasar por la boca de la barra del Puerto del Arrecife, Junto al Confital. tras haber IJOIado con explosivos potentes la milenaria entrada que por aquella zona ofreda el surgidero ... Las obras de voladura de la barrera se llevaron a cabo bajo la orientación de D. 5a~adof Medina Sosa, conocedor absoluto de aquella natural porción del litoral y del capitán de la esbeltísima fragata D. Francisco Rodríguez Quevedo, quién asumió la grave responsabilidad de hacer que su buque pasara por la peligrosa brecha con toda precisión
La actividad de la zona, y lo vulnerable de la misma ante agresiones externas, asl como la tranquilidad de las aguas, hizo necesario con el tiempo crear infraestructuras defensivas, para
dar apoyo a los navlos Que se amparaban al abrigo de la bahía. El ataque el la zona por parte de las huestes de Van der Does, hizo que las autoridades pensaran en ubicar en las cercanclas
algún baluarte o torre defensiva, que cubriera el arco, que escapaba al control de la fortalezas de las Isletas y de la torre de Santa Catalina De este modo. cuando comenzaron a reconstruirse la ctudad, los caminos y los edificios más notables, se puso en marcha también un plan para restaurar las fortalezas Que ya existran. así como para levantar nuevas Que sirvieran para defender las costas de la ciudad por las partes más vulnerables, Esto motivó la construcción del reducto de San Felipe, en la loma de Guanarteme, pues por esta zona como por la propia de Las Canteras, fue por donde el enemigo habla entrado con el objeto de avanzar hacia Las Palmas. Lo Que se perseguía era defender desde alU toda la zona de Las Canteras en la parte más al norte, para eVItar que los enemigos pudieran acamparse y mantenerse en la playa.
En el siglo XVIII se construyeron algunos fuertes más, uno que miraba hacia la bahía del Confital. conocido con el nombre del Cabrón y con el de batería del Buen Aire, y otro ubicado
cerca de la punta oriental llamado de San Fernando. La batería del Buen Aire fue levantada a iniciativas del Capitán General don Andrés Bonito a fines de la primera mitad del siglo XVIII,
Quien con acuerdo de los ingenieros Riviere y La Pierre, idea su construcción para no dejar sin defensa al puerto del Confital, y en especial a los navlos Que entraban en el interior de la barra a carenar, y a aquellos otros que llegaban de Tenerife. La de San Fernando se estableció en 1740, por orden de don Andrés Bonito, con el fin de oponer fuerzas al lugar donde se refugiaban los barcos desde el momento en Que doblaban el Roquete de la Isleta.
La artillería con Que contaba la baterra del Buen Aire procedía del Reducto de San Felipe, que estuvo situado en Guanarteme, la ubicación de esta batería al parecer no era la mejor, y
se propuso su traslado en repetidas ocasiones. Así en septiembre de 1839, el marqués de la Concordia, Presidente de la Junta Superior de fortificación de Canarias, dirigió oficio al Señor Coronel Comandante de Ingenieros de la Provincia, D. Domingo Rance!, diciéndole Que por haberse caído una muralla de la Batería del Buen Aire, y estar el resto próximo a su completa ruina, vistos los informes que opinaban la mala situación de aquel fuerte por "Que lo figante de sus fuegos no pueden defender el desembarcadero del Confital, así como
que es inútil y perjudicial su reparación, ordena que se abandone y se recojan algunos efectos que puedan ser útiles ... •
Se redacta ron varios proyectos de reparación y reubicación de la Batería del Buen Aire. bta, con el desa rrollo del Puerto de la Luz y el abandono de la Bahla del Confital como puerto,
cayó en el olvido, arruinándose completamente, En 1944 aún quedaban algunos restos de la batería.
Si el panorama que rodeaba a la zona de Las Canteras en los siglos comentados es el descrito más arriba, a inicios del siglo XIX la situación segula casi igual. Las actividades económicas y semiindustriales seguían la misma tónica, y el trafico se movía por parámetros similares. los alrededores de la zona seguían siendo casi desérticos, a no ser por el mantenimiento de la Ermita de la Luz en sus inmediaciones, así como el Castillo de la Luz y el llamado Mesón del Puerto, regentado en esta época por Francisco de Las Uagas, el famoso "Sargento Uagas", alcaide del Castillo de la Luz y sacristán de la ermita. Era el único inquilino de la única casa del puerto, comandante militar y alcalde de mar de aquellas playas, delegado de sanidad, alcalde pedáneo, médico, boticario, sacristán y mesonero de los pescadores y mariscadores, únicos habitantes de aquellos desiertos contornos, en palabras de Domingo J. Navarro. A su muerte, en 1826 se hizo cargo del mesón su hija Rosarito, que lo regentó durante más de medio siglo, y al que dió fama por sus mariscos y su sopa. Ambos son recordados hoy con calles en los alrededores de las Canteras.
Personajes de la época, como don Julián Cirilo Moreno, ayudante de D. Juan León y Castillo, ingeniero del Puerto del Refugio de la Luz, refleja en su obra las variedades gastronómicas que se servían en el mesón: Para mi, el recuerdo de la suculenta sopa marisco que rf!godeaba aún en aquellos estómagos, a pesar de pasados sus mejores años y su agradable
tufillo, que jamás se apartó de sus narices, era la base primordial que despertaba el entusiasmo de los próceres de antaño en pro de aquel lugar tristemente calcinado, que ponía entre él y la ciudad un símil de Sáhara A la vez nos describe, al personaje, que ponía en boca de los marineros y pasajeros aquellos suculentos platos, Señá Rosarito: He mentado a Señá Rosarito, así como de pasada, cuando debiera ocuparme de su personalidad en lugar preferente; ella era la Reina del Puerto, no sólo por ser el refugio único del triste pasajero que allí desembarca, sino
principalmente por sus habilidades culinarias. En cuanto a la construcción naval y al carenado y varado de las embarcaciones se seguía la misma tónica de épocas anteriores, aunque al parecer por parte de las autoridades no se le prestaba el suficiente apoyo, de tal manera que en 1856 los maestros careneros se quejaban del abandono y descuido de la zona, solicitando a la autoridad que impidiera la extracción de piedra de la barra, por ser ésta la razón de ser de aquel paraje, más aún que protección natural de la zona. Quiza esta queja es la que motive un ano más tarde el estudio y redacción de un plano para hacer un astillero en el Arrecife. En 1864 se elabora una Memoria del proyecto de un varadero para embarcaciones menores y costeras, donde se hace hincapié en que aquella zona como en otras de la ciudad se seguían realizando carenas, al aire libre, con sistemas tradicionales de trabajo y sin ningún tipo de
infraestructuras técnicas.
(Manuel Lobo Cabrera y Luis González Hernández)