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Antropología (Wikipedia):
La antropología (del griego ἄνθρωπος ánthrōpos, «hombre (humano)», y λόγος, logos, «conocimiento») es la ciencia que estudia al ser humano de una forma integral, de sus características físicas como animales y de su cultura, que es el rasgo único no biológico. Para abarcar la materia de su estudio, la antropología recurre a herramientas y conocimientos producidos por las ciencias sociales y las ciencias naturales. La aspiración de la disciplina antropológica es producir conocimiento sobre el ser humano en diversas esferas, intentando abarcar tanto las estructuras sociales de la actualidad, la evolución biológica de nuestra especie, el desarrollo y los modos de vida de pueblos que han desaparecido y la diversidad de expresiones culturales y lingüísticas que caracterizan a la humanidad. Las facetas diversas del ser humano implicaron una especialización de los campos de la Antropología. Cada uno de los campos de estudio del ser humano implicó el desarrollo de disciplinas que actualmente son consideradas como ciencias independientes, aunque mantienen constante diálogo entre ellas. Se trata de la antropología física, la arqueología, la lingüística y la antropología social. Con mucha frecuencia, el término antropología solo se aplica a esta última, que a su vez se ha diversificado en numerosas ramas, dependiendo de la orientación teórica, la materia de su estudio o bien, como resultado de la interacción entre la antropología social y otras disciplinas. La antropología se constituyó como disciplina independiente durante la segunda mitad del siglo XIX. Uno de los factores que favoreció su aparición fue la difusión de la teoría de la evolución, que en el campo de los estudios sobre la sociedad dio origen al evolucionismo social, entre cuyos principales autores se encuentra Herbert Spencer. Los primeros antropólogos pensaban que así como las especies evolucionaban de organismos sencillos a otros más complejos, las sociedades y las culturas de los humanos debían seguir el mismo proceso de evolución hasta producir estructuras complejas como su propia sociedad. Varios de los antropólogos pioneros eran abogados de profesión, de modo que las cuestiones jurídicas aparecieron frecuentemente como tema central de sus obras. A esta época corresponde el descubrimiento de los sistemas de parentesco por parte de Lewis Henry Morgan. Desde el final del siglo XIX el enfoque adoptado por los primeros antropólogos fue puesto en tela de juicio por las siguientes generaciones. Después de la crítica de Franz Boas a la antropología evolucionista del siglo XIX, la mayor parte de las teorías producidas por los antropólogos de la primera generación se considera obsoleta. A partir de entonces, la antropología vio la aparición de varias corrientes durante el siglo XIX y el XX, entre ellas la escuela culturalista de Estados Unidos, el estructural-funcionalismo, el estructuralismo antropológico, la antropología marxista, el procesualismo, el indigenismo, etc. La antropología es, sobre todo, una ciencia integradora que estudia al ser humano en el marco de la sociedad y cultura a las que pertenece, y, al mismo tiempo, como producto de estas. Se le puede definir como la ciencia que se ocupa de estudiar el origen y desarrollo de toda la gama de la variabilidad humana y los modos de comportamientos sociales a través del tiempo y el espacio; es decir, del proceso biosocial de la existencia de la especie humana. Se atribuye al explorador François Péron haber sido quien usó por primera ocasión el término antropología. 2 Péron recogió en esa obra un conjunto de datos sobre los aborígenes de Tasmania, que fueron casi exterminados en los años que siguieron al paso de Péron por la isla. Sin embargo, Péron no fue el primero ni el más antiguo de quienes estaban interesados en la cuestión de la diversidad humana y sus manifestaciones. El estudio del ser humano viene de muy antiguo. Heródoto (484-425 a. C.) en sus Historias nos cuenta las diferencias entre los distintos habitantes del mundo (Libia, Egipto, Grecia, Asia Menor), y nos habla de las diferencias de cráneo entre egipcios y persas. Hipócrates (460-377 a. C.) lanza la teoría de que el medio influye en los caracteres físicos del ser humano, y llama la atención sobre las diferencias de quienes habitan climas distintos. Aristóteles (384-322 a. C.) estudia al ser humano por ser el animal más complejo. Llama la atención sobre el tamaño de su cráneo, mucho mayor que en el resto de animales, así como sobre su carácter bípedo y que es el único animal capaz de deliberar y reflexionar. Algunos autores consideran a fray Bernardino de Sahagún como uno de los antecedentes más notables de la etnografía. De la misma manera que otros misioneros del siglo XVI, Sahagún estaba preocupado por las diversas maneras en que la religión de los indígenas podría confundirse con el cristianismo recién implantado. En el afán de comprender mejor a los pueblos nahuas del centro de Nueva España, Sahagún investigó de manera muy detallada la historia, las costumbres y las creencias de los nahuas antes de la llegada de los españoles. Para hacerlo tuvo que aprender náhuatl. Luego, con el apoyo de algunos de sus informantes, organizó la información obtenida en una obra pensada para un público más o menos amplio. El resultado fue el Códice Florentino, de vital importancia en el conocimiento de la civilización mesoamericana precolombina. Georges-Louis Leclerc, conde de Buffon, quien escribió Histoire Naturelle (1749) donde se enlazan las ciencias naturales y la diversidad física de la especie humana (anatomía comparada) con la inquietud por comprender la diversidad de las expresiones culturales de los pueblos. De manera análoga, algunos pensadores de la Ilustración como Montesquieu, Rousseau e incluso el matemático D'Alembert abordaron la materia, y propusieron algunas hipótesis sobre el origen de las relaciones sociales, las formas de gobierno y los temperamentos de las naciones. Durante el siglo XIX, la llamada entonces Antropología general incluía un amplísimo espectro de intereses, desde la paleontología del cuaternario al folclore europeo, pasando por el estudio comparado de los pueblos aborígenes. Fue por ello una rama de la Historia Natural y del historicismo cultural alemán que se propuso el estudio científico de la historia de la diversidad humana. Tras la aparición de los modelos evolucionistas y el desarrollo del método científico en las ciencias naturales, muchos autores pensaron que los fenómenos históricos también seguirían pautas deducibles por observación. El desarrollo inicial de la antropología como disciplina más o menos autónoma del conjunto de las Ciencias Naturales coincide con el auge del pensamiento ilustrado y posteriormente del positivismo que elevaba la razón como una capacidad distintiva de los seres humanos. Su desarrollo se pudo vincular muy pronto a los intereses del colonialismo europeo derivado de la Revolución industrial. Por razones que tienen que ver con el proyecto de la New Republic norteamericana, y sobre todo con el problema de la gestión de los asuntos indios, la antropología de campo empezó a tener bases profesionales en Estados Unidos en el último tercio del s. XIX, a partir del Bureau of American Ethnology y de la Smithsonian Institution. El antropólogo alemán Franz Boas, inicialmente vinculado a este tipo de tarea, institucionalizó académica y profesionalmente la Antropología en Estados Unidos. En la Gran Bretaña victoriana, Edward Burnett Tylor y posteriormente autores como William Rivers y más tarde Bronisław Malinowski y Alfred Reginald Radcliffe-Brown desarrollaron un modelo profesionalizado de Antropología académica. Lo mismo sucedió en Alemania antes de 1918. En todas las potencias coloniales de principios de siglo hay esbozos de profesionalización de la Antropología que no acabaron de cuajar hasta después de la II Guerra Mundial. En el caso de España puede citarse a Caro Baroja y a diversos africanistas y arabistas que estudiaron las culturas del Norte de África. En todos los países occidentales se incorporó el modelo profesional de la Antropología anglosajona. Por este motivo, la mayor parte de la producción de la Antropología social o cultural antes de 1960 —lo que se conoce como modelo antropológico clásico— se basa en etnografías producidas en América, Asia, Oceanía y África, pero con un peso muy inferior de Europa. La razón es que en el continente europeo prevaleció una etnografía positivista, destinada a apuntalar un discurso sobre la identidad nacional, tanto en los países germánicos como en los escandinavos y los eslavos. Históricamente hablando, el proyecto de Antropología general se componía de cuatro ramas: la lingüística, la arqueología, la antropología biológica y la antropología social, referida esta última como antropología cultural o etnología en algunos países. Estas últimas ponen especial énfasis en el análisis comparado de la cultura —término sobre el que no existe consenso entre las corrientes antropológicas—, que se realiza básicamente por un proceso trifásico, que comprende, en primera instancia, una investigación de gabinete; en segundo lugar, una inmersión cultural que se conoce como etnografía o trabajo de campo y, por último, el análisis de los datos obtenidos mediante el trabajo de campo. El modelo antropológico clásico de la antropología social fue abandonado en la segunda mitad del siglo XX. Actualmente los antropólogos trabajan prácticamente todos los ámbitos de la cultura y la sociedad. La materia de estudio de la Antropología ha sido materia de debate desde el nacimiento de la disciplina, aunque es común a todas las posturas el compartir la preocupación por producir conocimiento sobre el ser humano. La manera en que se aborda la cuestión es lo que plantea el desacuerdo, porque la materia puede abordarse desde diversos puntos de vista. Sin embargo, desde el inicio la configuración epistemológica de la Antropología consistió en la pregunta por el Otro. Esta es una cuestión central en las ciencias y disciplinas antropológicas que se va configurando desde el Renacimiento Tras el desarrollo de diferentes tradiciones teóricas en diversos países, entró en debate cuál era el aspecto de la vida humana que correspondía estudiar a la antropología. Para esa época, los lingüistas y arqueólogos ya habían definido sus propios campos de acción. Edward Burnett Tylor, en las primeras líneas del capítulo primero de su obra Cultura primitiva, había propuesto que el objeto era la cultura o civilización, entendida como un «todo complejo» que incluye las creencias, el arte, la moral, el derecho, las costumbres y cualesquiera otros hábitos adquiridos por el ser humano como miembro de una sociedad. Esta propuesta está presente en todas las corrientes de la antropología, ya sea que se declaren a favor o en contra. Sin embargo, a partir del debate se presenta un fenómeno de constante atomización en la disciplina, a tal grado que para muchos autores —por citar el ejemplo más conocido—, el estudio de la cultura sería el campo de la antropología cultural; el de las estructuras sociales sería facultad de la antropología social propiamente dicha. De esta suerte, Radcliffe-Brown (antropólogo social) consideraba como una disciplina diferente (y errada, por lo demás) la que realizaban Franz Boas y sus alumnos (antropólogos culturales). Según Clifford Geertz, el objeto de la antropología es el estudio de la diversidad cultural. La antropología es una ciencia que estudia las respuestas del ser humano ante el medio, las relaciones interpersonales y el marco sociocultural en que se desenvuelven, cuyo objeto va a ser el estudio del ser humano en sus múltiples relaciones; además estudia la cultura como elemento diferenciador de los demás seres humanos. Estudia al ser humano en su totalidad, incluyendo los aspectos biológicos y socioculturales como parte integral de cualquier grupo o sociedad. Se convirtió en una ciencia empírica que reunió mucha información, además fue la primera ciencia que introdujo el trabajo de campo y surge de los relatos de viajeros, misioneros, etc. Autores como Manuel Marzal (1998: 16), sostienen que Antropología Cultural, Antropología Social y Etnología son la misma disciplina.

Campos de acción:
La Antropología, como ciencia que abarca los fenómenos del ser humano como parte de una sociedad, se ha diversificado en sus métodos y sus teorías. La diversificación obedece al interés por rendir mejor cuenta de los procesos que enfrenta la especie en diversas dimensiones. De acuerdo con la American Anthropological Association (AAA), los cuatro campos de la Antropología son la Antropología biológica, la Antropología cultural, la Arqueología y la Antropología lingüística. La Antropología biológica o física es el campo de la Antropología que se especializa en el estudio de los seres humanos desde el punto de vista evolutivo y adaptativo. Al adoptar una postura evolucionista, los antropólogos físicos pretenden dar cuenta no solo de los grandes cambios en los aspectos biológicos del ser humano —lo que se llama hominización—, sino en los pequeños cambios que se observan entre poblaciones humanas. La diversidad física del ser humano incluye cuestiones como la pigmentación de la piel, las formas de los cráneos, la talla promedio de un grupo, tipo de cabello y otras cuestiones numerosas. Para abordar esta diversidad, la Antropología física no solo echa mano de estudios propiamente anatómicos, sino las interacciones entre los seres humanos y otras especies, animales y vegetales, el clima, cuestiones relativas a la salud y la interacción entre distintas sociedades. El campo de la Antropología biológica también es interés de otras ciencias con las que mantiene un diálogo, por ejemplo, con la Primatología (estudio científico de los primates), la Demografía, la Ecología o las ciencias de la salud. Cuenta entre sus especializaciones a la Paleoantropología y la Antropología médica. La Arqueología es una de las ciencias antropológicas con mayor difusión entre el público no especializado. Se trata del estudio científico de los vestigios del pasado humano. Podría decirse que este interés se ha encontrado en diversas épocas y lugares, aunque la Arqueología tiene un antecedente muy claro en el coleccionismo de antigüedades en las sociedades europeas. 10 Para lograr sus propósitos, los arqueólogos indagan en depósitos de estos materiales que son llamados yacimientos arqueológicos —o sitios arqueológicos, calcado del inglés archaeological site— a los que se accede normalmente por excavaciones. A pesar de los estereotipos sobre los arqueólogos —a los que se suele imaginar como una especie de Indiana Jones 11 — y los lugares comunes sobre lo que es la Arqueología, el método arqueológico no comprende únicamente las técnicas de excavación. Ante todo se trata de interpretar los hallazgos, tanto en relación con su contexto arqueológico como en relación a los conocimientos ya comprobados, la historia del yacimiento y otros elementos. La Antropología social, cultural o Etnología estudia el comportamiento humano, la cultura, las estructuras de las relaciones sociales. En la actualidad la antropología social se ha volcado al estudio de Occidente y su cultura. Aunque para los antropólogos de los países centrales (EE. UU., Gran Bretaña, Francia, etc.) éste es un enfoque nuevo, hay que señalar que esta práctica es común en la antropología de muchos países latinoamericanos (como ejemplo, la obra de Darcy Ribeiro sobre el Brasil, la de Guillermo Bonfil Batalla y Gonzalo Aguirre Beltrán sobre México, etc.). Dependiendo de si surge de la tradición anglosajona se conoce como antropología cultural y, si parte de la escuela francesa, entonces se le denomina etnología. Quizá se haya distinguido de la antropología social en tanto que su estudio es esencialmente dirigido al análisis de la otredad (condición de ser otro) en tanto que el trabajo de la antropología social resulta generalmente más inmediato. Uno de sus principales exponentes es Claude Lévi-Strauss, quien propone un análisis del comportamiento del ser humano basado en un enfoque estructural en el que las reglas de comportamiento de todos los sujetos de una determinada cultura son existentes en todos los sujetos a partir de una estructura invisible que ordena a la sociedad. [cita requerida] La Antropología lingüística o Lingüística antropológica estudia los lenguajes humanos. Dado que el lenguaje es una amplia parte constitutiva de la cultura, los antropólogos la consideran como una disciplina separada. Los lingüistas se interesan en el desarrollo de las lenguas. Así mismo, se ocupan en las diferencias de los lenguajes vivos, cómo se vinculan o difieren, y en ciertos procesos que explican las migraciones y la difusión de la información. También se preguntan sobre las formas en que el lenguaje se opone o refleja otros aspectos de la cultura. Dentro de las ciencias sociales, disciplinas como la lingüística y la antropología han mantenido una relación que ha tomado la forma de un complejo proceso articulatorio influido a lo largo del tiempo por las distintas condiciones históricas, sociales y teóricas imperantes. La lingüística, al igual que la etnología, la arqueología, la antropología social, la antropología física y la historia, es una de las disciplinas que conforman el campo de la antropología desde algunas perspectivas. La lingüística estudia el lenguaje para encontrar sus principales características y así poder describir, explicar o predecir los fenómenos lingüísticos. Dependiendo de sus objetivos, estudia las estructuras cognitivas de la competencia lingüística humana o la función y relación del lenguaje con factores sociales y culturales. La relación entre la lingüística y la antropología ha respondido a distintos intereses. Durante el siglo XIX y la primera mitad del XX, la antropología y la lingüística comparativa intentaban trazar las relaciones genéticas y el desarrollo histórico de las lenguas y familias lingüísticas. Posteriormente, la relación entre las dos disciplinas tomó otra perspectiva por la propuesta desde el estructuralismo. Los modelos lingüísticos fueron adoptados como modelos del comportamiento cultural y social en un intento por interpretar y analizar los sistemas socioculturales, dentro de las corrientes de la antropología. La tendencia estructural pudo proponerse por la influencia de la lingüística, tanto en lo teórico como en lo metodológico. Sin embargo, al excluir las condiciones materiales y el desarrollo histórico, se cuestionó que la cultura y la organización social pudieran ser analizadas del mismo modo que un código lingüístico, tomando al lenguaje como el modelo básico sobre el que se estructura todo el pensamiento o clasificación. No obstante estos puntos de vista diferentes, se puede llegar a acercamientos productivos reconociendo que la cultura y la sociedad son producto tanto de condiciones objetivas o materiales como de construcciones conceptuales o simbólicas. De esta forma, la interacción entre estas dos dimensiones nos permite abordar a los sistemas socioculturales como una realidad material a la vez que una construcción conceptual. Las lenguas implican o expresan teorías del mundo y, por tanto, son objetos ideales de estudio para los científicos sociales. El lenguaje, como herramienta conceptual, aporta el más complejo sistema de clasificación de experiencias, por lo que cada teoría, sea ésta antropológica, lingüística o la unión de ambas, contribuye a nuestra comprensión de la cultura como un fenómeno complejo, ya que «el lenguaje es lo que hace posible el universo de patrones de entendimiento y comportamiento que llamamos cultura. Es también parte de la cultura, ya que es transmitido de una generación a otra a través del aprendizaje y la imitación, al igual que otros aspectos de la cultura». [cita requerida] Roman Jakobson plantea que «los antropólogos nos prueban, repitiéndolo sin cesar, que lengua y cultura se implican mutuamente, que la lengua debe concebirse como parte integrante de la vida de la sociedad y que la lingüística está en estrecha conexión con la antropología cultural». Para él, la lengua, como el principal sistema semiótico, es el fundamento de la cultura: «Ahora sólo podemos decir con nuestro amigo McQuown que no se da igualdad perfecta entre los sistemas de signos, y que el sistema semiótico primordial, básico y más importante, es la lengua: la lengua es, a decir verdad, el fundamento de la cultura. Con relación a la lengua, los demás sistemas de símbolos no pasan de ser o concomitantes o derivados. La lengua es el medio principal de comunicación informativa».

Ramas y subramas:
A su vez, cada una de estas cuatro ramas principales se subdivide en innumerables subramas que muchas veces interactúan entre sí. De la antropología cultural o social (también conocida como antropología sociocultural), se desprenden: Antropología urbana: Hace referencia el estudio etnográfico y transcultural de la urbanización global y de la vida en las ciudades. Es una subdisciplina enseñada en la mayoría de las universidades del mundo. 12 Las Áreas Metropolitanas se han constituido en los lugares objeto de estudio de las investigaciones sobre temas como la etnicidad, la pobreza, el espacio público, las clases y las variaciones subculturales. Antropología del parentesco: esta rama se enfoca en las relaciones de parentesco, entendido como un fenómeno social, y no como mero derivado de las relaciones biológicas que se establecen entre un individuo, sus progenitores y los consanguíneos de éstos; se trata de una de las especialidades más antiguas de la antropología, y de hecho está relacionada con el quehacer de los primeros antropólogos evolucionistas del siglo XIX. Antropología de la religión: Estudia los sistemas religiosos y de creencias. Antropología filosófica: es una rama de la filosofía alemana y no de la Antropología científica que, principalmente, se ocupa de las incertidumbres de índole ontológica, centrado su atención en el ser humano, tomando en cuenta una variedad de aspectos de la existencia humana, pasada y presente, combinando estos materiales diversos en un abordaje íntegro del problema de la existencia humana. Además, se pregunta por la naturaleza fundamental de su ser, se pregunta lo que diferencia al ser humano de todos los demás seres, cómo se define a través de su existencia histórica, etc. Tales interrogantes fundamentales de la antropología filosófica pueden ser condensadas en una pregunta radical: ¿Qué es el ser humano? Además de: antropología económica, antropología política, aplicada, rural, urbana, visual, todas las que deben entenderse como enfoques o puntos de partida diversos para analizar los fenómenos sociales. De la antropología física (también como antropología biológica), se desprenden: Antropología forense: Se encarga de la identificación de restos humanos esqueletizados dado su amplia relación con la biología y variabilidad del esqueleto humano. También puede determinar, en el caso de que hayan dejado marcas sobre los huesos, las causas de la muerte, para tratar de reconstruir la mecánica de hechos y la mecánica de lesiones, conjuntamente con el arqueólogo forense, el criminalista de campo y médico forense, así como aportar, de ser posible, elementos sobre la conducta del victimario por medio de indicios dejados en el lugar de los hechos y el tratamiento perimortem y post mortem dado a la víctima. Paleoantropología: Se ocupa del estudio de la evolución humana y sus antepasados fósiles u homínidos antiguos. A veces, también puede ser conocida como paleontología humana. Antropología genética: Se la define como la aplicación de técnicas moleculares para poder entender la evolución homínida, en particular la humana, relacionándolas con otras criaturas no humanas. Autores como Lorena Campo (2008: 38), consideran a la arqueología como rama que se desprende de la antropología cultural. En todo caso, de la arqueología se pueden citar las siguientes subramas: Arqueoastronomía: Es el estudio de yacimientos arqueológicos relacionados con el estudio de la astronomía por culturas antiguas. También estudia el grado de conocimientos astronómicos poseído por los diferentes pueblos antiguos. Uno de los aspectos de esta disciplina es el estudio del registro histórico de conocimientos astronómicos anterior al desarrollo de la moderna astronomía. Arqueología subacuática: Sigue los preceptos de la arqueología terrestre pero se dedica, a través de la técnicas de buceo, a desentrañar antiguas culturas cuyos restos materiales que, por una u otra razón, se encuentran actualmente bajo el agua. Antropología evolucionista: es el estudio interdisciplinario de la evolución de la fisiología humana y el comportamiento humano y la relación entre los homínidos y los primates no homínidos. La antropología evolucionista, se basa en las ciencias naturales y las ciencias sociales. Varios campos y disciplinas incluyen: La antropología de la evolución humana y la antropogenía. La paleoantropología y la paleontología. La primatología de etología y paleontología de los primates. La evolución cultural del comportamiento humano El estudio arqueológico de la tecnología humana y el cambio sobre tiempo y espacio. La genética humana evolucionista y cambios en el genoma humano durante el tiempo. La neurociencia cognitiva y neuroantropología de la cognición, las acciones y las capacidades de los primates y humanos. La ecología del comportamiento y la interacción entre humanos y el medio ambiente. Los estudios de la anatomía humana ósea, la endocrinología y la neurobiología y las diferencias y cambios entre especies, la variación entre grupos humanos y relaciones a factores culturales. La antropología evolucionista está relacionada con la evolución biológica y cultural de los humanos, pasados y presentes. Está basada en un enfoque científico, y une campos como la arqueología, la ecología del comportamiento, la psicología, la primatología y la genética. Es un campo dinámico e interdisciplinario, aprovechándose de muchas líneas de evidencia para comprender la experiencia humana, pasada y presente. Generalmente los estudios de la evolución biológica están relacionados con la evolución de la forma humana. La evolución cultural supone el estudio del cambio cultural sobre el tiempo y el espacio e incorpora los modelos de transmisión cultural con frecuencia. Nota que la evolución cultural no es la misma que la evolución biológica, y que la cultura humana supone la transmisión de información cultural, que comporte en maneras distintas de la biología humana y la genética. El estudio del cambio cultural se realiza cada vez más tras cladística y los modelos genéticos. Cada una de las ramas ha tenido un desarrollo propio en mayor o menor medida. La diversificación de las disciplinas no impide, por otro lado, que se hallen en interacción permanente unas con otras. Los edificios teóricos de las disciplinas antropológicas comparten como base su interés por el estudio de la humanidad. Sin embargo, metonímicamente en la actualidad, cuando se habla de antropología, por antonomasia se hace referencia a la antropología social. La pregunta antropológica es ante todo una pregunta por el otro. Y en términos estrictos, está presente en todo individuo y en todo grupo humano, en la medida en que ninguna de las dos entidades puede existir como aislada, sino en relación con Otro. Ese otro es el referente para la construcción de la identidad, puesto que ésta se construye por «oposición a» y no «a favor de». La preocupación por aquello que genera las variaciones de sociedad en sociedad es el interés fundador de la antropología moderna. De esa manera, para Krotz el asombro es el pilar del interés por lo «otro» (alter), y son las «alteridades» las que marcan tal contraste binario entre los seres humanos. A pesar de que todos los pueblos comparten esta inquietud, es en Occidente donde, por condiciones históricas y sociales particulares se ha documentado de manera más notable. Es innegable que ya Hesíodo, Heródoto, y otros clásicos indagaban en estas diferencias. Sin embargo, cuando Europa se halló frente a pueblos desconocidos y que resultaban tan extraordinarios, interpretó estas exóticas formas de vida ora fascinada, ora sobrecogida. La Conquista de América constituye un gran hito de la pregunta antropológica moderna. Los escritos de Cristóbal Colón y otros navegantes revelan el choque cultural en que se vio inmersa la vieja Europa. Especial importancia tienen los trabajos de los misioneros indianos en México, Perú, Colombia y Argentina en los primeros acercamientos a las culturas aborígenes. De entre ellos destaca Bernardino de Sahagún, quien emplea en sus investigaciones un método sumamente riguroso, y lega una obra donde hay una separación bien clara entre su opinión eclesiástica y los datos de sus «informantes» sobre su propia cultura. Esta obra es la Historia general de las cosas de la Nueva España. Con los nuevos descubrimientos geográficos se desarrolló el interés hacia las sociedades que encontraban los exploradores. En el siglo XVI el ensayista francés Montaigne se preocupó por los contrastes entre las costumbres en diferentes pueblos. En 1724 el misionero jesuita Lafitau publicó un libro en el que comparaba las costumbres de los indios americanos con las del mundo antiguo. En 1760 Charles de Brosses describe el paralelismo entre la religión africana y la del Antiguo Egipto. En 1748 Montesquieu publica El espíritu de las leyes basándose en lecturas sobre costumbres de diferentes pueblos. En el siglo XVIII, fue común la presencia de relatores históricos, los cuales, a modo de crónica, describían sus experiencias a través de viajes de gran duración a través del mundo. En este caso se puede citar a Estanislao de la Hoz. El siglo XIX vio el comienzo de viajes emprendidos con el fin de observar otras sociedades humanas. Viajeros famosos de este siglo fueron Bastian (1826-1905) y Ratzel (1844-1904). Ratzel fue el padre de la teoría del difusionismo que consideraba que todos los inventos se habían extendido por el mundo por medio de migraciones, esta teoría fue llevada al absurdo por su discípulo Frobenius (1873-1938) que pensaba que todos los inventos básicos se hicieron en un solo sitio: Egipto. En la era moderna, Charles Darwin y sucesos históricos como la Revolución industrial contribuirían al desarrollo de la antropología como una disciplina científica. Para el establecimiento de una ciencia que incorporase las teorías filosóficas y los programas generales ya elaborados, serían necesarios ciertos avances metodológicos que no tuvieron lugar hasta finales del siglo XVIII y comienzos del siglo XIX. En esta época se producen las primeras clasificaciones raciales sistemáticas, como las de Linneo (1707- 1778) y J. Blumenbach (1752-1840). Durante este mismo período surgió la lingüística moderna, dominada durante el s. XIX por la idea de que los idiomas podían clasificarse en familias y que los pertenecientes a una misma familia eran ramas de un tronco común más antiguo. Ello dio lugar al desarrollo de métodos comparativos sistemáticos con el fin de poder reconstruir el idioma ancestral. La regularidad de las correspondencias fonéticas en idiomas emparentados fue presentada primero por R. Rask (1787-1832) y divulgada por J. Grimm (1785-1863) a comienzos del s. XIX, con lo que contribuyeron a consolidar la idea general de la existencia de regularidades en el cambio cultural humano. Otro tipo de descubrimientos realizados en este período ampliaron de manera importante el horizonte temporal del desarrollo humano y otorgaron legitimidad a la idea de un progreso cultural gradual. Por una parte, el desciframiento de la escritura egipcia por Jean-François Champollion (1790-1832), en 1821, alteró de forma radical las ideas tradicionales acerca de la edad del ser humano. Posteriormente, a mediados del s. XIX, el reconocimiento de la validez del descubrimiento de Boucher de Perthes (1788- 1868) de utensilios humanos del Paleolítico, contemporáneos de mamíferos ya extinguidos. De este modo, la arqueología y las teorías de Darwin concurrían en ofrecer una imagen del ser humano como la de un ser sólidamente anclado entre las demás especies animales del pasado, que pasa de ser un antropoide carente de atributos culturales a transformarse en ser humano a lo largo de un prolongado período de cientos de miles de años. Es durante la primera mitad del s. XIX cuando la antropología comienza a adquirir el rango de disciplina científica independiente y se crean las primeras sociedades etnológicas o antropológicas en Inglaterra, Francia y Alemania. En este último país, la palabra "Kultur" adquiere el sentido técnico que reviste en la actualidad, término que será posteriormente introducido en el mundo de habla inglesa por E.B. Tylor en su obra clásica "La cultura primitiva" (Primitive Culture), publicada en 1871. En una tan detallada como amplia panorámica de la evolución cultural humana y con una clara exposición de las perspectivas teóricas de una ciencia de la cultura, el libro de Tylor representa una obra fundacional en el desarrollo de la antropología moderna. Se considera que el nacimiento de la antropología como disciplina tuvo lugar durante el Siglo de las Luces, cuando en Europa se realizaron los primeros intentos sistemáticos de estudiar el comportamiento humano. Las ciencias sociales —que incluyen, entre otras a la jurisprudencia, la historia, la filología, la sociología y, desde luego, a la antropología— comenzaron a desarrollarse en esta época. Por otro lado, la reacción romántica contra el movimiento ilustrado —que tuvo su corazón en Alemania— fue el contexto en el que filósofos como Herder y, posteriormente, Wilhelm Dilthey, escribieron sus obras. En ellas se puede rastrear el origen de varios conceptos centrales en el desarrollo posterior de la antropología. Estos movimientos intelectuales en parte lidiaron con una de las mayores paradojas de la modernidad: aunque el mundo se empequeñecía y se integraba cada vez más, la experiencia de la gente del mundo resultaba más atomizada y dispersa. Como Karl Marx y Friedrich Engels observaron en la década de 1840: Todas las viejas industrias nacionales, han sido o están siendo destruidas a diario. Son desplazadas por nuevas industrias, cuya introducción, se convierte en un tema de vida o muerte para las naciones civilizadas, por industrias que no trabajan sólo con materias primas locales, sino también, con materias primas traídas de los lugares más remotos; industrias cuyos productos, no son consumidos solo por la población local, sino también por gente de todo el globo. En lugar de las antiguas demandas de consumo, satisfechas por la producción del país, encontramos nuevas necesidades, requiriendo para su satisfacción, productos de lugares y climas distantes. En lugar del antiguo aislamiento nacional y la auto-suficiencia, tenemos relaciones en todas las direcciones, interdependencia universal de naciones. Irónicamente, esta interdependencia universal, en vez de llevar a una mayor solidaridad en la humanidad, coincidió con el aumento de divisiones raciales, étnicas, religiosas y de clase, y algunas expresiones culturales confusas y perturbantes. Estas son las condiciones de vida que la gente en la actualidad enfrenta cotidianamente, pero no son nuevas: tienen su origen en procesos que empezaron en el siglo XVI y se aceleraron en el siglo XIX. Institucionalmente, la antropología emergió de la historia natural (expuesta por autores como Buffon) definida como un estudio de los seres humanos, —generalmente europeos—, viviendo en sociedades poco conocidas en el contexto del colonialismo. Este análisis del lenguaje, cultura, fisiología, y artefactos de los pueblos primitivos —como se los llamaba en esa época— era equivalente al estudio de la flora y la fauna de esos lugares. Es por esto que podemos comprender que Lewis Henry Morgan escribiera tanto una monografía sobre La liga de los iroqueses, como un texto sobre El castor americano y sus construcciones. Un hecho importante en el nacimiento de la antropología como una disciplina institucionalizada es que la mayor parte de sus primeros autores fueron biólogos (como Herbert Spencer), o bien juristas de formación (como Bachoffen, Morgan, McLennan). Estas vocaciones académicas influyeron en la construcción del objeto antropológico de la época y en la definición de dos temas cruciales para la antropología a lo largo de su historia, a saber: la naturaleza del cambio social en el tiempo y del derecho (analizado bajo la forma del parentesco) y los mecanismos de herencia. Dado que los primeros acercamientos de la antropología institucional tendían a extender los conceptos europeos para comprender a la enorme diversidad cultural de otras latitudes no europeas, se incurrió en el exceso de clasificar a los pueblos por un supuesto grado de mayor o menor progreso. Por eso, en esos primeros tiempos de indagación etnográfica, productos de la cultura material de naciones «civilizadas» como China, fueron exhibidos en los museos dedicados al arte, junto a obras europeas; mientras, que sus similares de África o de las culturas nativas de América se mostraban en los museos de historia natural, al lado de los huesos de dinosaurio o los dioramas de paisajes (costumbre que permanece en algunos sitios hasta nuestros días). Dicho esto, la práctica curatorial ha cambiado dramáticamente en años recientes, y sería incorrecto ver la antropología como fenómeno del régimen colonial y del chovinismo europeo, pues su relación con el imperialismo era y es compleja. La antropología continuó refinándose de la historia natural y, a finales del siglo XIX, la disciplina comenzaba a cristalizarse —en 1935, por ejemplo, T. K. Penniman escribió la historia de la disciplina titulada 100 años de la Antropología—. En esta época dominaba el «método comparativo», que asumía un proceso evolutivo universal desde el primitivismo hasta la modernidad; ello calificaba a sociedades no europeas como «vestigios» de la evolución que reflejaban el pasado europeo. Los eruditos escribieron historias de migraciones prehistóricas, algunas de las cuales fueron valiosas y otras muy fantásticas. Fue durante este periodo cuando los europeos pudieron, por primera vez, rastrear las migraciones polinésicas a través del océano Pacífico. Finalmente, discutieron la validez de la raza como criterio de clasificación pues decantaba a los seres humanos atendiendo caracteres genéticos; pese a coincidir el auge del racismo. En el siglo XX, las disciplinas académicas comenzaron a organizarse alrededor de tres principales dominios: ciencia, humanismo y las ciencias sociales. Las ciencias, según el falsacionismo dogmático e ingenuo, explican fenómenos naturales con leyes falsables a través del método experimental. Las humanidades proyectaba el estudio de diversas tradiciones nacionales, a partir de la historia y las artes. Las ciencias sociales intentan explicar el fenómeno social usando métodos científicos, buscando bases universales para el conocimiento social. La antropología no se restringe a ninguna de estas categorías. Tanto basándose en los métodos de las ciencias naturales, como también creando nuevas técnicas que involucraban no solo entrevistas estructuradas sino la consabida «observación participante» desestructurada, y basada en la nueva teoría de la evolución a través de la selección natural, propusieron el estudio científico de la humanidad concebida como un todo. Es crucial para este estudio el concepto de cultura. La cultura ha sido definida en la antropología de las formas más variadas, aunque es posible que exista acuerdo en su conceptualización como una capacidad social para aprender, pensar y actuar. La cultura es producto de la evolución humana y elemento distintivo del Homo sapiens y, quizás, a todas las especies del género Homo, de otras especies, y como una adaptación particular a las condiciones locales que toman la forma de credos y prácticas altamente variables. Por esto, la «cultura» no solo trasciende la oposición entre la naturaleza y la consolidación; trasciende y absorbe peculiarmente las distinciones entre política, religión, parentesco, y economía europeas como dominios autónomos. La antropología por esto supera las divisiones entre las ciencias naturales, sociales y humanas al explorar las dimensiones biológicas, lingüísticas, materiales y simbólicas de la humanidad en todas sus formas. En este apartado se considera la consolidación de la antropología como una disciplina por derecho propio. Sin embargo, no es, ni de lejos, un edificio monolítico. Como todas las corrientes de pensamiento, se relaciona directamente con el contexto social en el que se produce. De esta manera se puede entender la divergencia entre las varias escuelas nacionales de la antropología, que se fueron consolidando durante los últimos años del siglo XIX y la mitad del siglo XX. La antropología francesa tiene una genealogía menos clara que las tradiciones inglesa o estadounidense. Muchos comentaristas consideran falsamente a Marcel Mauss como el fundador de la tradición antropológica francesa. Mauss era un miembro del grupo del Annee Sociologique, la revista dirigida por su tío Émile Durkheim y mientras Mauss estudiaba la situación de las sociedades modernas, Mauss y sus colaboradores (como Henri Hubert y Robert Hertz) recurrieron a la etnografía y filología para analizar las sociedades que no estaban tan diferenciadas como las naciones-estado europeas. En particular, en el Ensayo sobre los dones se probaría de relevancia permanente en los estudios antropológicos acerca de la redistribución de los bienes y la reciprocidad. En el periodo de entreguerras, el interés en Francia por la antropología concurría en movimientos culturales más amplios como el surrealismo y el primitivismo que recurrían a la etnografía como fuente de inspiración. Marcel Griaule y Michel Leiris son ejemplos de personas que mezclaron la antropología y la vanguardia francesa. En este periodo la mayor parte de lo que se conoce como etnología se restringía a los museos, y la antropología tuvo una estrecha relación con las investigaciones del folclore. Sin embargo, fue sobre todo Claude Lévi-Strauss quien ayudó a institucionalizar esta ciencia en Francia. Además de la trascendencia del estructuralismo, Lévi-Strauss estableció vínculos con antropólogos estadounidenses e ingleses. Al mismo tiempo estableció centros y laboratorios por toda Francia para proveer de un contexto institucional para la antropología mientras entrenaba a estudiantes influyentes como Maurice Godelier o Françoise Héritier que se volvería muy influyente en su escuela. Muchas particularidades de la antropología francesa actual son consecuencia de que se investigue en laboratorios privados más que en universidades. La corriente culturalista fue llamada de esa manera por el especial interés que puso en el análisis de la cultura, a diferencia de la antropología social británica (interesada en el funcionamiento de las estructuras sociales), y la etnología francesa desarrollada por Émile Durkheim y Marcel Mauss. Los pioneros de la antropología estadounidense fueron miembros de la plana mayor del Bureau of Indian Affairs (Agencia de Asuntos Indios) y del Smithsonian Institution's Bureau of American Ethnology (Agencia de Etnología Estadounidense del Instituto Smithsoniano), como John Wesley Powell y Frank Hamilton Cushing. La antropología académica en Estados Unidos fue establecida por Franz Boas, quien aprovechó su puesto en la Universidad de Columbia y el Museo Americano de Historia Natural para entrenar y desarrollar múltiples generaciones de estudiantes. La antropología de Boas era políticamente activa y sospechaba de las investigaciones del gobierno o los mecenas. También era rigurosamente empírica y escéptica de generalizaciones e intentos de establecer leyes naturales. Boas estudió hijos de inmigrantes para demostrar que las razas biológicas no eran inmutables y que la conducta y el comportamiento de cada grupo humano eran resultado de su propia historia y de las relaciones que hubiera establecido a lo largo del tiempo con su entorno social y natural, y no del origen étnico del grupo o leyes naturales. Para Boas raza, lengua y cultura eran variables independientes que no podían explicarse en relación con las demás. Partiendo de la filosofía alemana, Boas (que era austriaco) sostuvo la diversidad de culturas cuya evolución no podía ser medida respecto a la civilización europea. Boas propuso como premisa básica que cada cultura debía ser estudiada en su particularidad; y que no era posible generalizar sobre culturas diferentes, tal como se había venido haciendo en la naciente antropología por imitación de las ciencias naturales (Boas, 1964: Cap. III). La primera generación de estudiantes de Boas incluyó a Alfred Kroeber, Robert Lowie y Edward Sapir. Ellos produjeron estudios muy detallados que fueron los primeros en describir a los indios de América del Norte. Al hacer eso, dieron a conocer una gran cantidad de detalles que fueron usados para atacar la teoría del proceso evolutivo único. Su énfasis en los idiomas indígenas contribuyó al desarrollo de la lingüística moderna (comenzada por Ferdinand de Saussure) como una verdadera ciencia general. La publicación del libro Anthropology (Antropología), escrito por Kroeber, marcó un punto clave en la antropología estadounidense. Tras décadas de recopilación crecieron las ganas de generalizar. Eso fue más evidente en los estudios sobre cultura y personalidad llevados a cabo por boasianos como Margaret Mead (1967), Ralph Linton (1972) y Ruth Benedict (1964). Influenciados por Sigmund Freud y Carl Jung. Estos autores analizaron cómo las fuerzas socio-culturales forjan la personalidad individual. El funcionalismo se inspiró en la obra de Émile Durkheim. Apelaba al paralelismo estricto entre las sociedades humanas y los organismos vivos (Radcliffe-Brown, cap.8; Durkheim, 2000: cap. V), en lo que respecta a la forma de evolución y conservación. Tanto en las estructuras sociales como en los organismos biológicos, la armonía depende de la interdependencia funcional de las partes. Las funciones, a la luz de este enfoque, son analizadas como obligaciones (comportamientos necesarios) en las relaciones sociales. La función sustenta la estructura social, permitiendo la cohesión fundamental, dentro de un sistema de relaciones sociales. Mientras que el antropólogo particularista Franz Boas insistía en prestar atención a los detalles, en Gran Bretaña la antropología moderna fue formada mediante el rechazo de reconstrucción histórica en el nombre de una ciencia de la sociedad que se concentraba en analizar como se mantenían las sociedades en el presente. Las dos personas más importantes en esta tradición fueron Alfred Reginald Radcliffe-Brown y Bronislaw Malinowski, quienes lanzaron sus obras seminales en 1922. Las investigaciones iniciales de Radcliffe-Brown en las islas Andamán fue realizada al estilo antiguo, pero luego de leer a Émile Durkheim publicó el relato de su investigación (simplemente titulado The Andaman Islanders) que estaba muy influenciado por el sociólogo francés. Al pasar el tiempo fue desarrollando un enfoque conocido como funcionalismo estructuralista que se concentraba en como las instituciones de las sociedades buscaban balancear o crear un equilibrio en el sistema social para que siguiera funcionando armoniosamente. Malinowski, en cambio, defendía un funcionalismo que examinaba la forma en que la sociedad funcionaba para satisfacer las necesidades individuales. Sin embargo, Malinowski no es conocido por esta teoría, sino por su etnografía detallada y sus avances en metodología. Su clásico Los argonautas del Pacífico Occidental defendía la idea de que hay que obtener "el punto de vista del nativo" y un enfoque que buscaba que los investigadores hicieron su trabajo en la sociedad correspondiente, el cual se convirtió el estandarte en esta disciplina (Malinowski 1973: Introducción). Tanto Malinowski como Radcliffe-Brown tuvieron éxito gracias a que, como Boas, entrenaron activamente a sus estudiantes y desarrollaron instituciones que ayudaron a sus ambiciones programáticas, en especial en el caso de Radcliffe-Brown, que esparció sus planes para la antropología social enseñando en universidades a lo largo de toda la Mancomunidad Británica de Naciones. Desde fines de los años 1930 hasta el período posguerra se editaron una serie de monografías y volúmenes editados que establecieron el paradigma de la antropología social británica. Las etnografías más famosas incluyen Los Nuer, de Edward Evan Evans-Pritchard, y The Dynamics of Clanship Among the Tallensi por Meyer Fortes, mientras que los volúmenes más conocidos que fueron editados incluyen Sistemas africanos de parentesco y matrimonio y Sistemas políticos africanos. La teoría funcionalista vio a la cultura como un elemento para satisfacer las necesidades del individuo en la sociedad. La teoría funcionalista estructuralista acentuó la contribución que hacen las diferentes partes del sistema social al mantenimiento de la sociedad total. La antropología cognoscitiva interpreta a la cultura como un programa para la conducta, más que la conducta en sí misma, la antropología simbólica enfatiza a la cultura como un sistema compartido de símbolos y significados. Los ecólogos culturales están primariamente interesados en la cultura o los sistemas socioculturales entendiéndolos como un sistema de conducta transmitido socialmente y que sirve para conectar a las comunidades a sus asentamientos naturales. Durante las siete décadas que duró la experiencia socialista en la extinta URSS, se desarrolló un particular método de etnografía, en particular analizando el impacto de la experiencia socialista en la cultura, así como el estudio de la diversidad cultural en la URSS. Uno de sus exponentes más importantes es Pavel Ivanov Kouchner. La antropología latinoamericana enraíza en la escuela culturalista estadounidense de Boas. Uno de sus alumnos, Manuel Gamio, fundó la tradición antropológica mexicana, y el mismo Boas dio clases en ese país. Su desarrollo como disciplina científica en casi todos los países latinoamericanos está ligada con la actividad estatal, además, la antropología latinoamericana tiene un fuerte nexo con la arqueología. De hecho, en el período comprendido aproximadamente entre los años 1930 y 1970, en muchos países de América Latina se fundaron instituciones antropológicas paraestatales que tenían la función de planificar y desarrollar programas de desarrollo dirigidos a la integración de los indígenas en la sociedad nacional. Posteriormente, durante la década de 1960 y hasta 1980 aproximadamente, la antropología iberoamericana recibió una fuerte influencia del marxismo, que se convirtió en la corriente dominante en muchas de las instituciones formadoras de los antropólogos iberoamericanos. El avance de la teoría marxista en la antropología de la región puso el énfasis de la investigación social en cuestiones relacionadas con el subdesarrollo, las comunidades campesinas, la cuestión indígena y su exclusión con respecto al resto de la sociedad. Al mismo tiempo, los antropólogos volvieron la mirada a la ciudad, interesados en el fenómeno de la rápida urbanización que se vivía en países como Argentina, Brasil, Ecuador, México o Perú; proceso que iba acompañado de un deterioro en las condiciones de vida de las familias de las primeras generaciones suburbanas. Podemos mencionar a varios antropólogos(as) latinoamericanos tales como: Gonzalo Aguirre Beltrán, Héctor Díaz-Polanco, Manuel Marzal, Mirian Goldenberg, Luis Valcárcel, Carlos Reynoso, Federico Kauffmann, Patricio Guerrero Arias, Beatriz Barba, entre otras y otros intelectuales, que han contribuido al desarrollo de esta ciencia en esta región de América. El antropólogo Edward Tylor la define como «el conocimiento, las creencias, el arte, la moral, el derecho, las costumbres, y cualesquiera otras capacidades y hábitos adquiridos por el hombre en cuanto miembro de la sociedad». 1 Antes de la Segunda Guerra Mundial la antropología social británica y la antropología cultural estadounidense mantenían posturas diferentes sobre su método y concepción de la antropología. Tras la guerra, se acercarían hasta crear una antropología sociocultural. En los años 1950 y la mitad de la década siguiente la antropología tendió a modelarse siguiendo la ciencia natural. Algunos, como Lloyd Fallers o Clifford Geertz, se concentraron en los procesos de modernización a través de los cuales se desarrollarían los nuevos Estados independientes. Otros, como Julian Steward o Leslie White estudiaron la forma en que las sociedades evolucionan sobre su ambiente ecológico —una idea popularizada por Marvin Harris—. La antropología económica, influenciada por Karl Polanyi y desarrollada por Marshall Sahlins y George Dalton resaltaron las debilidades conceptuales de la economía tradicional para abordar los mecanismos de explotación y distribución de los bienes en las sociedades precapitalistas. Acusaban que las teorías ortodoxas ignoraban los factores culturales y sociales en estos aspectos de la esfera económica social, y que por tanto, sus preceptos no eran universales. En Inglaterra, el paradigma de la Sociedad Británica de Antropología fue escindido cuando Max Gluckman y Peter Worsley se inclinaron hacia el marxismo. Lo mismo ocurrió en el momento que Rodney Needham y Edmund Leach incorporaron el estructuralismo de Lévi-Strauss a su análisis antropológico (por ejemplo, en la obra Cultura y comunicación de Leach). El estructuralismo también influyó en ciertas investigaciones en los años sesenta y setenta, incluyendo la antropología cognitiva y el análisis de componentes. Autores como David Schneider, Clifford Geertz, y Marshall Sahlins elaboraron un concepto más laxo de la cultura como red de símbolos y significados, la cual se volvió muy popular dentro y fuera de la disciplina. Adaptándose a su tiempo, ciertos grupos de antropólogos se volvieron más activos en política, sobre todo tras la guerra de independencia argelina y su oposición a la guerra de Vietnam. En ese contexto, el marxismo se volvió uno de los enfoques más difundidos en la disciplina. En la década de los años 1980 la cuestión del poder —analizada por Eric Wolf en Europa y los pueblos sin historia— fue central en la disciplina. Libros como Anthropology and the Colonial Encounter consideraron los vínculos entre la antropología y la inequidad colonial, al tiempo que la amplia popularidad de teóricos como Antonio Gramsci y Michel Foucault llamaron la atención hacia los temas del poder y la hegemonía. El género y la sexualidad se convirtieron en temas centrales. Lo mismo ocurrió con la relación entre historia y antropología, relación analizada por Marshall Sahlins, que llevó a Lévi-Strauss y Fernand Braudel a examinar la relación entre la estructura social y el agente individual. A finales de los ochenta autores como George Marcus y Clifford Geertz cuestionaron la autoridad etnográfica, particularmente en el cómo y el por qué es posible el conocimiento y la autoridad de la antropología. La crítica de estos autores se centra en la supuesta «neutralidad» de los etnógrafos. Forma parte de la tendencia posmodernista contemporánea. En los últimos años (1990-2006) los antropólogos han prestado más atención a la medicina y biotecnología, la globalización, los derechos indígenas y la antropología urbana. Es importante señalar que, en especial, los dos últimos temas (derechos indígenas y antropología urbana) se encontraban presentes en la discusión antropológica de los países latinoamericanos. Como ejemplo tenemos el análisis de la cultura de la pobreza, emprendido por Oscar Lewis en la ciudad de México en la década de los cincuenta, y los trabajos de la corriente indigenista latinoamericana surgida a partir de la década de 1930 y que concluye con el México profundo de Guillermo Bonfil. Algunos problemas éticos surgen de la sencilla razón de que los antropólogos tienen más poder que los pueblos que estudian. Se ha argumentado que la disciplina es una forma de colonialismo en la cual los antropólogos obtienen poder a expensas de los sujetos. Según esto, los antropólogos adquieren poder explotando el conocimiento y los artefactos de los pueblos que investigan. Estos, por su parte, no obtienen nada a cambio, y en el colmo, llevan la pérdida en la transacción. De hecho, la llamada escuela británica estuvo ligada explícitamente, en su origen, a la administración colonial. Otros problemas son derivados también del énfasis en el relativismo cultural de la antropología estadounidense y su añeja oposición al concepto de raza. El desarrollo de la sociobiología hacia finales de la década de 1960 fue objetado por antropólogos culturales como Marshall Sahlins, quien argumentaba que se trataba de una posición reduccionista. Algunos autores, como John Randal Baker, continuaron con el desarrollo del concepto biológico de raza hasta la década de 1970, cuando el nacimiento de la genética se volvió central en este frente. Recientemente, Kevin B. MacDonald criticó la antropología boasiana como parte de la estrategia judía para acelerar la inmigración masiva y destruir a Occidente (The Culture of Critique, 2002). En tanto que la genética ha avanzado como ciencia, algunos antropólogos como Luca Cavalli-Sforza han dado actualizado el concepto de raza de acuerdo con los nuevos descubrimientos (tales como el trazo de las migraciones antiguas por medio del ADN de la mitocondria y del cromosoma Y). La antropología tiene una historia de asociaciones con las agencias gubernamentales de inteligencia y la política antibelicosa. Boas rechazó públicamente la participación de los Estados Unidos en la Primera Guerra Mundial, lo mismo que la colaboración de algunos antropólogos con el servicio de inteligencia de Estados Unidos. En contraste, muchos antropólogos contemporáneos de Boas fueron activos participantes en estas guerras de múltiples formas. Entre ellos se cuentan las docenas de antropólogos que sirvieron en la Oficina de Servicios Estratégicos y la Oficina de Información de Guerra. Como ejemplo, se tiene a Ruth Benedict, autora de El crisantemo y la espada, que es un informe sobre la cultura japonesa realizado a pedido del Ejército de los Estados Unidos. En 1950 la Asociación Antropológica Estadounidense (AAA) proveyó a la CIA información especializada de sus miembros, y bastantes antropólogos participaron en la Operación Camelot en Latinoamérica y la guerra de Vietnam. Aunque en aquellos años, varios otros antropólogos estuvieron sumamente activos en el movimiento pacifista e hicieron pública su oposición en la American Anthropological Association, condenando el involucramiento del gremio en operaciones militares encubiertas. Hoy en día, los colegios profesionales de antropólogos censuran el servicio estatal de la antropología y su deontología les puede impedir a los antropólogos dar conferencias secretas con fines colonizadores. La Asociación Británica de Antropología Social, ha calificado ciertas becas éticamente peligrosas, por ejemplo, ha condenado el programa de la CIA 'Pat Roberts Intelligence Scholars Program', que patrocina a estudiantes de antropología en las universidades de Estados Unidos en preparación a tareas de espionaje para el gobierno. La Declaración de Responsabilidad Profesional de la American Anthropological Association afirma claramente que «en relación con el gobierno propio o anfitrión (...) no deben aceptarse acuerdos de investigaciones secretas, reportes secretos o informes de ningún tipo». Los antropólogos, junto con otros científicos sociales, han trabajado con los militares de EE. UU. como parte de la estrategia del Ejército de EE. UU. en Afganistán, este programa de intervención se denomina: Human Terrain System (Wikipedia)


Antropología filosófica:
La antropología filosófica (del Idioma griego, ánthropos, 'hombre', y, logos, 'razonamiento' o 'discurso') se puede entender de varias maneras. Una sería el estudio filosófico del ser humano elaborado a lo largo de los siglos y actualmente, objeto de atención de los filósofos. Otra manera de entender la expresión sería más restringida, y se aplicaría a un movimiento o escuela de pensamiento fundada en Alemania en los años 1920 y 1930, de filósofos, antropólogos y sociólogos. Este movimiento tuvo una influencia decisiva en el panorama intelectual alemán del siglo XX. El tema general u objeto material de la antropología filosófica es el fenómeno humano, es decir, la serie de manifestaciones que atestiguan la presencia del hombre. Interesan especialmente aquellas manifestaciones que entrañan un cierto enigma o paradoja, tales como el fenómeno del conocimiento científico, de los juicios de valor, de la libertad, de la comunicación interpersonal y de la religión. Su objeto formal (aspecto o ángulo especial que escoge la ciencia para estudiar el objeto material) reside en las características humanas que posibilitan dicho fenómeno. La psicología y la historia, por ejemplo, coinciden en el objeto material de la Antropología filosófica, pero no en su objeto formal. La antropología filosófica marca un punto de inflexión en la filosofía por medio de la crítica del idealismo y del dualismo cartesiano, con una concepción del hombre como una unidad física y psíquica. Fue también una respuesta a la teoría del historicismo alemán. La base de su planteamiento consistía en utilizar las enseñanzas de las ciencias naturales (como la biología, zoología, etología, paleoantropología, etc.) y las ciencias humanas para tratar de identificar las características de la especie humana y su posición específica en el mundo y el entorno natural. Sus principales representantes son Max Scheler, Helmuth Plessner y Arnold Gehlen. También destacan cerca de esta corriente Gotthard Günther, Helmut Schelsky, Erich Rothacker y Peter Sloterdijk. Los problemas que ocupan a la antropología filosófica se han venido planteando a lo largo de la historia, pero la disciplina como tal nace a mediados del siglo XIX. En la Edad antigua diversos autores ofrecieron reflexiones filosóficas sobre el ser humano. Como síntesis de sus ideas podemos evocar a algunos de ellos. Sócrates, quien propone una mirada reflexiva sobre sí mismo; Platón, quien sostuvo que el hombre tiene un alma unida a un cuerpo y necesita mover a ambos simultáneamente (Timeo), si bien el alma tiene el primado sobre el cuerpo (Fedón, República). Aristóteles en cambio, sostuvo que el hombre es una sustancia compuesta de cuerpo y alma. En la Edad Media reinó un periodo teocéntrico, en el que todo giraba en torno al concepto de Dios. Al hombre se le interpreta por su relación con Dios, visto como un ser creado por Dios a su imagen y semejanza (posesión de inteligencia y capacidad de amar). El hombre es considerado un compuesto de cuerpo y alma, y ésta es considerada algo de naturaleza espiritual, libre e inmortal. San Agustín se apoya en un argumento platónico y dice respecto a Platón: «Nadie como Platón se ha acercado tanto a nosotros» . Aparece, por tanto, la idea de salvación eterna, esta vida es un tránsito; un camino para conseguir la vida eterna por medio de la virtud, que consiste en obedecer los mandamientos de la ley de Dios y conduce a la felicidad de la salvación eterna; la vida sólo tiene sentido como camino de salvación. Lo contrario sería la condena sobre . En la Edad Moderna el filósofo francés René Descartes puso la certeza del conocimiento en la pura autocerteza de la conciencia (cogito ergo sum). El «yo» de la conciencia está seguro de su propia existencia antes que de la existencia del resto de las cosas. Con la conciencia Descartes no se refiere al hombre, sino a la pura razón. De este modo en el modelo cartesiano el ser humano se presenta como un agregado de dos realidades distintas e incomunicables. Por un lado la razón, la conciencia pensante (res cogitans) y por otro el mundo corporal extenso (res extensa). Con ello se niega la unidad substancial entre cuerpo y alma espiritual en el hombre y la posibilidad de una interacción entre las dos substancias. Más tarde, Immanuel Kant contrapondrá los conceptos de naturaleza y persona. Según el Kant, la persona posee conciencia moral y es el único ser que la posee. Kant define a la persona como «la libertad e independencia frente al mecanicismo de la naturaleza entera». La persona es el único ser del universo sometido a leyes propias, es decir, sometido a leyes puras, prácticas establecidas por su propia razón. «La persona es la libertad de un ser racional sometido a leyes morales». Estas leyes morales de las que habla Kant se las da el ser racional a sí mismo, lo cual no quiere decir que sean arbitrarias. En la Edad Contemporánea se abre espacio a una amplia diversidad de corrientes que proponen una visión sobre lo que es el hombre. La mayoría de éstas son el resultado de una radicalización de las posturas surgidas en la Edad Moderna. Por un lado se posiciona fuertemente una visión materialista sobre el hombre, según la cual en el ser humano no existe más que el ser y el acontecer materiales. Se niega con ello lo espiritual en el hombre, que siglos antes había sido considerado como la esencia misma del ser humano. A favor de esta teoría se han intentado esgrimir argumentos surgidos de la teoría de la evolución de Darwin. Por otro lado, la corriente existencialista ha negado que en hombre se dé una esencia que lo determine, abogando que el hombre es ante todo indeterminación y libertad pura. En esta doctrina se enfatiza la inmediatez de la experiencia personal y la autodeterminación de la propia existencia por parte de cada individuo, con el peligro de caer en el relativismo ético. Una tercera corriente muy fuerte surgida en la Edad Contemporánea para tratar el tema del hombre es el personalismo. Esta corriente filosófica busca poner el énfasis en el significado del ser personal del hombre y su apertura constitutiva hacia los demás. Parte de la segunda formulación del imperativo categórico kantiano según el cual la persona se debe tratar como un fin y nunca como un medio. En los últimos años, algunos intelectuales de Latinoamérica han analizado esta temática, tal como nos explica el antropólogo ecuatoriano Daniel Xavier Calva Nagua (2013): "la mezcla de filosofía y de antropología, es el caldo de cultivo perfecto para la investigación sociohumana, dos grandes disciplinas académicas que se parecen tanto, pero que estudian a su manera a la humanidad, juntas intentan darnos una mejor concepción del ser humano, no solo como un ser racional o como un ser biótico, sino como un ente que ama, que siente, que forja su destino".

El problema de la naturaleza del hombre:
Podemos empezar enumerando tres tesis: «naturalismo o monismo», «esencialismo o dualismo», y las contribuciones de la filosofía hermenéutica Naturalismo o monismo antropológico:Según esta tesis, no hay una diferencia esencial entre el hombre y el animal, sino diferencias de grado, de modo que la vida superior del hombre resulta ser una forma más desarrollada, perfeccionada o evolucionada de la serie animal. Las formas más altas de la vida humana (pensamiento, lenguaje, arte, etc.) no son más que las resultantes genéticas de procesos inherentes a las manifestaciones más elementales. Las dos variantes de esta teoría son la concepción mecánico-formal, y la concepción vitalista. La primera tiene dos variedades: el materialismo, que reduce los fenómenos vitales y psíquicos a fenómenos físicos-químicos; y el sensualismo, que considera que todas las formas de fenómenos psíquicos son formas más complejas de los datos sensibles. La segunda explica al hombre en su integridad por la vida: el hombre se convierte en el último producto de la evolución vital. Esta concepción se diversifica según qué se considere como decisivo en la variedad de los impulsos vitales. Algunos le dieron importancia a los impulsos nutritivos, otros a los impulsos de poder y otros a los impulsos sexuales. Esencialismo o dualismo: Esta tesis afirma que el hombre se distingue esencialmente, y no puramente de grado, de los demás seres vivos pues en él hay un principio que le pertenece en exclusividad y que entraña la posibilidad de una separación radical entre el hombre y el animal. El principio que diferencia al hombre puede concebirse de distintas maneras: según el hombre es el que razona al animal, en cambio el animal por no tener raciocinio no puede razonar al hombre. Según autores del mundo antiguo y medieval, la diferencia básica entre hombres y animales está en el hecho de que el hombre poseería un alma espiritual, no reducible a los elementos materiales que componen el cuerpo humano. Hermenéutica: El hombre no es algo que viene dado «esencialmente», sino que se configura a través de sus relatos, mitos, narraciones, saberes, creencias y construcciones culturales. En todo esto tiene una importancia capital el lenguaje, que le brinda la posibilidad de expresión y de «sentido», pero también le muestra sus límites. El hombre no está «atado» a algo fijo o estático, sino que se va configurando. El ser humano se debe a un desarrollo temporal (historia) y a la vez a un «proyecto» que le configura como alguien en desarrollo, nunca acabado. En esta historicidad, el hombre no es un espectador imparcial de los fenómenos, sino que se ubica frente a los mismos desde presupuestos «heredados» (tradición) que le orientan. (Wikipedia)


Geografía cultural:
La Geografía humana que estudia los elementos, fenómenos y procesos que se producen en el planeta inducidos por el conjunto de los grupos humanos que lo habitan. El concepto de geografía cultural es un concepto consustancial a la Geografía humana. El término aparece en los EE.UU. a comienzos del siglo XX, aunque con un sentido diferente. Se trataba de la contraposición en los mapas de la representación de la naturaleza y de los elementos creados por el hombre: poblaciones, vías de comunicación, cultivos, etc. Tras la Primera Guerra Mundial en Alemania aparecerían ideas muy similares, con una concepción más acusada de la transformación humana del medio. La geografía cultural deja de lado los condicionamientos biológicos para considerar únicamente los que proceden de la actividad humana. En Estados Unidos sus máximos representantes, en los años 20 y 30, fueron Carl O. Sauer y sus alumnos de la escuela californiana. En 1931 Sauer publica el ensayo: Cultural Geography, donde define que; «La geografía cultural se interesa, por tanto, por las obras humanas que se inscriben en la superficie terrestre y le imprimen una expresión característica… la geografía cultural implica, por tanto, un programa que está unificado con el objetivo general de la geografía: esto es, un entendimiento de la diferenciación en áreas de la Tierra. Sigue siendo en gran parte observación directa de campo basada en la técnica sencilla del análisis morfológico”». En el siglo XX, sobre todo tras la Segunda Guerra Mundial, la idea de la Geografía Cultural se asume con naturalidad. Los máximos representantes son el alemán Schultze y el austriaco Bobek. En Italia destacan Biasutti y Sestini, en Francia desde Max Sorre a Paul Michotte, Philippe Pinchemel y Paul Claval. Pero ya Max Sorre superaba los conceptos de Geografía cultural para apostar decididamente por una Geografía humana. Un texto universitario norteamericano que tuvo una decidida importancia en lo que se refiere a la Geografía Cultural es el de George F. Carter de la Universidad Johns Hopkins de Baltimore: Carter, George F. Man and the Land. A Cultural Geography. Nueva York: Holt, Rinehart & Winston, 1964 (Wikipedia)


Evolución cultural:
Se entiende por evolución cultural la transformación a lo largo del tiempo de elementos culturales de una sociedad (o una parte de esa). La cultura se puede definir como el desarrollo de los usos, costumbres, religiones, valores, organización social, tecnología, leyes, lenguajes, artefactos, herramientas, transportes, se desarrolla por la acumulación y transmisión de conocimientos para la mejor adaptación al medio ambiente. Las tesis evolucionistas aplicadas a las ciencias sociales fueron una consecuencia de dos grandes aportaciones científicas de mediados del siglo XIX: el evolucionismo que planteó para la biología Darwin y la filosofía positivista de Auguste Comte. En ese contexto se formularon los estadios evolutivos de autores como el estadounidense Lewis Morgan (1818-1881) y el británico Edward Burnett Tylor (1834-1917), quienes, con algunos matices diferenciales plantearon la existencia de tres estadios principales en el desarrollo cultural de los grupos humanos, denominados de menor a mayor nivel de desarrollo: salvajismo, barbarie y civilización. 1 La aplicación de este esquema se popularizó por otros teóricos, como Friedrich Engels en su obra El origen de la familia, la propiedad privada y el estado. La consideración de la desigualdad de las culturas tuvo en gran medida éxito gracias a su adaptación como ideología justificadora propia de un momento en el que los europeos -los de Europa y las clases dominantes de origen europeo de las nuevas naciones de América- estaban extendiendo su dominio colonial por el resto del mundo. A finales del siglo XIX era un tema cultural muy extendido el de la existencia de razas inferiores y superiores, junto con otras teorías sociales hoy desacreditadas como la [eugenesia] y el darwinismo social. No obstante, a partir de la primera mitad del siglo XX se fueron abriendo camino planteamientos antropológicos innovadores, destacadamente el relativismo cultural de Bronisław Malinowski y otros autores de la moderna antropología cultural (como Marvin Harris).

Proceso de adaptación cultural:
La cultura aceleró el proceso evolutivo aproximadamente 60.000 años atrás cuando los humanos modernos salieron de África en pequeños grupos sociales que involuntariamente reconfiguraron el mundo en tan solo unas decenas de miles de años. La cultura se convirtió en una estrategia de supervivencia pues adaptaron aptitudes de transmitir y desarrollar Conocimientos, habilidades y tecnología; características que hicieron más humanas las nuevas tierras y recursos. En definitiva, el ser humano se ha acondicionado a casi todos los medios de la tierra. La identidad cultural reside sobre dos pilares fundamentales que separan cualitativamente a los humanos del resto de las especies respecto al potencial evolutivo: el aprendizaje social y la Teoría de la mente. A pesar de que algunos animales parecen disponer de tradiciones culturales como los chimpancés que cascan las nueces con piedras o los pájaros que picotean las tapas de leche para beberla; esta pericia no evoluciona o mejora con el transcurrir del tiempo, y esto no sucederá a menos que adquirieran la teoría de la mente verdadera y aprendizaje social. Sin embargo, las sociedades humanas, por medio de la adaptación cultural acumulativa, se desarrollan y evolucionan gradualmente. A medida de que las personas se imitan unas a otras, eligen y modifican las tecnologías existentes van almacenando conocimientos y habilidades. El resultado de todos estos procesos es una cultura variada y compleja. La historia de la especie humana consiste en el triunfo progresivo de distintas formas de cooperación. Las sociedades actuales se diferencian de aquellas Tribus que lucharon entre sí para conquistar tierras, en la medida en que los individuos reconocieron que la Cooperación mutua favorecía la obtenciòn de Recursos.

Teorías del cambio cultural:
Una terminología común para clasificar los diferentes aspectos de la cultura, introducido inicialmente por Marx, y usado de modo ligeramente diferente por otras escuelas y autores, es el que divide la cultura en si, en tres partes: Aspectos infraestructurales. Que serían los aspectos más materiales o relacionados con la tecnología, los medios de producción disponible, el tipo de recursos naturales o humanos manejados por una sociedad para su actividad económica y social. Aspectos estructurales. Que serían aquellos relacionados con como se organizan las tareas y las funciones sociales, el sistema jerárquico y de poder y las reglas que en efecto rigen las relaciones entre individuos. Aspectos supraestructurales. Que englobarían los aspectos más inmateriales e ideales, como las creencias religiosas, los valores morales y también los aspectos tradicionalmente considerados "alta cultura" en occidente como: la pintura, la arquitectura, la música, la literatura o el cine (a pesar de que la realización de estos aspectos también se halla restringida por los aspectos tecnológicos o infraestructurales). También todo un conjunto de pitos como las utopías o principios deseables del ordenamiento jurídico formarían la supraestructura. Según un cierto número de teorías del cambio socio-cultural, como el marxismo o el materialismo cultural, las culturas son, en gran parte, adaptativas (en el sentido que tratan de adaptarse al medio ambiente, la tecnología disponible y demás restricciones materiales que condicionan la vida humana). Para el marxismo, y otras versiones del materialismo histórico, es el cambio en la infraestructura, más concretamente el modo de producción o la tecnología, lo que hace que aparezcan nuevos factores culturales, que provocan reestructuraciones importantes en el modo de organizar la sociedad: quién produce, qué se produce, cómo se produce y para quién se produce.Cambios en la infraestructura Los cambios infraestructurales son complicados de prever ya que dependen de avances tecnológicos, desarrollos económicos no buscados y creación de economías de escala. Sin embargo, resultan en general más sencillos de describir en términos objetivos una vez producidos. Para algunos autores como Marvin Harris estos cambios son importantes, porque detrás de un buen número de cambios culturales en otros niveles pueden rastrearse hasta cambios en la infraestructura. Cambios en la estructura Los cambios en la estructura normalmente se corresponden a reorganizaciones sociales asociadas al modo de producción. Así un nuevo cambio tecnológico o infraestructural puede comportar una forma diferente de distribuir el trabajo o el número de horas trabajadas. Un ejemplo de esto fue la incorporación masiva de las mujeres occidentales al mercado laboral al aparecer un buen número de puestos de trabajo en el sector servicios (empleos de cuello blanco) donde la fuerza física no presenta ventaja comparativa al estar basados exclusivamente en la capacidad intelectual. Cambios en la supraestructura Los cambios supraestructurales casi siempre surgen como valores y reacomodos de los valores y las creencias que tienden a justificar el orden social imperante. Así la incorporación de las mujeres al mercado laboral conllevó una mejora y emprestigiamiento de la mujer asalariada que trabaja fuera de casa y aporta ingresos económicos al hogar (frente a actitudes anteriores que defendían que las mujeres se encargaran de sus hijos y su hogar el mayor tiempo posible). Ejemplos de cambios culturales Un exitoso caso de evolución y difusión cultural es la institución universitaria que empezó en el Mediterráneo y en Oriente (Asia) y en la alta edad media europea: Egipto (África); después en la baja edad media: Europa (Italia, Inglaterra, Francia, España y Portugal) y posteriormente se extendió al mundo hispánico en el XVI y en el XVII al anglosajón americano, este último con conceptos nuevos de populismo y excelencia en investigación. La evolución cultural y la difusión cultural son temas básicos para el desarrollo de artículos como prioridades sociales y de áreas metropolitanas, para ejemplos de valores o de tecnologías (espirituales y materiales). El concepto está en la antropología cultural y fue desarrollado por Tylor, Leslie White, Kroeber, Kluckhohn, tiene muchas connotaciones como puede verse aquí por las disciplinas citadas y los enlaces y para el estudioso puede leer más en los clásicos, por ejemplo: Bronislaw Malinowski en 'Los argonautas del Pacífico Occidental'. Evolución cultural a partir de la biología La evolución biológica, mediante la selección natural, apunta hacia el logro de mayores niveles de adaptación de los seres vivientes. En el caso del hombre, en una determinada época, aparece el cerebro, como un órgano apto para el proceso de información. A partir de ahí comienza el proceso de adaptación cultural al orden natural.Puede decirse que el principio de complejidad creciente es el que reúne tanto a la evolución biológica como a la evolución cultural. También ha sido denominado como ley de complejidad-conciencia. Esta tendencia implica la existencia de un sentido de la evolución, de una finalidad objetiva e implícita del universo. También puede establecerse el sentido de la historia de la humanidad como una serie de intentos por lograr mayores niveles de adaptación al orden natural. Julian Huxley describe la situación del hombre "como si hubiese sido designado, de repente, director general de la más grande de todas las empresas, la empresa de la evolución". Así como el medio presiona a la vida hacia una mayor adaptación, el propio orden natural presiona a la humanidad, a través del sufrimiento, a una mayor adaptación cultural al mismo. (Wikipedia)


Sociobiología
[biología social] es un enfoque de estudio de las sociedades humanas a partir de las bases biológicas de las conductas sociales de los animales (incluyendo los humanos) como la cooperación, la agresión, la territorialidad, los sistemas sociales y la elección de pareja. La sociobiología surgió como un intento de ampliar el concepto de selección natural a los sistemas sociales y a la conducta social de los animales, incluidos los seres humanos. Los sociobiólogos piensan que los patrones de conducta con los que se nace se modifican, e incluso, desaparecen en el transcurso del proceso de selección natural. Algunos sociobiólogos tienen planteamientos cercanos al darwinismo social. Los sociobiólogos postulan que tanto el comportamiento animal como el comportamiento humano no puede ser explicado satisfactoriamente sólo tomando en cuenta factores culturales y ambientales. Postula la teoría sociobiológica que para entender completamente el comportamiento de las especies animales, éste debe ser analizado desde la lupa o enfoque de sus orígenes evolutivos. La sociobiología es un enfoque de trabajo, y muchos de los sociólogos consideran que su trabajo se encave dentro de la biología evolutiva que intenta responder a los porqué de la conducta, aunando conceptos de la biología del comportamiento, de la ecología de poblaciones y de la biología evolutiva. Para la sociobiología, todo comportamiento resulta de una compleja interacción entre la herencia y el ambiente. El comportamiento, entonces, está sujeto a los efectos de la selección natural, de manera tal que los animales están predispuestos a comportarse adaptativamente en sus ambientes naturales. Si la selección natural darwiniana acepta que existen pautas de comportamiento hereditarias que posibilitan que algunos organismos tengan grandes probabilidades de éxito reproductivo o de supervivencia de sus individuos, muchos biólogos aceptan hoy que estas pautas de comportamiento presentes en especies animales, podrían también estar presentes y jugar un papel central en las sociedades humanas, y es aquí donde se genera la controversia de la aplicabilidad de la teoría sociobiológica desarrollada para el mundo animal y su aplicabilidad o validez para el universo de la sociedad humana. Los sociobiólogos enfocan su interés en el comportamiento instintivo o intuitivo. Se intenta explicar las similitudes y diferencias entre las culturas o modelos de comportamiento. Intentan analizar cómo el comportamiento puede dar una explicación lógica de los datos de igualdad y diferencia desde las presiones de selección que se presentan en la historia de una especie. E. O. Wilson, el fundador de la perspectiva sociobiológica en la zoología, demostró lógicamente que los organismos altruistas sobreviven por reproducción favorecida de sus genes altruistas, cuando la estrategia de los altruistas no favorece la supervivencia de sus individuos entonces predominan los no altruistas y aumenta su número en la población. Los individuos altruistas, en términos humanos, practican la ética de que la “caridad empieza en casa”, con buenos resultados en tanto que repercuta favorablemente en la supervivencia del grupo. La sociobiología es una síntesis de disciplinas científicas que tiene como objeto la explicación del comportamiento social en todas las especies biológicas en términos de las ventajas evolutivas de estos comportamientos. En esencia es una ramificación de biología y sociología pero en su análisis incluye etología, antropología, estudios evolutivos, zoología, arqueología, genética poblacional y otras áreas de estudio. Dentro del marco estricto de las sociedades humanas, la sociobiología se relaciona con la ecología comportamental humana y la psicología. La sociobiología se ha convertido en una de las controversias científicas de finales del siglo pasado y comienzos del presente, específicamente desde el contexto de la explicación del comportamiento humano. Sus críticos, principalmente Richard Lewontin y Stephen Jay Gould, se centran en revisar la postura sociobiológica desde la cual los genes ante todo determinan el comportamiento humano. Características como la agresividad y el comportamiento sexual se explicarían en términos biológicos en donde el entorno social es secundario. La sociobiología elabora su tesis alrededor de la dicotomía genética/experiencia. En respuesta a la controversia el antropólogo John Tooby y la psicóloga Leda Cosmides presentaron la tesis de psicología evolutiva como una interpretación menos controvertida de la sociobiología. La sociobiología en su versión fuerte se basa en la idea que comportamientos animales — sociales e individuales— son hereditarios y se ven afectados por la selección natural. Asume por tanto que los comportamientos en sí evolucionan de la misma manera que las características físicas. Los animales por tanto se comportan según patrones que les han sido relevantes para la supervivencia, lo cual se traduce en la formación de procesos sociales complejos que conducen a la adecuación (fitness) evolutiva. La sociobiología busca explicar el comportamiento en términos de la selección natural: el comportamiento se ve como esfuerzos para preservar los genes propios en una determinada población. Inherente al razonamiento sociobiológico es la idea de heredar comportamientos de generación en generación: ciertos genes o combinación de genes contienen información o características comportamentales. Una base genética para características comportamentales instintivas para especies no humanas se acepta en muchos medios científicos. Sin embargo, pretender usar el genoma —o más cuestionablemente genes individuales— para explicar complejos comportamientos (racionales o funcionales) humanos a nivel individual y de sociedad continúa siendo extremadamente controvertido. El etologo John Paul Scott acuñó el término sociobiología en 1948 en una conferencia sobre genética y comportamiento social. 1 Edward O. Wilson lo difundió en su libro Sociobiology: The New Synthesis en 1975. Los antecedentes del pensamiento sociobiológico incluyen la obra de Robert Trivers y William D. Hamilton. El libro popularizó la intención de explicar la mecánica evolutiva detrás de los comportamientos como el altruismo y la agresividad de las hormigas principalmente y otros animales. El último capítulo se dedica a explicaciones sociobiológicas del comportamiento humano. Los sociobiólogos afirman que el comportamiento animal puede explicarse a partir de la selección natural, en términos de consideraciones evolutivas. La selección natural es fundamental a la teoría evolutiva y afirma que las características hereditarias que incrementan las posibilidades de supervivencia y reproducción serán más y mejor representadas en las generaciones subsiguientes, los atributos serán seleccionados. En tanto, mecanismos comportamentales heredados que permiten un organismo mayores posibilidades de sobrevivir o reproducirse muy probablemente estará presente en generaciones subsiguientes. Muchos biólogos aceptan que comportamientos hereditarios para la adaptación pueden presentarse en especies animales, pero la controversia se da en la aplicación del modelo evolutivo al ser humano, tanto dentro del ámbito de la biología evolutiva como desde la ciencia social.ju Al año siguiente a la publicación del libro Sociobiology: The New Synthesis, de Wilson, Richard Dawkins publicó su famoso libro El gen egoísta. Este fue un paso más de acercamiento a la psicología evolucionista, profundizando en el concepto de la sociobiología entendida como una propiedad emergente del individuo dentro de la sociedad. Esto es, entendiendo la sociobiología desde el punto de vista de la psicología evolucionista. Las premisas de la sociobiología son la herencia de atributos comportamentales y la acción de la selección natural sobre esta herencia; los atributos deben actuar en pro de la adaptación al entorno. Tomando como referencia las categorías de comportamiento animal de Nikolaas Tinbergen, el análisis sociobiológico se puede clasificar en explicaciones a nivel especie y nivel individual. Las categorías según especie consisten en la función adaptativa del comportamiento y el proceso evolutivo detrás de esta funcionalidad. Las categorías a nivel individuo son su desarrollo y el mecanismo comportamental que se le sigue. Los sociobiólogos se interesan en como el comportamiento se explica lógicamente a partir de las presiones selectivas en la historia de las especies. Les concierne entonces el comportamiento instintivo o intuitivo y se hace énfasis en las semejanzas entre poblaciones animales. La tendencia maternal mamífera a la sobreprotección de la descendencia es un ejemplo de un comportamiento favorable para la supervivencia de un conjunto de especies, haciendo que los mecanismos evolutivos detrás de la evolución sea exclusivamente genético. Las tesis de ventajas genéticas a nivel individual tienen dificultades en explicar comportamientos sociales partir de la selección de genes particulares; la evolución se puede analizar a partir de la supervivencia de grupos, en contraste con evolución según cambios genéticos singulares. El análisis de grupos se hace a partir de los paradigmas y la estadística poblacional tomados de la teoría de juegos. EO Wilson argumenta que el altruismo se hace genéticamente posible cuando los individuos altruistas defienden a los miembros del grupo genéticamente más similares a ellos, es decir a los miembros de su familia, para que el gen altruista se mantenga. Un comportamiento social se explica primeramente como una hipótesis sociobiológica que busca una estrategia de estabilidad evolutiva que corresponda con el comportamiento observado. Las estrategias de análisis tienden a ser muy inestables, pero una estrategia bien formada puede predecir las frecuencias genéticas. Este tipo de hipótesis se apoya en la relación entre las frecuencias genéticas predecibles de la estrategia y las frecuencias expresadas en una población. Puede haber un problema teórico si el establecimiento de la relación incurre en circularidad: la ausencia de una diferenciación clara entre las medidas de la estrategia y la población real. Altruismo entre insectos sociales y mamíferos de la misma camada se ha explicado a partir de esta relación. Hay una relación directa entre la cercanía genéticamente entre individuos y sus posibilidades de altruismo, como también el infanticidio en casos mamíferos por los nuevos progenitores cuando el macho-alfa se ve desplazado. Infanticidio femenino y resorción de los fetos en roedores son fenómenos que aun buscan explicación; en general hembras con mayores posibilidades de concebir pueden contener comportamientos selectivos con respecto a su cría. Factores que pueden incidir en esta selectividad incluyen maximización del alimento y posibilidades de brindar protección de depredadores. Una premisa sociobiológica es que las características de temperamento en grupos de alelos existen en un equilibrio ecológico. De la misma manera que una expansión de presa produce una expansión de depredador, una expansión de caracteres altruistas puede permitir individuos especializados de una fuerte dependencia Características genéticas La sociobiología tiende a asociarse con los argumentos a favor de las bases genéticas de la inteligencia humana, aunque no es una tendencia estricta. Los críticos a la sociobiología afirman su inutilidad una vez los atributos no estén expuestos a presiones selectivas, o que los alelos sean tan variables que preestablecer genes ventajosos sea imposible. Para que una postura sociológica seria fuerte se sostenga en el caso humano, debe demostrarse el proceso evolutivo de la selección de la inteligencia en tanto genes heredados. Los investigadores detrás de esta postura argumentan que creatividad, extroversión y agresividad humana son entre 45% y 75% características genéticas. La inteligencia sería 80% genética. Los métodos, que tienden a involucrar gemelos, han sido criticado en varios niveles y se han abandonado. Los orígenes genéticos de la criminalidad, actualmente bajo investigación, argumentan que el comportamiento criminal es adaptativo. Críticas Académicos en contra de la sociobiología humana de Wilson crearon el Grupo de Estudio Sociobiológico, incluyendo al biólogo Stephen Jay Gould, el genetista Richard Lewontin, el neurobiólogo Steven Rose, el psicólogo Leon Kamin, el antropólogo Marshall Sahlins y el pedagogo Alfie Kohn. El Grupo plantea vínculos entre la sociobiología y el determinismo biológico de forma comparable al darwinismo social de la sociología de finales del siglo XIX, el movimiento eugenésico de comienzos del siglo pasado y la controversia de los exámenes de coeficiente intelectual de los 1970's. Los argumentos políticos funcionan de ambos lados: en contra de los sociobiólogos por las repercusiones político-culturales de sus argumentos, y por parte de éstos señalando la existencia de presiones para ser políticamente correcto y mantener bajo la superficie fenómenos reales e incómodos. Sin embargo, la mayoría de las críticas contra la sociobiología son exclusivamente científicas: la distinción entre la historia y connotación política de una idea y su validez científica. La sociobiología se ha moldeado para justificar posiciones políticas de derecha, incluyendo la conservadora Heritage Foundation contra los afroamericanos del Norte y el Frente Nacional neonazi británico. Wilson no tenía ninguna agenda política específica al publicar su texto; quien afirma que el científico tiene la obligación de buscar y exponer la verdad a pesar de sus connotaciones políticas. Asegura que la sociobiología no produce directamente repercusiones ideológicas: la sociobiología se ha usado para mantener posturas muy diferentes como las de Robert Wright, Anne Campell, Frans de Waal y Sarah Blaffer Hardy. Noam Chomsky defendía la metodología sociobiológica pues era prácticamente la misma que usaba en sus estudios lingüísticos, pero rechazada las conclusiones de los sociobiólogos. Piotr Kropotkin había hecho argumentos sociobiológicos desde la anarquía en el texto Mutual Aid: A Factor of Evolution, haciendo énfasis el altruismo innato del ser humano. Críticas de biólogos La aplicación de la sociobiología a la especie humana es inmediatamente motivo de controversia entre diferentes corrientes de biólogos. Por ejemplo, Stephen Jay Gould y Richard Lewontin critican a la sociobiología como otra forma más de determinismo biológico. Una perspectiva que anula los factores de libertad que anidan en el albedrío humano y lo sujeta al mandato de los genes hasta en su más noble expresión: el altruismo. Jay Gould y Lewontine arguyen que el determinismo sociobiológíco lo que hace es justificar el statu quo conveniente para las élites, y que legítima los programas políticos de gobiernos autoritarios. Relacionan esta teoría con el darwinismo social, la eugenesia y las mediciones del IQ, que en los 1970s generaron controversias en su aplicabilidad a problemas humanos con alta carga ética. Para ellos Wilson comete una falacia naturalista. Conformaron un grupo académico que estudia evidencias que contradicen los postulados sociobiológicos. Wilson por su parte introduce el término sociobiología como el corpus teórico que sintetiza la explicación de los mecanismo evolutivos detrás del comportamiento social, tales como el altruismo, la agresión, la elección de pareja y el cuidado parental de las crías. A los sociobiólogos se les acusa de ser hiperadaptacionistas, encontrando explicaciones adaptativas en comportamientos que no lo son necesariamente. Esto diferencia a la sociobiología de las demás teorías del comportamiento humano. Teóricos evolucionistas como Elisabeth Vrba, Richard Lewontin y Stephen Jay Gould han examinado vías no adaptativas en donde la evolución puede llevar a comportamientos particulares. La sociobiología únicamente acepta adaptación como explicación del comportamiento. Sin embargo los resultados de los modelos adaptacionistas en predecir comportamientos futuros en poblaciones y han dado fuerza a la centralidad evolutiva de la adaptación. Las teorías evolutivas sin ninguna base empírica son frecuentes en la sociobiología en parte porque son altamente maleables por su grado de abstracción. Críticas de antropólogos También el antropólogo Marvin Harris y otros han criticado duramente a la socibiología, sobre la base de ignorar el concepto de cultura y la noción de adaptabilidad de la cultura. La cultura entendida como conjunto de conocimientos tradicionales de una sociedad, también es heredada en gran parte, y critica a los sociobiólogos por enfatizar en exceso los genes, como si fueran el único factor heredado, siendo como es que muchos conocimientos útiles para la supervivencia de sociedades ancestrales se transmitían a través de la cultura sin mediación de los genes. Otras críticas Dentro de la comunidad científica, se han producido diferencias en cuanto al etnocentrismo sociobiológico, sus métodos de experimentación y los modelos matemáticos usados. Conclusiones que sobreinterpretan los resultados se dividen cuatro argumentos principalmente: antropomorfismo, reificación, hiperadaptacionsimo y falta de respaldo empírico. En los escenarios biológicos el antropomorfismo consiste en proveer a comportamientos animales motivaciones humanas; algunos discursos sociobiológicos caen en este error. Wilson hace una correlación directa entre altruismo de hormigas y humanas cuando las motivaciones humanas para el altruismo no tienen relación psicológica alguna con el altruismo de un insecto. Posicionamientos favorablesLos defensores de Wilson aseveran que los críticos han sobreinterpretado el determinismo biológico de la sociobiología, distinguiendo entre sus pretensiones descriptivas y reservas frente a la prescripción. Aun así, hay sociobiólogos que velan contra la reforma social por promover retrasos evolutivos basados en posiciones étnicamente proselitistas, argumentando como Richard Dawkins en la extensión selección altruista a los individuos emparentados racialmente, como una forma de metafamilia. Argumentos como esta caen bajo la forma de falacias naturalistas en donde los argumentos saltan de lo normativo a lo prescriptivo sin una sustentación clara. Un ejemplo común es sustentar guerras futuras arguyendo la condición natural humana de la guerra. Se asume también que los argumentos raciales son principalmente éticos antes que biocientíficos, aunque están sujetos a ser desprobados por razones biológicas. La historia de estos debates está compilada por Cronin, Segerstråle y Alcock. Adaptacionistas como Steven Pinker revelan el componente ad hominem de la discusión, sobre todo en lo referente a la discusión política. (Wikipedia)


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