tiendaOrange

móvil Orange

 

 

     
 

Logo Orange HommerPolíticos:

Platón (429 – 347 a. de C.):
Este gran filósofo dejó el primer tratado sistemático de filosofía social y política con su obra La República. Redactada en una etapa en que la democracia ateniense se hallaba sumida en una crisis profunda, tras la derrota de Atenas por Esparta en la Guerra del Peloponeso (esta guerra se originó por el miedo y limitaciones que proporcionaba Atenas a otras ciudades griegas, como Esparta, por ser tan grande), Platón se propuso la renovación de Grecia mediante la creación de una élite dirigente que superara la decadencia. Platón, en La República consideró que existen tres partes en el alma o naturaleza del hombre: la que conoce y razona, la emocional e impetuosa y la que solamente procura la satisfacción material. Basándose en esto creó una estructura social, en donde los filósofos iban a gobernar debido a la educación que tenían (la naturaleza de los que conocen y razonan), la clase media serían una especie de funcionarios y soldados (la naturaleza emocional e impetuosa) y la mayoría, el pueblo, son los que tendrían propiedades y se agruparían en familias (porque sólo buscan satisfacción material). Posteriormente, en su obra Las Leyes, Platón dice que el Estado necesita de un orden jurídico para su funcionamiento, al cual deben sujetarse los propios gobernantes. Propone la creación de asambleas, consejo de gobiernos y magistrado.

Aristóteles Aristóteles (384 – 322 a. de C.):
Aristóteles en su obra La Política plantea reflexiones que han sido recuperadas por la sociología y la politicología. Este filósofo realizó un estudio comparativo de las constituciones políticas y de las instituciones de los diferentes estados de Grecia. Defendía la familia y la propiedad privada y proponía tres formas de gobierno más aconsejables: la monarquía, la aristocracia y la politeia (mezcla de oligarquía –gobierno exclusivo de una minoría generalmente rica- y democracia –gobierno directo del pueblo-). Aristóteles plantea el clásico problema de la relación entre las masas y la élite gobernante y el grado de participación recomendable de las primeras en los asuntos públicos. Rechaza la tiranía, la oligarquía pura y la democracia pura.

Maquiavelo Nicolás Maquiavelo:
“El Fin Justifica Los Medios”. Florencia. (1469-1563) Diplomática que desvela descaradamente los mecanismos del poder, del estado: coacción más organización del consentimiento. La legitimación del poder es eminente laica, no vendrá dada por consideraciones religiosas éticas o basada en los principios del derecho natural: es simplemente el poder por el poder. Maquiavelo es un pensador, pero sin un sistema filosófico concreto, un humanista con nostalgia de la grandeza de la antigua Roma; patriota, sin principios éticos y oportunista. Para Maquiavelo el hombre es por naturaleza perverso y egoísta, sólo preocupado por su seguridad y por aumentar su poder sobre los demás; sólo un estado fuerte, gobernado por un príncipe astuto y sin escrúpulos morales, puede garantizar un orden social justo que frene la violencia humana. El Príncipe debe tener capacidad para manipular situaciones, ayudándose de cuantos medios precise mientras consiga sus fines: lo que vale es el resultado, no importan los medios para llegar a conseguirlos. Debe ser diestro en el engaño, y no debe poseer virtudes, sólo aparentarlas. No existe la ética, debe ser una persona amoral, indiferente entre el bien y el mal, debe estar por encima de ambos. En este "sistema político" por el que aboga Maquiavelo, se ha olvidado por completo la ética y la política que predicaron Platón y Aristóteles, ahora un hombre bueno, moral y honrado no puede, según el autor, ser un buen político.

Bodino Bossuet:
Francia. (1627-1704) Obispo con grandes facultades de orador que defiende el derecho divino de la realeza. Formula por primera vez y de forma definitiva el concepto de soberanía, definiéndola como el poder absoluto de mandar. Así, la República (Estado), es un justo gobierno de muchas familias con suprema autoridad. El soberano sería aquel que tiene la facultad de dictar la ley, es decir, no manda el derecho sino que el derecho es la expresión de la voluntad del soberano. Para Bodino, el monarca no es responsable ante nadie de sus crímenes, ni siquiera el de herejía, ya que el monarca es el estado que Dios ha escogido para seguir a su pueblo y como lugarteniente de Dios su autoridad es omnipotente e invencible, es decir, defiende el carácter sagrado o divino de la monarquía.

Arthur Schopenhauer:
Alemania. (1788-1860) Partidario del voluntarismo, Schopenhauer se opone de una manera general al intelectualismo, porque cree que no es por las facultades del intelecto que lograremos conocer y comprender el mundo, sino por nuestras facultades irracionales. La vida en sí misma no es otra cosa sino el deseo de vivir de cada individuo, el mantener y desarrollar por un esfuerzo instintivo su propia vida, para lo cual tiene que luchar contra los otros seres. Pero la voluntad en sí misma es una fuerza ciega, y gracias a la representación llega a encauzar su acción y a saber qué es lo que quiere y cómo alcanzar su fin. Ahora bien, la voluntad lo que quiere esencialmente es la vida "justamente porque la vida no es nada más que la imagen misma de esta voluntad en la representación".

Hegel George Wilhelm Friedrich Hegel (1770-1831):
Hegel asegura que el espíritu objetivo es el ámbito de lo social o de la interrelación humana. La ciencia que lo estudia, la Filosofía del Derecho, es una especie de Sociología general construida desde el punto de vista de la libertad. Los temas fundamentales que estudia esta ciencia filosófica, según Hegel, son el derecho, la moralidad y la ética, temas que están conectados dialécticamente; es decir, el derecho está presente en las tres áreas. La ética representa, pues, el grado máximo de unión y organización de los individuos en un grupo social; las formas concretas que adopta la ética son, sucesiva y progresivamente, la familia, la sociedad civil y el Estado. Hegel aseguraba que en cuanto se presenta una idea, ésta será contradicha por otra, produciéndose una fusión entre dos maneras opuestas de pensar. Esta tensión se anulará en cuanto surja una tercera idea, que recoja lo mejor de los puntos de vista de las dos precedentes. A esto Hegel lo llama evolución dialéctica. “Espíritu Universal” de Hegel: También Hegel emplea la expresión «espíritu universal», pero le da un nuevo contenido. Al hablar de «espíritu universal» o de corazón universal», Hegel se refiere a la suma de todas las manifestaciones humanas. Porque sólo el ser humano tiene «espíritu». Con este significado, habla del curso del espíritu universal a través de la Historia. Pero no debemos olvidar que nos está hablando de las vidas de los seres humanos, de las ideas de los seres humanos y de la cultura de los seres humanos.

Nietzsche Frederich Nietzsche:
“No se es feliz persiguiendo la felicidad, sino viviendo de una manera que tu vida signifique alguna cosa”. Alemania. (1844-1900) Asegura que la historia es un conjunto de relatos: lo que existe es un relativismo moral absoluto, donde ya nadie se abroga el derecho de decir la verdad, todo es relativo, pasamos a un relativismo extremo, donde cada quien tiene la verdad. Existe la concentración del poder, el cierre a la posibilidad de la participación, de agentes que no controlan la organización y la imposibilidad de generar cambios sustantivos en la dirección política desde dentro de los partidos.

Henry Rousseau:
Francia. (1844-1910) Aseguró que todo poder procedía del pueblo y las decisiones de éste se consideraban justificadas, por injustas que fuesen. Condena tanto la riqueza como la fuerza. Demuestra que el desarrollo intelectual y moral sólo es posible si hay desarrollo material en la sociedad. Considera que la libertad sólo es posible en el seno del Estado y bajo sometimiento a leyes. Se le ha criticado una cierta tendencia al totalitarismo al "obligar a ser libres" a los ciudadanos, así como su rechazo al sistema de partidos y de todo intermediario entre individuo y Estado.

John Locke:
Inglaterra (1632-1704) Filósofo, médico, químico, biólogo, político y economista inglés. Estudió en Westminster y en Oxford. Fue profesor de Moral y ocupó cargos en la Cámara de Comercio y en el Ministerio de Hacienda de su país. Fundador del empirismo moderno y defensor de la libertad, su pensamiento resultó revolucionario e influyó fuertemente en los economistas clásicos ingleses. Defiende la propiedad privada como un derecho natural derivado del trabajo por lo que el Estado no puede disponer arbitrariamente de ella. Distingue entre tipos de interés monetarios y reales. Estudia la ecuación cuantitativa, concediendo gran importancia a la velocidad de circulación del dinero.

David Hume David Hume (1711-1776):
Escocia. David Hume hizo varias contribuciones esenciales al pensamiento económico. Su discusión empírica contra mercantilismo británico formó un bloque de edificio para la economía clásica. Sus ensayos en el dinero y el comercio internacional publicaron en “discursos políticos” fuertemente a su paisano Adán Smith del amigo y del compañero. Hume hizo dos otras contribuciones duraderas importantes a la economía. Uno era su idea, elaborada más adelante por Hayek en el camino a Serfdom, que la libertad económica es una condición necesaria para la libertad política. El segundo era su aserción de la cual "usted no puede deducir ought es"—es decir, juicios del valor no puede ser hecho puramente en base de hechos. Los economistas ahora hacen el mismo punto distinguiendo entre normativo (qué debe ser) y positivo (cuál es).

Karl Marx: El materialismo dialéctico:
"En la sociedad comunista, en la que nadie tiene una esfera exclusiva de actividad, sino que cada uno puede realizarse en el campo que desee, la sociedad regula la producción general, haciendo a cada uno posible el hacer hoy una cosa y mañana otra distinta: Cazar por la mañana, pescar después de comer, criar ganado al atardecer y criticar a la hora de la cena; todo según sus propios deseos y sin necesidad de convertirse nunca ni en cazador, ni en pescador, ni en pastor, ni en crítico."

Karl Marx Karl Marx (1818-1883):
Alemania. Nació el 5 de mayo de 1818 en Tréveris y en 1844, después de casarse, se traslada a París de donde es expulsado y se establece en Bruselas donde traba una amistad que dura toda la vida con Federico Engels. Intercambiaron pensamientos y opiniones, llegando a la conclusión de que ambos tenían la misma concepción sobre la naturaleza de los problemas revolucionarios. Trabajaron juntos en el análisis de los principios teóricos del comunismo y en la organización de un movimiento internacional de trabajadores dedicado a la difusión de aquellos. Organiza y dirige una red de grupos llamados Comités de Correspondencia Comunista, establecidos en varias ciudades europeas. Dos años después, Marx y Engels recibieron el encargo de elaborar una declaración de principios que sirviera para unificar todas estas asociaciones e integrarlas en la Liga de los Justos (Liga Comunista), así nació el Manifiesto Comunista. Marx observó que «los filósofos simplemente han interpretado el mundo de modos distintos; lo que hay que hacer ahora es cambiarlo». Precisamente estas palabras señalan un importante giro en la historia de la filosofía. Marx pensaba que en gran medida son las condiciones materiales de la sociedad las que deciden cómo pensamos. A la fuerza que impulsa la Historia hacia adelante, Hegel la llamaba «espíritu universal». Es esto lo que, según Marx, es poner las cosas al revés. El quería mostrar que los cambios materiales son los decisivos. Por lo tanto, no son las «condiciones espirituales» las que crean los cambios materiales, sino al revés. Son los cambios materiales los que crean las nuevas condiciones espirituales. Marx subrayó especialmente las fuerzas económicas de la sociedad como las que crean los cambios y, de esa manera, impulsan la Historia hacia adelante. A estas condiciones materiales, económicas y sociales de la sociedad, Marx las llamaba base de la sociedad. A cómo se piensa en una sociedad, qué clase de instituciones políticas se tienen, qué leyes y, lo que no es menos importante, que religión, moral, arte, flosofía, leyes y ciencia, Marx lo llama supraestructura de la sociedad. Hay una influencia recíproca entre la base y la supraestructura de la sociedad. Si hubiera negado esta reciprocidad, habría sido un «materialista mecanicista». Pero Marx reconoce que hay una relación recíproca o «dialéctica» entre la base y la supraestructura, y por eso decimos que es un materialista dialéctico.

Vladímir Ilich Uliánov - LENIN (1870-1924):
Rusia. Nació en Simbirsk (ciudad que, desde 1924 hasta 1991, se denominó Uliánovsk en su honor) en 1870. En 1887, la policía arrestó y ejecutó a su hermano mayor Alexander por haber participado en una conspiración para asesinar al zar Alejandro III. Cursó estudios en la Universidad de Kazán ese mismo año, pero fue expulsado al poco tiempo por participar en actividades revolucionarias radicales. Admitido en la Universidad de San Petersburgo terminó derecho en 1891. En 1895 fue cofundador de la Unión para la Lucha por la Emancipación de la Clase Obrera de San Petersburgo. Tras pasar quince meses en la cárcel - fue deportado a Siberia hasta 1900. Tras el destierro, escapa a Suiza y funda el periódico Iskra (La chispa) junto a otros marxistas. Llega al poder de Rusia en 1917 ejerciendo la versión más extrema del marxismo (lenismo). Organizado con los llamados soviets (obreros soberanos), expropia fábricas, empre


Liberalismo
Liberalismo 1 INTRODUCCIÓN Liberalismo, doctrinario económico, político y hasta filosófico que aboga como premisa principal por el desarrollo de la libertad personal individual y, a partir de ésta, por el progreso de la sociedad. Hoy en día se considera que el objetivo político del liberalismo es la extensión de la democracia, pero en el pasado muchos liberales consideraban este sistema de gobierno como algo poco saludable, por alentar la participación de las masas en la vida política. A pesar de ello, el liberalismo acabó por confundirse con los movimientos que pretendían transformar el orden social existente mediante la profundización de la democracia. Debe distinguirse pues entre el liberalismo que propugna el cambio social de forma gradual y flexible, y el radicalismo, que considera el cambio social como algo fundamental que debe realizarse a través de distintos principios de autoridad. El desarrollo del liberalismo en un país concreto, desde una perspectiva general, se halla condicionado por el tipo de gobierno con que cuente ese país. Por ejemplo, en los países en que los estamentos políticos y religiosos están disociados, el liberalismo implica, en síntesis, cambios políticos y económicos. En los países confesionales o en los que la Iglesia goza de gran influencia sobre el Estado, el liberalismo ha estado históricamente unido al anticlericalismo. En política interior, los liberales se oponen a las restricciones que impiden a los individuos ascender socialmente, a las limitaciones a la libertad de expresión o de opinión que establece la censura y a la autoridad del Estado ejercida con arbitrariedad e impunidad sobre el individuo. En política internacional los liberales se oponen al predominio de intereses militares en los asuntos exteriores, así como a la explotación colonial de los pueblos indígenas, por lo que han intentado implantar una política cosmopolita de cooperación internacional. En cuanto a la economía, los liberales han luchado contra los monopolios y las políticas de Estado que han intentado someter la economía a su control. Respecto a la religión, el liberalismo se ha opuesto tradicionalmente a la interferencia de la Iglesia en los asuntos públicos y a los intentos de grupos religiosos para influir sobre la opinión pública. A veces se hace una distinción entre el llamado liberalismo negativo y el liberalismo positivo. Entre los siglos XVII y XIX, los liberales lucharon en primera línea contra la opresión, la injusticia y los abusos de poder, al tiempo que defendían la necesidad de que las personas ejercieran su libertad de forma práctica, concreta y material. Hacia mediados del siglo XIX, muchos liberales desarrollaron un programa más pragmático que abogaba por una actividad constructiva del Estado en el campo social, manteniendo la defensa de los intereses individuales. Los seguidores actuales del liberalismo más antiguo rechazan este cambio de actitud y acusan al liberalismo pragmático de autoritarismo camuflado. Los defensores de este tipo de liberalismo argumentan que la Iglesia y el Estado no son los únicos obstáculos en el camino hacia la libertad, y que la pobreza también puede limitar las opciones en la vida de una persona, por lo que aquélla debe ser controlada por la autoridad real. 2 HUMANISMO Después de la edad media, el liberalismo se expresó quizá por primera vez en Europa bajo la forma del humanismo, que reorientaba el pensamiento del siglo XV para el que el mundo (y el orden social), emanaba de la voluntad divina. En su lugar, se tomaron en consideración las condiciones y potencialidad de los seres humanos. El humanismo se desarrolló aún más con la invención de la imprenta que incrementó el acceso de las personas al conocimiento de los clásicos griegos y romanos. La publicación de versiones en lenguas vernáculas de la Biblia favoreció la elección religiosa individual. Durante el renacimiento el humanismo se impregnó de los principios que regían las artes y la especulación filosófica y científica. Durante la Reforma protestante, en algunos países de Europa, el humanismo luchó con intensidad contra los abusos de la Iglesia oficial. Según avanzaba el proceso de transformación social, los objetivos y preocupaciones del liberalismo evolucionaron. Pervivió, sin embargo, una filosofía social humanista que buscaba el desarrollo de las oportunidades de los seres humanos, y así también las alternativas sociales, políticas y económicas para la expresión personal a través de la eliminación de los obstáculos a la libertad individual. 3 EL LIBERALISMO MODERNO En el siglo XVII, durante la Guerra Civil inglesa, algunos miembros del Parlamento empezaron a debatir ideas liberales como la ampliación del sufragio, el sistema legislativo, las responsabilidades del gobierno y la libertad de pensamiento y opinión. Las polémicas de la época engendraron uno de los clásicos de las doctrinas liberales: Areopagitica (1644), un tratado del poeta y prosista John Milton en el que éste defendía la libertad de pensamiento y de expresión. Uno de los mayores oponentes al pensamiento liberal, el filósofo Thomas Hobbes, contribuyó sin embargo al desarrollo del liberalismo a pesar de que apoyaba una intervención absoluta y sin restricciones del Estado en los asuntos de la vida pública. Hobbes pensaba que la verdadera prueba para los gobernantes debía ser por su efectividad y no por su apoyo doctrinal a la religión o a la tradición. Su pragmático punto de vista sobre el gobierno, que defendía la igualdad de los ciudadanos, allanó el camino hacia la crítica libre al poder y hacia el derecho a la revolución, conceptos que el propio Hobbes repudiaba con virulencia. 4 JOHN LOCKE Uno de los primeros y más influyentes pensadores liberales fue el filósofo inglés John Locke. En sus escritos políticos defendía la soberanía popular, el derecho a la rebelión contra la tiranía y la tolerancia hacia las minorías religiosas. Según el pensamiento de Locke y de sus seguidores, el Estado no existe para la salvación espiritual de los seres humanos sino para servir a los ciudadanos y garantizar sus vidas, su libertad y sus propiedades bajo una constitución. Gran parte de las ideas de Locke se ven reflejadas en la obra del pensador político y escritor inglés Thomas Paine, según el cual la autoridad de una generación no puede transmitirse a sus herederos, que si bien el Estado puede ser necesario eso no lo hace menos malo, y que la única religión que se puede pedir a las personas libres es la creencia en un orden divino. Thomas Jefferson también se adhirió a las ideas de Locke en la Declaración de Independencia y en otros discursos en defensa de la revolución, en los que atacaba al gobierno paternalista y defendía la libre expresión de las ideas. En Francia la filosofía de Locke fue rescatada y enriquecida por la Ilustración francesa y de forma más destacable por el escritor y filósofo Voltaire, el cual insistía en que el Estado era superior a la Iglesia y pedía la tolerancia para todas las religiones, la abolición de la censura, un castigo más humano hacia los criminales y una organización política sólida que se guiara sólo por leyes dirigidas contra las fuerzas opuestas al progreso social y a las libertades individuales. Para Voltaire, al igual que para el filósofo y dramaturgo francés Denis Diderot, el Estado es un mecanismo para la creación de felicidad y un instrumento activo diseñado para controlar a una nobleza y una Iglesia muy poderosas. Ambos consideraban ambas instituciones como las dedicadas con mayor intemperancia al mantenimiento de las antiguas formas de poder. En España y Latinoamérica, a comienzos del siglo XIX se generalizó entre los pensadores y políticos ilustrados una poderosa corriente de opinión liberal. La propia palabra ‘liberal’ aplicada a cuestiones políticas y de partido se utilizó por vez primera en las sesiones de las Cortes de Cádiz y sirvió para caracterizar a uno de los grupos allí presentes. Entre los primeros y más destacados pensadores y políticos liberales españoles se hallaban el jurista Agustín de Argüelles, el conde de Toreno y Álvaro Flórez Estrada, entre otros. En Latinoamérica, las nuevas ideas de los ilustrados de los siglos XVII y XIX ejercieron notable influencia y tanto los escritores franceses, como los ingleses y los padres de la independencia en Estados Unidos, además de los liberales españoles, fueron conocidos, estudiados y leídos con gran fruición, generando una profunda influencia en su proceso de emancipación e independencia respecto de España. 5 EL UTILITARISMO En Gran Bretaña el liberalismo fue elaborado por la escuela utilitarista, principalmente por el jurista Jeremy Bentham y por su discípulo, el economista John Stuart Mill. Los utilitaristas reducían todas las experiencias humanas a placer y dolor, y sostenían que la única función del Estado consistía en incrementar el bienestar y reducir el sufrimiento pues si bien las leyes son un mal, son necesarias para evitar males mayores. El liberalismo utilitarista tuvo un efecto benéfico en la reforma del código penal británico. Bentham demostró que el duro código del siglo XVIII era antieconómico y que la indulgencia no sólo era inteligente sino también digna. Mill defendió el derecho del individuo a actuar en plena libertad, aunque sea en su propio detrimento. Su obra Sobre la libertad (1859) es una de las reivindicaciones más elocuentes y ricas de la libertad de expresión. 6 EL LIBERALISMO EN TRANSICIÓN A mediados del siglo XIX, el desarrollo del constitucionalismo, la extensión del sufragio, la tolerancia frente a actitudes políticas diferentes, la disminución de la arbitrariedad gubernativa y las políticas tendentes a promover la felicidad hicieron que el pensamiento liberal ganara poderosos defensores en todo el mundo. A pesar de su tendencia crítica hacia Estados Unidos, para muchos viajeros europeos era un modelo de liberalismo por el respeto a la pluralidad cultural, su énfasis en la igualdad de todos los ciudadanos y por su amplio sentido del sufragio. A pesar de todo, en ese momento el liberalismo llegó a una crisis respecto a la democracia y al desarrollo económico. Esta crisis sería importante para su posterior desarrollo. Por un lado, algunos demócratas como el escritor y filósofo francés Jean-Jacques Rousseau no eran liberales. Rousseau se oponía a la red de grupos privados voluntaristas que muchos liberales consideraban esenciales para el movimiento. Por otro lado, la mayor parte de los primeros liberales no eran demócratas. Ni Locke ni Voltaire creyeron en el sufragio universal y la mayor parte de los liberales del siglo XIX temían la participación de las masas en la política pues opinaban que las llamadas clases más desfavorecidas no estaban interesadas en los valores fundamentales del liberalismo, es decir que eran indiferentes a la libertad y hostiles a la expresión del pluralismo social. Muchos liberales se ocuparon de preservar los valores individuales que se identificaban con una ordenación política y social aristocrática. Su lugar como críticos de la sociedad y como reformadores pronto sería retomada por grupos más radicales como los socialistas. 7 ECONOMÍA La crisis respecto al poder económico era aún más profunda. Una parte de la filosofía liberal era el modo de entender la economía de los llamados economistas clásicos como los británicos Adam Smith y David Ricardo. En economía los liberales se oponían a las restricciones sobre el mercado y apoyaban la libertad de las empresas privadas. Pensadores como el estadista John Bright se opusieron a legislaciones que fijaban un máximo a las horas de trabajo basándose en que reducían la libertad y en que la sociedad, y sobre todo la economía, se desarrollaría más cuanto menos regulada estuviera. Al desarrollarse el capitalismo industrial durante el siglo XIX, el liberalismo económico siguió caracterizado por una actitud negativa hacia la autoridad estatal. Las clases trabajadoras consideraban que estas ideas protegían los intereses de los grupos económicos más poderosos, en especial de los fabricantes, y que favorecían una política de indiferencia e incluso de brutalidad hacia las clases trabajadoras. Estas clases, que habían empezado a tener conciencia política y un poder organizado, se orientaron hacia posturas políticas que se preocupaban más de sus necesidades, en especial, hacia los partidos socialistas. El resultado de esta crisis en el pensamiento económico y social fue la aparición del liberalismo pragmático. Como se ha dicho, algunos liberales modernos, como el economista anglo-austriaco Friedrich August von Hayek, consideran la actitud de los liberales pragmáticos como una traición hacia los ideales liberales. Otros, como los filósofos británicos Thomas Hill Green y Bernard Bosanquet conocidos como los idealistas de Oxford, desarrollaron el llamado liberalismo orgánico, en el que defendían la intervención activa del estado como algo positivo para promover la realización individual, que se conseguiría evitando los monopolios económicos, acabando con la pobreza y protegiendo a las personas en la incapacidad por enfermedad, desempleo o vejez. También llegaron a identificar el liberalismo con la extensión de la democracia. A pesar de la transformación en la filosofía liberal a partir de la segunda mitad del siglo XIX, todos los liberales modernos están de acuerdo en que su objetivo común es el aumento de las oportunidades de cada individuo para poder llegar a realizar todo su potencial humano. (Encarta)


Historia de las ideas políticas (por Jean Touchard):
Capítulo XII: sección I. La historia de las ideas políticas en el siglo XIX está dominada por el progreso del liberalismo en el conjunto del universo. El liberalismo triunfa en Europa occidental; se propaga en Alemania y en Italia, donde el movimiento liberal está ligado estrechamente al movimiento nacional; gana la Europa oriental (lucha de “eslavófilos” y “occidentales”); penetra, bajo su forma europea, en los países de Extremo Oriente, que se abren al comercio occidental; las repúblicas latinoamericanas se otorgan Constituciones liberales, inspiradas en la Constitución de Estados Unidos. En cuanto a Estados Unidos, aparece como la tierra de elección del liberalismo y de la democracia, eficazmente conciliados. De considerar solamente las doctrinas, cabría la tentación de dejar a un lado la aportación de Estados Unidos; pero lo que importa es la imagen de Estados Unidos, no las obras doctrinales —relativamente poco numerosas y poco originales— que allí salen a la luz. Sin duda, la imagen que los liberales europeos adoptan, con frecuencia está muy lejos de corresponder a la realidad. El mismo Tocqueville, más que describir la realidad americana, interpreta los Estados Unidos a la luz de sus propias convicciones. La referencia a Estados Unidos adopta, pues, la forma de un mito o de una serie de mitos, cuya historia desde comienzos del siglo XIX es muy instructivo seguir. El siglo XIX es, ante todo, el siglo del liberalismo, Pero ¿de qué liberalismo? Son necesarias aquí algunas distinciones. 1.º Liberalismo y progreso técnico.—El liberalismo es inicialmente una filosofía del progreso indivisible e irreversible; progreso técnico, progreso del bienestar, progreso intelectual y progreso moral yendo a la par. Pero el tema del progreso se vacía poco a poco de su substancia. Hacia finales del siglo XIX son numerosos los liberales —especialmente en Francia— que sueñan con una era estacionaria, con un universo detenido; este estado de ánimo es particularmente evidente entre los progresistas de los años 1890. De esta forma es necesario distinguir entre un liberalismo dinámico, que acepta la máquina y que favorece la industria, y un liberalismo económicamente conservador y proteccionista. Esa primera forma del liberalismo prevalece, en conjunto, en Inglaterra; y la segunda domina en Francia, donde el liberalismo —generalmente más audaz que en Inglaterra en materia política— se muestra, económicamente muy timorato, y donde el progreso de la industria y de los transportes se debe a hombres, especialmente los saintsimonianos, cuyas concepciones políticas son totalmente ajenas al liberalismo tradicional. 2.º Liberalismo y burguesía.—El liberalismo es uno de los elementos originarios de la filosofía de la burguesía. Pero, durante el siglo XIX, las fronteras del liberalismo no coinciden ya en manera alguna —si es que alguna vez coincidieron exactamente— con las fronteras de la burguesía. La situación, a este respecto, difiere según las épocas y según los países. En Francia el liberalismo permanece, en conjunto, estrechamente vinculado a la defensa de los intereses (“Bajo la guardia de nuestras ideas, venid a colocar vuestros intereses”, dice irónicamente el liberal Charles de Rémusat). Pero mientras que el liberalismo francés apenas evoluciona y lleva la impronta de un orleanismo congénito, Inglaterra conoce varias tentativas para ensanchar y revisar el liberalismo, especialmente en la época de Stuart Mill y, más tarde, en los últimos años del siglo XIX. El socialismo francés del siglo XIX constituye una reacción contra el liberalismo burgués, en tanto que el socialismo inglés está impregnado en gran medida de liberalismo: el hecho es particularmente claro entre los fabianos. El liberalismo inglés es más inglés que burgués, siendo el imperialismo su término normal; el liberalismo francés es más burgués que francés, y, dedicado a conservar, vacilará en conquistar, por lo que el Imperio colonial francés será obra de algunos individuos. 3.º Liberalismo y libertad.—En el siglo XVIII se hablaba indistintamente de libertad y de libertades; y el liberalismo aparecía como la garantía de las libertades, como la doctrina de la libertad. La confusión de los tres términos (liberalismo, libertades y libertad) es manifiesta en la monarquía de julio. Pero en la misma medida en que el liberalismo aparece como la filosofía de la clase burguesa, no asegura más que la libertad de la burguesía; y los no-burgueses, por ejemplo, Proudhon, tratan de establecer la libertad frente al liberalismo. Por consiguiente, existen, por lo menos, dos clases de liberales: los que piensan —como dirá más tarde Emile Mireaux en su Philosophie du libéralisme (1950)— que el “liberalismo es uno porque la libertad humana es una”, y los que no creen en la unidad de la libertad humana y piensan que la libertad de unos puede alienar la libertad de otros. 4.º Liberalismo y liberalismos.—Durante mucho tiempo el liberalismo aparece como un bloque: para Benjamin Constant, liberalismo político, liberalismo económico, liberalismo intelectual y liberalismo religioso no constituyen más que los aspectos de una sola e idéntica doctrina. “He defendido durante cuarenta años —escribe— el mismo principio: libertad en todo, en religión, en literatura, en filosofía, en industria, en política; y por libertad entiendo el triunfo de la individualidad, tanto sobre la autoridad que pretenda gobernar mediante el despotismo, como sobre las masas que reclaman el derecho de sojuzgar a la minoría”. Esta concepción es la del siglo XVIII, para el que la unidad del liberalismo era un dogma indiscutible. Pero en el siglo XIX se produce un hecho capital: la fragmentación del liberalismo en varias ideologías distintas, aunque no siempre distinguidas: —el liberalismo económico descansa sobre dos principios: riqueza y propiedad; se opone al dirigismo, aun aviniéndose con los favores del Estado; es el fundamento doctrinal del capitalismo; —el liberalismo político se opone al despotismo; es el fundamento doctrinal del Gobierno representativo y de la democracia parlamentaria; —el liberalismo intelectual se caracteriza por el espíritu de tolerancia y de conciliación; este espíritu liberal no es exclusivo de los liberales, algunos de los cuales se muestran incluso notablemente intolerantes. De esta forma, la unidad del liberalismo, al igual que la unidad del progreso, se nos presenta como un mito. El liberalismo ofrece aspectos muy diversos, según las épocas, según los países y según las tendencias de una misma época y de un mismo país. (Encarta)


Senado
En la antigua Roma, el Senado constituía la asamblea de patricios y, según la leyenda, fue convocado por primera vez por Rómulo, el fundador de la ciudad. De esta institución provienen los rasgos esenciales que a lo largo de la historia, y hasta la actualidad, tendrían las asambleas políticas homónimas. El origen del Senado romano se remonta al Consejo de Ancianos, que a su vez procedía de prácticas políticas tribales y que estaba integrado por las personas que sabían, que tenían experiencia, los patres (de donde procede el actual concepto de “padres de la patria”). Durante el periodo de la Monarquía, el Senado romano actuó como un cuerpo consultivo del rey y ejerció incluso el poder en los interregnos. El Senado romano alcanzó su mayor esplendor durante la República para ir perdiendo poder y funciones durante el Imperio. Debido a la influencia que el Senado romano tuvo con el tiempo, deben ser analizadas dos de sus principales características: funciones y composición. Aunque las funciones del Senado variaron a lo largo de la historia de Roma, las más persistentes fueron el control de los presupuestos y el de la política exterior. Para ser miembro del Senado se exigían unas condiciones previas y el cumplimiento de ciertos deberes. El senador debía ser ciudadano romano, haber nacido libre (ingenuo) y tener determinada edad. Estaba obligado a residir en Roma, ciudad que no podía abandonar sin autorización, y a no dedicarse a actividades comerciales. Como contrapartida, los senadores tenían ciertos derechos y privilegios. Estas condiciones, y su mismo origen, hicieron del Senado un órgano que representaba a la oligarquía romana. Este carácter conservador, de representación de las capas privilegiadas, terminó por convertirse en una constante de las asambleas senatoriales históricas. Al margen de Roma y hasta el desarrollo del constitucionalismo moderno, no fueron muchas las instituciones senatoriales. Pervivió de forma lánguida en el Imperio de Oriente y constituyó la forma de gobierno de algunas ciudades de la Hansa Teutónica y de Italia (especialmente Venecia).

EL SENADO EN LA ACTUALIDAD:
Para proceder a un análisis de los actuales modelos de asambleas o cámaras senatoriales es necesario distinguir entre las que están integradas en el organigrama político de estados federales y las que forman parte del ordenamiento de estados unitarios. En los estados federales, el Senado adquiere su función y sentido en tanto que actúa como cámara de representación territorial. Para evitar que los estados más poblados y fuertes económicamente desplacen a los menos poblados y con economías más débiles, el Senado aparece como una cámara en la que todos los estados tienen el mismo peso en su composición. De este modo se garantiza que los problemas de los más débiles puedan ser debatidos. En este modelo, el Senado actúa como organismo reequilibrador y compensador de desigualdades. En los estados unitarios organizados en torno a un sistema parlamentario bicameral (basado en la existencia de dos cámaras, alta y baja), el Senado ha tenido, y todavía tiene, un carácter de freno y control sobre la cámara baja o de representantes. De ahí que, frecuentemente, el modo de determinar la composición del mismo esté sometido a condiciones: edad, nivel económico, designación directa por el jefe del Estado, representación estamental o institucional, o elección indirecta. En los sistemas bicamerales de estados unitarios, el Senado, o bien ha ido perdiendo fuerza (incluso ha llegado a desaparecer), o se ha transformado en modelos más democráticos o ha modificado sus funciones para adaptarse a la realidad hoy distinta de aquella que lo vio surgir. El ejemplo paradigmático de un sistema bicameral en un Estado federal es el de Estados Unidos. El Senado estadounidense tiene una clara función de representación territorial: el senador lo es por un estado y entiende de todos los asuntos que atañen a su estado. Se eligen dos por cada estado de la Unión, lo que da un peso mayor a los estados menos poblados, de marcado carácter agrícola y con menor desarrollo. El Senado puede ejercer la función propia del poder legislativo, pero básicamente ejerce otras funciones: control del poder ejecutivo, juzgar determinados delitos federales y controlar la política exterior. En España, Estado basado en las comunidades autónomas como entidades político territoriales y dotado de un sistema parlamentario bicameral, el Senado está concebido como cámara de representación territorial. Sus atribuciones incluyen la función legislativa (tanto iniciativa como de tramitación de los proyectos procedentes del Congreso de los Diputados), el control político, los procedimientos relacionados con las comunidades autónomas, la integración con otros órganos constitucionales y la autorización de tratados y convenios internacionales. (Encarta)

 

 

[ Inicio | | Julio Verne | Emigración | Uruguay | Montaña Luna | Menú Africa ]