Notas 4:
«GUANCHES AYER, HOY CANARIOS. APUNTES DE LA HISTORIA E IDENTIDAD DE UN PUEBLO MACARONESIO»
PRÓLOGO:
ASÍ CONTÓ PÉREZ GALDÓS LA VOLADURA DE LA MERCEDES
ANEXO GRÁFICO DOCUMENTAL:
Vapor Atalanta:
Barrilla: Exportación:
Vacas canarias en Texas:
Evolución:
SECUNDINO DELGADO
EL NAUFRAGIO DEL VAPOR FRANCÉS FLACHAT:
La Casa Fuerte de Adeje:
Descripción sobre la Casa Fuerte (por Aamigos 25 de Julio):
http://www.museosdetenerife.org/mnh-museo-de-la-natu…/…/4514
LA OBRA
Con este libro el autor ha querido presentar a los lectores, sobre todo canarios, una cuidada selección de sus artículos, tanto académicos como de opinión, que han sido publicados en diversos libros y revistas científicas, así como en diferentes medios de comunicación. Fruto de muchos años de investigación, la valiosa información que en él se vierte, sintetizada y de fácil lectura, aborda temas tan variados como el entorno biogeográfico de la Macaronesia, Canarias en la Antigüedad, las relaciones genéticas entre las poblaciones canaria y norteafricana, y, por supuesto, «Los Guanches», con un novedoso enfoque sobre su origen y su entronque con los antiguos libios y con el mundo amazigh (bereber), su genética, su lengua y escritura, su cultura y costumbres, su legado toponímico…
También se abordan las relaciones seculares Canarias- Berbería, ámbito en el que destacan «las pesquerías de los canarios en la costa del Sahara» y el trasiego comercial y esclavista a través de la torre-fortaleza de «Santa Cruz de la Mar Pequeña». Un capítulo aparte le dedica a los canarios actuales (un pueblo mestizo); la influencia portuguesa; los apellidos… Lo mismo ocurre con la importante presencia canaria en América, con artículos tan sugerentes como «El Río Guanche de Panamá» o «Uruguay: otro país canario».
Y finaliza con un último capítulo dedicado a la protección del frágil patrimonio natural y cultural de Canarias, al igual que a sus privilegiados recursos naturales, mediante el desarrollo de las inagotables fuentes de energía, limpias y renovables.
EL AUTOR
Francisco García-Talavera Casañas es geólogo-paleontólogo por la Universidad Complutense de Madrid y doctor en Zoogeografía por la Universidad de La Laguna, Tenerife, de la que fue profesor entre los años 70 y 90 del pasado siglo. También ejerció en el Instituto Español de Oceanografía (Laboratorio de Canarias), participando en varias campañas oceanográficas en aguas de la Macaronesia y vecina costa de África. Además, gran parte de su vida profesional la desarrolló como conservador del Museo de Ciencias Naturales de Tenerife (hoy Museo de la Naturaleza y el Hombre), del que fue director, y desde donde organizó y coordinó numerosas expediciones científicas multidisciplinares a los archipiélagos macaronesios, sur de Marruecos, Sahara, Mauritania y Senegal. Asimismo, ha realizado investigaciones, entre otros lugares, en las islas Galápagos, Pascua, Robinson Crusoe, Santa Helena, Isla Margarita (Venezuela) y en la Antártida. Apasionado del estudio del pasado de estas islas, también ha dedicado parte de su tiempo a investigar sobre el origen, bioantropología, lingüística y cultura de nuestros antepasados guanches, gran parte de lo cual queda plasmado en este libro.
Juan-Manuel García Ramos, catedrático de filología española de la universidad de la laguna
http://diariodeavisos.elespanol.com/…/prologo-del-libro-gu…/
Francisco García-Talavera Casañas es paleontólogo, un paleontólogo con todas las consecuencias de esa disciplina que nos retrotrae en el tiempo para decirnos como fue la vida de nuestros antecesores en este mundo que habitamos. Para nuestra suerte, García-Talavera es un paleontólogo canario, pues todo su currículum científico -acompañado de una veintena de campanas oceanográficas y expediciones indagadoras multidisciplinares- lo ha dedicado a estudiar nuestra posición en el mapa y los pueblos de nuestra vecindad, en especial los otros archipiélagos atlánticos y los solares del África cercana. Sin dejar de ocuparse de la aventura migratoria de nuestros paisanos en la América Hispánica.
Los trabajos que ahora García-Talavera recoge en este volumen son una colectánea de sus múltiples preocupaciones por identificar los orígenes, la evolución y el presente de las Canarias, por identificarnos con rigor y desde ciencias tan fiables como la biogeografía, la paleografía, la paleoantropología, la paleodemografía, la ecología y sus derivaciones y preocupaciones por el deterioro medioambiental. Sin desdeñar sus análisis desde otras esferas del saber, como la mitología, tan vinculada a estas islas nuestras, la genealogía, la toponimia o la lingüística…
Guanches ayer, hoy canarios se lee como el gran relato de una colectividad. Ya dijo en su momento el gran critico literario palestinoestadounidense Edward W. Said que al fin y a la postre todas las naciones son en sí narraciones, y García-Talavera siempre ha defendido a Canarias, como en su día lo hizo José de Viera y Clavijo: como un “cuerpo de nación original”. Así se encuentra escrito en la imprescindible Noticias de la Historia General de las Islas Canarias de nuestro ilustrado.
También tiene en común García-Talavera con Viera y Clavijo que ambos escriben bien. Dicho así. Sencillamente. Porque tanto los historiadores como los científicos suelen ser muy malos escritores. Poco atentos a la gramática, a las concordancias internas, a la música del lenguaje y a su precisión ortográfica. Y tanto las historias como las ciencias cuando son mal contadas pierden todo el valor que pretenden transmitirnos.
Dije antes que Guanches ayer, hoy canarios se lee como un relato y los futuros lectores del libro me darán la razón cuando culminen sus páginas.
La Macaronesia que nos presenta García-Talavera tiene un formato didáctico, pero contiene datos completos y cuidadosos de esos archipiélagos creados antes por la imaginación griega (Homero, Hesiodo, Platón…) que por la realidad de los cartógrafos (los primeros ingresos en la realidad debidos a Estrabón, Plutarco, Plinio el Viejo). Canarias, Salvajes, Azores, Madeira y Cabo Verde desfilan por nuestros ojos y nos entregan sus atavismos, su evolución, el cuidado de su fauna y de su flora, en la que cobijan bosques milenarios, sus pobladores mestizos, su manera de enfrentar las adversidades y de abrirse al mundo.
Asimismo, ocurre con las preguntas que se formula García-Talavera por el paso de Canarias desde la Antigüedad a nuestros días, por los guanches y su progenie, por la cultura que atesoraron y que en algunos de sus extremos los vinculan a pueblos tan distantes como Egipto o los peruanos del sur en cuanto a prácticas de momificación de sus difuntos, por la supervivencia en nuestros días de rasgos de los primeros pobladores de Canarias, como es el caso de la estatura superior a la de las poblaciones peninsulares españolas, todo ello analizado desde aventajadas técnicas antropométricas, o desde estudios de genética molecular, lo que ha venido demostrar en años recientes que más de la mitad de los canarios actuales son portadores de genes guanches transmitidos especialmente por vía matrilineal (de abuelas a madres, de madres a hijas, de hijas a nietas).
Particular atención ha prestado también García-Talavera a las relaciones de Canarias con Berbería, un flujo y reflujo, unas idas y venidas que comienzan con el tráfico de esclavos y continúan con intentos de colonización por parte de los primeros conquistadores españoles, entre ellos Diego de Herrera y la torre que mando a construir en 1478 en el Río de la Mar Pequeña como bastión para sus acciones en esa tierra firme… Con las pesquerías y los pleitos fronterizos que llegan hasta hoy. Cuando se buscan influencias étnicas entre los pueblos de esa fachada continental y Canarias, se rastrean las fuentes sin dogmatismos previos, como ocurre con respecto a la población de los Canarii, situados en las vertientes meridionales del Alto Atlas y localizados en el año 42 de nuestra era, que a pesar del parentesco lingüístico de su nombre con nuestras islas el investigador mantiene reservas a la hora de vincularlos directamente con Canarias.
La curiosidad de García-Talavera por todo lo que ha significado la influencia portuguesa en nuestra industria azucarera, en nuestra arquitectura, en nuestro léxico, en nuestra música rivaliza con su curiosidad por lo que fuimos capaces de hacer en territorios americanos como Uruguay o en la Colombia colonial de Pedro Fernández de Lugo, el hijo de Alonso Fernández de Lugo, que lleva a las cuencas fluviales de aquel país el nombre de Tenerife.
La más cercana actualidad no queda fuera de las páginas de Guanches ayer, hoy canarios.
García-Talavera ha sido siempre un intelectual comprometido con su tierra. No solo con su historia, sino con el presente y el futuro de nuestro territorio. Cierra las páginas de este libro que hoy tenemos el honor de prologar, con sus alegatos en contra de las prospecciones petrolíferas que amenazaron al Archipiélago en fechas recientes y contra las que se alzaron voces contundentes e inequívocas desde todas nuestras islas.
Como ya anticipé, ‘Guanches ayer, hoy canarios’ se lee como un relato contado con la jurisdicción de la ciencia y la pasión del compromiso. Tanto ético como estético. Páginas con las que uno no solo obtiene información veraz y contrastada, sino la constatación del amor que García-Talavera profesa por su tierra natal.
En ‘Guanches ayer, hoy canarios’ conviven el artículo académico y la colaboración periodística sin que ninguna de esas distantes actividades vea dañada su excepcionalidad. Todo lo anuda la amena prosa del autor, su sabia manera de narrarnos lo que a él le ha despertado su curiosidad y su interés durante toda su vida.
Cualquier lector podrá descubrir por sí mismo que lo que nosotros decimos. También lo decimos desde la convicción de un lector que ha disfrutado con este libro.
Tereixa Constenla
http://blogs.elpais.com/…/p%C3%A9rez-gald%C3%B3s-narra-la-v…
Mucho antes de que Odyssey sacara a la luz el tesoro de ‘La Mercedes’, que voló por los aires tras un certero cañonazo sobre su santabárbara, lanzado por un barco inglés frente a las costas del Algarve, el 5 de octubre de 1804, el novelista Benito Pérez Galdós (1843-1920) recreó el suceso en la novela “Trafalgar”. Los detalles citados por el escritor se ajustan a lo recogido en los documentos históricos conservados en los archivos de la Armada española, lo que resalta el gran rigor histórico con que Pérez Galdós abordó su creación literaria. Una lección para algunos autores de novela histórica que pretenden apuntalar sus ficciones sobre hechos reales que han investigado superficialmente.
En este fragmento de ‘Trafalgar’, que se publica en 1873, se relata la explosión de la fragata de guerra “Nuestra Señora de las Mercedes” y el apresamiento de los tres barcos que componían la escuadra española, que viajaban de América a Cádiz. Eran tiempos de paz (formal) con Inglaterra, pero, en realidad, fue el preludio de la gran batalla de Trafalgar, que estaba a la vuelta de la esquina y a la que Pérez Galdós dedica la obra. La novela fue la primera entrega de los “Episodios Nacionales”.
“-¿Pues y la captura de las cuatro fragatas que venían del Río de la Plata? -dijo D. Alonso animando a Marcial para que continuara sus narraciones.
-También en esa me encontré -contestó el marino-, y allí me dejaron sin pierna. También entonces nos cogieron desprevenidos, y como estábamos en tiempo de paz, navegábamos muy tranquilos, contando ya las horas que nos faltaban para llegar, cuando de pronto... Le diré a usted cómo fue, señora Doña Francisca, para que vea las mañas de esa gente. Después de lo del Estrecho, me embarqué en la ‘Fama’ para Montevideo, y ya hacía mucho tiempo que estábamos allí, cuando el jefe de la escuadra recibió orden de traer a España los caudales de Lima y Buenos Aires. El viaje fue muy bueno, y no tuvimos más percance que unas calenturillas, que no mataron ni tanto así de hombre... Traíamos mucho dinero del Rey y de particulares, y también lo que llamamos la ‘caja de soldadas’, que son los ahorrillos de la tropa que sirve en las Américas. Por junto, si no me engaño, eran cosa de cinco millones de pesos, como quien no dice nada, y, además, traíamos pieles de lobo, lana de vicuña, cascarilla, barras de estaño y cobre y maderas finas... Pues, señor, después de cincuenta días de navegación, el 5 de Octubre, vimos tierra, y ya contábamos entrar en Cádiz al día siguiente, cuando cátate que hacia el Nordeste se nos presentan cuatro señoras fragatas. ‘Anque’ era tiempo de paz, y nuestro capitán, D. Miguel de Zapiaín, parecía no tener maldito recelo, yo, que soy perro viejo en la mar, llamé a Débora y le dije que el tiempo me olía a pólvora... Bueno: cuando las fragatas inglesas estuvieron cerca, el general mandó hacer zafarrancho; la ‘Fama’ iba delante, y al poco rato nos encontramos a tiro de pistola de una de las inglesas por barlovento.
Entonces el capitán inglés nos habló con su bocina y nos dijo... ¡pues mire usted que me gustó la franqueza!... nos dijo que nos pusiéramos en facha porque nos iba a atacar. Hizo mil preguntas; pero le dijimos que no nos daba la gana de contestar. A todo esto, las otras tres fragatas enemigas se habían acercado a las nuestras, de tal manera que cada una de las inglesas tenía otra española por el costado de sotavento.
-Su posición no podía ser mejor -apuntó mi amo.
-Eso digo yo -continuó Marcial-. El jefe de nuestra escuadra, D. José Bustamante, anduvo poco listo, que si hubiera sido yo... Pues, señor, el comodón (quería decir el comodoro) inglés envió a bordo de la ‘Medea’ un oficialillo de estos de cola de abadejo, el cual, sin andarse en chiquitas, dijo que ‘anque’ no estaba declarada la guerra, el ‘comodón’ tenía orden de apresarnos. Esto sí que se llama ser inglés. El combate empezó al poco rato; nuestra fragata recibió la primera andanada por babor; se le contestó al saludo, y cañonazo va, cañonazo viene... lo cierto del caso es que no metimos en un puño a aquellos herejes ‘por mor’ de que el demonio fue y pegó fuego a la Santa Bárbara de la ‘Mercedes’, que se voló en un suspiro, ¡y todos con este suceso, nos afligimos tanto, sintiéndonos tan apocados...!, no por falta de valor, sino por aquello que dicen... en ‘la moral’... pues... ‘denque’ el mismo momento nos vimos perdidos. Nuestra fragata tenía las velas con más agujeros que capa vieja, los cabos rotos, cinco pies de agua en bodega, el palo de mesana tendido, tres balazos a flor de agua y bastantes muertos y heridos. A pesar de esto, seguíamos la ‘cuchipanda’ con el inglés; pero cuando vimos que la ‘Medea’ y la ‘Clara’, no pudiendo resistir la chamusquina, arriaban bandera, forzamos de vela y nos retiramos defendiéndonos como podíamos. La maldita fragata inglesa nos daba caza, y como era más velera que la nuestra, no pudimos zafarnos y tuvimos también que arriar el trapo a las tres de la tarde, cuando ya nos habían matado mucha gente, y yo estaba medio muerto sobre el sollao, porque a una bala le dio la gana de quitarme la pierna. Aquellos condenados nos llevaron a Inglaterra, no como presos, sino como detenidos; pero carta va, carta viene entre Londres y Madrid, lo cierto es que se quedaron con el dinero, y me parece que cuando a mí me nazca otra pierna, entonces el Rey de España les verá la punta del pelo a los cinco millones de pesos”.
Imagen 1: Benito Pérez Galdós (1843-1920).
Benito Pérez Galdós nació en Las Palmas de Gran Canaria en 1843, hijo de Sebastián Pérez, teniente coronel del Ejército, y de Dolores Galdós. Desde niño (Infancia en las Palmas Vídeo) fue aficionado a la música, al dibujo y a la literatura. Es, en opinión general, el mayor novelista español después de Cervantes.
A los diecinueve años se traslada a Madrid (en Retrato familiar y social: Galdós, ciudadano de Madrid; Huellas del Madrid Galdosiano; el Madrid Galdosiano Vídeo). Allí conocería a don Francisco Giner de los Ríos, fundador de la Institución Libre de Enseñanza, quien le alentó a escribir y le orientó hacia el krausismo. Durante los primeros años de su estancia en la corte frecuentó redacciones y teatros. Escribió en ‘La Nación’ y en ‘El Debate’.
‘La fontana de oro’ (1870) (En torno a la obra Vídeo), ‘La sombra’ (1871) y ‘El audaz’ (1871) fueron los títulos de sus primeras novelas, que revelan todavía una influencia del Romanticismo. Publicó artículos (en La obra: Fronteras entre novela y artículos periodístico; Galdós periodista Vídeo) políticos en la ‘Revista de España’ y algo de ellos, así como el ataque al régimen anterior a la Revolución de 1868 y el inmovilismo de la tradición, se plasma en sus obras de tesis de la misma época: ‘Doña Perfecta’ (1876), ‘Gloria’ (1877), ‘La familia de León Roch’ (1878) y ‘Marianela’ (1878).
Abre el camino al Naturalismo con ‘La desheredada’ (1881), la primera de sus novelas contemporáneas a la que le seguirán ‘El doctor centeno’ (1883), ‘Tormento’ (1884) y ‘La de Bringas’ (1884). ‘El amigo manso’ (1882) es una de las creaciones más originales de Galdós. ‘Lo prohibido’ (1884-85) es la novela galdosiana más impregnada de Naturalismo. ‘Fortunata y Jacinta’ de 1886-7 es un vasto mural donde la historia, la sociedad y el perfil urbano de Madrid sirven de fondo a un argumento que presenta a dos jóvenes enamoradas del mismo hombre.
De su vida íntima sabemos que tuvo una hija ilegítima y amoríos con Emilia Pardo Bazán (en ‘Epistolario: Cartas con Emilia Pardo Bazán Vídeo’). Nunca se casó, pero plasmó su tipo ideal de compañera en una mujer ya mayor: ‘Teodosia Gandarias’ (en Epistolario: Cartas a Teo; Cartas a Teodosia Gandarias Vídeo), en el drama ‘Pedro Minio’ (1908). Constantemente predicó un tipo de amor más libre, que veríamos en ‘Realidad’ y ‘Tristana’, aunque se opuso a las costumbres demasiado licenciosas.
En 1873 aparecieron las dos primeras series de los “Episodios Nacionales”. Leyó a Balzac (en Retrato familiar y social: Galdós y sus contemporáneos europeos Vídeo), a los novelistas rusos y a Dickens de quien tradujo ‘Pickwick papers’. Aprovechó las rápidas apreciaciones e indicaciones sobre sus países. Acusó a los escritores contemporáneos de incapaces de describir la vida de su tiempo. Sólo excluyó de sus ataques a Fernán Caballero y a José María Pereda. Urgió a los otros escritores a tomar las grandes conclusiones de los problemas sexuales y espirituales de la clase media urbana de su época como principal fuente de inspiración. Sus últimos escritos teóricos añaden poco a estas ideas. Merecen citarse el prólogo a ‘El sabor de la tierruca’ de Pereda, un memorial dirigido a la Real Academia Española y el prólogo a la tercera edición de ‘La Regenta’, de Clarín.
Al final de la década de los 80 y a comienzos de la siguiente publica ‘Miau’ (1888), ‘La incógnita’ (1889), ‘Torquemada en la hoguera’ (1889), ‘Realidad’, también en 1889 y ‘Ángel Guerra’ de 1891, en donde experimenta una nueva manera de novelar. Los problemas éticos aparecen en ‘Tristana’ (1892), ‘Nazarín’ (1895),’ Halma’ (1895) y ‘Misericordia’ (1897). Frecuentemente (como en Nazarín o Misericordia), sus novelas parecen recordar a Dostoievski. Su penetración psicológica ha sido igualada pocas veces. Entre sus características más definidas se cuentan un estilo personal vigoroso y muy marcado; un gran conocimiento de la locura y la esquizofrenia (no hay que olvidar su interés por Don Quijote) raramente preciso; un efectivo y sistemático manejo del simbolismo (evocador de su propia desilusión por la debilidad de España) y una conmovedora lástima por la gente que pretende elevarse de la bondad a la santidad.
Las obras dramáticas de Galdós (en La obra: El teatro de Galdós, representaciones en blanco y negro Vídeo) fueron frecuentemente críticas por tener un carácter esencialmente novelesco.
Ciertamente, adaptó para el teatro sus propias novelas ‘Realidad’ en 1892, ‘La loca de la casa’ en 1893, ‘Doña Perfecta’ en 1896, ‘El abuelo’ en 1904 y otras, que fueron acogidas con éxito por el público y por la crítica. ‘Electra’, por motivos políticos o, en todo caso, extraliterarios, constituyó un acontecimiento nacional. El autor nunca había sido tan serio, tan cuidadoso y preocupado como en estos dramas. Hemos de indicar que estas cualidades se hallaban en el teatro español de aquel tiempo. Su influencia para la escena posterior fue benigna. En sus últimos años la oposición creciente se vio patente en la candidatura rechazada y poco después aceptada de la Real Academia. Le dolió que la generación del 98 no le considerara su mentor. La concesión del premio Nobel de literatura a Echegaray (autor muy inferior y de escasa valía) lo consideró un mazazo a la mejor literatura española de su tiempo. En 1912 quedó ciego (en Los últimos años: La ceguera Vídeo), aunque no por ello sufrió menos la insolvencia en sus últimos años. Por entonces escribió una tercera, cuarta y, finalmente, quinta serie de “Episodios nacionales” entre 1898 y 1912; de la última serie únicamente aparecieron seis volúmenes, quedando así incompleta.
En cuanto a su vida política fue elegido diputado a Cortes por Guayama en 1886. En 1907 encabezó la lista a la candidatura de la Conjunción Republicano-Socialista por Madrid.
La labor de Benito Pérez Galdós fue la de transformar el panorama novelesco español de aquella época. Dejó al lado el romanticismo y avivó el realismo español, dotando tanto de una gran expresividad a la narrativa como de nuevas formas aptas para el entendimiento del mundo y de la obra.
La información subrayada la puedes ver en:
El Atalanta fue el primer barco de vapor de doble rueda y ocho nudos de velocidad que, procedente de Londres y con destino Bombay, con 100 pasajeros a bordo, rellenó carboneras e hizo la aguada en Santa Cruz de Tenerife, el 7 de enero de 1837.
Santa Cruz había sido declarada Puerto de Depósito de Carbón el 11 de noviembre de 1836. Como la Real Orden establecía que el suministro se efectuara sin gastos arancelarios, a partir de este momento, la rada santacrucera se convirtió en una de las mayores estaciones de carboneo del mundo, abastecida desde Gran Bretaña.
Las faenas de descarga del carbón -carboneo a la burra- se llevaba a cabo en el fondeadero. La operación se efectuaba con rapidez y eficacia, incluso de noche. Los trabajadores de la “carga negra” trasladaban el Tyne, Clyde o el preferido Cardyff desde las bodegas de los vapores carboneros de bandera británica (colliers) hasta las gabarras abarloadas a babor y estribor, dejándolo resbalar a través de planchas de madera. Una vez rellenas, lo trasladaban hasta los muelles de las empresas importadoras, donde las vagonetas, tiradas por mulas, se encargaban de llevarlo hasta el interior de los almacenes.
Cuando un barco (liners) venía a suministrarse de carbón lo solicitaba por medio de pitadas largas, correspondiendo cada pitada a cien toneladas. A partir de ese momento, las vagonetas comenzaban a sacar el mineral de los almacenes para llevarlo hasta las gabarras, quienes se encargaban de trasladarlo hasta la banda de los trasatlánticos para que los paleros y fogoneros procedieran a rellenar carboneras. Mientras se realizaba esta labor, los botes y la cubierta del barco se cubrían con lonas para evitar que la nube del negro polvillo lo ensuciara.
Con la declaración de Puertos Francos (1852), el muelle tinerfeño pasaría a ser una estación de carboneo de primer orden mundial, hasta la progresiva desaparición de los buques de vapor.
En la playa de San Antonio (actual muelle de Ribera), comenzaron a instalarse las primeras empresas carboneras para el suministro a buques. Estas fueron: Bruce, Hamilton, Davidson y Le-Brun (1852); Virgilio Ghirlanda (1852); Juan Cumella (1857); Hermanos Cory (1862); G. Davidson (1868); Juan Croft (1891); Inocencio Fernández del Castillo (1891); etc.
Imagen de principios del siglo XX en la que se aprecian los trabajos de carboneo en el muelle santacrucero. DA
La primera empresa que se traslada (1876) a la margen izquierda del barranco de Valleseco fue Tenerife Coaling Company Ltda. Hamilton, constituida por los señores Bruce, Hamilton, Guillermo Davidson y Le-Brun, formando una industria modelo para la época, pues trajeron de Londres 12 gabarras, vagonetas, básculas, etc. y construyeron un muelle y almacenes con capacidad para 5.000 toneladas. Entre 1903 y 1910, llegaron a suministrar el 50% del carbón en este puerto.
Los almacenes carboneros de Elder Dempster fueron construidos a principios del siglo XX en la desembocadura del barranco de Tahodio, muy cerca del muelle Norte, desde donde abastecían las numerosas embarcaciones de su naviera.
Cory Brothers and Company Ltd, la mayor compañía importadora de carbón de Cardiff (Gales- Reino Unido), que había estado asociada con Hamilton and Co, desde 1884 a 1909, también se trasladó a Valleseco, debido a que el muelle y almacén que utilizaban, situado donde hoy se levanta el edificio Maphre, fue derruido para ampliar la calle Imeldo Serís, hasta su enlace con la avenida Marítima.
En Valleseco construyeron muelles, varadero y almacenes, siendo declarados por el Estado, en 1934, industria de utilidad pública, al estar emplazada en la mejor zona de fondeo de los buques de tránsito, lo que facilitaba las operaciones de importación-exportación del combustible (carbón). Este conjunto industrial constituye en la actualidad el único tramo de fachada marítima que conserva la estampa y los elementos representativos de una de las etapas más trascendentales de la historia mercantil y portuaria de Santa Cruz de Tenerife. Dicho conjunto tiene incoado, desde 1990, el expediente para su declaración como Bien de Interés Cultural, en la categoría de Sitio Histórico.
(José Manuel Ledesma)
El polígrafo portuense José Agustín Álvarez Rixo (1796-1883), con el seudónimo de Guanche Tabengor, establecería en el periódico El Isleño a través de un artículo bajo el título “Noticias sobre el origen, establecimiento, progreso y decadencia del Comercio de la Barrilla en estas Islas Canarias” en su edición del 2 de enero de 1840, disponible para su consulta en el portal Jable de la ULPGC, diversas consideraciones respecto a la barrilla para intentar generar una explicación en torno a su origen, en atención a la poca atención desarrollada por parte de los canarios, pues a “manera de las cabras, pacen la hierba maquinalmente sin cuidarse de más nada”. Comienza su análisis citando las memorias del doctor Nicolás Béthencourt y la circunstancia de que en el año 1821 intentaría coordinar una memoria sobre tal asunto para diversas sociedades científicas de Gran Bretaña, por ser miembro de algunas instituciones británicas, aunque abandonaría tal idea por no encontrar la información necesaria. Álvarez Rixo, deseando conocer más al respecto, obtendría una interesante fuente de información a partir de la conversación con Nicolás de Curras y Abreu, vecino de la Villa de Teguise, aunque natural del Puerto de la Cruz, obteniendo los años de 1784 a 1787 como fecha significativa para la introducción de ese producto en Lanzarote, aunque ignoraría la persona responsable de ese hecho. Continuaría señalando la importancia de algunos naturales del Puerto de la Cruz, tal y como ocurriera con Carlos Francisco, quien adelantaría algo de dinero a un hombre llamado Miguel de Lema, así como al mismo Curras, animando a la población para proceder a quemar tal producto, pues se pagaba a cuatro reales de plata el quintal de ceniza, transportándose el resultado hasta el Puerto de la Cruz. Desde allí, Carlos procedía a su envío a Inglaterra “embarrillada, a consignación de la casa de Cólogan, Pollar, Cooper y compañía de Londres”. Una exportación que lograría tener una gran aceptación en el país. Era tal la situación, que Carlos Francisco solicitaría una instrucción para reducirla “a piedra como en Sicilia”, pues existían una menor valoración en Inglaterra por contener ceniza.
La barrilla continuaría aumentando de precio y estimación, por lo que en 1798, junto a la partida que iba para Londres, también se exportarían algunas cantidades para Venecia y por parte de Manuel José Álvarez se enviaría otro cargamento para la ciudad de Lisboa. Otro hito importante al respecto sería la incorporación de Francisco Aguilar, logrando con ello otra persona con conocimientos en inglés para poder así superar los problemas de “entendernos por señas con los extranjeros”. Poco a poco se fueron domiciliando nuevos sujetos, siendo significativo que, por parte de los mercaderes del Puerto de la Cruz, se realizaron compras en el año de 1798 con cantidades que superaban los 43.000 quintales, entre esta isla y Fuerteventura, añadiéndose a esa cantidad la que se llegaría a comprar en Santa Cruz, derivando de esas cifras importantes beneficios para la Real Hacienda. Sería significativa la presencia de diversos métodos empleados por parte de numerosos individuos que, para lograr un mayor beneficio a través de un peso más elevado de la barrilla en la balanza, añadían componentes que mezclaban al efecto aunque con ello perdiera su calidad. Lo cierto es que el precio de la barrilla continuaría aumentando hasta por ocho y diez pesos corrientes quintal durante los años de 1809, 1810 y 1811. Un hecho que actuaría como un indudable estímulo para los lanzaroteños, quienes no dudarían en enviar su materia a Gran Bretaña. Sin embargo, tal proceso no obtendría los resultados esperados. El valor del producto no dejaría de disminuir, combinándose un aumento de los precios y la picaresca de la población en su distribución. Finalmente, con gran esfuerzo se lograría pagar el gravamen presente y la obtención de beneficios para su exportación por parte de S.M. en Real Cédula.
Esas vacas de cuernos inmensos que forman parte de la imagen legendaria de Texas tienen origen genético de Canarias. Sus cuernos son el símbolo del Estado de Texas y se deben a su evolución en el periodo que estuvieron salvajes en Estados Unidos.
Los cuernos de estas vacas están por toda Texas. Equipos de fútbol americano, universidades, pegatinas, restaurantes, camisetas o logotipos de automóviles. ¿Cómo tienen esos cuernos si de Canarias así no salieron así? Por la evolución de la especie. Pero en su genoma se mantiene la procedencia de las islas. A este asunto le ha dedicabo buena de su vida cientìfica David M. Hillis, un biólogo evolutivo de la Universidad de Austin que ha estudiado cómo la vaca que salió de Canarias es una cotizada raza que se llama Longhorn de Texas.
Razas vacunas
Hillis recuerda que los científicos tenían la teoría de una presencia íntegrante del norte de Europa. Pero las llevó Colón desde Canarias en su segundo viaje. Después los canarios que se instalaron el Texas siguieron llevando. En el desierto americano, estos animales, se vieron obligados a luchar con osos, lobos y coyotes. Esa permanente batalla de supervivencia derivó en un cambio de su forma.
Un estudio sobre la influencia de los bovinos en la formación de razas criollas deAmérica, realizado por medio de marcadores moleculares la mayoría de ellos sugeridos por la FAO, pone de relieve la presencia de las islas en esta importante comunidad vacuna de EE.UU.
Hay dos razas vacunas canarias que llegaron a Norteamérica: Canaria y La Palma. Conservan parte de su historia por su pelaje rubio con algunos casos de tipo moreno y leonados. Después de Gran Canaria, llegaron ejemplares de Tenerife y La Palma. Estos son datos del estudio realizado en la Universidad de Córdoba por Diana Avilés en el máster de Zootecnia y Gestión Sostenible dirigido por la profesora Amparo Martínez.
Hay otro estudio de la Universidad de Austin, en Texas, que confirma la presencia de genética de las vacas de las islas en la raza Texas Longhorn. Los investigadores analizaron casi 50.000 marcadores genéticos de 58 razas de ganado. Encontraron que el genoma de Longhorn se remonta hasta el segundo viaje de Cristóbal Colón al Nuevo Mundo.
El clima
El estudio en Texas lo ha realizado la bióloga Emily Jane McTavish. Detalla a ABC que "es una verdadera historia de Texas, una historia americana" porque "durante mucho tiempo, la gente pensaba que este ganado era europeo puro. Pero resulta que tienen una historia más compleja, más híbrida, con una ascendencia más global, y no hay evidencia de que esta diversidad genética es parcialmente responsable de su mayor capacidad de recuperación a las duras condiciones climáticas ".
En la Universidad de Austin, entre las conclusiones, destaca que la raza Texas Longhorn es descendiente directas de las primeras cabezas de ganado vacuno que llegó a América desde Canarias. "Fueron traídas por Colón en 1493 a la isla de La Española. Viajaron el resto del camino al continente en 1521 en los barcos de los colonizadores posteriores", afima la bióloga norteamericana. Las primeras familias que llegaron a Texas eran de Canarias.
Esta historia tiene también un detalle interesante. Las vacas procedentes de Canarias fueron soltadas en el campo, donde permanecieron de forma salvaje dos siglos. "Colón se detuvo en Canarias y recogió el ganado en su segundo viaje, que lo trajo al Nuevo Mundo", afirma la investigadora.
Una vez en América, la mayor parte del ganado fue salvaje. Bajo la presión de la selección natural que fueron capaces de evolucionar. Sus cuernos largos les permitió defenderse de los depredadores salvajes. Y se convirtieron en fuertes al calor y la sequía.
Después de la Guerra Civil de EE.UU., los tejanos en 1860 reunieron manadas salvajes y comenzó el suministro de carne de vacuno con el resto de país. Fue una forma de superar los problemas alimentarios. Desde entonces, la suerte de las vacas Longhorns han experimentado altibajos por las necesidades cambiantes de los consumidores estadounidenses. Casi se extinguieron a partir de finales del Siglo XIX.
Una mascota de una universidad de Texas
Una mascota de una universidad de Texas- ABC
La vaca palmera es oriunda de la isla de La Palma. De triple aprovechamiento, si bien es una buena raza de carne, es sometida a ordeño y mantiene su contribución al trabajo agrícola. Los ejemplares de estas vacas tienen cierta similitud genética de las islas que hay en Colorado, México, Paraguay y Colombia.
A los agricultores les gusta la vaca de procedencia canaria en Estados Unidos por su docilidad, la alta producción de carne y leche. Sus cuernos largos garantizan animales muy resistentes a las enfermedades y longevos. Por lo general, necesitan menos agua y se alimentan de más tipos de hierbas.
Padre del Nacionalismo Canario. Nació Secundido Delgado en la calle San Lucas de Santa Cruz de Tenerife, en 1867, aunque viviera mucho tiempo en la localidad de Arafo. Emigró a Cuba muy jóven, como tantos otros paisanos isleños de su época, buscando mejores condiciones de vida, que como a tantos canarios les era negada en su propio país, consecuencia del colonialismo y su sistema caciquil imperante. En la perla del Caribe entra en contacto con revolucionarios cubanos y canarios unidos por un mismo ideal en torno a la libertad de aquella isla antillana. Fue el padre indiscutible del nacionalismo canario (como en Cuba fue apostol de su independencia fue el descendiente de canarios por vía materna: José Martí Perez). Aquella frase que se le acuña, "...todo por y para la libertad de los pueblos y de los hombres", es de apliación en las Canarias del siglo XIX y principios del XX. Estamos pues ante la presencia de un insólito personaje que jugándose su bienestar y prosperidad, por sus ideales prefirió denunciar el mal que aquejaba a las islas y a los isleños, muy a sabiendas de lo que estaba arriezgando en semejante empresa. Conociendo el peligro de un enfrentamiento a la dura administración española, repetía frecuentemente " Qué importan los sacrificios si algún día llega a alumbrar nuestra Patria el Sol de la libertad".Aquel grito que lanzaba Secundino era apremiante y necesario, y que podía haber hallado eco en la decada de los años 30, si otras circunstancias políticas tranformadas en guerra civil no hubieran truncando aquel buen deseo ya suficientemente arraigado entre los canarios. Desde los inicios del siglo XX, canarios residentes en América que captaban la opresión caciquil del sistema social imperante en estas Islas, pensaban la viabilidad de un Estado canario independiente de España, al igual que los, por aquellos momentos, emancipados de Cuba, Puerto Rico o Filipinas. En 1924 se constituyó en La Habana el Partido Nacionalista Canario, que no tuvo gran aceptación, por falta de verdadero conocimiento, en las propias Islas Canarias ni en su política partidista de ámbito español, si bien constituyó un referente histórico que ha encauzado ideales nacionalistas. En Cuba colabora con los "rebeldes" independentistas en la guerra contra el ejército español de ocupación, y donde pronto será un "elemento peligroso", para los servicios de información del ejército colonial. Acusado de coparticipar en un atentado con explosivos en el edificio del Palacio del Gobierno en La Habana, ha de salir de Cuba y regresar a Tenerife, su isla natal, a principios de mayo de 1896; pero como quiera que el Capitán General era el sanguinario Valeriano Weyler, militar vinculado a la Cuba colonial, y recien nombrado para el mando en la Isla de Tenerife, conocedor de su paradero le denuncia por telegrama a las autoridades militares de Canarias, que le perseguirán insistentemente. Secundino tendrá que huir de su país -esta vez por motivaciones políticas-, transcurridos unos nueve meses de su llegada de Cuba, con la ayuda de portuarios que le esconden en un barco con dirección a Venezuela. En Caracas, a los pocos meses y en unión de otro gran patriota palmero, José Esteban Guerra Zerpa (fundandor del periódico DIARIO DE AVISOS de Santa Cruz de la Palma), editan la revista quincenal, independiente y noticiosa de las Islas Canarias, EL GUANCHE, de la que sólo se publicaron cinco números por la presión que el embajador de España en Caracas ejerció sobre el presidente venezolano, general Crespo, para que dispusiese el cierre inmediato de la misma y prohibiese toda clase de organizaciones canarias de tipo nacionalista en aquel país. Con estas medidas se da al traste, tanto con la revista, como con el incipiente "Club patriótico para la propagación de los ideales que defiende El Guanche", que no eran otros que concienciar a los canarios residentes en Venezuela, en el camino de las aspiraciones que tenían proyectadas para la Patria isleña. Tan "peligroso" llegó a ser Secundino Delgado que para erradicar totalmente cualquier brote de esta índole que afectase a los intereses españoles, llegó a ser expulsado de aquella República hermana por órden expresa del mismo presidente y dictador General Crespo. Después de una breve estancia en Curazao, donde al parecer coninuó publicando su revista EL GUANCHE, aspecto sin confirmar, pasa a Nueva York. Secundino reside en Nueva York donde su espíritu patriótico y de regeneración social y político por la que lucha, hace que esté en constante demanda de todo lo que entiende que perjudica a Canarias y a sus hijos. De ahí que su incansable pluma no cesa en denunciar las tropelías que en el solar patrio se cometen. Finalizada la guerra de Cuba con su independencia, lo encontramos nuevamente en Santa Cruz de Tenerife, alternando su residencia en su querido pueblo de Arafo. Seguirá colaborando en medios escritos, e impulsará el semanario VACAGUARE de ideología autonomista, que se publica en Aguere, hasta 1902 en que la autoridad española dispone su cierre, y aunque aparece como director el jóven Manuel Déniz Carballo, todo apunta a que el verdadero promotor era Secundino. En el periódico VACAGUARE, puntualiza lo siguiente: "...que nuestro periódico, aunque vea la luz propia en Tenerife, no es un periódico tinerfeño, sino un periódico CANARIO; que todos los desmanes, todos los errores, todas las injusticias que en nuestras islas se realicen, sea de donde sea, en ciudad, villa, pueblo, villorio o caserío, todo lo hremos público, din temores de ninguna especie; que anhelamos el bienestar que por derecho y ley natural corresponde disfrutar los hijos de estos siete hermosos peñones, y que tras ellos marchemos, puesta nuestra confianza en la razón que nos asiste, y en la indudable creencia que tenemos de que no habrá un solo canario honrado que no secunde la misión que nos hemos impuesto...y finalmente arengaba con su sempiterna frase: Pueblo de las Islas Canarias... ¡Viva nuestra autonomía!" Más tarde aquel inicial firme independentista canario, desde Florida y Cuba, tornó su ímpetu en los últimos años de su vida para convertirse en autonomista, sin duda condicionado por la imposibilidad de defender publicamente el independentismo en Canarias tras la pérdida de las últimas colonias americanas por parte de España, y el analfabetimos y control caciquil reinante. Este ilustre tinefeño, amante de su tierra como nadie, nacionalista de pro, tenía claro que había que acabar de una vez con las rencillas y discordias que gentes sin amor por Canarias fomentaban en las Islas para provecho de sus intereses personales y de dominio. En este ideal nos dejó escrito: "...despreciad con valor la prensa venal y asalariada que fomenta la discordia entre las Islas, nuestra Patria, con el fin de dividir al pueblo para que el lobo debore con paciencia y gusto su víctima...La emancipación y el mejoramiento de esta Patria, no lo esperemos de esos sabios de librea que asisten a las Cortes para hacer la venia al amor....¡¡ Ah !!, el día que se nos caiga la venda, estas siete joyas volverán a ser como el nombre que llevaban..." A pesar de ella sus proclamas autonomistas fueron determinantes en su detención el 2 de marzo de 1902 por órden del General Weyler, que dispuso su prisión en la cárcel modelo de Madrid. Lo que aquel general, nombrado como Marqués de Tenerife, no pudo llevar a cabo desde La Habana a pesar del intento en 1896, si lo logró desde su puesto de mando en Madrid, como ministro de la Guerra. Lamentables fueron los últimos años de su vida. Aquella órden se cumplió y Secundino fue detenido por la Guardia Civil, cuando se hallaba en su casa de descanso de Arafo. Conducido a pie hasta la prisión de Santa Cruz de Tenerife, para seguidamente ser trasladado a la Modelo de Madrid. Se llevaron a cabo gestiones para su liberación especialmente por el consulado de los Estados Unidos, que representaba los intereses de Cuba en España dada su nacionalidad cubana. No obstante fue internado en la Cárcel Modelo de la capital de España, donde permaneció casi un año sin recibir el auto de procesamiento, motivo de la detención, ni ser sometido a juicio. Con la intermediación de su paisano canario, Nicolás Estévanez, se logró su libertad. Durante su estancia en prisión adquirió o agravó la enfermedad pulmonar que padecía y que causó más tarde su muerte, 4 de mayo de 1912, en la casa donde habitaba en la Calle Progreso de Santa Cruz de Tenerife. El asunto había trascendido a la prensa madrileña y a toda la de España y al propio Congreso, donde ningún diputado supo dar razones de aquella injusticia.Por estas fechas publica cuatro cuentos que titula: Alegrías y Penas, Clary, Mi Peral y El mejor de los mundos. En 1903 publicará Un golfillo canario. En 1904, hallándose en la ciudad de Yucatán, publicará su autobiografía bajo el pseudónimo de Antonio Rodríguez López, con el título VACAGUARÉ (Vía Crucis), vocablo amazigh que significa "quiero morir", célebre por ser el grito que no dejaba de gritar el líder indígena Tanausú cuando prefirió morir en una huelga de hambre, antes de ser esclavo. Sus últimos años no son muy conocidos, sabemos que pasó varios años por Suramerica y que volvió a su Patria para morir en 1912 por la grave enfermedad pulmonar que se le agravó en la cárcel. Secundino falleció antes de cumplir los 45 años de edad, tras una vida de lucha y entrega por Canarias. El periódico LA PRENSA de Tenerife, publicó en su número de fecha 28 de junio de 1936, una magnífica de apología de carácter editorialista sobre Secundino y su ideal para estas islas, cuyo artículo, que aparece sin firma pero reflejando una justa semblanza de nuestro patricio, dice: " Secundido Delgado representó en Tenerife, durante toda una época, el patriotismo más fervoroso y exaltado. No había cuestión de interés para el país que él no recogiera, entregándose de lleno a su defensa o repulsa según la índole que presentaba, sin medir en la lucha la calidad e importancia del enemigo, ni el alcance de las propias fuerzas. Todo por Canarias, todo por Tenerife, pudo ser el lema de su blasón, de vivir las épocas heróicas de la caballería. Pero vivió Delgado en otros tiempos mucho menos hidalgos, en los que su esforzado temple, aún por los que más le admiraban y querían, se tachaba de "quijotismo" y sufrió incomprensiones sin cuento y solo, enteramento solo, hubo de soportar, al cao, las consecuencias de una ruda persecución. Con su generoso afán con su soberbio fervor patriótico, llegó a América, al expatriarse, Secundino Delgado, y luchó sin descanso hasta hasta la muerte. Como su permanencia en Canarias, al llegar a Caracas, primer punto de su residencia en tierras de América, participó en asambleas, mítines y reuniones de la colonia isleña; preogonó el entusiasmo de sus ideales y fundó como portavoz de sus empeños, una revista quincenal "El Guanche", en colaboración con otro canario, José Guerra, desde la que dio el grito de independencia que habría de ser cifra de los fervores y afanes de toda su vida. Violentas, rudas, implacables, fueron sus campañas desde las columnas de "El Guanche", logrando en poco tiempo formar una importante legión de adeptos a su idea; pero, cediendo a presiones del Ministro de España en Caracas, el presidente de Venezuela, general Crespo, hubo de decretar su expulsión del teritorio y Delgado hubo de marchar a Curazao, donde prosiguió su cruzada generosa, con el mismo entusiasmo y el mismo ciego afán. Más tarde hubo de regresar a Tenerife, y ya aquí, en el rescoldo de la hoguera, se ocupó de avivar llamas dormidas, publicando en unión de Cabrera Díaz, Tomás Morales y Díaz Carballo, su famoso "¡Vacaguaré!". Grito de rebeldía y liberación guanche, que hizo suyo, como lema del empeño formidable a que dedicara todos los anhelos de su vida. No logró la libertad del terruño adorado y, en cambio, perdió la suya. Por orden del general Weyler, a la sazón ministro de la Guerra, Secundino Delgdo fue detenido y encerrado en la Cárcel Modelo de Madrid. Poco después murió y lo curioso es que su nombre, casi olvidado en Tenerife, al que todo lo sacrificó, incluso su vida generosa, se recuerda con cariño y admiración en América, y de modo especial en Venezuela, donde realizó su más intensa y vibrante campaña, y en Cuba, donde todavía viven algunos colaboradores de su formidable pero incomprendido empeño."
"Es verdad que todo conspira contra nosotros, desde la influencia de la nación que guarda las llaves de nuestros grillos, hasta la obcecación de hermanos nuestros, ya envilecidos por la sumisión y las cadenas; mas, cuanto mayores sean los obstáculos, más grande ha de ser la abnegación por dominarlos. ¿Qué importan los sacrificios si algún día llega a alumbrar nuestra Patria el Sol de la Libertad?" Por Bloc Nación Canaria.
En febrero de 2018 se cumplieron 120 años del trágico naufragio del vapor francés Flachat. Un hecho que ha permanecido en el imaginario colectivo de Anaga y que ha pasado a formar parte de su historia.
Después de dejar Marsella y Barcelona, el vapor francés salió de Málaga el 12 de febrero de 1898, rumbo a Venezuela, Colombia y Costa Rica, pasando por Tenerife.
El cargamento era variado: harina, vino, caballos, imágenes religiosas para Venezuela.... y la tripulación era de 50 personas y 51 pasajeros.
La noche del 15 de febrero en la costa de Tenerife, debido a la calima (polvo sahariano en suspensión), había mala visibilidad y el mar estaba embravecido. A través de un claro, alumbrado por el Faro de Anaga, ven los amenazantes acantilados del Barranco de Anosma (entre la Punta de las Manchas y los Bajos Verdes de Anaga).
No hubo tiempo para reaccionar. Se oyó un estruendo ensordecedor y una gran vía de agua anegó la sala de máquinas, reventando las calderas. El barco se escoró a estribor y se partió en tres pedazos. Las primeras víctimas no se hicieron esperar.
Tras la muerte del Comandante del barco, el Capitán Leroy se hizo al mando y ordenó que todos se trasladasen a proa , parte encallada del barco y más segura supuestamente. Nada más lejos de la realidad porque los grandes vientos y las enormes olas les iban envolviendo.
A la mañana siguiente, el vapor inglés Susu partía de Garachico dirección hacia Anaga. Al pasar por los Roques divisó los mástiles del barco y al por la baja Roque Bermejo observó la chimenea y los demás restos.
Arriaron un bote patroneado por un valiente marinero de Taganana y se acercó lo máximo que pudo oyendo los gritos de los náufragos.
Rescataron a un grupo y volvieron a buscar más personas, pero la barrera de rocas se interponía e impedía el rescate. Al poco tiempo se desprendieron el Palo Mayor y la chimenea del vapor, arrastrando en su caída a todos los que estaban asidos.
Del centenar de personas sólo se salvaron 13 tripulantes y 1 pasajero. Murieron ahogados un total de 86 personas. Entre los rescatados se hallaba el Capitán Leroy, el Segundo Oficial, seis miembros de la tripulación y un pasajero español.
En los primeros días fueron apareciendo cuerpos de las infortunadas víctimas a la deriva hasta San Andrés, y siendo recuperados los enviaban a Santa Cruz para ser enterrados. No obstante, un mes después seguían apareciendo cuerpos y fueron enterrados en el cementerio de San Andrés.
El 21 de febrero, en la Iglesia Nuestra Señora de la Concepción de Santa Cruz se ofició un funeral por el descanso eterno de los fallecidos.
El Cristo del naufragio, escultura policromada de madera, de 157 cm, se encuentra en la Parroquia de Nuestra Señora de las Nieves de Taganana.
La devoción a esta imagen daría lugar a la creación de la Esclavitud del Santísimo Cristo del Naufragio, en 1914, impulsado por el farero. Entre sus objetivos estaban: prestar auxilio a las víctimas de accidentes marítimos y ofrecer cada año un funeral por las víctimas.
Actualmente la imagen forma parte de la procesión del jueves y viernes Santo.
La Casa Fuerte de Adeje se concibió como un palacio-fortaleza, residencia de la familia Ponte y sus descendientes. Su construcción, en torno al año 1556, es fruto de Pedro de Ponte y sus planes estratégicos y militares. La autorización fue dada por una Real Cédula el 2 de mayo de 1555, expedida en Valladolid por la Princesa Doña Juana en nombre de su padre el Emperador. El motivo que alega Pedro Ponte para que se le le otorgue dicha autorización son las incursiones de piratas franceses e ingleses en las costas de Adeje. Se concede también la alcaidía de la fortaleza para Pedro Ponte y sus herederos. Sin embargo, su petición de convertir Adeje en un señorío jurisdiccional no tuvo éxito hasta 1655, en que fue concedida a Juan Bautista de Ponte Fonte y Pagés.
Edificada sobre un solar de unos 10.000 metros cuadrados en el sector más antiguo del núcleo de Adeje, la fortaleza la constituyen diversas edificaciones que a lo largo de los siglos han ido cambiando de uso o se han abandonado hasta acabar en un estado semirruinoso. La entrada principal de la casa se localiza en la fachada este y se delimita mediante una portada rematada mediante un frontón y nicho central que da paso a un gran patio central empedrado alrededor del que se articulaba todas las dependencias. Entre los elementos arquitectónicos más destacados hay que citar el castillo con su torre almenada. Su planta baja sirvió como almacén de pólvora y cárcel. En el nivel inferior existía un aljibe abovedado.
En su fachada sur se concentran una serie de dependencias destinadas a granero y despensas, junto a dos habitaciones destinadas a contaduría y archivo, contemplándose con un antiguo oratorio, un torreón de vigía y las dependencias privadas de los marqueses de Adeje. Al otro lado del patio central estaban las cuadras, la herrería y un antiguo horno, sobre el que se levantó una casa de dos plantas, con escalera exterior y galería alta. Tras él se encuentran los restos del antiguo ingenio azucarero. A la derecha de la entrada principal estaban las dependencias de los esclavos y una cocina con una robusta chimenea.
La fama de la Casa Fuerte de Adeje llegó a todos los rincones de Canarias, siendo conocida sobre todos por sus rebaños de camellos, sus yeguas y sus esclavos negros. Esta fortaleza fue también residencia de personajes ilustres entre los siglos XVIII y XIX.
En 1902, la fortaleza sufre un devastador incendio, al parecer, intencionado, que acaba con gran parte del inmueble. Afortunadamente, se salvó el famoso archivo de la Casa Fuerte, que se trasladó, en su mayor parte, al Museo Canario en Las Palmas, así como el mobiliario y las obras de arte que sus propietarios se llevaron en el siglo XIX a su residencia en Madrid.
(La Opinion, Victoria Cabrera)
La Casa Fuerte de Adeje está ubicada casi en la parte más alta de la antigua ciudad, y es uno de los puntos de nuestro destino que merecen mayor atención. Si va a iniciar el recorrido desde Santa Cruz, tome la guagua 110 hasta la estación de autobuses de costa Adeje. Si lo hace desde la parte noroeste, tome la 460 de Icod a Guía de Isora y luego la 417 que lleva al sur. Cualquiera de esos autobuses le dejará al pie de una de las dos principales calles. Mientras sube la colina, es conveniente señalar que La Casa Fuerte hoy es poco visible, pero en tiempos antiguos constituía un elemento destacado en el perfil de la ciudad, como se muestra en algunos viejos grabados. Por cierto, existen varios y agradables “puntos de repostaje” en la ruta que contribuirán a hacerle más llevadero el esfuerzo. En la parte alta de la ciudad se unen ambas calles, de forma que, sin perderse, encontrará La Casa Fuerte. En sus cercanías hay un gran cañón con una placa explicativa en español y en inglés.
La Casa Fuerte de Adeje se construyó en 1556 para proteger las productivas tierras y propiedades de la familia Ponte, quienes eran amigos y socios de aquel británico, héroe, marino y tratante de esclavos (una compleja mezcla de atributos para los estándares de hoy) que fue Sir John Hawkins (1532-1595). El “fuerte” en sí consiste básicamente en una torre en la que se asienta una plataforma elevada para cañones, que se levanta en una esquina de un gran conjunto de edificios como son la casa de los propietarios, alojamientos para los invitados, habitaciones para los sirvientes, locales para los esclavos, jardines y otras habitaciones para la administración de la propiedad, todo ello encuadrando un patio rectangular con un jardín ornamental. A pesar de su poca apariencia militar, en 1737 La Casa Fuerte contaba con cinco cañones, y en un grabado sin fecha del siglo XIX aparecen cuatro viejos cañones asentados en la plataforma. En el censo de 1779 no se incluye personal militar, pero el último castellano en ejercicio murió en Madrid ya en 1842.
A mi me da la impresión de que esta pequeña fortificación, con su dotación de cañones, estaba más pensada para impresionar que para detener; además, estaba localizada tan en tierra adentro y en posición tan elevada, que cualquier invasor procedente del mar podía desembarcar fácilmente y hacer en la costa lo que le viniese en gana sin tener que ponerse al alcance de la torre de Adeje. Quizás la familia Ponte hacía algún disparo de vez en cuando, pero tan sólo para recordar a su millar de esclavos africanos quien era el jefe allí.
En 1904, un desastroso incendio destruyó la mayor parte de La Casa Fuerte. Los edificios exteriores nunca se reconstruyeron, convirtiéndose el conjunto en unas de las pocas grandes ruinas de Tenerife –y en modo alguno la peor, porque así presenta su propio conmovedor y estético atractivo. El recinto es de propiedad particular y no se abre al público, aunque, sin embargo, existe un sendero en campo abierto que permite contemplar las dos caras de los altos y arruinados muros de cierre, lo que añade algo más a la mística del lugar.
(foto F. F.Ayun.de Adeje)