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El trascendental acto de cantar para Rilke:
[La conciencia del acabamiento de la vida nos impone la idea de asociar una narrativa a la vida. Ante el hecho de que sea la muerte la que impulsa la trama de la vida] La mejor forma de bregar con esta condición dual —o escindida—, de encajar e incluso disfrutar de este aprieto existencial consiste en cantar. Cantar, dice Rilke, es una facultad única y exclusivamente humana. Cantar como un ser humano no es lo mismo que cantar como un pájaro; lo que el pájaro hace al cantar lo hace la persona al hablar. «La música [que anima una canción] teje una hebra que recorre y sutura las discontinuidades del presente…, la lírica une los acontecimientos de raíz temporal que informan nuestros mundos convirtiéndolos en realidades presentes para cada uno de nosotros por medio de la reiteración de uno o más sonidos. Al retrotraernos constantemente al instante anterior, el tema musical engaña y desvía la flecha del tiempo que nos arrastra a la muerte… El infinito río continúa fluyendo, pero gracias al canto conseguimos remar a contracorriente y detener, durante un breve lapso, nuestro propio avance». No obstante, para Rilke el canto tiene también otro significado. Cantar es lo que hace la propia Tierra, lo cual significa que «decir» y «cantar» son realidades que se superponen. (Watson)