Emigración: Hispanos             

 

Emigración: Hispanos
España:
El abandono del campo ha creado una serie de problemas bastante complejos, tanto en el medio rural como en el urbano. En La Alcarria (provincia de Guadalajara), por ejemplo, esa despoblación fue la responsable, aunque tal vez en una pequeña parte, del pavoroso incendio que se produjo en el verano de 2005. Pero es muy difícil corregir este problema ya que, por ejemplo, dos actividades tradicionales de esta comarca de La Alcarria (el cultivo del espliego y la apicultura) se han venido abandonando por la competencia con otros países en un mundo muy globalizado. Además, es precisamente la despoblación la que ha creado una especie de círculo vicioso, ya que si se quisiera retomar de nuevo alguna de esas actividades (u otras) se necesitaría de una población que no existe debido a la emigración. Para desarrollar esas regiones deprimidas por el éxodo rural, será necesario incorporar a los antiguos emigrantes, a través de políticas destinadas a una especie de rehabilitación del medio rural: fincas y huertos de fin de semana, casas vacacionales, viviendas de interés social, etc. Con el incremento de este tipo de solución, se adoptaría una medida que es muy popular en algunos países (Alemania, por ejemplo) y combatiría en cierto modo, el carácter espasmódico de la salida masiva de habitantes de las ciudades (el éxodo urbano, al hacerlo algo más estable y extendido en el tiempo ya que en España, lo mismo que se suele hacer en Italia con el Ferragosto, tanto con los movimientos de turistas extranjeros como de los nacionales, las épocas de vacaciones se vuelven bastante conflictivas por estos desplazamientos tan masivos de la población.

Venezuela:
En Venezuela se conoce el éxodo campesino o éxodo rural como la migración de los campesinos hacia los campos petroleros a mediados del siglo XX y a las ciudades hasta la actualidad, motivado esto a los cambios económicos ocurridos a partir de la segunda década del siglo XX, e incluso antes, cuando se pasó de una economía basada en rubros del campo a una economía petrolera. Ya las ciudades y pueblos petroleros no tienen el mismo atractivo para los campesinos que tenían hace tiempo, por el hecho de que la población rural ya no busca fuentes de empleo en la industria, sino en los servicios: de hecho, a escala mundial el sector servicios es el que concentra la mayor parte de la población activa. La mayor consecuencia de esta migración es la desaparición de poblaciones rurales enteras en diversas zonas, las cuales quedaron abandonadas como pueblos fantasma. A ello se refiere Miguel Otero Silva en una de sus mejores obras: Casas muertas, ambientada en unos pueblos llaneros (Ortiz y Parapara de Ortiz), donde la emigración a las ciudades los convierte en despoblados 6 Y el folclore venezolano también ha producido páginas excelentes sobre la emigración de los pequeños pueblos, como "Mi nostalgia", en la voz de Lilia Vera y Pueblos Tristes, que también interpretó originalmente Lilia Vera.7 Venezuela pasó de ser un país eminentemente rural (en 1936, 66% de la población era rural) a un país altamente urbanizado, con 87% o más de la población residenciada en áreas urbanas, con Caracas, Maracaibo, Maracay, Valencia, Barquisimeto y Ciudad Guayana como las principales ciudades. Esta situación obedeció en un primer momento al desarrollo de la actividad petrolera, cuya exportación generó una gran cantidad de divisas que sirvieron para la inversión de recursos de capital (obras de infraestructura) en las ciudades más importantes, comenzando a incrementarse los flujos migratorios del campo a los centros urbanos. Aunque se trata de un texto de fines de los años 60 del siglo XX, la obra de Chi-Yi Chen Movimientos migratorios en Venezuela8 resulta, tanto desde el punto de vista metodológico como del conceptual, una obra muy interesante para consultar el tema de la emigración rural en Venezuela. Ya mucho antes, desde fines del siglo XIX, cuando comenzó a incrementarse la oposición ciudad - campo en Venezuela, se podía constatar un verdadero éxodo rural hacia las grandes ciudades del país, en especial hacia Caracas, de los obreros agropecuarios de los Llanos venezolanos, como refiere Fernando Calzadilla Valdés en su obra Por los Llanos de Apure: Tampoco el llano se ha librado de la epidemia emigratoria hacia Caracas, éxodo lamentable, pesadamente caído sobre todo el ámbito del país, restándole a las provincias venezolanas elementos de vida interesantes para el desarrollo de su progreso en general, siendo todavía más de lamentarse la no sustitución de los emigrados por otros individuos listos a llenar las vacantes cuando menos; habiendo quedado por lo tanto totalmente fuera de actividad los oficios y profesiones desempeñados por los que se fueron. (Fernando Calzadilla) (TFODE)


Utilidad de las barreras:
En los últimos meses, se viene debatiendo en España, Italia y otros países sobre la mejor manera de tratar la llegada de personas procedentes de África a través de lugares como Ceuta y Melilla. Al margen de la ilegalidad de algunas de las prácticas actuales en cuanto al trato a las personas en la frontera, conviene hacerse tres preguntas: ¿existe una invasión procedente del sur tal y como la describen algunos políticos y medios de comunicación? En caso de que exista, ¿son eficaces la construcción de muros y vallas cada vez más altos para frenarla? Por último, ¿es la ayuda al desarrollo un factor relevante para reducir los flujos migratorios? En primer lugar, el hecho de que las migraciones sean hoy en día un tema tan discutido es sorprendente desde el punto de vista estadístico. Según datos de Naciones Unidas de 2013, tan sólo un 3,2% de la población mundial reside fuera de su país de nacimiento, lo cual significa que la inmensa mayoría, el 97%, no encuentra suficientes alicientes para moverse. Es importante también destacar cómo en aquellas regiones en las que un grupo de países ha acordado de manera recíproca abrir sus fronteras, los desplazamientos no aumentan excesivamente. En la Unión Europea, el porcentaje de ciudadanos europeos ejerciendo su derecho individual a residir en otro Estado miembro es exactamente el mismo 3% que a nivel mundial. Migrar es, por tanto, la excepción y no la norma. Además, las migraciones se producen en varias direcciones y no sólo de sur a norte. Por ejemplo, según datos de la Unión Europea, de los casi 4,5 millones de permisos iniciales de residencia que los 28 Estados miembros concedieron entre 2012 y 2013, los colectivos más númerosos son los provenientes de Estados Unidos, Ucrania e India. Estos permisos de residencia incluyen los otorgados por trabajo, estudios, reunificación familiar o razones humanitarias. Entre los 10 primeros países de procedencia tan sólo uno, Marruecos, pertenece al continente africano. Por otra parte, la media anual de migrantes que desde 1998 han alcanzado Europa por mar desde África es de 40.000 personas. Si bien el impacto de estas llegadas es muy grande, su porcentaje respecto al total de permisos de residencia es muy pequeño y no conviene, por tanto, exagerar su magnitud. En segundo lugar, habría que preguntarse sobre la validez de las políticas restrictivas de los flujos migratorios. ¿Son eficaces la construcción de muros y vallas cada vez más altos a la hora de reducir el número de personas en situación irregular en un país? La mejor manera de responder esta pregunta es observar otros casos en los cuales se ha militarizado una frontera. Como bien ha demostrado la investigación del catedrático de Sociología Douglas Massey y de su equipo de trabajo en la Universidad de Princeton, las consecuencias de la militarización de la frontera sur de los Estados Unidos entre 1986 y 2014 se pueden resumir de la siguiente manera. En primer lugar, un mayor número de cruces por lugares cada vez más peligrosos e inhóspitos con el consiguiente aumento del número de muertos al realizar dichos trayectos. En segundo lugar, se ha elevado el uso de guías o coyotes para cruzar la frontera, así como el precio de los mismos. En tercer lugar, y a pesar de los miles de millones de dólares gastados en sofisticada tecnología durante más de 25 años, la probabilidad de conseguir entrar en Estados Unidos tras un número de intentos se ha mantenido cercana al 100%. Por último, el número de migrantes en situación irregular ha aumentado de manera constante hasta llegar a los 11 millones de personas. Es decir, la militarización de la frontera ha supuesto un colosal fracaso económico y político que ha beneficiado principalmente a aquellas empresas que se han adjudicado millonarios contratos durante estos años.

    Frontera de EE.UU.:
    El número de niños centroamericanos custodiados en la frontera de EE.UU. llegó a 52.000 en 2014. Tras un viaje entre tres países son ingresados en albergues fronterizos entre EE.UU. y México. Sus edades están comprendidas entre los dos y los 17 años y carecen de padres localizables. Unas 350.000 personas atraviesan cada año México en condiciones muy duras. A los clandestinos mexicanos detenidos se les devuelve rápidamente, pero a los niños centroamericanos que llegan con sus padres o solos son liberados. Las autoridades carecen de centros para recibirlos y no consiguen devolverlos. Los menores no acompañados son enviados junto a familiares que ya vivan en EE.UU. Las madres que viajan con sus hijos son puestas en libertad con una citación para que se presenten ante una corte migratoria semanas o meses más tarde. Aunque a muchos niños y familias se les emiten órdenes de salida del país pueden trasladarse mientras se resuelven su caso, un proceso que puede tardar años.

En tercer lugar, una segunda respuesta que se suele dar a la llegada de ciudadanos africanos es de carácter opuesto a la anterior, pero igualmente equivocada. Se argumenta que con una mayor ayuda al desarrollo se evitaría que la gente saliese de su lugar de origen en busca de un futuro mejor en Europa. ¿Es dicha afirmación cierta? Esto también requiere varias matizaciones que van más allá del hecho de que una política generosa de ayuda al desarrollo sea plausible y necesaria. En primer lugar, no son los más pobres los que viajan, sino aquellos que tienen acceso a alguna forma de capital financiero, social o cultural que facilite el trayecto. Emigrar a otro país es caro y arriesgado y, por tanto, la persona ha de contar con la información necesaria que le ayude a tomar decisiones estratégicas para mejorar su vida. En segundo lugar, como bien ha demostrado el trabajo del profesor De Haas y de su equipo de investigación en la Universidad de Oxford, el análisis empírico de las migraciones a nivel global nos muestra cómo la emigración aumenta a medida que los países se desarrollan. Cuanto más rica y educada sea una sociedad, mayor número de personas tendrán las cualificaciones necesarias para obtener el visado de trabajo correspondiente y poder establecerse en otro país, y mayores serán las aspiraciones laborales de la ciudadanía. Es por ello por lo que los países con mayor número de emigrantes no son los más pobres, sino aquellos con un índice de desarrollo medio, tales como México o Turquía. Por supuesto, una vez que un país llega a un nivel de desarrollo determinado puede pasar de ser un país de salida de personas a ser receptor de las mismas. España es un caso paradigmático de cómo un Estado de emigración se transforma en uno de inmigración a través del adelanto económico, a pesar de que en los últimos tres años se haya convertido de nuevo en un país expulsor neto de población a causa de la crisis, es decir, se va más gente de la que llega. Según la Organización Internacional de las Migraciones, más de 40.000 personas han perdido la vida al cruzar una frontera desde el año 2000, lo cual supone un dato escalofriante para la reflexión. Las migraciones son un fenómeno complejo y cíclico. La investigación y el análisis empírico de otros casos a nivel mundial pueden contribuir a sortear errores pasados y a generar políticas más inteligentes que lleven aparejadas también el respeto de los derechos fundamentales de la persona y que eviten consecuencias indeseables e injustas. (Diego Acosta Arcarazo, 26/11/2014)


Fases del muro:
En EE.UU. hay más de 11 millones de inmigrantes ilegales. Las medidas de deportación más estrictas de los últimos 30 años las aplicó Obama. Según datos del Departamento de Seguridad Nacional (DHS), entre 2009 y agosto de 2016 fueron deportadas 2.768.357 personas. En 1986, con Reagan, la cifra fue de 24.592 inmigrantes hispanos; en 1996, con Bill Clinton, 69.680; en 2006, con George W. Bush, 280.974; en 2012, con Obama, 435.498 personas. Obama expulsó a unos 3 millones de inmigrantes. En 1990 comenzó a construirse la primera parte del muro: 20 kilómetros en la zona de San Diego. En 2005, el Senado aprobó extenderlo en 1.123 kilómetros, a agregar a los 600 kilómetros del muro existentes ese año. En 2006, el Senado adoptó una nueva enmienda para construir 595 kilómetros de muro y 800 kilómetros de vallas. En 2009 muros, vallas y similares superaban los mil kilómetros. Se divide en 509 kilómetros de muro contra peatones, 482 kilómetros de vallas contra vehículos (que pueden saltar los peatones) y 58 kilómetros de doble o triple muro en el sector de San Diego. Desde 1990 unos 20 millones de hispanos han cruzado la frontera.


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